Evangelio Viernes Infraoctava de Navidad. Ciclo A, 27 de diciembre, 2013.
Santoral: San Juan, Apóstol y Evangelista
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 20, 2-8
Gloria a ti Señor
El primer día de la semana, María Magdalena corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.
Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.
Palabra del Señor.
Comentario:
La fe de los primeros discípulos en la resurrección de Jesús se apoyaba, en última instancia en el encuentro personal con el después de la muerte. Aquellos que no lo habían encontrado personalmente se fiaban del testimonio fidedigno de quienes lo afirmaban.
En el evangelio de hoy encontramos dos tipos de reacción frente a este acontecimiento: primero la reacción de María Magdalena – que acude sola al sepulcro, no con otras mujeres como nos dicen los Sinópticos – es de consternación. Y es debido a que el sepulcro no estaba en las condiciones en que lo habían dejado el viernes después de la sepultura de Jesús.
La segunda reacción es la del discípulo a quien amaba Jesús, Llega corriendo al sepulcro. La reacción decisiva es la del discípulo a quien amaba Jesús, no la de Pedro.
El otro discípulo comprobó, lo mismo que Pedro, pero como habían quedado las cosas: vio las fajas, el sudario, etc. todo ordenado. Era inadmisible que un ladrón hubiese dejado tan ordenada las cosas. Ha tenido que ser algo distinto. Pero el otro discípulo vio y creyó. Es la única ocasión en que se afirma en todo el Nuevo Testamento que alguien creyó al ver vacío el sepulcro donde habían sepultado a Jesús. Posiblemente lo que quiere afirmarse es que fue ese discípulo el primero que creyó en la resurrección de Jesús, antes que María Magdalena e incluso antes que Pedro.
Nosotros, en nuestra búsqueda de argumentos a favor de la resurrección no podemos llegar más allá de la credibilidad de los testigos que la afirman y cuya fe paso a ser normativa para la iglesia.