Overblog
Edit post Seguir este blog Administration + Create my blog
31 diciembre 2012 1 31 /12 /diciembre /2012 17:52

Ordinario de la Misa: Solemnidad de Santa María, Madre de Dios.

Ciclo C. Miércoles. 1 de Enero, 2012

Solemnidad de Santa María, Madre de Dios

Jornada Mundial de la Paz

Ten piedad de nosotros, Señor, y bendícenos

Que te alaben, Señor, todos los pueblos

Antífona de Entrada

Te aclamamos santa Madre  de Dios, porque has dado  a luz al rey que gobierna  cielo y tierra por los siglos de los siglos.

Se dice Gloria.

 

Oración Colecta

 Oremos:

Señor Dios, que por la  fecunda virginidad de María  diste al género humano el  don de la salvación eterna,  concédenos sentir la  intercesión de aquélla por  quien recibimos al autor de  la vida, Jesucristo, Señor  nuestro, que vive y reina contigo.

Amén.

 

Primera Lectura

Lectura del libro de los

Números (6, 22-27)

En aquel tiempo, el Señor habló a Moisés y le dijo:“Di a Aarón y a sus hijos:

De esta manera bendecirán  a los israelitas: El Señor te  bendiga y te proteja, haga  resplandecer su rostro sobre ti  y te conceda su favor. Que el  Señor te mire con benevolencia y te conceda la paz’.

Así invocarán mi nombre  sobre los israelitas y yo los bendeciré”.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Salmo Responsorial Salmo 66

Ten piedad de nosotros, Señor,

y bendícenos.

Ten piedad de nosotros  y bendícenos;  vuelve, Señor, tus ojos a  nosotros.  Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvadora.

Ten piedad de nosotros, Señor,

y bendícenos.

Las naciones con júbilo te  canten,  porque juzgas al mundo con  justicia;  con equidad tú juzgas  a los pueblos y riges en la tierra  a las naciones.

Ten piedad de nosotros, Señor,

y bendícenos.

Que te alaben, Señor,  todos los pueblos,  que los pueblos te aclamen  todos juntos.  Que nos bendiga Dios  y que le rinda honor el mundo entero.

Ten piedad de nosotros, Señor,

y bendícenos.

 

Segunda Lectura

Lectura de la carta del apóstol

san Pablo a los Gálatas (4, 4-7)

 Hermanos:

Al llegar la  plenitud de los tiempos, envió  Dios a su Hijo, nacido de una  mujer, nacido bajo la ley, para  rescatar a los que estábamos  bajo la ley, a fin de hacernos hijos suyos.

Puesto que ya son ustedes  hijos, Dios envió a sus corazones el Espíritu de su Hijo, que  clama “¡Abbá!”, es decir,  ¡Padre! Así que ya no eres  siervo, sino hijo; y siendo hijo,  eres también heredero por voluntad de Dios.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor

 

Aclamación antes del Evangelio

 Aleluya, aleluya.

En distintas ocasiones y de  muchas maneras habló Dios en  el pasado a nuestros padres, por  boca de los profetas. Ahora, en  estos tiempos, nos ha hablado por medio de su hijo.

Aleluya.

 

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Lucas (2, 16-21)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, los pastores  fueron a toda prisa hacia Belén  y encontraron a María, a José y  al niño, recostado en el pesebre.  Después de verlo, contaron  lo que se les había dicho de  aquel niño y cuantos los oían,  quedaban maravillados. María,  por su parte, guardaba todas  estas cosas y las meditaba en su corazón.

Los pastores se volvieron a sus  campos, alabando y glorificando  a Dios por todo cuanto habían  visto y oído, según lo que se les había anunciado.

Cumplidos los ocho días,  circuncidaron al niño y le  pusieron el nombre de Jesús,  aquel mismo que había dicho el  ángel, antes de que el niño fuera concebido.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario:

Litúrgicamente, hoy es la fiesta de «Santa María Madre de Dios»; es también la «octava de Navidad» y por tanto el recuerdo de «la circuncisión de Jesús», celebración judía que se celebraba al octavo día del nacimiento de los niños, y en la que se les imponía el nombre. Para el hombre y la mujer de la calle, esos tres componentes de la festividad litúrgica de hoy quedan muy lejos... tanto por el lenguaje que en que son expresados, como por el «imaginario religioso» que evocan.

Pero hoy es también el primer día del año civil, «¡Año Nuevo!», y la Jornada Mundial por la Paz, que aunque originalmente es una iniciativa eclesiástica católica, ha alcanzado una notable aceptación en la sociedad, gozando ya de un cierto estatuto civil.

Como se puede ver, pues, hay una buena distancia entre la conmemoración litúrgica y los motivos «modernos» de celebración. Esta distancia, que se repite en otras fechas, con bastante frecuencia, habla por sí misma de la necesidad de actualizar el calendario litúrgico, y, mientras esa tarea no sea acometida oficialmente por quien corresponde, será preciso que los agentes de pastoral tengan creatividad y audacia para reinterpretar el pasado, abandonar lo que está muerto, y recrear el espíritu de las celebraciones.

Pero veamos en primer lugar los textos bíblicos.

Nm 2,22-27 es la llamada bendición aaronítica (de Aarón), porque se afirma que Dios la reveló a Moisés para que éste a su vez la enseñara a Aarón y a sus hijos, los sacerdotes de Israel, para que con ella bendijeran al pueblo. Seguramente fue usada ampliamente en el antiguo Israel. Incluso se ha encontrado grabada en plaquetas metálicas para llevar al cuello, o atada de algún modo al cuerpo, como una especie de amuleto. Arqueológicamente dichas plaquetas datan de la época del 2º templo, es decir, del año 538 AC en adelante. Bien nos viene una bendición de parte de Dios al comenzar el año: que su rostro amoroso brille sobre todos nosotros como prenda de paz. La paz tan anhelada por la humanidad entera, y lamentablemente tan esquiva. Pero es que no basta con que Dios nos bendiga por medio de sus sacerdotes. No basta que él nos muestre su rostro. Aquí no se trata de bendiciones mágicas sino de un llamado a empeñarnos también nosotros en la consecución y construcción de la paz: con nosotros mismos, en nuestro entorno familiar, con los cercanos y los lejanos, con la naturaleza tan maltratada por nuestras codicias; paz con Dios, Paz de Dios.

Buen comienzo del año éste de la bendición. El refrán popular ha consagrado ese deseo de "volver a comenzar" que sentimos todos al llegar esta fecha: "Año nuevo, vida nueva". Uno quisiera olvidar los errores, limpiarse de las culpas que molestan en la propia conciencia, estrenar una página nueva del libro de su vida, y empezarla con buen pie, dando rienda suelta a los mejores deseos de nuestro corazón. Por eso es bueno comenzar el año con una bendición en los labios, después de escuchar la bendición de Dios en su Palabra.

Bendigamos al Señor por todo lo que hemos vivido hasta ahora, y por el nuevo año que pone ante nuestros ojos: nuevos días por delante, nuevas oportunidades, tiempo a nuestra disposición. Alabemos al Señor por la misericordia que ha tenido con nosotros hasta ahora. Y también porque nos va a permitir ser también nosotros una bendición en este nuevo año que comienza: bendición para los hermanos y bendición para Dios mismo. Año nuevo, vida nueva, bendición de Dios.

Gál 4,4-7 es una apretada síntesis de lo que Pablo nos enseña en tantos otros pasajes de sus cartas. En primer lugar, nos dice que el tiempo que vivimos es de plenitud, porque en él Dios ha enviado a su Hijo, no de cualquier manera, sino «nacido de mujer y nacido bajo la ley», es decir, semejante en todo a nosotros, en nuestra humanidad y en nuestros condicionamientos históricos. Pero este abajamiento del Hijo de Dios, nos ha alcanzado la más grande de las gracias: la de llegar a ser, todos nosotros los seres humanos, sin exclusión alguna, hijos de Dios, capaces de llamarlo «Abba», es decir, Padre. Nuestra condición filial fundamenta una nueva dignidad de seres humanos libres, herederos del amor de Dios. Parecerían hermosas palabras, nada más, frente a tantos sufrimientos y miserias que todavía experimentamos, pero se trata de que pongamos de nuestra parte para que la obra de Jesucristo se haga realidad. Se trata de que nos apropiemos de nuestra dignidad de hijos libres, rechazando los males personales y sociales que nos agobian, luchando juntos contra ellos. Esto implica una tarea y una misión: la de hacernos verdaderos hijos de Dios, a nosotros y a nuestros hermanos que desconocen su dignidad.

Nacido de mujer, nacido bajo la ley, nos recuerda Pablo (Gál 4,4). Nació en la debilidad, en la pobreza, fuera de la ciudad, en la cueva, porque no hubo para ellos lugar en la posada. Nace en la misma situación que el conjunto del pueblo, los sencillos, los humildes, los sin poder.

Este nacimiento real y concreto es asumido por Dios para abrazar en el amor a todos los que la tradición había dejado fuera. Es la visita real de aquel que, por simple misericordia, nos da la gracia de poder llamar a Dios con la familiaridad de Abba -"papito"- y la posibilidad de considerar a todos los hombres y mujeres hermanos muy amados.

En Jesús, nacido de María -la mujer que aceptó ser instrumento en las manos de Dios para iniciar la nueva historia- todos los seres humanos hemos sido declarados hijos y no esclavos, hemos sido declarados coherederos, por voluntad del Padre. La bendición o benevolencia de Dios para los seres humanos da un gran paso: Dios ya no bendice con palabras, ahora bendice a todos los seres humanos y aun a toda la creación, con la misma persona de su Hijo, que se hace hermano de todos. Y nadie queda marginado de su amor.

"Ha aparecido la bondad de Dios" en Jesús, y es hora de alegría estremecida, para hacer saber al mundo -y a la creación misma- que Dios ha florecido en nuestra tierra y todos somos depositarios de esa herencia de felicidad.

Lc 2,16-21, en el lenguaje «intencionado» que por ser un género literario (“evangelio de la infancia”) utiliza con sus signos, Jesús no nace entre los grandes y poderosos del mundo sino, muy en la línea de Lucas, entre los pequeños y los humildes; como los pastores de Belén, que no son meras figuras decorativas de nuestros «belenes», pesebres o nacimientos, sino que eran, en los tiempos de Jesús, personas mal vistas, con fama de ladrones, de ignorantes y de incapaces de cumplir la ley religiosa judía. A ellos en primer lugar llaman los «ángeles» a saludar y a adorar al Salvador recién nacido. Ellos se convierten en pregoneros de las maravillas de Dios que habían podido ver y oír por sí mismos. Algo similar pasa con María y José: no eran una pareja de nobles ni de potentados, eran apenas un humilde matrimonio de artesanos, sin poder ni prestigio alguno. Pero María, la madre, «guardaba y meditaba estos acontecimientos en su corazón», y seguramente se alegraba y daba gracias a Dios por ellos, y estaba dispuesta a testimoniarlo delante de los demás, como lo hizo delante de Isabel, entonando el Magníficat.

Todo ello dentro de una composición teológica más elaborada de lo que su aparente ingenuidad pudiera insinuar. En todo caso, la simplicidad, la pobreza, la llaneza del relato y de lo relatado casan perfectamente con el espíritu de la Navidad.

La «maternidad divina de María», motivo oficial de la celebración litúrgica de hoy, y uno de los tres «dogmas» marianos -si se puede hablar así-, es una formulación que hace tiempo «chirría» en los oídos de quien la escucha desde una imagen de Dios adulta y crítica. Como ocurre con tantos otros «dogmas» y tradiciones tenidas como tales, el pueblo cristiano las ha amalgamado fantásticamente con los evangelios, llegando a pensar que provienen directamente del evangelio.

El versículo Gál 4,4 que hoy leemos, es todo lo que Pablo dice de María. Ni siquiera cita su nombre. La maternidad divina de María en el cristianismo es, claramente, una construcción eclesial. Los evangelios no saben nada de ella, y no será formulada y declarada hasta el siglo V.

En este contexto, es importante desempolvar y recordar la historia de tal «dogma», con la conocida «manipulación» del concilio de Éfeso, en el año 431, cuando Cirilo de Alejandría forzó y consiguió la votación antes de que llegaran los padres antioqueños, que representaban en el Concilio la opinión contraria. Se dice que el Pueblo cristiano acogió con entusiasmo esta declaración mariana, pero hay que añadir que se trata de los habitantes de Éfeso, la ciudad de la antigua «Gran Diosa Madre», la originaria diosa-virgen Artemisa, Diana. La fórmula de Éfeso, en cualquier caso, ha sido siempre tenida como sospechosa de concebir la filiación divina y la encarnación en términos monofisitas, que hasta cosifican a Dios, como si se pudiera procrear a Dios y no más bien a un hombre en el que, en cuanto Hijo de Dios, Dios mismo se nos hace patente a la fe. (Nos estamos refiriendo a lo que dice Hans Küng, en Ser cristiano, Cristiandad, Madrid 1977, pág. 584ss).

El título «madre de Dios» no es bíblico, como es sabido. Para el evangelio María es siempre, nada más y nada menos que «la madre de Jesús», título tan entrañable, real e histórico, que acabará sepultado y abandonado en la historia bajo un montón de otros títulos y advocaciones construidos eclesiásticamente. San Agustín (siglos IV y V) todavía no conoce himnos ni oraciones ni festividades marianas. El primer ejemplo de una invocación directa a María lo encontramos en el siglo V, en el himno latino Salve Sancta Parens.

La Edad Media europea dará rienda suelta a su imaginario teológico y devocional respecto de María. Mientras los primitivos Padres de la Iglesia todavía hablan de las imperfecciones morales de María, en el siglo XII aparece la opinión de su exención del pecado, tanto del personal como del «original». En el mismo siglo XII aparece el Avemaría. El ángelus en el XIII. El rosario en el XIII-XIV. El mes de María y el mes del rosario en el XIX-XX. Los puntos culminantes de esta evolución serán la definición de la «inmaculada concepción de María» (1854, por Pío IX) y la definición de la «asunción de María en cuerpo y alma al cielo» (1950, por Pío XII). Momentos finales de este apogeo mariano son la «consagración del mundo al Corazón de María» en 1942 y 1954, por Pío XII.

Pero todo este marianismo remitió con sorprendente rapidez con el Concilio Vaticano II, que renunció a nuevos «dogmas» marianos, desechó la anterior mariología «cristotípica» (característica de la escuela mariológica española preconciliar), dando paso a una comprensión mariológica mucho más sobria, bíblica e histórica, en la línea «eclesiotípica» (de la escuela alemana principalmente). Aunque la veneración a María (hyper-dulía), superior a la tributada a los santos (dulía), siempre fue distinguida teóricamente de la dada a Dios (latría), lo cierto es que en la religiosidad popular muchas veces María fungió como un verdadero «correlato femenino de la divinidad», y su condición de criatura y de discípula de Jesús y miembro de la Iglesia casi fueron olvidadas (en forma paralela a lo que ocurrió con Jesús respecto de su humanidad).

Hoy, la imagen conciliar de María que la Iglesia tiene es la de «la madre de Jesús», desmitificada, despojada de tantas adherencias fantásticas como se le habían puesto encima a lo largo de la historia: María es una cristiana, muy cercana a Jesús, una discípula suya, un destacado miembro de la Iglesia: la «madre de Jesús», en un título insustituible que le da el mismo evangelio, y a cuyo uso muchos creyentes vuelven en la actualidad, prefiriéndolo al creado en el siglo V. La Constitución dogmática Lumen Gentium, del Concilio Vaticano II, en su capítulo octavo (nn. 52-69) ofrece todavía la mejor síntesis de la mariología para nuestros tiempos. El Concilio Vaticano II nos sigue marcando el camino, también en mariología. A la hora de predicar sobre María, debemos remitirnos, necesariamente, a ese capítulo octavo de la Lumen Gentium.

Concluimos. Seguimos estando en tiempo de Navidad, tiempo en el que la ternura, el amor, la fraternidad, el cariño familiar... se nos hacen más palpables que nunca. La ternura de Dios hacia nosotros, que se expresó en el niño de Belén, inunda nuestra vida, en las luces de colores, los adornos navideños, los villancicos y las reuniones familiares. Todo ayuda a ello en este tiempo todavía de Navidad. Dejemos recalar estos sentimientos en nuestro corazón, para que perduren a lo largo de todo el año.

Al comenzar el año, al poner el pie por primera vez en este nuevo regalo que el Señor nos hace en nuestra vida, vamos a agradecerle con todo el corazón la alegría de vivir, la oportunidad maravillosa que nos da de seguir amando y siendo amados, y la capacidad que nos ha dado para cambiar y rectificar.

Otro enfoque válido y provechoso de la homilía podría orientarse hacia el tema de la Jornada Mundial de la Paz... así como hacia el hecho del Año Nuevo, que si bien es algo simplemente convencional, astronómicamente insignificante, tiene el valor simbólico inevitable y profundo de recordarnos el inexorable paso del tiempo.

Para la revisión de vida
Hacer un retiro personal (o un tiempo al menos) haciendo examen de mi vida en el año pasado
Participar en alguna celebración penitencial comunitaria, pedir perdón de mis pecados y reconciliarme con Dios y con los hermanos.
Hacerme un plan de vida al comenzar el año ("año nuevo...: ¡vida nueva!").
Seguir viviendo con el espíritu de la navidad en los diversos ambientes: familia, barrio, trabajo, lugar de compromiso...

Se dice Credo.

Oración de los Fieles

 Celebrante:

Al celebrar hoy a Santa  María, Madre de Dios, oremos  por nosotros y por todos los  hombres y mujeres que buscan  a Dios y digamos juntos:  Mira a la Madre de tu Hijo

y escúchanos.

Para que la sabiduría, que  procede de lo alto, ilumine a  nuestros pastores para que en  nombre de Dios promuevan la  paz y la justicia.

Oremos. 

Mira a la Madre de tu Hijo

y escúchanos.

Para que el Señor bendiga a  su Iglesia, la proteja, y haga que  sea, como María, Madre de los creyentes.

Oremos.

Mira a la Madre de tu Hijo

y escúchanos.

Para que el Señor tenga  piedad de nuestra sociedad y  manifieste su cercanía a todos  los que sufren, están tristes o viven marginados.

Oremos.

Mira a la Madre de tu Hijo

y escúchanos.

Para que María, modelo de  mujer y de madre, ayude a todas las mujeres a vivir con dignidad.

Oremos.

Mira a la Madre de tu Hijo

y escúchanos.

Para que María mantenga  unidos a los cristianos  y nos ayude a acoger

a Jesús en nuestra vida.

Oremos.

Mira a la Madre de tu Hijo

y escúchanos.

Para que Dios nuestro  Señor nos dé un año feliz,  alegrándonos con los bienes  de la tierra y enriqueciéndonos con los del cielo.

Oremos.

Mira a la Madre de tu Hijo

y escúchanos.

 

 Celebrante:

Mira a tu Madre, Señor, y  escucha nuestras oraciones,  y ya que es también nuestra  Madre, haz que vivamos  siempre bajo su protección  para que Ella guíe nuestros  pasos hacia Ti. Que vives y  reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

Oración sobre las Ofrendas

Señor, tú que eres el  origen de todos los bienes  y quien los lleva a su  pleno desarrollo, concede  a quienes celebramos  en la Virgen María, Madre  de Dios, las primicias de  nuestra redención,  alcanzar la plenitud de sus frutos.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

 

Prefacio de Santa María Virgen I

Maternidad de la santísima Virgen María

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,  es nuestro deber y salvación  darte gracias siempre y en todo  lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.

Y alabar, bendecir y proclamar  tu gloria en la maternidad de  Santa María, siempre virgen:   Porque ella concibió a tu  único Hijo por obra del Espíritu  Santo y sin perder la gloria de  su virginidad, hizo brillar sobre el  mundo la luz eterna, Jesucristo

nuestro Señor.

Por él, los ángeles y los  arcángeles y todos los coros  celestiales, celebran tu gloria,  unidos en común alegría.  Permítenos asociarnos  a sus voces, cantando humildemente tu alabanza:

Santo, Santo, Santo…

 

Antífona de la Comunión

Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por todos los siglos.

Oración después de la Comunión

 Oremos:

Señor, que estos  sacramentos celestiales  que hemos recibido  con alegría, sean fuente  de vida eterna para nosotros,  que nos gloriamos de  proclamar a la siempre  Virgen María como Madre  de tu Hijo y Madre de la Iglesia.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

 Fuentes: www.lecturadeldia.org;www.servicioskoinonia.org

Compartir este post
Repost0

Comentarios

Présentation

  • : Por Cristo...Mas, Mas, Mas
  • : Es un Blog de orientación Cristiano/Católico, dirigido a personas de 16 a años en adelante, en el que se publican diariamente las Lecturas del Día, de acuerdo al Calendario Litúrgico Católico, la Lectio Divina, el Santoral del Día, la Liturgia de las Horas (Laudes, Vísperas y Completas, y otros artículos de orientación espiritual y moral.
  • Contacto

Perfil

  • xcmasmasmas
  • Soy un Cristiano/Católico, preocupado por la difusión de la Palabra de Dios, convencido que en los momentos actuales la tecnologia de la información es uno de los principales medios para conseguir este objetivo.
Soy viudo, vivo en Santo Domingo,
  • Soy un Cristiano/Católico, preocupado por la difusión de la Palabra de Dios, convencido que en los momentos actuales la tecnologia de la información es uno de los principales medios para conseguir este objetivo. Soy viudo, vivo en Santo Domingo,

Solicitud de Oración

Hermano (a) que nos visita, si necesitas oración por cualquier motivo, solo debes escribir a;

xcmasmasmas@gmail.com, exponiendo tu causa por la cual quieres que oremos,

debes poner tu nombre

Buscar

Permisos

Cualquier artículo, fotos, etc. puede ser copiado por cualquier persona o grupo, que tenga las mismas inquietudes que nosotros, o sea la extensión del Reino de Dios en la tierra

Archivos