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15 enero 2014 3 15 /01 /enero /2014 17:03

Evangelio Jueves II Semana de Navidad. Ciclo A. 16 de enero, 2014.

Santo del Día: San Julián, mártir

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     1, 40-45

Gloria a ti Señor    
  
    Se acercó a Jesús un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: «Si quieres, puedes purificarme». Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda purificado.» En seguida la lepra desapareció y quedó purificado.
    Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente: «No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio».
Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a Él de todas partes.
 
Palabra del Señor.

 Comentario:

Hoy, la audaz petición del leproso y la contundente reacción de Jesús son la respuesta a la pregunta: ¿por qué Dios no ha creado un mundo en el que su presencia fuera más evidente, que impresionara a cualquiera de manera irresistible? Nos encontramos ante el gran interrogante de cómo se puede conocer a Dios y cómo se puede desconocerlo.

Vivimos en este mundo en el que Dios no tiene la evidencia de lo palpable. No se le puede buscar con arrogancia, convirtiéndolo en un "objeto experimentable" en "mi laboratorio". Sólo se le puede encontrar con el impulso del corazón, a través del "éxodo" de "Egipto". En este mundo hemos de oponernos a las ilusiones de falsas filosofías y reconocer que no sólo vivimos de "pan", sino ante todo de la obediencia a la Palabra de Dios. 

—Como el leproso de hoy, te busco Jesús con el amor y la escucha interior. Y sólo donde se vive esta obediencia nacen los sentimientos que permiten proporcionar "pan" para todos.

Fuente: www.evangeli.net

 

 

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15 enero 2014 3 15 /01 /enero /2014 00:27

Evangelio Misa Miércoles I Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 15 de enero, 2014.

Santoral del Día: San Pablo. Primer Ermitaño

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     1, 29-39
Gloria a ti Señor  
  
    Jesús fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron de inmediato. Él se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos.
    Al atardecer, después de ponerse el sol, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados, y la ciudad entera se reunió delante de la puerta. Jesús sanó a muchos enfermos, que sufrían de diversos males, y expulsó a muchos demonios; pero a estos no los dejaba hablar, porque sabían quién era Él.
    Por la mañana, antes que amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo orando. Simón salió a buscarlo con sus compañeros, y cuando lo encontraron, le dijeron: «Todos te andan buscando».
    Él les respondió: «Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido». Y fue predicando en las sinagogas de toda la Galilea y expulsando demonios.
 
Palabra del Señor.

Comentario:

Hoy vemos claramente cómo Jesús dividía la jornada. Por un lado, se dedicaba a la oración, y, por otro, a su misión de predicar con palabras y con obras. Contemplación y acción. Oración y trabajo. Estar con Dios y estar con los hombres.

En efecto, vemos a Jesús entregado en cuerpo y alma a su tarea de Mesías y Salvador: cura a los enfermos, como a la suegra de san Pedro y muchos otros, consuela a los tristes, expulsa demonios, predica. Todos le llevan sus enfermos y endemoniados. Todos quieren escucharlo: «Todos te buscan» (Mc 1,37), le dicen los discípulos. Seguro que debía tener una actividad frecuentemente muy agotadora, que casi no le dejaba ni respirar.

Pero Jesús se procuraba también tiempo de soledad para dedicarse a la oración: «De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración» (Mc 1,35). En otros lugares de los Evangelios vemos a Jesús dedicado a la oración en otras horas e, incluso, muy entrada la noche. Sabía distribuirse el tiempo sabiamente, a fin de que su jornada tuviera un equilibrio razonable de trabajo y oración.

Nosotros decimos frecuentemente: —¡No tengo tiempo! Estamos ocupados con el trabajo del hogar, con el trabajo profesional, y con las innumerables tareas que llenan nuestra agenda. Con frecuencia nos creemos dispensados de la oración diaria. Realizamos un montón de cosas importantes, eso sí, pero corremos el riesgo de olvidar la más necesaria: la oración. Hemos de crear un equilibrio para poder hacer las unas sin desatender las otras.

San Francisco nos lo plantea así: «Hay que trabajar fiel y devotamente, sin apagar el espíritu de la santa oración y devoción, al cual han de servir las otras cosas temporales».

Quizá nos debiéramos organizar un poco más. Disciplinarnos, “domesticando” el tiempo. Lo que es importante ha de caber. Pero más todavía lo que es necesario.

 

Fuente: www.evamgeli.net

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14 enero 2014 2 14 /01 /enero /2014 03:40

Evangelio Martes I Semana Tiempo Ordinario.  Ciclo A. 14 de enero, 2014

Santo del Día: San Felipe de Nola

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     1, 21-28
Gloria a ti Señor       
  
    Jesús entró a Cafarnaúm, y cuando llegó el sábado, Jesús fue a la sinagoga y comenzó a enseñar. Todos estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.
    Y había en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, que comenzó a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios».
    Pero Jesús lo increpó, diciendo: «Cállate y sal de este hombre». El espíritu impuro lo sacudió violentamente y, dando un gran alarido, salió de ese hombre.
    Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y estos le obedecen!» Y su fama se extendió rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea.
 
Palabra del Señor.

Comentario:

Hoy, primer martes del tiempo ordinario, san Marcos nos presenta a Jesús enseñando en la sinagoga y, acto seguido, comenta: «Quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas» (Mc 1,21). Esta observación inicial es impresionante. En efecto, la razón de la admiración de los oyentes, por un lado, no es la doctrina, sino el maestro; no aquello que se explica, sino Aquél que lo explica; y, por otro lado, no ya el predicador visto globalmente, sino remarcado específicamente: Jesús enseñaba «con autoridad», es decir, con poder legítimo e irrecusable. Esta particularidad queda ulteriormente confirmada por medio de una nítida contraposición: «No lo hacía como los escribas».

Pero, en un segundo momento, la escena de la curación del hombre poseído por un espíritu maligno incorpora a la motivación admirativa personal el dato doctrinal: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad!» (Mc 1,27). Sin embargo, notemos que el calificativo no es tanto de contenido como de singularidad: la doctrina es «nueva». He aquí otra razón de contraste: Jesús comunica algo inaudito (nunca como aquí este calificativo tiene sentido).

Añadimos una tercera advertencia. La autoridad proviene, además, del hecho que a Jesús «hasta a los espíritus inmundos le obedecen». Nos encontramos ante una contraposición tan intensa como las dos anteriores. A la autoridad del maestro y a la novedad de la doctrina hay que sumar la fuerza contra los espíritus del mal.

¡Hermanos! Por la fe sabemos que esta liturgia de la palabra nos hace contemporáneos de lo que acabamos de escuchar y que estamos comentando. Preguntémonos con humilde agradecimiento: ¿Tengo conciencia de que ningún otro hombre ha hablado jamás como Jesús, la Palabra de Dios Padre? ¿Me siento rico de un mensaje que tampoco tiene parangón? ¿Me doy cuenta de la fuerza liberadora que Jesús y su enseñanza tienen en la vida humana y, más concretamente, en mi vida? Movidos por el Espíritu Santo, digamos a nuestro Redentor: Jesús-vida, Jesús-doctrina, Jesús-victoria, haz que, como le complacía decir al gran Ramon Llull, ¡vivamos en la continua “maravilla” de Ti!

Fuente: www.evangeli.net

 

 

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12 enero 2014 7 12 /01 /enero /2014 17:24

Evangelio Lunes I Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 13 de enero, 2014.

Santo del Día: San Hilario, Obispo y Doctor de la iglesia

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     1, 14-20
Gloria a ti, Señor 
 
    Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia».
    Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: «Síganme, y Yo los haré pescadores de hombres». Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron.
    Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.
 
Palabra del Señor.

 Comentario:   

Hoy, el Evangelio nos invita a la conversión. «Convertíos y creed en la Buena Nueva» (Mc 1,15). Convertirse, ¿a qué?; mejor sería decir, ¿a quién? ¡A Cristo! Así lo expresó: «El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí» (Mt 10,37).

Convertirse significa acoger agradecidos el don de la fe y hacerlo operativo por la caridad. Convertirse quiere decir reconocer a Cristo como único señor y rey de nuestros corazones, de los que puede disponer. Convertirse implica descubrir a Cristo en todos los acontecimientos de la historia humana, también de la nuestra personal, a sabiendas de que Él es el origen, el centro y el fin de toda la historia, y que por Él todo ha sido redimido y en Él alcanza su plenitud. Convertirse supone vivir de esperanza, porque Él ha vencido el pecado, al maligno y la muerte, y la Eucaristía es la garantía. 

Convertirse comporta amar a Nuestro Señor por encima de todo aquí en la tierra, con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas. Convertirse presupone entregarle nuestro entendimiento y nuestra voluntad, de tal manera que nuestro comportamiento haga realidad el lema episcopal del Santo Padre, Juan Pablo II, Totus tuus, es decir, Todo tuyo, Dios mío; y todo es: tiempo, cualidades, bienes, ilusiones, proyectos, salud, familia, trabajo, descanso, todo. Convertirse requiere, entonces, amar la voluntad de Dios en Cristo por encima de todo y gozar, agradecidos, de todo lo que acontece de parte de Dios, incluso contradicciones, humillaciones, enfermedades, y descubrirlas como tesoros que nos permiten manifestar más plenamente nuestro amor a Dios: ¡si Tú lo quieres así, yo también lo quiero!

Convertirse pide, así, como los apóstoles Simón, Andrés, Jaime y Juan, dejar «inmediatamente las redes» e irse con Él (cf. Mc 1,18), una vez oída su voz. Convertirse es que Cristo lo sea todo en nosotros.

 

www.evangeli.net (Comentario)

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12 enero 2014 7 12 /01 /enero /2014 17:24

Evangelio Lunes I Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 13 de enero, 2014.

Santo del Día: San Hilario, Obispo y Doctor de la iglesia

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     1, 14-20
Gloria a ti, Señor 
 
    Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia».
    Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: «Síganme, y Yo los haré pescadores de hombres». Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron.
    Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.
 
Palabra del Señor.

 Comentario:   

Hoy, el Evangelio nos invita a la conversión. «Convertíos y creed en la Buena Nueva» (Mc 1,15). Convertirse, ¿a qué?; mejor sería decir, ¿a quién? ¡A Cristo! Así lo expresó: «El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí» (Mt 10,37).

Convertirse significa acoger agradecidos el don de la fe y hacerlo operativo por la caridad. Convertirse quiere decir reconocer a Cristo como único señor y rey de nuestros corazones, de los que puede disponer. Convertirse implica descubrir a Cristo en todos los acontecimientos de la historia humana, también de la nuestra personal, a sabiendas de que Él es el origen, el centro y el fin de toda la historia, y que por Él todo ha sido redimido y en Él alcanza su plenitud. Convertirse supone vivir de esperanza, porque Él ha vencido el pecado, al maligno y la muerte, y la Eucaristía es la garantía. 

Convertirse comporta amar a Nuestro Señor por encima de todo aquí en la tierra, con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas. Convertirse presupone entregarle nuestro entendimiento y nuestra voluntad, de tal manera que nuestro comportamiento haga realidad el lema episcopal del Santo Padre, Juan Pablo II, Totus tuus, es decir, Todo tuyo, Dios mío; y todo es: tiempo, cualidades, bienes, ilusiones, proyectos, salud, familia, trabajo, descanso, todo. Convertirse requiere, entonces, amar la voluntad de Dios en Cristo por encima de todo y gozar, agradecidos, de todo lo que acontece de parte de Dios, incluso contradicciones, humillaciones, enfermedades, y descubrirlas como tesoros que nos permiten manifestar más plenamente nuestro amor a Dios: ¡si Tú lo quieres así, yo también lo quiero!

Convertirse pide, así, como los apóstoles Simón, Andrés, Jaime y Juan, dejar «inmediatamente las redes» e irse con Él (cf. Mc 1,18), una vez oída su voz. Convertirse es que Cristo lo sea todo en nosotros.

 

www.evangeli.net (Comentario)

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10 enero 2014 5 10 /01 /enero /2014 18:34

Evangelio Domingo Bautismo del Señor. Ciclo A. 12 de enero, 2014.

.Santo del Día:. Solemnidad Bautismo del Señor
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     3, 13-17

Gloria a ti Señor  

Jesús fue desde Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él. Juan se resistía, diciéndole: «Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti, ¡y eres tú el que viene a mi encuentro!»
Pero Jesús le respondió: «Ahora déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es justo». Y Juan se lo permitió.
Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como una paloma y dirigirse hacia Él. Y se oyó una voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección».

Palabra del Señor.

Comentario

 BAUTISMO DE CRISTO.- "... y se presentó a Juan para que lo bautizara" (Mt 3, 13) Después de treinta años de vida oculta, ignorada de todos en una de las más recónditas y olvidadas aldeas de Palestina, Jesús desciende hacia el Jordán para iniciar su ministerio público. Hasta entonces su enseñanza había sido sin palabras, aunque desde luego una enseñanza muy elocuente e importante. En ese tiempo, en efecto, nos hizo comprender el valor de una vida sencilla, de una existencia ordinaria vivida en sus mil pequeñas cosas con un grande y profundo amor, que sabía dar relieve y altura a lo más corriente. Lección fundamental para la inmensa mayoría de los hombres cuya existencia también transcurre, día tras día, en un entramado de pequeños deberes. Un ejemplo que nos ha de llevar a dar valor a lo más pequeño y ordinario, que al vivirlo con amor y esmero por hacerlo bien puede alcanzar la bendición y la sonrisa de Dios.

Cuando Jesús llegó al Jordán para bautizarse, el Bautista se resistió a hacerlo. No entiende cómo ha de bautizar a quien está tan por encima de él. Tampoco comprende de qué se habría de purificar quien era la pureza misma. Pero el Señor vence su resistencia pues así lo disponían los planes del Padre. Ante todo para enseñarnos la primera lección que ha de aprender quien quiera entrar en el Reino de los cielos, la lección de la humildad. Luego lo repetirá de muchas formas y en repetidas ocasiones. Nos enseña, en efecto, que es preciso hacerse como niños y que quien se humilla será exaltado, o que quien quiera ser el primero que sea el último. También alabará la humildad de la mujer cananea, o el valor de la pequeña limosna que echó una pobre viuda en el gazofilacio del Templo. También se alegrará y alabará al Padre porque ha ocultado los misterios más altos a los sabios y a los orgullosos, y se los ha revelado a los sencillos y pequeños. También nos dirá que aprendamos de Él, que es manso y humilde de corazón.

Por otra parte, se bautiza porque ha venido a cargar con los pecados de la Humanidad y redimir así al hombre de la servidumbre a que estaba sometido desde la caída de Adán. Jesús, como vaticinó el profeta Isaías, es el Cordero de Dios que carga con los pecados del mundo para expiarlos con su mismo sacrificio. Así pues, en su Bautismo comienza el Señor su misión redentora, inaugura una nueva era al dar a las aguas el poder de purificar a cuantos creyendo en Él se bautizarían, una vez consumada la redención en la cruz.

El Bautismo de Cristo es así un modelo de lo que es el nuestro. También nosotros, al ser bautizados, además de ser purificados del pecado original, hemos sido objeto del amor del Padre, hemos recibido al Espíritu Santo que ha morado, y mora si estamos en gracia de Dios, en nuestro cuerpo y en nuestra alma como en su propio templo.

Por Antonio García-Moreno    

Fuente: www.betania.es (comentario)

 

 

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10 enero 2014 5 10 /01 /enero /2014 00:46

Evangelio Viernes II Semana de Navidad. Ciclo A, 10 de enero, 2014.

Santoral: Beata Laura Vicuña

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     4, 14-22ª

Gloria a ti Señor 

Jesús volvió a Galilea con el poder del Espíritu y su fama se extendió en toda la región. Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan.
Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha consagrado por la unción.
Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres,
a anunciar la liberación a los cautivos
y la vista a los ciegos,
a dar la libertad a los oprimidos
y proclamar un año de gracia del Señor».
Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. Entonces comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír.»
Todos daban testimonio a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca.

Palabra del Señor.

Comentario:

Nos encontramos frente a un texto del Evangelio que recoge la razón de ser del ministerio de Jesús. El expone frente a la asamblea sinagogal, en Nazareth, para qué lo envió su Padre, cuál era su verdadera misión. Un cristiano no podrá negar nunca que Jesús vino a salvar a la humanidad. Pero tendrá también que afirmar, con el evangelio en la mano, que lo vino a hacer a través de la realidad del Reino: "anunciar la Buena Noticia a los pobres y oprimidos" por el egoísmo de las personas y de las estructuras.

Para entender este tipo de salvación centrada en el pobre, el evangelista retoma unos signos muy concretos, los mismos que el profeta Isaías había señalado para anunciar su propia misión: dar libertad a los cautivos, dar vista a los ciegos, liberar a los oprimidos e inaugurar un "Año de Perdón de Deudas" (por eso se llama un "Año de gracia" que se proclama en nombre de Dios). Llegar a hacer esto en la sociedad, presupone cambiar sus estructuras: de insolidarias, de elitistas, de excluidoras, de usureras... hay que hacerlas pasar a ser solidarias, igualitarias, fraternas. Por eso, este trabajo del Reino que toca realidades sociales, y es el trabajo más espiritual que se pueda pensar: exige la conversión interior de personas y estructuras.

Unas líneas más adelante, el evangelio nos dice que, por causa de esta propuesta, la asamblea sinagogal se alborotó e intentó despeñarlo. Así se mataba la persona y su propuesta. Los seguidores de Jesús no pondrán nunca olvidar su proclama del Reino. Es una propuesta revolucionaria que jamás podrá darse sin dificultades y sin persecución. Quien acepte ser discípulo del Reino, habrá de tener claro que la propuesta de Jesús toca lo social, ya que el Reino de fraternidad que Jesús anuncia debe comenzar a palparse en esta vida. De lo contrario Dios no tendría sentido concreto para los pobres.

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO (comentario)

 

 

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9 enero 2014 4 09 /01 /enero /2014 00:39

Evangelio Jueves II Semana de Navidad. Ciclo A. 9 de enero, 2014.

Santo del Día: San Julián, mártir

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     6, 45-52
Gloria a ti Señor    
  
Después que los cinco mil hombres se saciaron, en seguida, Jesús obligó a sus discípulos a que subieran a la barca y lo precedieran en la otra orilla, hacia Betsaida, mientras él despedía a la multitud. Una vez que los despidió, se retiró a la montaña para orar.
Al caer la tarde, la barca estaba en medio del mar y él permanecía solo en tierra. Al ver que remaban muy penosamente, porque tenían viento en contra, cerca de la madrugada fue hacia ellos caminando sobre el mar, e hizo como si pasara de largo.
Ellos, al verlo caminar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y se pusieron a gritar, porque todos lo habían visto y estaban sobresaltados. Pero él les habló enseguida y les dijo: «Tranquilícense, soy yo; no teman.» Luego subió a la barca con ellos y el viento se calmó.
Así llegaron al colmo de su estupor, porque no habían comprendido el milagro de los panes y su mente estaba enceguecida.

Palabra del Señor.

 Comentario:

La profundidad o densidad de las palabras de Juan hoy tocan un punto importante en el que puede ser bueno que fijemos nuestra atención: nos referimos a la relación entre el amor y el temor. Dice Juan: En el amor no hay temor; el amor perfecto echa fuera el temor. (4, 18)

Podría ser puesta esta afirmación en relación con aquel otro principio bíblico clásico: El inicio de la sabiduría es el temor del Señor (Pro 9, 10). ¿Tiene validez o sentido el «temor de (a) Dios»? El temor de Dios ha sido un principio tradicional de la espiritualidad. Con frecuencia la predicación ha tratado de inculcar el temor de Dios como el medio mejor para asegurar una vida cristiana practicante y fiel. En los tiempos de la edad media y del barroco, la estrella del firmamento del imaginario cristiano fue precisamente el tema de la condenación eterna; el temor a Dios, a su justicia, a la condenación, al infierno... vino a ser la pieza clave indiscutible, el «principio y fundamento» sobre el que construir la vida cristiana...

Hoy día las cosas no son ya así, y no lo son, «afortunadamente», porque hoy, con la carta de Juan en la mano, vemos con más claridad que una vivencia cristiana centrada en el temor no es compatible con la madurez cristiana. Quizá el temor de (a) Dios sea el «principio de la sabiduría» -como dice Pro 9, 10-, pero quizá sea sólo eso, el «principio». Continuar ahí años y años, o de por vida, indicaría que nuestra fe no creció suficientemente. Igual que nos pasa en nuestra relación con nuestros padres humanos, cuando se llega a amar con amor adulto ya no tiene cabida una relación de temor, aunque ese temor haya sido precisamente una pauta pedagógica que sirvió para adentrarnos en el amor. Es normal, y hasta quizá bueno (?) en cierta pedagogía, que el niño tema al papá, pero sería absurdo que el hijo adulto maduro continuara temiéndolo... El amor perfecto echa fuera el temor, dice Juan.

Y el evangelio de hoy coincide en el mismo mensaje: No tengan miedo, soy yo. Si lo que está detrás de todas estas cosas que nos pasan, detrás de toda esta tormenta amenazante que atravesamos, es nada menos que la mano providente de Dios... no debemos tener miedo. Entonces es la fe la que tampoco deja cabida al temor.

Que la eucaristía de hoy nos afiance en el amor y en la fe y aleje de nosotros el temor.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO (comentario)

 

 

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7 enero 2014 2 07 /01 /enero /2014 14:36

Evangelio Misa Miércoles II Semana de Navidad. Ciclo A. 8 de enero, 2014.

Santoral del Día: San Severino

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     6, 34-44
Gloria a ti Señor  
 
Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.
Como se había hecho tarde, sus discípulos se acercaron y le dijeron: «Este es un lugar desierto, y ya es muy tarde. Despide a la gente, para que vaya a las poblaciones cercanas a comprar algo para comer.»
El respondió: «Denles de comer ustedes mismos.»
Ellos le dijeron: «Habría que comprar pan por valor de doscientos denarios para dar de comer a todos.»
Jesús preguntó: «¿Cuántos panes tienen ustedes? Vayan a ver.»
Después de averiguarlo, dijeron: «Cinco panes y dos pescados.»
El les ordenó que hicieran sentar a todos en grupos, sobre la hierba verde, y la gente se sentó en grupos de cien y de cincuenta.
Entonces él tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. También repartió los dos pescados entre la gente.
Todos comieron hasta saciarse, y se recogieron doce canastas llenas de sobras de pan y de restos de pescado. Los que comieron eran cinco mil hombres.

Palabra del Señor.

Comentario:

El milagro de la multiplicación de los panes marcó tanto a las comunidades primitivas cristianas, que todos los evangelistas lo relatan. Todos los milagros de Jesús tienen contenido simbólico y liberador. Lo que importa de un milagro hecho por Jesús no es cómo sucedió; lo que importa es descubrir la acción liberadora de Dios en determinado acontecimiento. Por eso es necesario descubrir el mensaje oculto del milagro, saber leer las expresiones simbólicas que contiene su relato.

Los apóstoles plantean a Jesús la necesidad de despachar a la muchedumbre. Pero Jesús no acepta que sus discípulos se desentiendan del problema, y les propone que ellos mismos den de comer a la gente. La alternativa de los discípulos es que para eso necesitarían mucho dinero. En cambio, lo que Jesús quiere enseñarles es que no todo problema debe ser resulto con dinero. Su pregunta no es económica: "¿cuánto tienen?", sino de solidaridad: "¿qué tienen?". Los discípulos sacan lo que tienen y, a partir de ello, se realiza lo que llamamos el milagro de la "multiplicación de los panes".

Por eso, este milagro bien puede llamarse el milagro de la solidaridad: de dar lo que se tiene, de no dejarse vencer por la impotencia y el egoísmo. Dios acontece en este relato cuando se nos cuenta que los discípulos se comprometieron con el pueblo hambriento y aportaron de lo propio, para que Jesús hiciera el resto. De esta manera la lección para el futuro grupo de cristianos está dada: los problemas no sólo se solucionan con dinero; la solidaridad es una fuerza milagrosa que hay que despertar.

El pan sólo se multiplicará cuando se multiplique la solidaridad. El papel de la Eucaristía es exactamente éste: hacer crecer la solidaridad, haciendo comunión con los hermanos que estén a mi lado, sin distinción de género, de clase y de etnia. Por eso la eucaristía será siempre una multiplicación de los panes.

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO (Comentario)

 

 

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6 enero 2014 1 06 /01 /enero /2014 17:15

Evangelio Martes II Semana de Navidad.  Ciclo A. 7 de enero, 2014

Santo del Día: San Raymundo de Peñafort

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     4, 12-17. 23-25
Gloria a ti Señor       
 
Cuando Jesús se enteró de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea. Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaúm, a orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías:
"¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí,
camino del mar, país de la Transjordania,
Galilea de las naciones!
El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz;
sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte,
se levantó una luz".
A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar:
«Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca.»
Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias de la gente. Su fama se extendió por toda la Siria, y le llevaban a todos los enfermos, afligidos por diversas enfermedades y sufrimientos: endemoniados, epilépticos y paralíticos, y él los curaba. Lo seguían grandes multitudes que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania.

Palabra del Señor.

Comentario:

Cuando Jesús ve que encarcelan a Juan resuelve trasladarse de Judea a Galilea. Trasladarse a Galilea, en cierta forma, le facilitaba a Jesús su trabajo. Galilea era un territorio alejado de Jerusalén, del poder central legalista e intransigente. Galilea tenía fama de región gentil, contaminada de paganos, desinteresada de la Ley y de la oficialidad del templo, foco de revolucionarios. Allí Jesús podía caminar con libertad, junto a los empobrecidos y marginados del norte.

Vale la pena preguntarse cuál era la propuesta del Reino que Jesús hacía, y cuál era la del pueblo. Toda la historia de los pobres de Israel gravitaba sobre los pobres del tiempo de Jesús. El hambre, la carencia de trabajo, la opresión política y militar de  los Herodes y de Roma, la opresión religiosa del Sanedrín, el abandono y la marginación... pedían y exigían ser redimidas. Lo que el pueblo esperaba era respuestas a sus necesidades. Por eso, la figura de un rey poderoso, como David, que reapareciera para liberarlos de toda aquella situación, los seguía atrayendo.

La propuesta del Reino de Jesús era diferente: había que descubrir y destruir más bien el egoísmo interior, lo mismo que las estructuras sociales que lo fomentaban. Y había que hacerlo partiendo de las víctimas de ese egoísmo, los empobrecidos y marginados que no cabían en la sociedad diseñada por el Sanedrín, por los Herodes y por Roma. Por eso los pobres se sentían acogidos por Jesús y los ricos se sentían ofendidos y desplazados. Pero Jesús era objetivo y equilibrado: a ambos lados, a todos les pedía conversión: a los pobres para que sin odio construyeran un proyecto de humanización, y a los poderosos para que, sin rabia soltaran lo que tenían atrapado y pertenecía a otros. En definitiva, para Jesús, el problema del Reino era un problema de transformación del corazón, pero una transformación real, de las que se demuestran en la práctica.

 

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO (Comentario)

 

 

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