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16 septiembre 2010 4 16 /09 /septiembre /2010 05:58

TIEMPO ORDINARIO
JUEVES DE LA SEMANA XXIV
Del Común de varios mártires. Salterio IV
 
16 de septiembre
 
SANTOS CORNELIO, Papa, y CIPRIANO, obispo, mártires. (MEMORIA)
 
Cornelio fue ordenado obispo de la Iglesia de Roma el año 251; se opuso al cisma de los novacianos y, con la ayuda de Cipriano, pudo reafirmar su autoridad. Fue desterrado por el emperador Galo, y murió en Civitavecchia el año 253. Su Cuerpo fue trasladado a Roma y sepultado en el cementerio de Calixto.
 
Cipriano nació en Cartago hacia el año 210, de familia pagana. Se convirtió a la fe, fue ordenado presbítero y, el año 249, fue elegido obispo de su ciudad. En tiempos muy difíciles gobernó sabiamente su Iglesia con sus obras y sus escritos. En la persecución de Valeriano, primero fue desterrado y más tarde sufrió el martirio, el día 14 de septiembre del año 258.
 
LAUDES
(Oración de la mañana)
 
INVOCACIÓN INICIAL
 
V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
 
INVITATORIO
 
Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires.
 
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
 
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
 
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
 
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
 
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
 
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Himno: TESTIGOS DE LA SANGRE.
 
Testigos de la sangre
con sangre rubricada,
frutos de amor cortados
al golpe de la espada.
 
Testigos del amor
en sumisión callada,
canto y cielo en los labios
al golpe de la espada.
 
Testigos del dolor
de vida enamorada;
diario placer de muerte
al golpe de la espada.
 
Testigos del cansancio
de una vida inmolada
a golpe de Evangelio
y al golpe de la espada.
 
Demos gracias al Padre
por la sangre sagrada;
pidamos ser sus mártires,
y a cada madrugada
poder morir la vida
al golpe de la espada. Amén.
 
SALMODIA
 
Ant. 1. En la mañana, Señor, hazme escuchar tu gracia.
 
Salmo 142, 1-11 - LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA
 
Señor, escucha mi oración;
tú que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.
 
El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados.
mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.
 
Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.
 
Escúchame en seguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.
 
En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti;
indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.
 
Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.
 
Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia, sácame de la angustia.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. En la mañana, Señor, hazme escuchar tu gracia.
 
Ant. 2. El Señor hará derivar hacia Jerusalén como un río la paz.
 
Cántico: CONSUELO Y GOZO PARA LA CIUDAD SANTA. Is 66, 10-14a
 
Festejad a Jerusalén, gozad con ella,
todos los que la amáis,
alegraos de su alegría,
los que por ella llevasteis luto;
a su pecho seréis alimentados
y os saciaréis de sus consuelos
y apuraréis las delicias
de sus pechos abundantes.
 
Porque así dice el Señor:
«Yo haré derivar hacia ella
como un río la paz,
como un torrente en crecida,
las riquezas de las naciones.
 
Llevarán en brazos a sus criaturas
y sobre las rodillas las acariciarán;
como a un niño a quién su madre consuela,
así os consolaré yo
y en Jerusalén seréis consolados.
 
Al verlo se alegrará vuestro corazón
y vuestros huesos florecerán como un prado.»
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. El Señor hará derivar hacia Jerusalén como un río la paz.
 
Ant. 3. Nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
 
Salmo 146 - PODER Y BONDAD DEL SEÑOR
 
Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
 
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel;
él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
 
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre.
Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados.
 
Entonad la acción de gracias al Señor,
tocad la cítara para nuestro Dios,
que cubre el cielo de nubes,
preparando la lluvia para la tierra;
 
que hace brotar hierba en los montes,
para los que sirven al hombre;
que da su alimento al ganado,
y a las crías de cuervo que graznan.
 
No aprecia el vigor de los caballos,
no estima los músculos del hombre:
el Señor aprecia a sus fieles,
que confían en su misericordia.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
 
LECTURA BREVE 2Co 1, 3-5
 
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios de todo consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas, para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios. Porque si es cierto que los sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, también por Cristo rebosa nuestro consuelo.
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. Los justos viven eternamente.
R. Los justos viven eternamente.
 
V. Reciben de Dios su recompensa.
R. Viven eternamente.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los justos viven eternamente.
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant. ¡Oh cuán preciosa muerte, en la cual se adquiere la inmortalidad al precio de la propia sangre!
 
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
 
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
 
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
 
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
 
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
 
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. ¡Oh cuán preciosa muerte, en la cual se adquiere la inmortalidad al precio de la propia sangre!
 
PRECES
 
Celebremos, amados hermanos, a Jesús, el testigo fiel, y al recordar hoy a los santos mártires sacrificados a causa de la palabra de Dios, aclamémosle diciendo:
 
Nos has comprado, Señor, con tu sangre.
 
Por la intercesión de los santos mártires que entregaron libremente su vida como testimonio de la fe,
concédenos, Señor, la verdadera libertad de espíritu.
 
Por la intercesión de los santos mártires que proclamaron la fe hasta derramar su sangre,
concédenos, Señor, la integridad y constancia de la fe.
 
Por la intercesión de los santos mártires que soportando la cruz siguieron tus pasos,
concédenos, Señor, soportar con generosidad las contrariedades de la vida.
 
Por la intercesión de los santos mártires que blanquearon su manto en la sangre del Cordero,
concédenos, Señor, vencer las obras del mundo y de la carne.
 
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
 
Dirijamos ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:
 
Padre nuestro...
 
ORACIÓN
 
Señor, tú que en los santos Cornelio y Cipriano diste a tu pueblo pastores llenos de celo y mártires victoriosos, concédenos por su valiosa intercesión, ser firmes e invencibles en la fe y trabajar con verdadero empeño por lograr la unidad de tu Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
 
CONCLUSIÓN
 
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.



VÍSPERAS
Oración de la tarde
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
 
Himno: ESPÍRITUS SUBLIMES.
 
Espíritus sublimes,
¡oh mártires gloriosos!,
felices moradores
de la inmortal Sión,
rogad por los que luchan
en las batallas recias,
que alcancen la victoria
y eterno galardón.
 
¡Oh mártires gloriosos
de rojas vestiduras,
que brillan con eternos
fulgores ante Dios!
Con vuestro riego crezca
de Cristo la semilla,
y el campo de las mieses
se cubra ya en sazón. Amén.
 
SALMODIA
 
Ant. 1. Tú eres, Señor, mi bienhechor, y mi refugio donde me pongo a salvo.
 
Salmo 143 - ORACIÓN POR LA VICTORIA Y POR LA PAZ
 
Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea;
 
mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos.
 
Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?
¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo;
sus días, una sombra que pasa.
 
Señor, inclina tu cielo y desciende,
toca los montes, y echarán humo,
fulmina el rayo y dispérsalos,
dispara tus saetas y desbarátalos.
 
Extiende la mano desde arriba:
defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas,
de la mano de los extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Tú eres, Señor, mi bienhechor, y mi refugio donde me pongo a salvo.
 
Ant. 2. Dichoso el pueblo cuyo Dios es el señor.
 
Salmo 143 II
 
Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo.
 
Defiéndeme de la espada cruel,
sálvame de las manos de extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.
 
Sean nuestros hijos un plantío,
crecidos desde su adolescencia;
nuestras hijas sean columnas talladas,
estructura de un templo.
 
Que nuestros silos estén repletos
de frutos de toda especie;
que nuestros rebaños a millares
se multipliquen en las praderas,
y nuestros bueyes vengan cargados;
que no haya brechas ni aberturas,
ni alarma en nuestras plazas.
 
Dichoso el pueblo que esto tiene,
dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Dichoso el pueblo cuyo Dios es el señor.
 
Ant. 3. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
 
Cántico: EL JUICIO DE DIOS Ap. 11, 17-18; 12, 10b-12a
 
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.
 
Se encolerizaron las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
 
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
 
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
 
LECTURA BREVE 1Pe 4, 13-14
 
Queridos hermanos: Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuándo se manifieste su gloria, reboséis de gozo. Si os ultrajan por el nombre de Cristo, dichosos vosotros: porque el Espíritu de la gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. Alegraos, justos, y gozad con el Señor.
R. Alegraos, justos, y gozad con el Señor.
 
V. Aclamadlo, los rectos de corazón.
R. Y gozad con el Señor.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Alegraos, justos, y gozad con el Señor.
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant. ¡Oh Iglesia, madre nuestra, cuán dichosa eres, ennoblecida con la sangre gloriosa de los mártires de Cristo!
 
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
 
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
 
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
 
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
 
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. ¡Oh Iglesia, madre nuestra, cuán dichosa eres, ennoblecida con la sangre gloriosa de los mártires de Cristo!
 
PRECES
 
En esta hora en la que el Señor, cenando con sus discípulos, presentó al Padre su propia vida que luego entregó en la cruz, aclamemos al Rey de los mártires, diciendo:
 
Te glorificamos, Señor.
 
Te damos gracias, Señor, principio, ejemplo y rey de los mártires, porque nos amaste hasta el extremo.
 
Te damos gracias, Señor, porque no cesas de llamar a los pecadores arrepentidos y les das parte en los premios de tu reino.
 
Te damos gracias, Señor, porque hoy hemos ofrecido, como sacrificio para el perdón de los pecados, la sangre de la alianza nueva y eterna.
 
Te damos gracias, Señor, porque con tu gracia nos has dado perseverar en la fe durante el día que ahora termina.
 
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
 
Te damos gracias, Señor, porque has asociado a nuestros hermanos difuntos a tu muerte.
 
Dirijamos ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:
 
Padre nuestro...
 
ORACIÓN
 
Señor, tú que en los santos Cornelio y Cipriano diste a tu pueblo pastores llenos de celo y mártires victoriosos, concédenos por su valiosa intercesión, ser firmes e invencibles en la fe y trabajar con verdadero empeño por lograr la unidad de tu Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
 
CONCLUSIÓN
 
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.



COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
 
INVOCACIÓN INICIAL
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
 
EXAMEN DE CONCIENCIA
 
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
 
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
 
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
 
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
 
Himno: CRISTO, SEÑOR DE LA NOCHE
 
Cristo, Señor de la noche,
que disipas las tinieblas:
mientras los cuerpos reposan,
se tú nuestro centinela.
 
Después de tanta fatiga,
después de tanta dureza,
acógenos en tus brazos
y danos noche serena.
 
Si nuestros ojos se duermen,
que el alma esté siempre en vela;
en paz cierra nuestros párpados
para que cesen las penas.
 
Y que al despuntar el alba,
otra vez con fuerzas nuevas,
te demos gracias, oh Cristo,
por la vida que comienza. Amén.
 
SALMODIA
 
Ant. Mi carne descansa serena.
 
Salmo 15 - CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.
 
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.
 
Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.
 
El Señor es mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.
 
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
 
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
 
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Mi carne descansa serena.
 
LECTURA BREVE 1Ts 5, 23
 
Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo.
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
 
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
 
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
 
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
 
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
 
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
 
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
 
ORACIÓN
 
OREMOS,
Señor, Dios nuestro, concédenos un descanso tranquilo que restaure nuestras fuerzas, desgastadas ahora por el trabajo del día; así, fortalecidos con tu ayuda, te serviremos siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
 
BENDICIÓN
 
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
 
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
 
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita.

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