Ordinario de la Misa: XXX Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B. Martes, 30 de Octubre 2012
Dichoso el que teme al Señor
Feria de la 30a. semana del Tiempo Ordinario
Sálvanos, Señor y Dios nuestro
Antífona de Entrada
Sálvanos, Señor y Dios nuestro; reúnenos de entre las naciones, para que podamos agradecer tu poder santo y sea nuestra gloria el alabarte.
Oración Colecta
Oremos:
Concédenos, Señor, Dios nuestro, amarte con todo el corazón y, con el mismo amor, amar a nuestros prójimos.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Lectura de la carta del
apóstol san Pablo a los efesios
(5, 21-33)
Hermanos:
Respétense unos a otros, por reverencia a Cristo: que las mujeres respeten a sus maridos, como si se tratara del Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza y salvador de la Iglesia, que es su cuerpo. Por tanto, así como la Iglesia es dócil a Cristo, así también las mujeres sean dóciles a sus maridos en todo.
Maridos, amen a sus esposas como Cristo amó a su Iglesia y se entregó por ella para santificarla, purificándola con el agua y la palabra, pues él quería presentársela a sí mismo toda resplandeciente, sin mancha ni arruga ni cosa semejante, sino santa e inmaculada.Así los maridos deben amar a sus esposas, como cuerpos suyos que son.
El que ama a su esposa se ama a sí mismo, pues nadie jamás ha odiado a su propio cuerpo, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo.
Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola cosa. Este es un gran misterio, y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia.
En una palabra, que cada uno de ustedes ame a su mujer como a sí mismo, y que la mujer respete a su marido.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 127
Dichoso el que teme al Señor.
Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos: comerá del fruto de su trabajo, será dichoso, le irá bien.
Dichoso el que teme al Señor.
Su mujer, como vid fecunda, en medio de su casa; sus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de su mesa.
Dichoso el que teme al Señor.
Esta es la bendición del hombre que teme al Señor: “Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida”.
Dichoso el que teme al Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (13, 18-21)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo:
“¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo? Se parece a la semilla de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció y se convirtió en un arbusto grande y los pájaros anidaron en sus ramas”.
Y dijo de nuevo:
“¿Con qué podré comparar al Reino de Dios? Con la levadura que una mujer mezcla con tres medidas de harina y que hace fermentar toda la masa”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
Sembrar y amasar son dos actividades artesanales que han acompañado a la humanidad desde los albores de la historia. Jesús retoma esos valores de la vida campesina y los trasplanta al campo religioso para enseñarnos cómo la más diminuta semilla de bondad que se siembre y se cultive puede producir los frutos más abundantes y los beneficios indirectos más sorprendentes. Los campesinos recogían las hojas de mostaza silvestre como parte del forraje para sus animales y, ya seca o quemada, como parte del abono de la tierra. El hecho de que las aves migrantes tuvieran en esos arbolitos un punto donde reposar muestra la sabiduría de Dios en los ejemplos de la naturaleza. La levadura fue introducida en las culturas antiguas para hacer rendir y hacer más digerible la masa de los cereales, como el trigo y la avena; de este modo se multiplicaba la capacidad alimenticia y nutritiva de los cereales. De igual manera, el Reino se presenta como una semilla minúscula plantada en el jardín de la creación, pero que, cuando germina, tiene unos efectos benéficos impredecibles. Otro tanto ocurre con el efecto multiplicador del bien que tiene el Reino, que actúa como levadura en las obras buenas que la humanidad emprende.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, estos dones que te presentamos en señal de sumisión a ti, y conviértelos en el sacramento de nuestra redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Común I
Restauración universal en Cristo
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.
A quien hiciste fundamento de todo y de cuya plenitud quisiste que participáramos todos. El cual, siendo Dios, se anonadó a sí mismo, y por su sangre derramada en la cruz, puso en paz todas las cosas.
Y así, constituido Señor del universo, es fuente de salvación eterna para cuantos creen en él. Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de la Comunión
Ven, Señor, en ayuda de tu siervo y sálvame por tu misericordia. Que no me arrepienta nunca de haberte invocado.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que el sacramento del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo que acabamos de recibir, nos ayude, Señor, a vivir más profundamente nuestra fe.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.