Evangelio Jueves después de Ceniza. Tiempo de Cuaresma. 23 de Febrero, 2012.
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (9, 22-25)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
“Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día”.
Luego, dirigiéndose a la multitud, les dijo:
“Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga. Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará.
En efecto, ¿de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si se pierde a sí mismo o se destruye?”
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
El anuncio de la pasión por parte de Jesús a sus discípulos no solo es un episodio puntual y pasajero que se queda en el tiempo y en el espacio sino un verdadero itinerario de vida. La entrega de la vida no se hace de un momento a otro sino que implica recorrer un camino en fidelidad a la misión del Padre. La muerte en cruz es la plena manifestación de la misión cumplida, de la vida entregada y del amor donado “hasta las últimas consecuencias”. Por eso, la propuesta de Jesús es exigente, radical y sin medias tintas. No se puede ser cristiano, discípulo, misionero de Jesús si no se está dispuesto a entregar la vida minuto a minuto para que la obra de Dios se transparente en el mundo. La salvación integral y total de la humanidad pasa, necesariamente, por la donación oblativa de la misma vida. Tampoco se trata de hacer acciones espectaculares y fantásticas. A veces una existencia ofrendada en el silencio y la sencillez de la vida ordinaria es más elocuente y efectiva para que el Reino de Dios se haga presente en medio de nuestro mundo. ¿Estás en disposición para recorrer el camino?