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8 agosto 2013 4 08 /08 /agosto /2013 21:01

Liturgia de las Horas. Viernes XVIII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C. 9 de agosto, 2013.

Feria  

I Semana del Salterio

INVITATORIO

Si Laudes es la primera celebración del día:
    V. Señor, abre mis labios.
    R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

    A continuación se dice el salmo Invitatorio, con la antífona:
El Señor es bueno, bendecid su nombre.

 Al final de canta cantico o salmo, rezar el Gloria


Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
+ entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."



Para la segunda celebración del día:
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.

LECTURA – LAUDES – MEDIA – VISPERAS - COMPLETAS

 

 

Oficio de lectura
 
 
HIMNO
 
¡Qué hermosos son los pies
del que anuncia la paz a sus hermanos!
¡Y qué hermosas las manos
maduras en el surco y en la mies!
 
Grita lleno de gozo,
pregonero, que traes noticias buenas:
se rompen las cadenas,
y el sol de Cristo brilla esplendoroso.
 
Grita sin miedo, grita,
y denuncia a mi pueblo sus pecados;
vivimos engañados,
pues la belleza humana se marchita.
 
Toda yerba es fugaz,
la flor del campo pierde sus colores;
levanta sin temores,
pregonero, tu voz dulce y tenaz.
 
Si dejas los pedazos
de tu alma enamorada en el sendero,
¡qué dulces, mensajero,
qué hermosos, qué divinos son tus pasos! Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant.1: Señor, no me castigues con cólera.
 
Salmo 37
ORACIÓN DE UN PECADOR EN PELIGRO DE MUERTE

Todos sus conocidos se mantenían a distancia. (Lc 23, 49)

I
 
Señor, no me corrijas con ira,
no me castigues con cólera;
tus flechas se me han clavado,
tu mano pesa sobre mí;
 
no hay parte ilesa en mi carne
a causa de tu furor,
no tienen descanso mis huesos
a causa de mis pecados;
 
mis culpas sobrepasan mi cabeza,
son un peso superior a mis fuerzas.
 
Ant. 1: Señor, no me castigues con cólera.
 
 
Ant. 2: Señor, todas mis ansias están en tu presencia.
 
II
 
Mis llagas están podridas y supuran
por causa de mi insensatez;
voy encorvado y encogido,
todo el día camino sombrío;
 
tengo las espaldas ardiendo,
no hay parte ilesa en mi carne;
estoy agotado, deshecho del todo;
rujo con más fuerza que un león.
 
Señor mío, todas mis ansias están en tu presencia,
no se te ocultan mis gemidos;
siento palpitar mi corazón,
me abandonan las fuerzas,
y me falta hasta la luz de los ojos.
 
Mis amigos y compañeros se alejan de mí,
mis parientes se quedan a distancia;
me tienden lazos los que atentan contra mí,
los que desean mi daño me amenazan de muerte,
todo el día murmuran traiciones.
 
Ant. 2: Señor, todas mis ansias están en tu presencia.
 
 
Ant. 3: Yo te confieso mi culpa, no me abandones, Señor, Dios mío.
 
III
 
Pero yo, como un sordo, no oigo;
como un mudo, no abro la boca;
soy como uno que no oye
y no puede replicar.
 
En ti, Señor, espero,
y tú me escucharás, Señor, Dios mío;
esto pido: que no se alegren por mi causa,
que, cuando resbale mi pie, no canten triunfo.
 
Porque yo estoy a punto de caer,
y mi pena no se aparta de mí:
yo confieso mi culpa,
me aflige mi pecado.
 
Mis enemigos mortales son poderosos,
son muchos los que me aborrecen sin razón,
los que me pagan males por bienes,
los que me atacan cuando procuro el bien.
 
No me abandones, Señor,
Dios mío, no te quedes lejos;
ven aprisa a socorrerme,
Señor mío, mi salvación.
 
Ant. 3: Yo te confieso mi culpa, no me abandones, Señor, Dios mío.
 
V. Mis ojos se consumen aguardando tu salvación.
R. Y tu promesa de justicia.
 
 
Lecturas y Oración:
  
Semanas: 2 - 6 - 10 - 14 - 18 - 22 - 26 - 30 - 34
  
  
CONCLUSIÓN
  
Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
  
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
  
  
  
Laudes
 
 
HIMNO
 
Te doy gracias, Señor.
¡Tanto estabas enojado conmigo!
Tú eres un Dios de amor,
y ahora soy tu amigo,
te busco a cada instante y te persigo.
 
Eres tú mi consuelo,
tú eres el Dios que salva y da la vida;
eres todo el anhelo
de esta alma que va herida,
ansiándote sin tasa ni medida.
 
En mi tierra desierta,
tú de la salvación eres la fuente;
eres el agua cierta
que se vuelve torrente,
y el corazón arrasa dulcemente.
 
¡Quiero escuchar tu canto!
¡Que tu Palabra abrase mi basura
con alegría y llanto!
¡Que mi vida futura
espejo sea sin fin de tu hermosura! Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant. 1: Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias, Señor.
 
Salmo 50
CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO

Renovaos en la mente y en el espíritu y vestíos de la nueva condición humana. (Cf. Ef 4, 23-24)

Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
 
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
 
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací, 
pecador me concibió mi madre.
 
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
 
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
 
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
 
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
 
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
 
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón  quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
 
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
 
Ant. 1: Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias, Señor.
 
 
Ant. 2: En tu juicio, Señor, acuérdate de la misericordia.
 
Cántico     Ha 3, 2-4. 13a.15-19
JUICIO DE DIOS

Levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación. (Lc 21, 28)

¡Señor, he oído tu fama,
me ha impresionado tu obra!
En medio de los años, realízala;
en medio de los años, manifiéstala;
en el terremoto acuérdate de la misericordia.
 
El Señor viene de Temán;
el Santo, del monte Farán:
su resplandor eclipsa el cielo,
la tierra se llena de su alabanza;
su brillo es como el día,
su mano destella velando su poder.
 
Sales a salvar a tu pueblo,
a salvar a tu ungido;
pisas el mar con tus caballos,
revolviendo las aguas del océano.
 
Lo escuché y temblaron mis entrañas,
al oírlo se estremecieron mis labios;
me entró un escalofrío por los huesos,
vacilaban mis piernas al andar.
Tranquilo espero el día de la angustia 
que sobreviene al pueblo que nos oprime.
 
Aunque la higuera no echa yemas
y las viñas no tienen fruto,
aunque el olivo olvida su aceituna
y los campos no dan cosechas,
aunque se acaban las ovejas del redil
y no quedan vacas en el establo,
yo exultaré con el Señor,
me glorificaré en Dios mi salvador.
 
El Señor soberano es mi fuerza,
él me da piernas de gacela
y me hace caminar por las alturas.
 
Ant. 2: En tu juicio, Señor, acuérdate de la misericordia.
 
 
Ant. 3: Glorifica al Señor, Jerusalén. +
 
Salmo 147
RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN

Ven y te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. (Ap 21, 9)

Glorifica al Señor, Jerusalén;
+ alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
 
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;
 
hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden y se derriten;
sopla su aliento, y corren.
 
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.
 
Ant. 3: Glorifica al Señor, Jerusalén.
 
 
LECTURA BREVE     Ef 2, 13-16
 
Ahora estáis en Cristo Jesús. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos. Él es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos, judíos y gentiles, una sola cosa, derribando con su cuerpo el muro que los separaba: el odio. Él ha abolido la ley con sus mandamientos y reglas, haciendo las paces, para crear en él un solo hombre nuevo. Reconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte en él al odio.
 
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
R. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
 
V. Desde el cielo me enviará la salvación.
R. El Dios que hace tanto por mí.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
 
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant.: Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto.
 
Cántico de Zacarías     Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
 
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
 
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
 
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
 
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
 
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
 
Ant.: Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto.
 
 
PRECES
 
Adoremos a Cristo, que se ofreció a Dios como sacrificio sin mancha para purificar nuestras conciencias de las obras muertas, y digámosle con fe:
 
    En tu voluntad, Señor, encontramos nuestra paz.
 
Tú que nos has dado la luz del nuevo día, 
    concédenos también caminar durante sus horas por sendas de vida nueva.
 
Tú que todo lo has creado con tu poder y con tu providencia lo conservas,
    ayúdanos a descubrirte presente en todas tus creaturas.
 
Tú que has sellado con tu sangre una alianza nueva y eterna,
    haz que, obedeciendo siempre tus mandatos, permanezcamos fieles a esa alianza.
 
Tú que colgado en la cruz quisiste que de tu costado manara sangre y agua,
    purifica con esta agua nuestros pecados y alegra con este manantial a la ciudad de Dios.
 
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
 
Ya que Dios nos ha adoptado como hijos, oremos, al Padre como nos enseñó Jesucristo: Padre nuestro.
 
 
Oración
 
Señor, Dios todopoderoso, te pedimos nos concedas que del mismo modo que hemos cantado tus alabanzas en esta celebración matutina así también las podamos cantar plenamente en la asamblea de tus santos por toda la eternidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
 
 
CONCLUSIÓN
 
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
 
 
 
hora intermedia
 
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.
 
 
HIMNO
 
TERCIA
 
Ven del seno de Dios, oh Santo Espíritu,
a visitar las mentes de tus fieles;
y haz que los corazones que creaste
se llenen con tus dádivas celestes.
 
Ilumine tu luz nuestros sentidos,
encienda el fuego de tu amor los pechos;
Espíritu de Cristo, fortalece
este barro mortal de nuestros corazones.
 
Danos, Amor, tu amor y la alegría
de conocer al Padre y a su Hijo,
de poseerte a ti que eres de entreambos
eternamente el inefable Espíritu. Amén.
 
O bien, fuera de los domingos y de las solemnidades:
 
El trabajo, Señor, de cada día
nos sea por tu amor santificado,
convierte su dolor en alegría
de amor, que para dar tú nos has dado.
 
Paciente y larga es nuestra tarea
en la noche oscura del amor que espera;
dulce huésped del alma, al que flaquea
dale tu luz, tu fuerza que aligera.
 
En el alto gozoso del camino,
demos gracias a Dios, que nos concede
la esperanza sin fin del don divino;
todo lo puede en él quien nada puede. Amén.
 
 
SEXTA
 
En los domingos:
 
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.
 
Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.
 
Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.
 
Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén.
 
O bien, fuera de los domingos y de las solemnidades:
 
El pan de cada día
dánoslo hoy, Señor, a manos llenas;
convierte en alegría
nuestras labores buenas
y acaricia el dolor de nuestras penas.
 
¡Horas de tedio largas
sin la presencia buena de tus manos!
¡Ay, las horas amargas
nos vuelven inhumanos,
si no abrimos el alma a los hermanos!
 
Santifica el momento
de este ruido tenaz, de esta fatiga.
Busquemos el aliento de tu presencia amiga
que acreciente el esfuerzo y nos bendiga. Amén.
 
O bien, tanto en los domingos como en las ferias:
 
Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.
 
Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.
 
Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.
 
 
NONA
 
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.
 
Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.
 
Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.
 
O bien:
 
Danos, Señor, la firme voluntad,
compañera y sostén de la virtud,
que sabe en la fatiga hallar quietud
y en medio de las sombras claridad:
 
La que trueca en tesón la veleidad,
y el ocio en perennal solicitud,
y las ásperas fiebres en salud
y los torpes engaños en verdad.
 
Y así conseguirá mi corazón
que los favores que a tu amor debí
le ofrezcan algún fruto en galardón.
 
Y aún tú, Señor, conseguirás así
que no llegue a romper mi confusión
la imagen tuya que pusiste en mi. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant. 1: Que tu bondad me consuele según tu promesa.
 
Salmo 118, 73-80
 
Tus manos me hicieron y me formaron:
instrúyeme para que aprenda tus mandatos;
tus fieles verán con alegría
que he esperado en tu palabra;
reconozco, Señor, que tus mandamientos son justos,
que con razón me hiciste sufrir.
 
Que tu bondad me consuele,
según la promesa hecha a tu siervo;
cuando me alcance tu compasión, viviré,
y mis delicias serán tu voluntad;
que se avergüencen los insolentes del daño que me hacen;
yo meditaré tus decretos.
 
Vuelvan a mí tus fieles
que hacen caso de tus preceptos;
sea mi corazón perfecto en tus leyes,
así no quedaré avergonzado.
 
Ant. 1: Que tu bondad me consuele según tu promesa.
 
 
Ant. 2: Protégele de mis enemigos, Dios mío.
 
Salmo 58, 2-6a. 10-11. 17-18
ORACIÓN PIDIENDO LA PROTECCIÓN DE DIOS ANTE LOS ENEMIGOS

Estas súplicas expresan la confianza del Salvador ante su Padre. (Eusebio de Cesarea)

Líbrame de mi enemigo, Dios mío;
protégeme de mis agresores,
líbrame de los malhechores,
sálvame de los hombres sanguinarios.
 
Mira que me están acechando,
y me acosan los poderosos:
sin que yo haya pecado mi faltado,
Señor, sin culpa mía, avanzan para acometerme.
 
Despierta, ven a mi encuentro, mira:
tú, el Señor de los ejércitos,
el Dios de Israel.
 
Estoy velando contigo, fuerza mía,
porque tú, ¡oh Dios!, eres mi alcázar.
 
Que tu favor se adelante, ¡oh Dios!,
y me haga ver la derrota del enemigo.
 
Pero yo cantaré tu fuerza,
por la mañana aclamaré tu misericordia;
porque has sido mi alcázar
y mi refugio en el peligro.
 
Y tocaré en tu honor, fuerza mía,
porque tú, ¡oh Dios!, eres mi alcázar.
 
Ant. 2: Protégele de mis enemigos, Dios mío.
 
 
Ant. 3: Dichoso el hombre a quien corrige Dios, porque él hiere y venda la herida.
 
Salmo 59
ORACIÓN DESPUÉS DE UNA CALAMIDAD

En el mundo tendréis luchas, pero tened valor: Yo he vencido al mundo. (Jn 16,33)

¡Oh Dios!, nos rechazaste y rompiste muestras filas;
estabas airado, pero restáuranos.
Has sacudido y agrietado el país:
repara sus grietas, que se desmorona.
 
Hiciste sufrir un desastre a tu pueblo,
dándole a beber un vino de vértigo;
diste a tus fieles la señal de desbandada,
haciéndolos huir de los arcos.
 
Para que se salven tus predilectos,
que tu mano salvadora nos responda.
 
Dios habló en su santuario:
«Triunfante ocuparé Siquém,
parcelaré el valle de Sucot;
 
mío es Galaad, mío Manasés,
Efraím es yelmo de mi cabeza,
Judá es mi cetro;
 
Moab, una jofaina para lavarme;
sobre Edom echo mi sandalia,
sobre Filistea canto victoria.»
 
Pero ¿quién me guiará a la plaza fuerte,
quién me conducirá a Edom,
si tú, ¡oh Dios!, nos has rechazado
y no sales ya con nuestras tropas?
 
Auxílianos contra el enemigo,
que la ayuda del hombre es inútil.
Con Dios haremos proezas,
él pisoteará a nuestros enemigos.
 
Ant. 3: Dichoso el hombre a quien corrige Dios, porque él hiere y venda la herida.
 
 
LECTURA BREVE
 
Tercia     Dt 1, 31b
 
Tu Dios te ha llevado, como un hombre lleva a su hijo, mientras ha durado tu camino.
 
V. Sosténme, Señor, con tu promesa y viviré.
R. Que no quede frustrada mi esperanza.
 
Oremos:
 
Señor Jesucristo, tú que en la hora de tercia fuiste llevado al suplicio de la cruz por la salvación del mundo; ayúdanos a llorar nuestros pecados y a evitar las faltas en lo porvenir. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
 
Sexta     Ba 4, 28-29
 
Como os inclinasteis a apartaros de Dios, así convertidos lo buscaréis diez veces más, pues el que trajo sobre vosotros el castigo, os traerá con la redención la eterna alegría.
 
V. Del Señor viene la misericordia.
R. Y la redención copiosa.
 
Oremos:
 
Señor Jesucristo, tú que a la hora de sexta subiste a la cruz por nuestra salvación mientras el mundo vivía sumergido en las tinieblas; concédenos que tu luz nos ilumine siempre para que, guiados por ella, podamos alcanzar la vida eterna. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
 
Nona     Sb 1, 13-15
 
Dios no hizo la muerte, ni se recrea en la destrucción de los vivientes; todo lo creo para que subsistiera; las creaturas del mundo son saludables, no hay en ellas veneno de muerte ni imperio del abismo sobre la tierra, porque la justicia es inmortal.
 
V. Arrancó el Señor mi alma de la muerte.
R. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.
 
Oremos:
 
Señor Jesucristo, tú que, crucificado a la hora de nona, diste al ladrón arrepentido el reino eterno; míranos a nosotros, que como él confesamos nuestras culpas, y concédenos poder entrar, también como él, después de la muerte, en tu paraíso. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
 
 
CONCLUSIÓN
 
Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
 
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
 
 
 
Vísperas
 
 
INVOCACIÓN INICIAL
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.
 
 
HIMNO
 
Oh Cristo, tú no tienes
la lóbrega mirada de la muerte;
tus ojos no se cierran:
son agua limpia donde puedo verme.
 
Oh Cristo, tú no puedes
cicatrizar la llaga del costado:
un corazón tras ella
noches y días me estará esperando.
 
Oh Cristo, tú conoces
la intimidad oculta de mi vida;
tú sabes mis secretos:
te los voy confesando día a día.
 
Oh Cristo, tú aleteas
con los brazos unidos al madero;
¡oh valor que convida
a levantarse puro sobre el suelo!
 
Oh Cristo, tú sonríes
cuando te hieren sordas las espinas:
si mi cabeza hierve,
haz, Señor, que te mire y te sonría.
 
Oh Cristo, tú que esperas
mi último beso darte ante la tumba,
también mi joven beso
descansa en ti de la incesante lucha. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant. 1: Arranca, Señor, mi vida de la muerte, mis pies de la caída.
 
Salmo 114
ACCIÓN DE GRACIAS

Hay que pasar mucho para entrar en el reino de Dios. (Hch 14, 21)

Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.
 
Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
“Señor salva mi vida.”
 
El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas me salvó.
 
Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi alma de la muerte,
de mis ojos las lágrimas, 
mis pies de la caída.
 
Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.
 
Ant. 1: Arranca, Señor, mi vida de la muerte, mis pies de la caída.
 
 
Ant. 2: El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
 
Salmo 120
EL GUARDIÁN DEL PUEBLO

No tendrán hambre ni sed; no les molestará el sol ni calor alguno  (Ap 7, 16)

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
 
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
 
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
 
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
 
Ant. 2: El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
 
 
Ant. 3: Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
 
Cántico     Ap 15, 3-4
CANTO DE LOS VENCEDORES
 
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
 
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
 
Ant. 3: Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
 
 
LECTURA BREVE     1Co 2, 7-10a
 
Enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria, que no conoció ninguno de los príncipes de este siglo; pues si la hubieran conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria. Pero, según está escrito: «Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo que Dios ha preparado para los que le aman.» Pero a nosotros nos lo ha revelado por su Espíritu.
 
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos a Dios.
R. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos a Dios.
 
V. Muerto en la carne, pero vivificado en el espíritu.
R. Para llevarnos a Dios.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos a Dios.
 
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant.: Acuérdate, Señor, de tu misericordia como lo habías prometido a nuestros padres.
 
Cántico de la Santísima Virgen María     Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR
 
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
 
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
 
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
 
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Ant.: Acuérdate, Señor, de tu misericordia como lo habías prometido a nuestros padres.
 
 
PRECES
 
Bendigamos ahora al Señor Jesús, que en su vida mortal escuchó siempre con bondad las súplicas de los que acudían a él y enjugaba con amor las lágrimas de los que lloraban, y digámosle también nosotros:
 
    Señor ten piedad.
 
Señor Jesucristo, tú que consolaste a los tristes y desconsolados, pon ahora tus ojos en los sufrimientos de los pobres.
    y consuela a los deprimidos.
 
Escucha los gemidos de los agonizantes
    y envíales tus ángeles para que los consuelen y conforten.
 
Que los emigrantes sientan el consuelo de tu amor en el destierro, que puedan regresar a su patria
    y que un día alcancen también la patria eterna.
 
Que los pecadores escuchando tu voz se conviertan,
    y encuentren en tu Iglesia el perdón y la paz.
 
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
 
Perdona las faltas de los que han muerto
    y dales la plenitud de tu salvación.
 
Con el gozo que nos da el saber que somos hijos de Dios, digamos con plena confianza: Padre Nuestro.
 
 
Oración
 
Dios nuestro, que con el escándalo de la cruz has manifestado de una manera admirable tu sabiduría escondida, concédenos contemplar, con tal plenitud de fe, la gloria de la pasión de tu Hijo, que encontremos siempre nuestra gloria en su cruz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
 
 
CONCLUSIÓN
 
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
 
 
 
Completas
 
 
INVOCACIÓN INICIAL
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.
 
 
EXAMEN DE CONCIENCIA
 
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia, el cual en la celebración comunitaria puede concluirse con alguna de las fórmulas del acto penitencial de la misa.
 
 
HIMNO
 
Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.
 
Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.
 
Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.
 
Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.
 
O bien:
 
Cristo, Señor de la noche,
que disipas las tinieblas:
mientras los cuerpos reposan,
se tú nuestro centinela.
 
Después de tanta fatiga,
después de tanta dureza,
acógenos en tus brazos
y danos noche serena.
 
Si nuestros ojos se duermen,
que el alma esté siempre en vela;
en paz cierra nuestros párpados
para que cesen las penas.
 
Y que al despuntar el alba,
otra vez con fuerzas nuevas,
te demos gracias, oh Cristo,
por la vida que comienza. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant.: Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia. +
 
Salmo 87
ORACIÓN DE UN HOMBRE GRAVEMENTE ENFERMO

Ésta es vuestra hora, la del poder de las tinieblas. (Lc 22, 53)

Señor, Dios mío, de día te pido auxilio,
de noche grito en tu presencia;
+ llegue hasta ti mi súplica,
inclina tu oído a mi clamor.
 
Porque mi alma está colmada de desdichas,
y mi vida está al borde del abismo;
ya me cuentan con los que bajan a la fosa,
soy como un inválido.
 
Tengo mi cama entre los muertos,
como los caídos que yacen en el sepulcro,
de los cuales ya no guardas memoria,
porque fueron arrancados de tu mano.
 
Me has colocado en lo hondo de la fosa,
en las tinieblas del fondo;
tú cólera pesa sobre mí,
me echas encima todas tus olas.
 
Has alejado de mí a mis conocidos,
me has hecho repugnante para ellos:
encerrado, no puedo salir,
y los ojos se me nublan de pesar.
 
Todo el día te estoy invocando,
tendiendo las manos hacia ti.
¿Harás tú maravillas por los muertos?
¿Se alzarán las sombras para darte gracias?
 
¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia,
o tu fidelidad en el reino de la muerte?
¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla
o tu justicia en el país del olvido?
 
Pero yo te pido auxilio,
por la mañana irá a tu encuentro mi súplica.
¿Por qué, Señor, me rechazas
y me escondes tu rostro?
 
Desde niño fui desgraciado y enfermo,
me doblo bajo el peso de tus terrores,
pasó sobre mí tu incendio,
tus espantos me han consumido:
 
me rodean como las aguas todo el día,
me envuelven todos a una;
alejaste de mí amigos y compañeros:
mi compañía son las tinieblas.
 
Ant.: Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia.
 
 
LECTURA BREVE     Jr 14, 9
 
Tú estás en medio de nosotros, Señor, tu nombre ha sido invocado sobre nosotros: no nos abandones, Señor Dios nuestro.
 
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
 
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
 
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
 
Cántico de Simeón     Lc 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL
 
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
 
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
 
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
 
Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
 
 
Oración
 
Señor, Dios todopoderoso: ya que con nuestro descanso vamos a imitar a tu Hijo que reposó en el sepulcro, te pedimos que, al levantarnos mañana, lo imitemos también resucitando a una vida nueva. Por Cristo nuestro Señor.
 
 
CONCLUSIÓN
 
Bendición
 
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
 
 
 
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
 
I
 
Madre del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella de mar,
 
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.
 
Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.
 
Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
 
II
 
Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.
 
Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.
 
III
 
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.
 
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.
 
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
 
Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
 
IV
 
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita.

 

Fuente: Liturgia de las Horas (Tomo IV)

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7 agosto 2013 3 07 /08 /agosto /2013 21:44

Liturgia de las Horas. Jueves XVIII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C. 8 de agosto, 2013.

I Semana Salterio

Propio

Santo Domingo de Guzmán

Nació en Caleruega (España), alrededor del año 1170. Estudió teología en Palencia y fue nombrado canónigo de la Iglesia de Osma. Con su predicación y su vida ejemplar combatió con éxito la herejía albigense. Con los compañeros que se le adhirieron en esta empresa fundó la orden de predicadores. Murió en Bologna el día 6 de agosto del año 1221.

INVITATORIO

Si Laudes es la primera celebración del día:
V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Puede añadirse el salmo del invitatorio, con la siguiente antífona:
 Venid, adoremos al Señor, aclamemos al Dios admirable en sus santos.
    O bien:
    Aclamemos al Señor, en esta fiesta de Santo Domingo

Al final de cada Salmo y cantico, se reza el Gloria
 
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
 
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
+ entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
 
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
 
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
 
Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
 
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso

Si antes de Laudes se ha celebrado el Oficio de lectura:


    V. Dios mío, ven en mi auxilio.
    R. Señor, date prisa en socorrerme.
        Gloria. (T. P. Aleluya.)

LECTURA - LAUDES – MEDIA – VÍSPERAS - COMPLETAS


Oficio de lectura

 
 
HIMNO
 
de la memoria:
 
Dichosos los que, oyendo la llamada
de la fe y del amor en vuestra vida,
creísteis que la vida os era dada
para darla en amor y con fe viva.

Dichosos, si abrazasteis la pobreza
para llenar de Dios vuestras alforjas,
para servirle a él con fortaleza
con gozo y con amor a todas horas.

Dichosos mensajeros de verdades,
que fuisteis por caminos de la tierra,
predicando bondad contra maldades,
pregonando la paz contra las guerras.

Dichosos, del amor dispensadores,
dichosos, de los tristes el consuelo,
dichosos, de los hombres servidores,
dichosos, herederos de los cielos. Amén.
 
de la feria:
 
Señor, ¿a quién iremos,
si tú eres la Palabra?
A la voz de tu aliento
se estremeció la nada:
la hermosura brilló
y amaneció la gracia.
 
    Señor, ¿a quién iremos,
    si tu voz no nos habla?
 
Nos hablas en las voces
de tu voz semejanza:
en los goces pequeños
y en las angustias largas.
 
    Señor, ¿a quién iremos,
    si tú eres la Palabra?
 
En los silencios íntimos
donde se siente el alma,
tu clara voz creadora
despierta la nostalgia.
 
    ¿A quién iremos, Verbo,
    entre tantas palabras?
 
Al golpe de la vida,
perdemos la esperanza;
hemos roto el camino
y el roce de tu planta.
 
    ¿A dónde iremos, dinos,
    Señor, si no nos hablas?
 
¡Verbo del Padre, Verbo
de todas las mañanas,
de las tardes serenas,
de las noches cansadas!
 
    ¿A dónde iremos, Verbo,
    si tú eres la Palabra? Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant.1: Nos diste, Señor, la victoria sobre el enemigo; por eso damos gracias a tu nombre.
 
Salmo 43
ORACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS QUE SUFRE ENTREGADO A SUS ENEMIGOS

En todo vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado. (Rm 8, 37)

I
 
¡Oh Dios!, nuestros oídos lo oyeron,
nuestros padres nos lo han contado:
la obra que realizaste en sus días,
en los años remotos.
 
Tú mismo, con tu mano, desposeíste a los gentiles
y los plantaste a ellos;
trituraste a las naciones,
y los hiciste crecer a ellos.
 
Porque no fue su espada la que ocupó la tierra,
ni su brazo el que les dio la victoria;
sino tu diestra y tu brazo y la luz de tu rostro,
porque tú los amabas.
 
Mi rey y mi Dios eres tú,
que das la victoria a Jacob:
con tu auxilio embestimos al enemigo,
en tu nombre pisoteamos al agresor.
 
Pues yo no confío en mi arco,
ni mi espada me da la victoria;
tú nos das la victoria sobre el enemigo
y derrotas a nuestros adversarios.
 
Dios ha sido siempre nuestro orgullo,
y siempre damos gracias a tu nombre.
 
Ant.1: Nos diste, Señor, la victoria sobre el enemigo; por eso damos gracias a tu nombre.
 
 
Ant. 2: Perdónanos, Señor, y no entregues tu heredad al oprobio.
 
II
 
Ahora, en cambio, nos rechazas y nos avergüenzas,
y ya no sales, Señor, con nuestras tropas:
nos haces retroceder ante el enemigo,
y nuestro adversario nos saquea.
 
Nos entregas como ovejas a la matanza
y nos has dispersado por las naciones;
vendes a tu pueblo por nada,
no lo tasas muy alto.
 
Nos haces el escarnio de nuestros vecinos,
irrisión y burla de los que nos rodean;
nos has hecho el refrán de los gentiles,
nos hacen muecas las naciones.
 
Tengo siempre delante mi deshonra,
y la vergüenza me cubre la cara
al oír insultos e injurias,
al ver a mi rival y a mi enemigo.
 
Ant. 2: Perdónanos, Señor, y no entregues tu heredad al oprobio.
 
 
Ant. 3: Levántate, Señor, y redímenos por tu misericordia.
 
III
 
Todo esto nos viene encima,
sin haberte olvidado
ni haber violado tu alianza,
sin que se volviera atrás nuestro corazón
ni se desviaran de tu camino nuestros pasos;
y tú nos arrojaste a un lugar de chacales
y nos cubriste de tinieblas.
 
Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios
y extendido las manos a un dios extraño,
el Señor lo habría averiguado,
pues él penetra los secretos del corazón.
 
Por tu causa nos degüellan cada día,
nos tratan como a ovejas de matanza.
Despierta, Señor, ¿por qué duermes?
Levántate, no nos rechaces más.
¿Por qué nos escondes tu rostro
y olvidas nuestra desgracia y opresión?
 
Nuestro aliento se hunde en el polvo,
nuestro vientre está pegado al suelo.
Levántate a socorrernos,
redímenos por tu misericordia.
 
Ant. 3: Levántate, Señor, y redímenos por tu misericordia.
 
V. Señor, ¿a quién vamos a ir?
R. Tú tienes palabras de vida eterna.
 
 
PRIMERA LECTURA

Del segundo libro de los Reyes     2, 1-15

ASUNCIÓN DE ELIAS

    Esto pasó cuando el Señor arrebató a Elías en el torbellino al cielo. Elías y Eliseo partieron de Guilgal.
    Dijo Elías a Eliseo:
    «Quédate aquí, porque el Señor me envía a Betel.» Eliseo dijo:
    «Vive el Señor y vive tu alma que no te dejaré.»
    Y bajaron a Betel. Salió la comunidad de los profetas que había en Betel al encuentro de Elíseo y le dijeron: «¿No sabes que el Señor arrebatará a tu señor por encima de tu cabeza?»
    Respondió:
    «También yo lo sé. ¡Callad!» Elías dijo a Elíseo:
    «Quédate aquí, porque el Señor me envía a Jericó.» Pero él respondió:
    «Vive el Señor y vive tu alma que no te dejaré.»
    Y siguieron hacia Jericó. Se acercó a Elíseo la comunidad de los profetas que había en Jericó y le dijeron: «¿No sabes que el Señor arrebatará hoy a tu señor por encima de tu cabeza?»
    Respondió:
    «También yo lo sé. ¡Callad!» Le dijo Elías:
    «Quédate aquí, porque el Señor me envía al Jordán.» Respondió:
    «Vive el Señor y vive tu alma que no te dejaré.»
    Y fueron los dos. Cincuenta hombres de la comunidad de los profetas vinieron y se quedaron enfrente, a cierta distancia; ellos dos se detuvieron junto al Jordán. Tomó Elías su manto, lo enrolló y golpeó las aguas, que se dividieron de un lado y de otro, y pasaron ambos a pie enjuto. Cuando hubieron pasado, dijo Elías a Elíseo:
    «Pídeme lo que quieras que haga por ti antes de ser arrebatado de tu lado.»
    Dijo Elíseo:
    «Que tenga doble porción de tu espíritu.» Respondió Elías:
    «Pides una cosa difícil; si alcanzas a verme cuando sea llevado de tu lado, lo tendrás; si no, no lo tendrás.»
    Iban caminando mientras hablaban, cuando un carro de fuego con caballos de fuego se interpuso entre ellos; y Elías subió al cielo en un torbellino. Eliseo lo veía y clamaba:
    «¡Padre mío, padre mío! ¡Carro y caballos de Israel! ¡Auriga suyo!»
    Y no lo vio más. Asió sus vestidos y los desgarró en dos. Recogió el manto que se le había caído a Elías y se volvió, parándose en la orilla del Jordán. Tomó el manto de Elías y golpeó las aguas, diciendo:
    «¿Dónde está el Señor, el Dios de Elías?»
    Golpeó las aguas, que se dividieron de un lado y de otro, y pasó Eliseo. Habiéndole visto, la comunidad de los profetas que estaban enfrente, dijeron:
    «El espíritu de Elías reposa sobre Eliseo.»
    Fueron a su encuentro y se postraron ante él en tierra.
 
Responsorio     Ml 4, 5; Le 1, 15. 17
 
R. Yo os enviaré al profeta Elías antes de que llegue el día del Señor, grande y terrible. * Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres.
V. Juan Bautista será grande a los ojos del Señor, y lo precederá en su venida con el espíritu y el poder de Elías.
R. Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres.
 
 
SEGUNDA LECTURA
 
De varios escritos de la Historia de la Orden de los Predicadores
 
(Libellus de principiis Ordinis Praedicatorum; Acta canonizationis sancti Dominici: Monumenta Ordinis Praedicatorum historica 16, Roma 1935, pp. 30ss. 146-147
 
HABLABA CON DIOS O DE DIOS
 
    La vida de Domingo era tan virtuosa y el fervor de su espíritu tan grande, que todos veían en él un instrumento elegido de la gracia divina. Estaba dotado de una firme ecuanimidad de espíritu, ecuanimidad que sólo lograban perturbar los sentimientos de compasión o de misericordia; y, como es norma constante que un corazón alegre se refleja en la faz, su porte exterior, siempre gozoso y afable, revelaba la placidez y armonía de su espíritu. En todas partes, se mostraba, de palabra y de obra, como hombre evangélico. De día, con sus hermanos y compañeros, nadie más comunicativo y alegre que él. De noche, nadie más constante que él en vigilias y oraciones de todo género. Raramente hablaba, a no ser con Dios, en la oración, o de Dios, y esto mismo aconsejaba a sus hermanos.
    Con frecuencia pedía a Dios una cosa: que le concediera una auténtica caridad, que le hiciera preocuparse de un modo efectivo en la salvación de los hombres, consciente de que la primera condición para ser verdaderamente miembro de Cristo era darse totalmente y con todas sus energías a ganar almas para Cristo, del mismo modo que el Señor Jesús, salvador de todos, ofreció toda su persona por nuestra salvación. Con este fin instituyó la Orden de Predicadores, realizando así un proyecto sobre el que había reflexionado profundamente desde hacia ya tiempo.
    Con frecuencia exhortaba, de palabra o por carta, a los hermanos de la mencionada Orden, a que estudiaran constantemente el nuevo y el antiguo Testamento. Llevaba siempre consigo el evangelio de san Mateo y las cartas de san Pablo, y las estudiaba intensamente, de tal modo que casi las sabía de memoria.
    Dos o tres veces fue elegido obispo, pero siempre rehusó, prefiriendo vivir en la pobreza, junto con sus hermanos, que poseer un obispado. Hasta el fin de su vida conservó intacta la gloria de la virginidad. Deseaba ser f1agelado, despedazado y morir por la fe cristiana. De él afirmó el papa Gregario noveno: «Conocí a un hombre tan fiel seguidor de las normas apostólicas, que no dudo, que en el cielo ha sido asociado a la gloria de los mismos apóstoles.» 

Responsorio     Cf. Sir 48, 1; Ml 2, 6

R. Surgió como un fuego un nuevo heraldo de la salvación, * y sus palabras eran como un horno encendido. 
V. Una doctrina auténtica llevaba en su boca y en sus labios no se hallaba, maldad.
R. Y sus palabras eran como un horno encendido.
 
 
La oración conclusiva como en las Laudes.
 
 
CONCLUSIÓN
 
Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
 
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
 
 
 
Laudes
 
 
HIMNO
 
de la memoria:
 
Vosotros sois luz del mundo
y ardiente sal de la tierra,
ciudad esbelta en el monte,
fermento en la masa nueva.
 
Vosotros sois los sarmientos,
y yo la Vid verdadera;
si el Padre poda las ramas,
más fruto llevan las cepas.
 
Vosotros sois la abundancia
del reino que ya está cerca,
los doce mil señalados
que no caerán en la siega.
 
Dichosos, porque sois limpios
y ricos en la pobreza,
y es vuestro el reino que sólo
se gana con la violencia. Amén.
 
de la feria:

Señor, tú me llamaste
para ser instrumento de tu gracia,
para anunciar la Buena Nueva,
para sanar las almas.
 
Instrumento de paz y de justicia,
pregonero de todas tus palabras,
agua para calmar la sed hiriente,
mano que bendice y que ama.
 
Señor, tú me llamaste
para curar los corazones heridos,
para gritar, en medio de las plazas,
que el Amor está vivo,
para sacar del sueño a los que duermen
y liberar al cautivo.
Soy cera blanda entre tus dedos,
haz lo que quieras conmigo.
 
Señor, tú me llamaste
para salvar al mundo ya cansado,
para amar a los hombres
que tú, Padre, me diste como hermanos.
Señor, me quieres para abolir las guerras
y aliviar la miseria y el pecado;
hacer temblar las piedras
y ahuyentar a los lobos del rebaño. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant. 1: Despierta tu poder, Señor, y ven a salvarnos.
 
Salmo 79
VEN A VISITAR TU VIÑA

Ven, Señor Jesús. (Ap 22, 20)

Pastor de Israel, escucha,
tú que guías a José como a un rebaño;
tú que te sientas sobre querubines, resplandece
ante Efraím, Benjamín y Manasés;
despierta tu poder y ven a salvarnos.
 
¡Oh Dios!, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.
 
Señor, Dios de los ejércitos,
¿hasta cuándo estarás airado
mientras tu pueblo te suplica?
 
Le diste a comer llanto,
a beber lágrimas a tragos;
nos entregaste a las disputas de nuestros vecinos,
nuestros enemigos se burlan de nosotros.
 
Dios de los ejércitos, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.
 
Sacaste una vid de Egipto,
expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste;
le preparaste el terreno y echó raíces
hasta llenar el país;
 
su sombra cubría las montañas,
y sus pámpanos, los cedros altísimos;
extendió sus sarmientos hasta el mar,
y sus brotes hasta el Gran Río.
 
¿Por qué has derribado su cerca
para que la saqueen los viandantes,
la pisoteen los jabalíes
y se la coman las alimañas?
 
Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña, 
la cepa que tu diestra plantó,
y que tú hiciste vigorosa.
 
La han talado y le han prendido fuego:
con un bramido hazlos perecer.
Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre,
 
Señor Dios de los ejércitos, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.
 
Ant. 1: Despierta tu poder, Señor, y ven a salvarnos.
 
 
Ant. 2: Anunciad a toda la tierra que el Señor hizo proezas.
 
Cántico    Is 12, 1-6
ACCIÓN DE GRACIAS DEL PUEBLO SALVADO

El que tenga sed que venga a mí y que beba. (Jn 7, 37)

Te doy gracias, Señor,
porque estabas airado contra mí,
pero ha cesado tu ira
y me has consolado.
 
Él es mi Dios y salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación.
 
Aquel día, diréis:
Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso.
 
Tañed para el Señor, que hizo proezas;
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«¡Qué grande es en medio de ti
el Santo de Israel!»
 
Ant. 2: Anunciad a toda la tierra que el Señor hizo proezas.
 
 
Ant. 3: Aclamad a Dios, nuestra fuerza. +
 
Salmo 80
SOLEMNE RENOVACIÓN DE LA ALIANZA

Mirad que no tenga nadie un corazón malo e incrédulo. (Hb 3, 12)

Aclamad a Dios, nuestra fuerza;
+ dad vítores al Dios de Jacob:
 
acompañad, tocad los panderos,
las cítaras templadas y las arpas;
tocad la trompeta por la luna nueva,
por la luna llena, que es nuestra fiesta;
 
porque es una ley de Israel,
un precepto del Dios de Jacob,
una norma establecida para José
al salir de Egipto.
 
Oigo un lenguaje desconocido:
«Retiré sus hombros de la carga,
y sus manos dejaron la espuerta.
 
Clamaste en la aflicción, y te libré,
te respondí oculto entre los truenos,
te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.
 
Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti;
¡ojalá me escuchases, Israel!
 
No tendrás un dios extraño,
no adorarás un dios extranjero;
yo soy el Señor Dios tuyo,
que te saqué del país de Egipto;
abre la boca y yo la saciaré.
 
Pero mi pueblo no escuchó mi voz,
Israel no quiso obedecer:
los entregué a su corazón obstinado,
para que anduviesen según sus antojos.
 
¡Ojalá me escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi camino!:
en un momento humillaría a sus enemigos
y volvería mi mano contra sus adversarios;
 
los que aborrecen al Señor te adularían,
y su suerte quedaría fijada;
te alimentaría con flor de harina,
te saciaría con miel silvestre.»
 
Ant. 3: Aclamad a Dios, nuestra fuerza.


LECTURA BREVE     Rm 12, 1-2)

Os exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto.


RESPONSORIO BREVE

V. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.

V. Y sus pasos no vacilan. 
R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.


CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.: El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre, dice el Señor.
O bien:
        Mi porción es el Señor; bueno es el Señor para el alma que lo busca.

Cántico de Zacarías     Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
 
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
 
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
 
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
 
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
 
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Se puede repetir la antífona.
 
 
PRECES

Adoremos, hermanos, a Cristo, el Dios santo, y, pidiéndole que nos enseñe a servirle con santidad y justicia en su presencia todos nuestros días, aclamémosle, diciendo:

      Tú solo eres santo, Señor.

Señor Jesús, probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado,
      compadécete de nuestras debilidades.

Señor Jesús, que a todos nos llamas a la perfección del amor,
      danos el progresar por caminos de santidad.

Señor Jesús, que nos quieres sal de la tierra y la luz del mundo,
      ilumina nuestras vidas con tu propia luz.

Señor Jesús, que viniste al mundo no para que te sirvieran, sino para servir,
      haz que sepamos servir con humildad a ti y a nuestros hermanos.

Señor Jesús, reflejo de la gloria del Padre e impronta de su ser,
      haz que un día podamos contemplar la claridad de tu gloria.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Oremos ahora al Padre, como nos enseñó el mismo Jesús: Padre nuestro.


Oración

Que tu Iglesia, Señor, encuentre siempre luz en las enseñanzas de santo Domingo y protección en sus méritos: que él, que durante su vida fue predicador insigne de la verdad, sea ahora para nosotros un eficaz intercesor ante ti. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.



hora intermedia
 
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.
 
 
HIMNO
 
TERCIA
 
Ven del seno de Dios, oh Santo Espíritu,
a visitar las mentes de tus fieles;
y haz que los corazones que creaste
se llenen con tus dádivas celestes.
 
Ilumine tu luz nuestros sentidos,
encienda el fuego de tu amor los pechos;
Espíritu de Cristo, fortalece
este barro mortal de nuestros corazones.
 
Danos, Amor, tu amor y la alegría
de conocer al Padre y a su Hijo,
de poseerte a ti que eres de entreambos
eternamente el inefable Espíritu. Amén.
 
O bien, fuera de los domingos y de las solemnidades:
 
El trabajo, Señor, de cada día
nos sea por tu amor santificado,
convierte su dolor en alegría
de amor, que para dar tú nos has dado.
 
Paciente y larga es nuestra tarea
en la noche oscura del amor que espera;
dulce huésped del alma, al que flaquea
dale tu luz, tu fuerza que aligera.
 
En el alto gozoso del camino,
demos gracias a Dios, que nos concede
la esperanza sin fin del don divino;
todo lo puede en él quien nada puede. Amén.
 
 
SEXTA
 
En los domingos:
 
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.
 
Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.
 
Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.
 
Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén.
 
O bien, fuera de los domingos y de las solemnidades:
 
El pan de cada día
dánoslo hoy, Señor, a manos llenas;
convierte en alegría
nuestras labores buenas
y acaricia el dolor de nuestras penas.
 
¡Horas de tedio largas
sin la presencia buena de tus manos!
¡Ay, las horas amargas
nos vuelven inhumanos,
si no abrimos el alma a los hermanos!
 
Santifica el momento
de este ruido tenaz, de esta fatiga.
Busquemos el aliento de tu presencia amiga
que acreciente el esfuerzo y nos bendiga. Amén.
 
O bien, tanto en los domingos como en las ferias:
 
Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.
 
Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.
 
Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.
 
 
NONA
 
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.
 
Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.
 
Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.
 
O bien:
 
Danos, Señor, la firme voluntad,
compañera y sostén de la virtud,
que sabe en la fatiga hallar quietud
y en medio de las sombras claridad:
 
La que trueca en tesón la veleidad,
y el ocio en perennal solicitud,
y las ásperas fiebres en salud
y los torpes engaños en verdad.
 
Y así conseguirá mi corazón
que los favores que a tu amor debí
le ofrezcan algún fruto en galardón.
 
Y aún tú, Señor, conseguirás así
que no llegue a romper mi confusión
la imagen tuya que pusiste en mi. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant. 1: Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata.
 
Salmo 118, 65-72
 
Has dado bienes a tu siervo,
Señor, conforme a tus palabras;
enséñame a gustar y a comprender,
porque me fío de tus mandatos;
antes de sufrir yo andaba extraviado,
pero ahora me ajusto a tu promesa.
 
Tú eres bueno y haces el bien;
instrúyeme en tus leyes;
los insolentes urden engaños contra mí,
pero, yo custodio tus leyes; ,
tienen, el corazón espeso como grasa,
pero mi delicia es tu voluntad,
 
Me estuvo bien el sufrir,
así aprendí tus mandamientos;
más estimo yo los preceptos de tu boca
que miles de monedas de oro y plata.
 
Ant. 1: Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata.
 
 
Ant. 2: En Dios confío y no temo lo que pueda hacerme un mortal.
 
Salmo 55, 2-7b. 9-14
CONFIANZA EN LA PALABRA DE DIOS

En este salmo aparece Cristo en su pasión. (S. Jerónimo)

Misericordia, Dios mío, que me hostigan,
me atacan y me acosan todo el día;
todo el día me hostigan mis enemigos,
me atacan en masa.
 
Levántame en el día terrible,
yo confío en ti.
 
En Dios, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo:
¿qué podrá hacerme un mortal?
 
Todos los días discuten y planean
pensando sólo en mi daño;
buscan un sitio para espiarme,
acechan mis pasos y atentan contra mi vida.
 
Anota en tu libro mi vida errante,
recoge mis lágrimas en tu odre, Dios mío.
 
Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco,
y así sabré que eres mi Dios..
 
En Dios, cuya promesa alabo;
en el Señor, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo:
¿qué podrá hacerme un hombre?
 
Te debo, Dios mío, los votos que hice,
los cumpliré con acción de gracias;
porque libraste mi alma de la muerte,
mis pies de la caída;
para que camine en presencia de Dios
a la luz de la vida.
 
Ant. 2: En Dios confío y no temo lo que pueda hacerme un mortal.
 
 
Ant. 3: Tu bondad, Señor, es más grande que los cielos.
 
Salmo 56
ORACIÓN MATUTINA DF UN AFLIGIDO

Este salmo canta la pasión del Señor. (S. Agustín)

Misericordia, Dios mío, misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas
mientras pasa la calamidad.
 
Invoco al Dios Altísimo,
al Dios que hace tanto por mí:
desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme,
enviará su gracia y su lealtad.
 
Estoy echado entre leones
devoradores de hombres;
sus dientes son lanzas y flechas,
su lengua es una espada afilada.
 
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
 
Han tendido una red a mis pasos
para que sucumbiera;
me han cavado delante una fosa,
pero han caído en ella.
 
Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.
 
Te daré gracias, ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
 
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
 
Ant. 3: Tu bondad, Señor, es más grande que los cielos.
 
 
LECTURA BREVE
 
Tercia     Ga 5, 13-14
 
Hermanos, vuestra vocación es la libertad: no una libertad para que se aproveche el egoísmo; al contrario, sed esclavos unos de otros por amor. Pues toda la ley se concentra en esta frase: amarás al prójimo como a ti mismo.
 
V. Correré, Señor, por el camino de tus mandatos.
R. Cuando me ensanches el corazón.
 
Oremos:
 
Señor Dios, que a la hora de tercia enviaste al Espíritu Santo sobre los apóstoles reunidos en oración, concédenos también a nosotros participar de los dones de ese mismo Espíritu. Por Cristo nuestro Señor.
 
Sexta     Ga 5, 16-17
 
Si vivís según el Espíritu, no daréis satisfacción a las apetencias de la carne. Pues la carne desea contra, el espíritu, y el espíritu contra la carne, como que son entre sí antagónicos, de forma que no hacéis lo que quisierais.
 
V. Tú eres bueno, Señor, y haces el bien.
R. Instrúyeme en tus leyes.
 
Oremos:
 
Dios todopoderoso y eterno, ante ti no existe ni la oscuridad ni las tinieblas, haz, pues, brillar sobre nosotros la claridad de tu luz, para que, guardando tus preceptos, caminemos siempre por tus sendas con el corazón jubiloso. Por Cristo nuestro Señor.
 
Nona     Ga 5, 22. 23a. 25
 
El fruto del Espíritu es: amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad, amabilidad, dominio de sí. Si vivimos por el Espíritu marchemos tras el Espíritu.
 
V. Indícame, Señor, el camino que he de seguir.
R. Tu espíritu que es bueno me guíe por tierra llana.
 
Oremos:
 
Contempla, Señor, a tu familia en oración, y haz que imitando los ejemplos de paciencia de tu Hijo no decaiga nunca ante la adversidad. Por Cristo nuestro Señor.
 
 
CONCLUSIÓN
 
Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
 
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.



Vísperas


INVOCACIÓN INICIAL.

V. Dios mío ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.


HIMNO
 
de la memoria:

Feliz quien ha escuchado la llamada
al pleno seguimiento del Maestro,
feliz porque él, con su mirada,
lo eligió como amigo y compañero.

Feliz el que ha abrazado la pobreza
para llenar de Dios su vida toda,
para servirlo a él con fortaleza,
con gozo y con amor a todas horas.

Feliz el mensajero de verdades
que marcha por caminos de la tierra,
predicando bondad contra maldades,
pregonando la paz contra las guerras. Amén.

de la feria:
 
Cuando la luz se hace vaga
y está cayendo la tarde,
venimos a ti, Señor,
para cantar tus bondades.
 
Los pájaros se despiden
piadosamente en los árboles,
y buscan calor de nido
y blandura de plumajes.
 
Así vuelven fatigados
los hombres a sus hogares,
cargando sus ilusiones
o escondiendo su maldades.
 
Quieren olvidar la máquina,
olvidar sus vanidades;
descansar de tanto ruido
y morir a sus pesares.
 
Ya todo pide silencio,
se anuncia la noche amable:
convierte, Padre, sus penas
en abundancia de panes.
 
Alivie tu mano pródiga,
tu mano buena de Padre,
el cansancio de sus cuerpos,
sus codicias y sus males. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant. 1: Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta el fin de la tierra.
 
Salmo 71
PODER REAL DEL MESÍAS

Abriendo sus cofres le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. (Mt 2, 11)

I
 
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.
 
Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrante al explotador.
 
Que dure tanto como el sol,
como la luna, de edad en edad;
que baje como lluvia sobre el césped,
como llovizna que empapa la tierra.
 
Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna.
Que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra.
 
Que en su presencia se inclinen sus rivales;
que sus enemigos muerdan el polvo;
que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.
 
Que los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan.
 
Ant. 1: Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta el fin de la tierra.
 
 
Ant. 2: Socorrerá el Señor a los hijos del pobre; rescatará sus vidas de la violencia.
 
II
 
Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres;
 
él rescatará sus vidas de la violencia,
su sangre será preciosa a sus ojos.
 
Que viva y que le traigan el oro de Saba;
él intercederá por el pobre
y lo bendecirá.
 
Que haya trigo abundante en los campos,
y ondee en lo alto de los montes,
den fruto como el Líbano,
y broten las espigas como hierba del campo.
 
Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.
 
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso,
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén!
 
Ant. 2: Socorrerá el Señor a los hijos del pobre; rescatará sus vidas de la violencia.
 
 
Ant. 3: Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
 
Cántico     Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a
EL JUICIO DE DIOS
 
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.
 
Se encolerizaron las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
 
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
 
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.
 
Ant. 3: Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.


LECTURA BREVE     Rm. 8, 28-30

Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.


RESPONSORIO BREVE

V. El Señor es justo y ama la justicia.
R. El Señor es justo y ama la justicia.

V. Los buenos verán su rostro.
R. El Señor es justo y ama la justicia.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor es justo y ama la justicia.


CÁNTICO EVANGÉLICO 

Ant.: Empleado fiel y cumplidor, pasa al banquete de tu Señor.

Cántico de la Santísima Virgen María     Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR
 
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
 
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
 
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
 
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Ant.: Empleado fiel y cumplidor, pasa al banquete de tu Señor.


PRECES

Pidamos a Dios Padre, fuente de toda santidad, que con la intercesión y el ejemplo de los santos nos ayude, y digamos:

      Haz que seamos santos, porque tú, Señor, eres santo.

Padre santo, que has querido que nos llamemos y seamos hijos tuyos, 
      haz que la Iglesia santa, extendida por los confines de la tierra, cante tus grandezas.

Padre santo, que deseas que vivamos de una manera digna, buscando siempre tu beneplácito, 
      ayúdanos a dar fruto de buenas obras.

Padre santo, que nos reconciliaste contigo por medio de Cristo, 
      guárdanos en tu nombre para que todos seamos uno.

Padre santo, que nos convocas al banquete de tu reino, 
      haz que comiendo el pan que ha bajado del cielo alcancemos la perfección del amor.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Padre santo, perdona a los pecadores sus delitos 
      y admite a los difuntos en tu reino para que puedan contemplar tu rostro.

Porque nos llamamos y somos hijos de Dios, nos atrevemos a decir: Padre nuestro.


Oración.

Que tu Iglesia, Señor, encuentre siempre luz en las enseñanzas de santo Domingo y protección en sus méritos: que él, que durante su vida fue predicador insigne de la verdad, sea ahora para nosotros un eficaz intercesor ante ti. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.



Completas


INVOCACIÓN INICIAL
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.
 
 
EXAMEN DE CONCIENCIA
 
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia, el cual en la celebración comunitaria puede concluirse con alguna de las fórmulas del acto penitencial de la misa.
 
 
HIMNO
 
Cuando la luz del sol es ya Poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.
 
Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.
 
Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.
 
Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.
 
O bien:
 
Cristo, Señor de la noche,
que disipas las tinieblas:
mientras los cuerpos reposan,
se tú nuestro centinela.
 
Después de tanta fatiga,
después de tanta dureza,
acógenos en tus brazos
y danos noche serena.
 
Si nuestros ojos se duermen,
que el alma esté siempre en vela;
en paz cierra nuestros párpados
para que cesen las penas.
 
Y que al despuntar el alba,
otra vez con fuerzas nuevas,
te demos gracias, oh Cristo,
por la vida que comienza. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant. 1: Mi carne descansa serena.
 
Salmo 15
CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN

Dios resucitó a Jesús, rompiendo las ataduras de la muerte. (Hch 2, 24)

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: “Tú eres mi bien.”
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.
 
Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.
 
El Señor es mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.
 
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
 
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
 
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
 
Ant. Mi carne descansa serena.
 
 
LECTURA BREVE     1Ts 5, 23
 
Que el mismo Dios de la Paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo.
 
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
 
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
 
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
 
Cántico de Simeón     Lc 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL
 
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
 
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
 
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
 
Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
 
 
Oración
 
Señor, Dios nuestro, concédenos un descanso tranquilo que restaure nuestras fuerzas, desgastadas ahora por el trabajo del día; así, fortalecidos con tu ayuda, te serviremos siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Cristo nuestro Señor.
 
 
CONCLUSIÓN
 
V. El Señor todopoderoso nos conceda un noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
 
 
 
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
 
I
 
Madre del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella de mar,
 
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.
 
Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.
 
Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
 
II
 
Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.
 
Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.
 
III
 
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.
 
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.
 
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
 
Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
 
IV
 
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita

 Fuente: Liturgia de las Horas (Tomo III)

 

 

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6 agosto 2013 2 06 /08 /agosto /2013 15:02

Liturgia de las Horas. Miércoles, XVII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C. 7 de agosto, 2013.

II Semana del Salterio

Propio

INVITATORIO

Para la primera celebración del día:
V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Al final de cantico y salmo se reza el Gloria


A continuación se dice el salmo Invitatorio con la antífona:
 Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
 
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
+ entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
 
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
 
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
 
Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
 
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Para la segunda celebración del día:
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.

LECTURAS – LAUDES – MEDIA – VÍSPERAS - COMPLETAS

 

Oficio de lectura
 
 
HIMNO
 
Pues busco, debo encontrar;
pues llamo, débenme abrir;
pues pido, me deben dar;
pues amo, débeme amar
aquel que me hizo vivir.
 
¿Calla? Un día me hablará.
¿Pasa? No lejos irá.
¿Me pone a prueba? Soy fiel.
¿Pasa? No lejos irá:
pues tiene alas mi alma, y va
volando detrás de él.
 
Es poderoso, mas no
podrá mi amor esquivar;
invisible se volvió,
mas ojos de lince yo
tengo y le habré de mirar.
 
Alma, sigue hasta el final
en pos del Bien de los bienes,
y consuélate en tu mal
pensando con fe total:
¿Le buscas? ¡Es que lo tienes! Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant.1: También nosotros gemimos en nuestro interior, aguardando la redención de nuestro cuerpo.
 
Salmo 38
SÚPLICA DE UN ENFERMO

La creación fue sometida a la frustración..., pero con la esperanza de verse liberada. (Rm 8, 20)

I
 
Yo me dije: vigilaré mi proceder,
para que no se me vaya la lengua;
pondré una mordaza a mi boca
mientras el impío esté presente.
 
Guardé silencio resignado,
no hablé con ligereza;
pero mi herida empeoró,
y el corazón me ardía por dentro;
pensándolo me requemaba,
hasta que solté la lengua.
 
Señor, dame a conocer mi fin
y cuál es la medida de mis años,
para que comprenda lo caduco que soy.
 
Me concediste un palmo de vida,
mis días son nada ante ti;
el hombre no dura más que un soplo,
el hombre pasa como pura sombra,
por un soplo se afana,
atesora sin saber para quién.
 
Ant.1: También nosotros gemimos en nuestro interior, aguardando la redención de nuestro cuerpo.
 
 
Ant. 2: Escucha, Señor, mi oración: no seas sordo a mi llanto.
 
II
 
Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda?
Tú eres mi confianza.
Líbrame de mis iniquidades,
no me hagas la burla de los necios.
 
Enmudezco, no abro la boca,
porque eres tú quien lo ha hecho.
Aparta de mí tus golpes,
que el ímpetu de tu mano me acaba.
 
Escarmientas al hombre
castigando su culpa;
como una polilla roes sus tesoros;
el hombre no es más que un soplo.
 
Escucha, Señor, mi oración,
haz caso de mis gritos,
no seas sordo a mi llanto;
 
porque yo soy huésped tuyo,
forastero como todos mis padres.
Aplaca tu ira, dame respiro,
antes de que pase y no exista.
 
Ant. 2: Escucha, Señor, mi oración: no seas sordo a mi llanto.
 
 
Ant. 3: Yo confío en la misericordia del Señor por siempre jamás.
 
Salmo 51
CONTRA LA VIOLENCIA DE LOS CALUMNIADORES

El que se gloría, que se gloríe en el Señor. (1Co 1, 31)

¿Por qué te glorías de la maldad
y te envalentonas contra el piadoso?
Estás todo el día maquinando injusticias
 tu lengua es navaja afilada,
autor de fraudes;
 
prefieres el mal al bien,
la mentira a la honradez;
prefieres las palabras corrosivas,
lengua embustera.
 
Pues Dios te destruirá para siempre,
te abatirá y te barrerá de tu tienda;
arrancará tus raíces
del suelo vital.
 
Lo verán los justos, y temerán,
y se reirán de él:
«Mirad al valiente
que no puso en Dios su apoyo,
confió en sus muchas riquezas,
se insolentó en sus crímenes.»
 
Pero yo, como verde olivo,
en la casa de Dios,
confío en su misericordia
por siempre jamás.
 
Te daré siempre gracias
porque has actuado;
proclamaré delante de tus fieles:
«Tu nombre es bueno.»
 
Ant. 3: Yo confío en la misericordia del Señor por siempre jamás.
 
V. Mi alma espera en el Señor.
R. Espera en su palabra.
 
 
Lecturas y Oración:
  
Semanas: 2 - 6 - 10 - 14 - 18 - 22 - 26 - 30 - 34
  
  
CONCLUSIÓN
  
Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
  
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
 
 
 
Laudes
 
 
HIMNO
 
Nacidos de la luz, hijos del día,
vamos hacia el Señor de la mañana.
Su claridad disipa nuestras sombras
y alegra y regocija nuestras almas.
 
Que nuestro Dios, el Padre de la gloria,
nos libre para siempre del pecado,
y podamos así gozar la herencia
que nos legó en su Hijo muy amado.
 
Honor y gloria a Dios, Padre celeste,
por medio de su Hijo Jesucristo,
y al Don de toda luz, el Santo Espíritu,
que vive por los siglos de los siglos. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant. 1: Dios mío, tus caminos son santos: ¿qué dios es tan grande como nuestro Dios?
 
Salmo 76
RECUERDO DEL PASADO GLORIOSO DE ISRAEL

Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan. (2Co 4, 8)

Alzo mi voz a Dios gritando,
Alzo mi voz a Dios para que me oiga.
 
En mi angustia te busco, Señor mío;
de noche extiendo las manos sin descanso,
y mi alma rehúsa el consuelo.
Cuando me acuerdo de Dios, gimo,
y meditando me siento desfallecer.
 
Sujetas los párpados de mis ojos,
y la agitación no me deja hablar.
Repaso los días antiguos,
recuerdo los años remotos;
de noche lo pienso en mis adentros,
y meditándolo me pregunto:
 
¿Es que el Señor nos rechaza para siempre
y ya no volverá a favorecernos?
¿Se ha agotado ya su misericordia,
se ha terminado para siempre su promesa?
¿Es que Dios se ha olvidado de su bondad,
o la cólera cierra sus entrañas?
 
Y me digo: ¡Qué pena la mía!
¡Se ha cambiado la diestra del Altísimo!
Recuerdo las proezas del Señor;
sí, recuerdo tus antiguos portentos,
medito todas tus obras
y considero tus hazañas.
 
Dios mío, tus caminos son santos:
¿qué dios es grande como nuestro Dios?
 
Tú, ¡oh Dios!, haciendo maravillas,
mostraste tu poder a los pueblos;
con tu brazo rescataste a tu pueblo,
a los hijos de Jacob y de José.
 
Te vio el mar, ¡oh Dios!,
te vio el mar y tembló,
las olas se estremecieron.
 
Las nubes descargaban sus aguas,
retumbaban los nubarrones,
tus saetas zigzagueaban.
 
Rodaba el fragor de tu trueno,
los relámpagos deslumbraban el orbe,
la tierra retembló estremecida.
 
Tú te abriste camino por las aguas,
un vado por las aguas caudalosas,
y no quedaba rastro de tus huellas:
 
mientras guiabas a tu pueblo, como a un rebaño,
por la mano de Moisés y de Aarón.
 
Ant. 1: Dios mío, tus caminos son santos: ¿qué dios es tan grande como nuestro Dios?
 
 
Ant. 2: Mi corazón se regocija por el Señor, que humilla y enaltece.
 
Cántico     Is 2, 1-10
ALEGRÍA DE LOS HUMILDES EN DIOS

Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes; a los hambrientos los colma de bienes. (Lc 1, 52-53)

Mi corazón se regocija por el Señor,
mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación.
No hay santo como el Señor,
no hay roca como nuestro Dios.
 
No multipliquéis discursos altivos,
no echéis por la boca arrogancias,
porque el Señor es un Dios que sabe;
él es quien pesa las acciones.
 
Se rompen los arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos no tienen ya que trabajar;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos se marchita.
 
El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece.
 
Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria;
pues del Señor son los pilares de la tierra,
y sobre ellos afianzó el orbe.
 
Él guarda los pasos de sus amigos,
mientras los malvados perecen en las tinieblas
porque el hombre no triunfa por su fuerza.
 
El Señor desbarata a sus contrarios,
el Altísimo truena desde el cielo,
el Señor juzga hasta el confín de la tierra.
Él da fuerza a su Rey,
exalta el poder de su Ungido.
 
Ant. 2: Mi corazón se regocija por el Señor, que humilla y enaltece.
 
 
Ant. 3: El Señor reina, la tierra goza. +
 
Salmo 96
EL SEÑOR ES UN REY MAYOR QUE TODOS LOS DIOSES

Este salmo canta la salvación del mundo y la conversión de todos los pueblos. (S. Atanasio)

El Señor reina, la tierra goza,
+ se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono.
 
Delante de él avanza fuego
abrasando en torno a los enemigos;
sus relámpagos deslumbran el orbe,
y, viéndolos, la tierra se estremece.
 
Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria.
 
Los que adoran estatuas se sonrojan,
los que ponen su orgullo en los ídolos;
ante él se postran todos los dioses.
 
Lo oye Sión y se alegra,
se regocijan las ciudades de Judá
por tus sentencias, Señor;
 
porque tú eres, Señor,
altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses.
 
El Señor ama al que aborrece el mal,
protege la vida de sus fieles
y los libra de los malvados.
 
Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre.
 
Ant. 3: El Señor reina, la tierra goza.
 
 
LECTURA BREVE     Rm 8, 35. 37
 
¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo? ¿La aflicción? ¿La angustia? ¿La persecución? ¿El hambre? ¿La desnudez? ¿El peligro? ¿La espada? En todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado.
 
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. Bendigo al Señor en todo momento.
R. Bendigo al Señor en todo momento.
 
V. Su alabanza está siempre en mi boca.
R. En todo momento.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Bendigo al Señor en todo momento.
 
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant.: Sirvamos al Señor con santidad todos nuestros días.
 
Cántico de Zacarías     Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
 
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
 
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
 
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
 
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
 
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
 
Ant.: Sirvamos al Señor con santidad todos nuestros días.
 
 
PRECES
 
Oremos a nuestro Señor Jesucristo, que prometió estar con nosotros todos los días hasta del fin del mundo, y digámosle confiados:
 
    Escúchanos, Señor.
 
Quédate con nosotros, Señor, durante todo el día:
    que la luz de tu gracia no conozca nunca el anochecer en nuestras vidas.
 
Que el trabajo de este día sea como una oblación sin defecto,
    y que sea agradable a tus ojos.
 
Que en todas nuestras palabras y acciones seamos hoy luz del mundo
    y sal de la tierra para cuantos nos traten.
 
Que la gracia del Espíritu Santo habite en nuestros corazones y resplandezca en nuestras obras
    para que así permanezcamos en tu amor y en tu alabanza
 
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
 
Terminemos nuestra oración diciendo juntos la palabras del Señor y pidiendo al Padre que nos libre de todo mal: Padre nuestro.
 
 
Oración
 
Envía, Señor, a nuestros corazones la abundancia de tu luz, para que, avanzando siempre por el camino de tus mandatos, nos veamos libres de todo error. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
 
 
CONCLUSIÓN
 
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
 
 
 
hora intermedia
 
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.
 
 
HIMNO
 
TERCIA
 
Ven del seno de Dios, oh Santo Espíritu,
a visitar las mentes de tus fieles;
y haz que los corazones que creaste
se llenen con tus dádivas celestes.
 
Ilumine tu luz nuestros sentidos,
encienda el fuego de tu amor los pechos;
Espíritu de Cristo, fortalece
este barro mortal de nuestros corazones.
 
Danos, Amor, tu amor y la alegría
de conocer al Padre y a su Hijo,
de poseerte a ti que eres de entreambos
eternamente el inefable Espíritu. Amén.
 
O bien, fuera de los domingos y de las solemnidades:
 
El trabajo, Señor, de cada día
nos sea por tu amor santificado,
convierte su dolor en alegría
de amor, que para dar tú nos has dado.
 
Paciente y larga es nuestra tarea
en la noche oscura del amor que espera;
dulce huésped del alma, al que flaquea
dale tu luz, tu fuerza que aligera.
 
En el alto gozoso del camino,
demos gracias a Dios, que nos concede
la esperanza sin fin del don divino;
todo lo puede en él quien nada puede. Amén.
 
 
SEXTA
 
En los domingos:
 
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.
 
Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.
 
Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.
 
Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén.
 
O bien, fuera de los domingos y de las solemnidades:
 
El pan de cada día
dánoslo hoy, Señor, a manos llenas;
convierte en alegría
nuestras labores buenas
y acaricia el dolor de nuestras penas.
 
¡Horas de tedio largas
sin la presencia buena de tus manos!
¡Ay, las horas amargas
nos vuelven inhumanos,
si no abrimos el alma a los hermanos!
 
Santifica el momento
de este ruido tenaz, de esta fatiga.
Busquemos el aliento de tu presencia amiga
que acreciente el esfuerzo y nos bendiga. Amén.
 
O bien, tanto en los domingos como en las ferias:
 
Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.
 
Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.
 
Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.
 
 
NONA
 
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.
 
Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.
 
Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.
 
O bien:
 
Danos, Señor, la firme voluntad,
compañera y sostén de la virtud,
que sabe en la fatiga hallar quietud
y en medio de las sombras claridad:
 
La que trueca en tesón la veleidad,
y el ocio en perennal solicitud,
y las ásperas fiebres en salud
y los torpes engaños en verdad.
 
Y así conseguirá mi corazón
que los favores que a tu amor debí
le ofrezcan algún fruto en galardón.
 
Y aún tú, Señor, conseguirás así
que no llegue a romper mi confusión
la imagen tuya que pusiste en mi. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant. 1: He examinado mi camino, para enderezar mis pies a tus preceptos.
 
Salmo 118, 57-64
 
El Señor es mi herencia;
he resuelto guardar tus palabras;
de todo corazón busco tu favor:
ten piedad de mí según tu promesa;
he examinado mi camino,
para enderezar mis pies a tus preceptos.
 
Con diligencia, sin tardanza,
observo tus mandatos;
los lazos de los malvados me envuelven,
pero no olvido tu voluntad;
a media noche me levanto para darte gracias
por tus justos mandamientos.
 
Me junto con tus fieles,
que guardan tus decretos
Señor, de tu bondad este llena la tierra;
enséñame tus leyes.
 
Ant. 1: He examinado mi camino, para enderezar mis pies a tus preceptos.
 
 
Ant. 2: Me asalta el temor y el terror: hazme caso y respóndeme, Señor.
 
Salmo 54, 2-15.17-24
ORACIÓN ANTE LA TRAICIÓN DE UN AMIGO

Jesús empezó a sentir terror y angustia. (Mc 14,33)

I
 
Dios mío, escucha mi oración,
no te cierres a mi súplica;
hazme caso y respóndeme,
me agitan mis ansiedades.
 
Me turba la voz del enemigo,
los gritos del malvado:
descargan sobre mí calamidades
y me atacan con furia.
 
Se estremece mi corazón,
me sobrecoge mi pavor mortal,
me asalta el temor y el terror,
me cubre el espanto,
 
y pienso: «¡Quién me diera alas de paloma
para volar y posarme!
Emigraría lejos,
habitaría en el desierto,
 
me pondría en seguida a salvo de la tormenta,
del huracán que devora, Señor;
del torrente de sus lenguas.»
 
Violencia y discordia veo en la ciudad:
día y noche hacen la ronda sobre las murallas;
 
en su recinto, crimen e injusticia;
dentro de ella, calamidades;
no se apartan de su plaza
la crueldad y el engaño.
 
Ant. 2: Me asalta el temor y el terror: hazme caso y respóndeme, Señor.
 
 
Ant. 3: Yo invoco a Dios, y el Señor me salva.
 
II
 
Si mi enemigo me injuriase,
lo aguantaría;
si mi adversario se alzase contra mí,
me escondería de él;
 
pero eres tú, mi compañero,
mi amigo y confidente,
a quien me unía una dulce intimidad:
juntos íbamos entre el bullicio por la casa de Dios.
 
Pero yo invoco a Dios,
y el Señor me salva:
por la tarde, en la mañana, al mediodía,
me quejo gimiendo.
 
Dios escucha mi voz:
su paz rescata mi alma
de la guerra que me hacen,
porque son muchos contra mí.
 
Dios me escucha, los humilla
el que reina desde siempre,
porque no quieren enmendarse
ni temen a Dios.
 
Levantan la mano contra su aliado,
violando los pactos;
su boca es más blanda que la manteca,
pero desean la guerra;
sus palabras son más suaves que el aceite,
pero son puñales.
 
Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará;
no permitirá jamás que el justo caiga.
 
Tú, Dios mío, los harás bajar a ellos
a la fosa profunda.
Los traidores y sanguinarios .
no cumplirán ni la mitad de sus años.
Pero yo confío en ti.
 
Ant. 3: Yo invoco a Dios, y el Señor me salva.
 
 
LECTURA BREVE
 
Tercia     Dt 1, 16-17a
 
Yo di a vuestros jefes estas, normas: «Vosotros escucharéis los pleitos de vuestros hermanos y juzgaréis con justicia las causas que surjan entre un hombre con su hermano o un extranjero. No seáis parciales en la sentencia, oíd por igual al pequeño y al grande; no os dejéis amedrentar por nadie, que la sentencia es de Dios.»
 
V. El Señor es justo y ama la justicia.
R. Los buenos verán su rostro.
 
Oremos:
 
Señor, Padre santo, Dios fiel, tú que enviaste el Espíritu Santo prometido para que congregara a los hombres que el pecado había disgregado: ayúdanos a ser, en medio de nuestros hermanos, fermento de unidad y de paz. Por Cristo nuestro Señor.
 
Sexta     Is 55, 8-9
 
Mis planes no son vuestros. planes, vuestros caminos no son mis caminos -oráculo del Señor-. Como el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más altos que los vuestros, mis planes, que vuestros planes.
 
V. Señor de los ejércitos, ¿quién como tú?
R. El poder y la fidelidad te rodean.
 
Oremos:
 
Dios todopoderoso y lleno de amor, que a la mitad de nuestra jornada concedes un descanso a nuestra fatiga, contempla complacido el trabajo empezado, remedia nuestras deficiencias, y haz que nuestras obras te sean agradables. Por Cristo nuestro Señor.
 
Nona     1S 16,-7b
 
La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero el Señor mira el corazón.
 
V. Señor, sondéame y conoce mi corazón.
R. Guíame por el camino eterno.
 
Oremos:
 
Señor Jesucristo, que por la salvación de los hombres extendiste tus brazos en la cruz: haz que todas nuestras acciones te sean agradables y sirvan para manifestar al mundo tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
 
 
CONCLUSIÓN
 
Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
 
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
 
 
 
Vísperas
 
INVOCACIÓN INICIAL
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio. 
R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.
 
 
HIMNO
 
Señor, tú eres santo: yo adoro, yo creo;
tu cielo es un libro de páginas bellas,
do en noches tranquilas mi símbolo leo,
que escribe tu mano con signos de estrellas.
 
En vano con sombras el caos se cierra:
tú miras al caos, la luz nace entonces;
tú mides las aguas que ciñen la tierra,
tú mides los siglos que muerden los bronces.
 
El mar a la tierra pregunta tu nombre,
la tierra a las aves que tienden su vuelo;
las aves lo ignoran; preguntan al hombre,
y el hombre lo ignora; pregúntanlo al cielo.
 
El mar con sus ecos ha siglos que ensaya
formar ese nombre, y el mar no penetra
misterios tan hondos, muriendo en la playa,
sin que oigan los siglos o sílaba o letra.
 
Señor, tú eres santo: yo te amo, yo espero;
tus dulces bondades cautivan el alma;
mi pecho gastaron con diente de acero
los gustos del mundo vacíos de calma.
 
Concede a mis penas la luz de bonanza,
la paz a mis noches, la paz a mis días;
tu amor a mi pecho, tu fe y tu esperanza,
que es bálsamo puro que al ánima envías. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant. 1: Aguardamos la alegre esperanza, la aparición gloriosa de nuestro Salvador.
 
Salmo 61
DIOS, ÚNICA ESPERANZA DEL JUSTO

Que el Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz. (Rm 15, 13)

Sólo en Dios descansa mi alma,
porque de él viene mi salvación;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.
 
¿Hasta cuándo arremeteréis contra un hombre
todos juntos, para derribarlo
como a una pared que cede
o a una tapia ruinosa?
 
Sólo piensan en derribarme de mi altura
y se complacen en la mentira:
con la boca bendicen,
con el corazón maldicen.
 
Descansa sólo en Dios, alma mía,
porque él es mi esperanza;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.
 
De Dios viene mi salvación y mi gloria,
él es mi roca firme,
Dios es mi refugio.
 
Pueblo suyo, confiad en él,
desahogad ante él vuestro corazón,
que Dios es nuestro refugio.
 
Los hombres no son más que un soplo,
los nobles son apariencia:
todos juntos en la balanza subirían
más leves que un soplo.
 
No confiéis en la opresión,
no pongáis ilusiones en el robo;
y aunque crezcan vuestras riquezas,
no les deis el corazón.
 
Dios ha dicho una cosa,
y dos cosas que he escuchado:
 
«Que Dios tiene el poder
y el Señor tiene la gracia;
que tú pagas a cada uno
según sus obras.»
 
Ant. 1: Aguardamos la alegre esperanza, la aparición gloriosa de nuestro Salvador.
 
 
Ant. 2: Que Dios ilumine su rostro sobre nosotros y nos bendiga.
 
Salmo 66
QUE TODOS LOS PUEBLOS ALABEN AL SEÑOR

Sabed que esta Salvación de Dios ha sido enviada a los gentiles (Hch 28, 28)

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
 
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
 
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
 
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
 
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.
 
Ant. 2: Que Dios ilumine su rostro sobre nosotros y nos bendiga.
 
 
Ant. 3: Todo fue creado por él y para él.
 
Cántico     Cf. Col 1, 12-20
HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA
Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS
 
Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
 
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
 
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
 
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
 
Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.
 
Ant. 3: Todo fue creado por él y para él.
 
 
LECTURA BREVE     1Pe 5, 5b-7
 
Sed humildes unos con otros, porque Dios resiste a  los soberbios, pero da su gracia a los humildes. Inclinaos bajo la poderosa mano de Dios, para que a su tiempo os eleve. Descargad en él todas vuestras preocupaciones, porque él se interesa por vosotros.
 
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.
R. Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.
 
V. A la sombra de tus alas escóndenos. 
R. Como a las niñas de tus ojos.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
R. Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.
 
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant.: Haz, Señor, proezas con tu brazo, dispersa a los soberbios y enaltece a los humildes.
 
Cántico de la Santísima Virgen María     Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR
 
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
 
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
 
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
 
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Ant.: Haz, Señor, proezas con tu brazo, dispersa a los soberbios y enaltece a los humildes.
 
 
PRECES
 
Aclamemos, hermanos, a Dios, nuestro salvador, que se complace en enriquecernos con sus dones, y digámosle con fe:
 
    Muéstranos, Señor, tu amor y danos tu paz.
 
Dios eterno, mil años en tu presencia son como un ayer que pasó;
    ayúdanos a recordar siempre que nuestra vida es como una hierba que se renueva por la mañana y se seca por la tarde.
 
Alimenta a tu pueblo con el maná para que no perezca de hambre
    y dale el agua viva para que nunca más tenga sed.
 
Que tus fieles busquen y saboreen los bienes de arriba
    y te glorifiquen también con su descanso.
 
Concede, Señor, buen tiempo a las cosechas,
    para que la tierra dé fruto abundante.
 
O bien, en lugar de la petición precedente.
 
Líbranos, Señor, de todo peligro
    y bendice nuestros hogares (nuestra comunidad).
 
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
 
Que los difuntos puedan contemplar tu faz
    y que nosotros tengamos un día parte en su felicidad.
 
Confiemos nuestras súplicas a Dios nuestro Padre, terminando nuestra oración con las palabras que Cristo nos enseñó: Padre nuestro.
 
 
Oración
 
Dios nuestro, tu nombre es santo y tu misericordia llega a tus fieles de generación en generación; atiende, pues, las súplicas de tu pueblo y haz que pueda cantar eternamente tus alabanzas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
 
 
CONCLUSIÓN
 
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
 
 
 
Completas
 
 
INVOCACIÓN INICIAL
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.
 
 
EXAMEN DE CONCIENCIA
 
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia, el cual en la celebración comunitaria puede concluirse con alguna de las fórmulas del acto penitencial de la misa.
 
 
HIMNO
 
Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.
 
Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.
 
Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.
 
Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.
 
O bien:
 
Cristo, Señor de la noche,
que disipas las tinieblas:
mientras los cuerpos reposan,
se tú nuestro centinela.
 
Después de tanta fatiga,
después de tanta dureza,
acógenos en tus brazos
y danos noche serena.
 
Si nuestros ojos se duermen,
que el alma esté siempre en vela;
en paz cierra nuestros párpados
para que cesen las penas.
 
Y que al despuntar el alba,
otra vez con fuerzas nuevas,
te demos gracias, oh Cristo,
por la vida que comienza. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant. 1: Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.
 
Salmo 30, 2-6
SÚPLICA CONFIADA Y ACCIÓN DE GRACIAS

Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. (Lc 23, 46)

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí;
 
ven aprisa a librarme,
sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
 
por tu nombre dirígeme y guíame:
sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.
 
En tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.
 
Ant. 1: Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.
 
 
Ant. 2: Desde lo hondo a ti grito, Señor.
 
Salmo 129
DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR

Él salvará a su pueblo de los pecados. (Mt 1, 21)

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
 
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
 
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
 
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
 
Ant. 2: Desde lo hondo a ti grito, Señor.
 
 
LECTURA BREVE     Ef 4, 26-27
 
No lleguéis a pecar; que la puesta del sol no es sorprenda en vuestro enojo. No dejéis lugar al diablo.
 
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
 
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
 
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
 
Cántico de Simeón     Lc 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL
 
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
 
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
 
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
 
Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
 
 
Oración
 
Señor Jesucristo, tú que eres manso y humilde de corazón ofreces a los que vienen a ti un yugo llevadero y una carga ligera; dígnate, pues, aceptar los deseos y las acciones del día que hemos terminado: que podamos descansar durante la noche para que así, renovado nuestro cuerpo y nuestro espíritu, perseveremos constantes en tu servicio, Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
 
 
CONCLUSIÓN
 
Bendición
 
V. El Señor todopoderoso nos conceda un noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
 
 
 ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
 
I
 
Madre del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella de mar,
 
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.
 
Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.
 
Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
 
II
 
Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.
 
Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.
 
III
 
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.
 
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.
 
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
 
Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
 
IV
 
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita.

 

Fuente: Liturgia de las Horas (Tomo IV)

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5 agosto 2013 1 05 /08 /agosto /2013 15:42

LITURGIA DE LAS HORAS. TIEMPO ORDINARIO, CICLO C. 6 DE AGOSTO, 2013
MARTES DE LA SEMANA XVIII

Propio de la fiesta.


LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR. (FIESTA)

 

OFICIO DE LECTURA

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. A Cristo, el rey supremo de la gloria, venid adorémosle.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: PARA LA CRUZ Y LA CRUCIFIXIÓN

Para la cruz y la crucifixión,
para la agonía debajo de los olivos,
nada mejor
que el monte Tabor.

Para los largos días de pena y dolor,
cuando se arrastra la vida inútilmente,
nada mejor
que el monte Tabor.

Para el fracaso, la soledad, la incomprensión,
cuando es gris el horizonte y el camino,
nada mejor
que el monte Tabor.

Para el triunfo gozoso de la resurrección,
cuando todo resplandece de cantos,
nada mejor
que el monte Tabor. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Un solo día en tu casa vale más que otros mil.

Salmo 83 - AÑORANZA DEL TEMPLO

¡Qué deseables son tus moradas,
Señor de los ejércitos!
Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
se alegran por el Dios vivo.

Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío.

Dichosos los que viven en tu casa
alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza
al preparar su peregrinación:

cuando atraviesan áridos valles,
los convierten en oasis,
como si la lluvia temprana
los cubriera de bendiciones;
caminan de altura en altura
hasta ver a Dios en Sión.

Señor de los ejércitos, escucha mi súplica;
atiéndeme, Dios de Jacob.
Fíjate, ¡oh Dios!, en nuestro Escudo,
mira el rostro de tu Ungido.

Un solo día en tu casa
vale más que otros mil,
y prefiero el umbral de la casa de Dios
a vivir con los malvados.

Porque el Señor es sol y escudo,
él da la gracia y la gloria,
el Señor no niega sus bienes
a los de conducta intachable.

¡Señor de los ejércitos, dichoso el hombre
que confía en ti!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Un solo día en tu casa vale más que otros mil.

Ant. 2. Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón. Aleluya.

Salmo 96 - EL SEÑOR ES UN REY MAYOR QUE TODOS LOS DIOSES.

El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean, 
justicia y derecho sostienen su trono.

Delante de él avanza fuego 
abrasando en torno a los enemigos;
sus relámpagos deslumbran el orbe,
y, viéndolos, la tierra se estremece.

Los montes se derriten como cera 
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia, 
y todos los pueblos contemplan su gloria.

Los que adoran estatuas se sonrojan, 
los que ponen su orgullo en los ídolos; 
ante él se postran todos los dioses.

Lo oye Sión, y se alegra,
se regocijan las ciudades de Judá
por tus sentencias, Señor;

porque tú eres, Señor, 
altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses.

El Señor ama al que aborrece el mal, 
protege la vida de sus fieles 
y los libra de los malvados.

Amanece la luz para el justo, 
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor, 
celebrad su santo nombre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón. Aleluya.

Ant. 3. Ensalzad al Señor, Dios nuestro; postraos ante su monte santo.

Salmo 98 - SANTO ES EL SEÑOR, NUESTRO DIOS.

El Señor reina, tiemblen las naciones;
sentado sobre querubines, vacile la tierra.

El Señor es grande en Sión,
encumbrado sobre todos los pueblos.
Reconozcan tu nombre, grande y terrible:
Él es santo.

Reinas con poder y amas la justicia,
tú has establecido la rectitud;
tú administras la justicia y el derecho,
tú actúas en Jacob.

Ensalzad al Señor, Dios nuestro;
postraos ante el estrado de sus pies:
Él es santo.

Moisés y Aarón con sus sacerdotes,
Samuel con los que invocan su nombre,
invocaban al Señor, y él respondía.
Dios les hablaba desde la columna de nube;
oyeron sus mandatos y la ley que les dio.

Señor, Dios nuestro, tú les respondías,
tú eras para ellos un Dios de perdón
y un Dios vengador de sus maldades.

Ensalzad al Señor, Dios nuestro;
postraos ante su monte santo:
Santo es el Señor, nuestro Dios.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Ensalzad al Señor, Dios nuestro; postraos ante su monte santo.

V. Dios les hablaba desde la columna de nube.
R. Oyeron sus mandatos.

PRIMERA LECTURA
De la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 3, 7--4, 6

GLORIA DIFUNDIDA POR CRISTO EN LA NUEVA ALIANZA

Hermanos: Si el régimen de la ley que mata, que fue grabada con letras en piedra, fue glorioso, y de tal modo que ni podían fijar la vista los israelitas en el rostro de Moisés por la gloria de su rostro, que era pasajera, ¿cuánto más glorioso no será el régimen del espíritu? Efectivamente, si hubo gloria en el régimen que lleva a la condenación, con mayor razón hay profusión de gloria en el régimen que conduce a la justificación. Y, en verdad, lo que en aquel caso fue gloria, no es tal en comparación con ésta, tan eminente y radiante. Pues si lo perecedero fue como un rayo de gloria, con más razón será glorioso lo imperecedero.

Estando, pues, en posesión de una esperanza tan grande, procedemos con toda decisión y seguridad, y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro, para que no se fijasen los hijos de Israel en su resplandor, que era perecedero. Y sus entendimientos quedaron embotados, pues, en efecto, hasta el día de hoy perdura ese mismo velo en la lectura de la antigua alianza. El velo no se ha descorrido, pues sólo con Cristo queda removido. Y así, hasta el día de hoy, siempre que leen a Moisés, persiste un velo tendido sobre sus corazones. Mas cuando se vuelvan al Señor, será descorrido el velo. El Señor es espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, ahí está la libertad. Y todos nosotros, reflejando como en un espejo en nuestro rostro descubierto la gloria del Señor, nos vamos transformando, en su propia imagen, hacia una gloria cada vez mayor, por la acción del Señor, que es espíritu.

Por eso, investidos, por la misericordia de Dios, de este ministerio, no sentimos desfallecimiento, antes bien, renunciamos a todo encubrimiento vergonzoso del Evangelio; procedemos sin astucia y sin adulterar la palabra de Dios y, dando a conocer la verdad, nos encomendamos al juicio de toda humana conciencia en la presencia de Dios. Si, con todo, nuestro Evangelio queda cubierto como por un velo, queda así encubierto sólo para los que van camino de perdición, para aquellos cuyos entendimientos incrédulos cegó el dios del mundo presente, para que no vean brillar la luz del mensaje evangélico sobre la gloria de Cristo, que es imagen de Dios. 

No nos predicamos a nosotros mismos, sino que predicamos a Cristo Jesús como Señor; nosotros nos presentamos como siervos vuestros por Jesús. El mismo Dios que dijo: «Brille la luz del seno de las tinieblas», ha hecho brillar la luz en nuestros corazones, para que demos a conocer la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo.

RESPONSORIO 1Jn 3, 1. 2

R. Mirad qué amor nos ha tenido el Padre * para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! 
V. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. 
R. Para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!

SEGUNDA LECTURA
Del Sermón de Anastasio Sinaíta, obispo, en el día de la Transfiguración del Señor . 
(Núms. 6-10: «Mélanges d'archéologie et d'histoire» 67 [1955], 241-244)

QUE BIEN ESTARÍA QUEDARNOS AQUÍ

El misterio que hoy celebramos lo manifestó Jesús a sus discípulos en el monte Tabor. En efecto, después de haberles hablado, mientras iba con ellos, acerca del reino y de su segunda venida gloriosa, teniendo en cuenta que quizá no estaban muy convencidos de lo que les había anunciado acerca del reino y deseando infundir en sus corazones una firmísima e intima convicción, de modo que por lo presente creyeran en lo futuro, realizó ante sus ojos aquella admirable manifestación, en el monte Tabor, como una imagen prefigurativa del reino de los cielos. Era como si les dijese: «El tiempo que ha de transcurrir antes de que se realicen mis predicciones no ha de ser motivo de que vuestra fe se debilite, y por esto, ahora mismo, en el tiempo presente, os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán, sin haber visto al Hijo del hombre presentarse con la gloria de su Padre.» 

Y el evangelista, para mostrar que el poder de Cristo estaba en armonía con su voluntad, añade: Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un alto monte, y se transfiguró en su presencia; su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se aparecieron Moisés y Elías conversando con él. 

Éstas son las maravillas de la presente solemnidad, éste es el misterio, saludable para nosotros, que ahora se ha cumplido en el monte, ya que ahora nos reúne la muerte y, al mismo tiempo, la festividad de Cristo. Por esto, para que podamos penetrar, junto con los elegidos entre los discípulos inspirados por Dios, el sentido profundo de estos inefables y sagrados misterios, escuchemos la voz divina y sagrada que nos llama con insistencia desde lo alto, desde la cumbre del monte.

Debemos apresurarnos a ir hacia allí -así me atrevo a decirlo- como Jesús, que allí en el cielo es nuestro guía y precursor, con quien brillaremos con nuestra mirada espiritualizada, renovados en cierta manera en los trazos de nuestra alma, hechos conformes a su imagen, y, como él, transfigurados continuamente y hechos participes de la naturaleza divina, y dispuestos para los dones celestiales.

Corramos hacia allí, animosos y alegres, y penetremos en la intimidad de la nube, a imitación de Moisés y Elías, o de Santiago y Juan. Seamos como Pedro, arrebatado por la visión y aparición divina, transfigurado por aquella hermosa transfiguración, desasido del mundo, abstraído de la tierra; despojémonos de lo carnal, dejemos lo creado y volvámonos al Creador, al que Pedro, fuera de si, dijo: Señor, qué bien estaría quedamos aquí.

Ciertamente, Pedro, en verdad qué bien estaría quedarnos aquí con Jesús, y permanecer aquí para siempre. ¿Hay algo más dichoso, más elevado, más importante que estar con Dios, ser hechos conformes con él, vivir en la luz? Cada uno de nosotros, por el hecho de tener a Dios en sí y de ser transfigurado en su imagen divina, tiene derecho a exclamar con alegría: Qué bien estaría quedanos aquí, donde todo es resplandeciente, donde está el gozo, la felicidad y la alegría, donde el corazón disfruta de absoluta tranquilidad, serenidad y dulzura, donde vemos a (Cristo) Dios, donde él, junto con el Padre, pone su morada y dice, al entrar: Hoy ha venido la salud a esta casa, donde con Cristo se hallan acumulados los tesoros de los bienes eternos, donde hallamos reproducidas, como en un espejo, las imágenes de las realidades futuras.

RESPONSORIO Mt 17, 2. 3; cf. Lc 9, 32. 34

R. El rostro de Jesús se puso brillante como el sol; * y los discípulos, al contemplarlo circundado de gloria, se llenaron de temor.
V. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con Jesús. 
R. Y los discípulos, al contemplarlo circundado de gloria, se llenaron de temor.

Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:

Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:

Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
santo Espíritu de amor y de consuelo.

Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.

Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.

Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

Tú vendrás algún día,
como juez universal.

Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.

Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.

La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.

Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.

Sé su pastor,
y guíalos por siempre.

Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.

Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado.

ORACIÓN.

OREMOS,
Señor Dios, que en la gloriosa transfiguración de Jesucristo confirmaste los misterios de la fe con el testimonio de Moisés y de Elías, y nos hiciste entrever en la gloria de tu Hijo la grandeza de nuestra definitiva adopción filial, haz que escuchemos siempre la voz de tu Hijo amado y lleguemos a ser un día sus coherederos en la gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 
Of La Tr Sx Nn Vs Cm

LAUDES
(Oración de la mañana)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

INVITATORIO

Ant. A Cristo, el rey supremo de la gloria, venid, adorémosle.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Himno: JESÚS DE DULCE MEMORIA.

Jesús de dulce memoria,
que das la paz verdadera;
más dulce que toda miel
es tu divina presencia.

Nada se canta más suave,
ni grato se experimenta,
ni alegría mayor hay
que de Cristo un alma llena.

Jesús, tu dulzura excede
-fuente de paz verdadera-
todos los gozos humanos,
cuanto el hombre soñar pueda. 

Si nuestras mentes visitas,
la luz de verdad destella,
el mundo aparece vano,
todo, tu amor lo supera.

Danos, benigno, perdón,
de la gracia gran cosecha;
haz que gocemos perennes
de tu esplendor la presencia.

Cantamos tus alabanzas, 
Jesús, sentado a la diestra
de tu Padre, cuyo Amor
tu ser divino revela. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Hoy en el monte el Señor Jesucristo brillaba en su rostro como el sol y resplandecía en sus vestidos como la luz.

SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Hoy en el monte el Señor Jesucristo brillaba en su rostro como el sol y resplandecía en sus vestidos como la luz.

Ant. 2. Hoy, al transfigurarse el Señor y al escucharse la voz del Padre, que daba testimonio de él, fueron vistos Moisés y Elías, circundados de gloria y hablando de la muerte que Jesús iba a padecer.

Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. Hoy, al transfigurarse el Señor y al escucharse la voz del Padre, que daba testimonio de él, fueron vistos Moisés y Elías, circundados de gloria y hablando de la muerte que Jesús iba a padecer.

Ant. 3. La ley se nos dio por mediación de Moisés y la profecía por mediación de Elías: ambos se han aparecido hoy, circundados de gloria y conversando con el Señor en el monte santo.

Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Cantad al Señor un cántico nuevo, 
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. La ley se nos dio por mediación de Moisés y la profecía por mediación de Elías: ambos se han aparecido hoy, circundados de gloria y conversando con el Señor en el monte santo.

LECTURA BREVE Ap 21, 10. 23

El ángel me transportó en espíritu a un monte altísimo y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios. La ciudad no necesita ni de sol ni de luna que la alumbren, porque la ilumina la gloria de Dios, y su lámpara es el Cordero.

RESPONSORIO BREVE

V. Lo coronaste, Señor, de gloria y dignidad. Aleluya, aleluya. 
R. Lo coronaste, Señor, de gloria y dignidad. Aleluya, aleluya. 

V. Lo colocaste por encima de todas tus creaturas.
R. Aleluya, aleluya. 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Lo coronaste, Señor, de gloria y dignidad. Aleluya, aleluya. 

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. De la nube salió una voz que dijo: «Este es mi Hijo amado, en quién tengo mis complacencias, escuchadlo». Aleluya.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. De la nube salió una voz que dijo: «Este es mi Hijo amado, en quién tengo mis complacencias, escuchadlo». Aleluya.

PRECES

Acudamos al Padre, que maravillosamente transfiguró a Jesucristo, nuestro Salvador, en el monte santo, y digámosle con fe:

Que tu luz, Señor, nos haga ver la luz.

Padre lleno de amor, tú que transfiguraste a tu Hijo amado en la montaña santa y, por medio de la nube luminosa, te manifestaste a ti mismo, 
haz que escuchemos siempre fielmente la voz de tu Hijo amado. 

Señor, tú que nos nutres de lo sabroso de tu casa y nos das a beber del torrente de tus delicias, 
haz que sepamos contemplar en la gloria de tu Hijo transfigurado nuestra futura condición gloriosa. 

Tú que hiciste que del seno de las tinieblas brillara la luz y has hecho brillar nuestros corazones para que contemplaran tu gloria en el rostro de Cristo, 
haz que tu Iglesia viva atenta a la contemplación de las maravillas de tu Hijo amado. 

Tú que nos has llamado con una vocación santa, por tu gracia manifestada con la aparición de nuestro Salvador, Cristo Jesús, 
ilumina a todos los hombres con el Evangelio, para que lleguen al conocimiento de la vida incorruptible.

Padre amantísimo, tú que nos has tenido un amor tan grande que has querido nos llamáramos hijos tuyos y que lo fuéramos en verdad,
haz que, cuando Cristo se manifieste en su gloria, nosotros seamos semejantes a él.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Ya que Dios nos ha llamado a ser sus hijos, acudamos a nuestro Padre, diciendo:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Señor Dios, que en la gloriosa transfiguración de Jesucristo confirmaste los misterios de la fe con el testimonio de Moisés y de Elías, y nos hiciste entrever en la gloria de tu Hijo la grandeza de nuestra definitiva adopción filial, haz que escuchemos siempre la voz de tu Hijo amado y lleguemos a ser un día sus coherederos en la gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 
Of La Tr Sx Nn Vs Cm

HORA TERCIA

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA

El trabajo, Señor, de cada día
nos sea por tu amor santificado,
convierte su dolor en alegría
de amor, que para dar tú nos has dado.

Paciente y larga es nuestra tarea
en la noche oscura del amor que espera;
dulce huésped del alma, al que flaquea
dale tu luz, tu fuerza que aligera.

En el alto gozoso del camino,
demos gracias a Dios, que nos concede
la esperanza sin fin del don divino;
todo lo puede en él quien nada puede. Amén.

SALMODIA

Ant. El Señor apareció transfigurado entre Moisés y Elías: así recibió el testimonio de la ley y de los profetas.

Salmo 118, 49-56

Recuerda la palabra que diste a tu siervo,
de la que hiciste mi esperanza;
éste es mi consuelo en la aflicción:
que tu promesa me da vida;
los insolentes me insultan sin parar,
pero yo no me aparto de tus mandatos.

Recordando tus antiguos mandamientos,
Señor, quedé consolado;
sentí indignación ante los malvados,
que abandonan tu voluntad;
tus leyes eran mi canción
en tierra extranjera.

De noche pronuncio tu nombre,
Señor, y velando, tus preceptos;
esto es lo que a mí me toca:
guardar tus decretos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 52 - NECEDAD DE LOS PECADORES

Dice el necio para si:
«No hay Dios.»
Se han corrompido cometiendo abominaciones,
no hay quien obre bien.

Dios observa desde el cielo 
a los hijos de Adán,
para ver si hay alguno sensato
que busque a Dios.

Todos se extravían
igualmente obstinados,
no hay uno que obre bien,
ni uno solo.

Pero ¿no aprenderán los malhechores
que devoran a mi pueblo como pan
y no invocan al Señor?

Pues temblarán de espanto,
porque Dios esparce los huesos del agresor,
y serán derrotados,
porque Dios los rechaza.

¡Ojalá venga desde Sión
la salvación de lsrael!
Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblo,
se alegrará Jacob y gozará Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 53, 3-6. 8-9 - PETICIÓN DE AUXILIO

¡Oh Dios!, sálvame por tu nombre,
sal por mí con tu poder.
¡Oh Dios!, escucha mi súplica,
atiende a mis palabras:

porque unos insolentes se alzan contra mí,
y hombres violentos me persiguen a muerte
sin tener presente a Dios.

Pero Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida.

Te ofreceré un sacrificio voluntario
dando gracias a tu nombre, que es bueno;
porque me libraste del peligro
y he visto la derrota de mis enemigos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor apareció transfigurado entre Moisés y Elías: así recibió el testimonio de la ley y de los profetas.

LECTURA BREVE Ex 19, 9

El Señor dijo a Moisés: «Voy a acercarme a ti en una densa nube, para que el pueblo pueda escuchar lo que te digo y te crea en adelante.»

V. Eres el más bello de los hombres.
R. En tus labios se derrama la gracia.

ORACIÓN

OREMOS,
Señor Dios, que en la gloriosa transfiguración de Jesucristo confirmaste los misterios de la fe con el testimonio de Moisés y de Elías, y nos hiciste entrever en la gloria de tu Hijo la grandeza de nuestra definitiva adopción filial, haz que escuchemos siempre la voz de tu Hijo amado y lleguemos a ser un día sus coherederos en la gloria. Por Cristo nuestro Señor.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 
Of La Tr Sx Nn Vs Cm

HORA SEXTA

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: ESTE MUNDO DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.

Este mundo del hombre en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.

Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.

Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.

SALMODIA

Ant. El Señor Dios, nuestro Salvador, ha hecho brillar la vida y la inmortalidad por el Evangelio.

Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,

como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor Dios, nuestro Salvador, ha hecho brillar la vida y la inmortalidad por el Evangelio.

LECTURA BREVE Ex 33, 9. 11

En cuanto Moisés entraba en la Tienda de la Reunión, la columna de nube bajaba y se quedaba a la entrada de la tienda, mientras él hablaba con el Señor, y el Señor hablaba con Moisés. El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con un amigo.

V. Contemplad al Señor y quedaréis radiantes.
R. Vuestro rostro no se avergonzará.

ORACIÓN

OREMOS,
Señor Dios, que en la gloriosa transfiguración de Jesucristo confirmaste los misterios de la fe con el testimonio de Moisés y de Elías, y nos hiciste entrever en la gloria de tu Hijo la grandeza de nuestra definitiva adopción filial, haz que escuchemos siempre la voz de tu Hijo amado y lleguemos a ser un día sus coherederos en la gloria. Por Cristo nuestro Señor.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 
Of La Tr Sx Nn Vs Cm

HORA NONA

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: DANOS, SEÑOR, LA FIRME VOLUNTAD

Danos, Señor, la firme voluntad,
compañera y sostén de la virtud,
que sabe en la fatiga hallar quietud
y en medio de las sombras claridad:

La que trueca en tesón la veleidad,
y el ocio en perennal solicitud,
y las ásperas fiebres en salud
y los torpes engaños en verdad.

Y así conseguirá mi corazón
que los favores que a tu amor debí
le ofrezcan algún fruto en galardón.

Y aún tú, Señor, conseguirás así
que no llegue a romper mi confusión
la imagen tuya que pusiste en mi. Amén.

SALMODIA

Ant. Al oír la voz del Padre, los discípulos cayeron sobre sus rostros, sobrecogidos de temor.

Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO

¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!

Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Al oír la voz del Padre, los discípulos cayeron sobre sus rostros, sobrecogidos de temor.

LECTURA BREVE 2Co 3, 18

Todos nosotros, reflejando como en un espejo en nuestro rostro descubierto la gloria del Señor, nos vamos transformando en su propia imagen, hacia una gloria cada vez mayor, por la acción del Señor, que es espíritu.

V. En ti, Señor, está la fuente viva.
R. Y tu luz nos hace ver la luz.

ORACIÓN

OREMOS,
Señor Dios, que en la gloriosa transfiguración de Jesucristo confirmaste los misterios de la fe con el testimonio de Moisés y de Elías, y nos hiciste entrever en la gloria de tu Hijo la grandeza de nuestra definitiva adopción filial, haz que escuchemos siempre la voz de tu Hijo amado y lleguemos a ser un día sus coherederos en la gloria. Por Cristo nuestro Señor.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 
Of La Tr Sx Nn Vs Cm

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: EN LA CUMBRE DEL MONTE.

En la cumbre del monte, 
su cuerpo de barro 
se vistió de soles.

En la cumbre del monte, 
su veste de nieve 
se cuajó de flores.

En la cumbre del monte, 
excelso misterio:
Cristo, Dios y hombre.

En la cumbre del monte, 
a la fe se abrieron
nuestros corazones. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un alto monte, y se transfiguró en su presencia.

Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos 
estrado de tus pies.»

Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.

En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un alto monte, y se transfiguró en su presencia.

Ant 2. Una nube brillante los envolvió y de la nube salió una voz que dijo: «Éste es mi Hijo amado, en quién tengo mis complacencias».

Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Una nube brillante los envolvió y de la nube salió una voz que dijo: «Éste es mi Hijo amado, en quién tengo mis complacencias».

Ant 3. Cuando bajaban del monte, les dio Jesús esta orden: «A nadie deis a conocer esta visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos». Aleluya.

Cántico Cf. 1Tm 3, 16

R. Alabad al Señor, todas las naciones.
Cristo, manifestado en fragilidad humana, santificado por el Espíritu.

R. Alabad al Señor, todas las naciones.
Cristo, mostrado a los ángeles, proclamado a los gentiles.

R. Alabad al Señor, todas las naciones.
Cristo, objeto de fe para el mundo, elevado a la gloria.

R. Alabad al Señor, todas las naciones.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Cuando bajaban del monte, les dio Jesús esta orden: «A nadie deis a conocer esta visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos». Aleluya.

LECTURA BREVE   Rm 8, 16-17

El mismo Espíritu se une a nosotros para testificar que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también somos herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, si es que padecemos juntamente con Cristo, para ser glorificados juntamente con él.

RESPONSORIO BREVE

V. Honor y majestad lo preceden. Aleluya, aleluya.
R. Honor y majestad lo preceden. Aleluya, aleluya.

V. Fuerza y esplendor están en su templo.
R. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Honor y majestad lo preceden. Aleluya, aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Al oír la voz, los discípulos cayeron sobre sus rostros, sobrecogidos de temor; pero Jesús se llegó a ellos y, tocándolos con la mano, les dijo: «Levantaos, no tengáis miedo». Aleluya.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Al oír la voz, los discípulos cayeron sobre sus rostros, sobrecogidos de temor; pero Jesús se llegó a ellos y, tocándolos con la mano, les dijo: «Levantaos, no tengáis miedo». Aleluya.

PRECES

Acudamos a nuestro Salvador, maravillosamente transfigurado ante sus discípulos en el monte santo, y digámosle con fe:

Ilumina, Señor, nuestras tinieblas.

Oh Cristo, que, antes de entregarte a la pasión, quisiste manifestar en tu cuerpo transfigurado la gloria de la resurrección futura, te pedimos por la Iglesia que sufre:
que, en medio de las dificultades del mundo, viva transfigurada por la esperanza de tu victoria.

Cristo, Señor nuestro, que tomando a Pedro, Santiago y Juan los llevaste contigo a un monte alto, te pedimos por el papa Benedicto XVI y por los obispos:
que, llenos de aquella paz y alegría que son fruto de la esperanza en la resurrección, sirvan fielmente a tu pueblo.

Cristo Jesús, que desde el monte santo hiciste brillar tu rostro sobre Moisés y Elías, te pedimos por Israel, el pueblo que hiciste tuyo desde tiempos antiguos:
concédele que alcance la plenitud de la redención.

Cristo, esperanza nuestra, que iluminaste al mundo entero cuando sobre ti amaneció la gloria del Creador, te pedimos por todos los hombres de buena voluntad:
haz que caminen siempre siguiendo el resplandor de tu luz.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Cristo, Salvador nuestro, que transformarás nuestro frágil cuerpo en cuerpo glorioso como el tuyo, te pedimos por nuestros hermanos difuntos:
transfórmalos a imagen tuya y admítelos ya en tu gloria.

Llenos de esperanza, oremos al Padre como Cristo nos enseñó:

Padre nuestro...

ORACION

Señor Dios, que en la gloriosa transfiguración de Jesucristo confirmaste los misterios de la fe con el testimonio de Moisés y de Elías, y nos hiciste entrever en la gloria de tu Hijo la grandeza de nuestra definitiva adopción filial, haz que escuchemos siempre la voz de tu Hijo amado y lleguemos a ser un día sus coherederos en la gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.



Of La Tr Sx Nn Vs Cm

COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

EXAMEN DE CONCIENCIA

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Himno: CRISTO, SEÑOR DE LA NOCHE

Cristo, Señor de la noche,
que disipas las tinieblas:
mientras los cuerpos reposan,
se tú nuestro centinela. 

Después de tanta fatiga,
después de tanta dureza, 
acógenos en tus brazos 
y danos noche serena. 

Si nuestros ojos se duermen,
que el alma esté siempre en vela;
en paz cierra nuestros párpados
para que cesen las penas. 

Y que al despuntar el alba,
otra vez con fuerzas nuevas,
te demos gracias, oh Cristo,
por la vida que comienza. Amén.

SALMODIA

Ant. No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.

Salmo 142, 1-11 - LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA

Señor, escucha mi oración;
tú que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.

El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados.
mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.

Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.

Escúchame en seguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.

En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti;
indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.

Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.

Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia, sácame de la angustia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.

LECTURA BREVE 1Pe 5,8-9

Sed sobrios, estad despiertos: vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar; resistidle, firmes en la fe. 


RESPONSORIO BREVE

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

ORACIÓN

OREMOS,
Ilumina, Señor, nuestra noche y concédenos un descanso tranquilo; que mañana nos levantemos en tu nombre y podamos contemplar, con salud y gozo, el clarear del nuevo día. Por Cristo nuestro Señor.
Amén

BENDICIÓN

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.

ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.

 
Of La Tr Sx Nn Vs Cm

 

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4 agosto 2013 7 04 /08 /agosto /2013 20:20

Liturgia de las Horas. Lunes XVIII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C. 5 de agosto, 2013.

II Semana del Salterio

Feria

INVITATORIO

Si Laudes es la primera celebración del día:
    V. Señor, abre mis labios.
    R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

    A continuación se dice el salmo Invitatorio, con la antífona:
  Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.

Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
 
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
+ entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
 
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
 
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
 
Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
 
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Si antes de Laudes se ha celebrado el Oficio de lectura:
    V. Dios mío, ven en mi auxilio.
    R. Señor, date prisa en socorrerme.
        Gloria. Aleluya.

Al final de cada salmo o cantico se reza el Gloria

LECTUTA – LAUDES – INTERMEDIA – VISPERAS - COMPLETAS

 

 

Oficio de lectura
 
 
HIMNO
 
En el principio, tu Palabra.
Antes que el sol ardiera,
antes del mar y las montañas,
antes de las constelaciones,
nos amó tu Palabra.
 
Desde tu seno, Padre,
era sonrisa su mirada,
era ternura su sonrisa,
era calor de brasa.
En el principio, tu Palabra.
 
Todo se hizo de nuevo,
todo salió sin mancha,
desde el arrullo del río
hasta el rocío y la escarcha;
nuevo el canto de los pájaros,
porque habló tu Palabra.
 
Y nos sigues hablando todo el día,
aunque matemos la mañana
y desperdiciemos la tarde,
y asesinemos la alborada.
Como una espada de fuego,
en el principio, tu Palabra.
 
Llénanos de tu presencia, Padre;
Espíritu, satúranos de tu fragancia;
danos palabras para responderte,
Hijo, eterna Palabra. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant.1: Inclina, Señor, tu oído hacia mí; ven a librarme.
 
Salmo 30, 2-17. 20-25
SÚPLICA CONFIADA Y ACCIÓN DE GRACIAS

Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. (Lc 23, 46)

I
 
A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí;
 
ven aprisa a librarme,
sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
 
por tu nombre dirígeme y guíame:
sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.
 
En tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás;
tú aborreces a los que veneran ídolos inertes,
pero yo confío en el Señor;
tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
 
Te has fijado en mi aflicción,
velas por mi vida en peligro;
no me has entregado en manos del enemigo,
has puesto mis pies en un camino ancho.
 
Ant.1: Inclina, Señor, tu oído hacia mí; ven a librarme.
 
 
Ant. 2: Haz brillar, Señor, tu rostro sobre tu siervo.
 
II
 
Piedad, Señor, que estoy en peligro:
se consumen de dolor mis ojos,
mi garganta y mis entrañas.
 
Mi vida se gasta en el dolor;
mis años, en los gemidos;
mi vigor decae con las penas,
mis huesos se consumen.
 
Soy la burla de todos mis enemigos,
la irrisión de mis vecinos,
el espanto de mis conocidos:
me ven por la calle y escapan de mí.
Me han olvidado como a un muerto,
me han desechado como a un cacharro inútil.
 
Oigo las burlas de la gente,
y todo me da miedo;
se conjuran contra mí
y traman quitarme la vida.
 
Pero yo confío en ti, Señor,
te digo: «Tú eres mi Dios.»
En tu mano está mi destino:
líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
 
Ant. 2: Haz brillar, Señor, tu rostro sobre tu siervo.
 
 
Ant. 3: Bendito sea el Señor, que ha hecho por mí prodigios de misericordia.
 
III
 
¡Qué bondad tan grande, Señor,
reservas para tus fieles,
y concedes a los que a ti se acogen
a la vista de todos!
 
En el asilo de tu presencia los escondes
de las conjuras humanas;
los ocultas en tu tabernáculo,
frente a las lenguas pendencieras.
 
Bendito el Señor, que ha hecho por mí
prodigios de misericordia
en la ciudad amurallada.
 
Yo decía en mi ansiedad:
«Me has arrojado de tu vista»;
pero tú escuchaste mi voz suplicante
cuando yo te gritaba.
 
Amad al Señor, fieles suyos;
el Señor guarda a sus leales,
y a los soberbios les paga con creces.
 
Sed fuertes y valientes de corazón 
los que esperáis en el Señor.
 
Ant. 3: Bendito sea el Señor, que ha hecho por mí prodigios de misericordia.
 
V. Enséñame, Señor, a caminar con lealtad.
R. Porque tú eres mi Dios y Salvador.
 
 
Lecturas y Oración:
 
Semanas: 2 - 6 - 10 - 14 - 18 - 22 - 26 - 30 - 34
 
 
CONCLUSIÓN
 
Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
 
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
 
 
 
Laudes
 
 
HIMNO
 
Alfarero del hombre, mano trabajadora
que, de los hondos limos iniciales,
convocas a los pájaros a la primera aurora,
al pasto los primeros animales.
 
De mañana te busco, hecho de luz concreta,
de espacio puro y tierra amanecida.
De mañana te encuentro, vigor, origen, meta
de los profundos ríos de la vida.
 
El árbol toma cuerpo, y el agua melodía;
tus manos son recientes en la rosa;
se espesa la abundancia del mundo a mediodía
y estás de corazón en cada cosa.
 
No hay brisa si no alientas, monte si no estás dentro,
ni soledad en que no te hagas fuerte.
Todo es presencia y gracia; vivir es este encuentro:
tú, por la luz; el hombre, por la muerte.
 
¡Que se acabe el pecado! ¡Mira que es desdecirte
dejar tanta hermosura en tanta guerra!
Que el hombre no te obligue, Señor, a arrepentirte
de haberle dado un día las llaves de la tierra. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant. 1: ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
 
Salmo 41
DESEO DEL SEÑOR Y ANSIAS DE CONTEMPLAR EL TEMPLO

El que tenga sed y quiera, que venga a beber el agua de la vida (Ap 22, 17)

Como busca la cierva 
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío;
 
tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?
 
Las lágrimas son mi pan
noche y día,
mientras todo el día me repiten:
“¿Dónde está tu Dios?”
 
Recuerdo otros tiempos,
y mi alma desfallece de tristeza:
cómo marchaba a la cabeza del grupo,
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta.
 
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
“Salud de mi rostro, Dios mío.”
 
Cuando mi alma se acongoja,
te recuerdo,
desde el Jordán y el Hermón 
y el Monte Menor.
 
Una sima grita a otra sima
con voz de cascadas:
tus torrentes y tus olas
me han arrollado.
 
De día el Señor
me hará misericordia,
de noche cantaré la alabanza
del Dios de mi vida.
 
Diré a Dios: Roca mía,
¿por qué me olvidas?
¿por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?
 
Se me rompen los huesos
por las burlas del adversario;
todo el día me preguntan:
«¿Dónde está tu Dios?»
 
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
 
Ant. 1: ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
 
 
Ant. 2: Muéstranos, Señor, tu gloria y tu compasión.
 
Cántico     Sir 36, 1-7. 13-16
SÚPLICA EN FAVOR DE LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios
verdadero, y a tu enviado Jesucristo. (Jn 17, 3)

Sálvanos, Dios del universo,
infunde tu terror a todas las naciones;
amenaza con tu mano al pueblo extranjero,
para que sienta tu poder.
 
Como les mostraste tu santidad al castigarnos,
muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos,
para que sepan, como nosotros lo sabemos,
que no hay Dios fuera de ti.
 
Renueva los prodigios, repite los portentos,
exalta tu mano, robustece tu brazo.
 
Reúne a todas las tribus de Jacob
y dales su heredad como antiguamente.
 
Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre,
de Israel, a quien nombraste tu primogénito.
Ten compasión de tu ciudad santa,
de Jerusalén, lugar de tu reposo.
 
Llena a Sión de tu majestad
y al templo, de tu gloria.
 
Ant. 2: Muéstranos, Señor, tu gloria y tu compasión.
 
 
Ant. 3: Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
 
Salmo 18 A
ALABANZA AL DIOS CREADOR DEL UNIVERSO

Nos visitará el sol que nace de lo alto...para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. (Lc 1,78-79)

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo murmura.
 
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.
 
Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.
 
Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.
 
Ant. 3: Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
 
 
LECTURA BREVE     Jr 15, 16
 
Cuando encontraba palabras tuyas las devoraba; tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque tu nombre fue pronunciado sobre mí, ¡Señor, Dios de los ejércitos!
 
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.
R. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.
 
V. Cantadle un cántico nuevo.
R. Que merece la alabanza de los buenos.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.
 
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant.: Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo.
 
Cántico de Zacarías     Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
 
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
 
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
 
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
 
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
 
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
 
Ant.: Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo.
 
 
PRECES
 
Demos gracias a nuestro Salvador que ha hecho de nosotros un pueblo de reyes y sacerdotes, y digámosle:
 
    Consérvanos, Señor, en tu servicio.
 
Señor Jesús, sacerdote eterno, que has querido que tu pueblo participara de tu sacerdocio:
    haz que ofrezcamos siempre sacrificios espirituales, agradables al Padre.
 
Danos, Señor, la abundancia de los frutos del Espíritu Santo:
    comprensión, bondad, amabilidad.
 
Que la luz de la fe ilumine este nuevo día
    y que durante el mismo caminemos por las sendas del amor.
 
Haz que busquemos siempre el bien de nuestros hermanos
    y les ayudemos a progresar en su salvación.
 
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
 
Con el gozo que nos da el sabernos hijos de Dios, digamos confiadamente: Padre nuestro.
 
 
Oración
 
Señor, Dios todopoderoso, que nos has hecho llegar al comienzo de este día: danos tu ayuda para que no caigamos hoy en pecado, sino que nuestras palabras, pensamientos y acciones sigan el camino de tus mandatos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
 
 
CONCLUSIÓN
 
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
 
 
 
hora intermedia
 
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.
 
 
HIMNO
 
TERCIA
 
Ven del seno de Dios, oh Santo Espíritu,
a visitar las mentes de tus fieles;
y haz que los corazones que creaste
se llenen con tus dádivas celestes.
 
Ilumine tu luz nuestros sentidos,
encienda el fuego de tu amor los pechos;
Espíritu de Cristo, fortalece
este barro mortal de nuestros corazones.
 
Danos, Amor, tu amor y la alegría
de conocer al Padre y a su Hijo,
de poseerte a ti que eres de entreambos
eternamente el inefable Espíritu. Amén.
 
O bien, fuera de los domingos y de las solemnidades:
 
El trabajo, Señor, de cada día
nos sea por tu amor santificado,
convierte su dolor en alegría
de amor, que para dar tú nos has dado.
 
Paciente y larga es nuestra tarea
en la noche oscura del amor que espera;
dulce huésped del alma, al que flaquea
dale tu luz, tu fuerza que aligera.
 
En el alto gozoso del camino,
demos gracias a Dios, que nos concede
la esperanza sin fin del don divino;
todo lo puede en él quien nada puede. Amén.
 
 
SEXTA
 
En los domingos:
 
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.
 
Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.
 
Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.
 
Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén.
 
O bien, fuera de los domingos y de las solemnidades:
 
El pan de cada día
dánoslo hoy, Señor, a manos llenas;
convierte en alegría
nuestras labores buenas
y acaricia el dolor de nuestras penas.
 
¡Horas de tedio largas
sin la presencia buena de tus manos!
¡Ay, las horas amargas
nos vuelven inhumanos,
si no abrimos el alma a los hermanos!
 
Santifica el momento
de este ruido tenaz, de esta fatiga.
Busquemos el aliento de tu presencia amiga
que acreciente el esfuerzo y nos bendiga. Amén.
 
O bien, tanto en los domingos como en las ferias:
 
Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.
 
Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.
 
Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.
 
 
NONA
 
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.
 
Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.
 
Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.
 
O bien:
 
Danos, Señor, la firme voluntad,
compañera y sostén de la virtud,
que sabe en la fatiga hallar quietud
y en medio de las sombras claridad:
 
La que trueca en tesón la veleidad,
y el ocio en perennal solicitud,
y las ásperas fiebres en salud
y los torpes engaños en verdad.
 
Y así conseguirá mi corazón
que los favores que a tu amor debí
le ofrezcan algún fruto en galardón.
 
Y aún tú, Señor, conseguirás así
que no llegue a romper mi confusión
la imagen tuya que pusiste en mi. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant. 1: ¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen!
 
Salmo 118, 41-48
 
Señor, que me alcance tu favor,
tu salvación según tu promesa:
así responderé a los que me injurian,
que confío en tu palabra;
no quites de mi boca las palabras sinceras,
porque yo espero en tus mandamientos.
 
Cumpliré sin cesar tu voluntad,
por siempre jamás;
andaré por un camino ancho,
buscando tus decretos;
comentaré tus preceptos ante los reyes,
y no me avergonzaré.
 
Serán mi delicia tus mandatos,
que tanto amo;
levantaré mis manos hacia ti
recitando tus mandatos.
 
Ant. 1: ¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen!
 
 
Ant. 2: Mi alimento es hacer la voluntad del Padre.
 
Salmo 39, 2-14. 17-18
ACCIÓN DE GRACIAS Y PETICIÓN DE AUXILIO

No quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo. (Hb 10, 5)

I
 
Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito;
me levantó de la fosa fatal,
de la charca fangosa;
afianzó mis pies sobre roca,
y aseguró mis pasos;
 
me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.
Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos
y confiaron en el Señor.
 
Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor,
y no acude a los idólatras,
que se extravían con engaños.
 
¡Cuántas maravillas has hecho,
Señor, Dios mío,
cuántos planes en favor nuestro!
Nadie se te puede comparar:
intento proclamarlas, decirlas,
pero superan todo número.
 
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy
-como está escrito en mi libro-
para hacer tu voluntad.»
 
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas.
 
Ant. 2: Mi alimento es hacer la voluntad del Padre.
 
 
Ant. 3: Yo soy pobre, pero el Señor cuida de mí.
 
II
 
He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes.
 
No me he guardado en el pecho tu defensa,
he proclamado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia y tu lealtad
ante la gran asamblea.
 
Tú, Señor, no me niegues tu clemencia,
que tu misericordia y tu lealtad me guarden siempre,
porque me cercan desgracias sin cuento.
 
Se me echan encima mis culpas,
y no puedo huir;
son más que los cabellos de mi cabeza,
y me falta el valor.
 
Señor, dígnate librarme;
Señor, date prisa en socorrerme.
Alégrense y gocen contigo
todos los que te buscan;
digan siempre: «Grande es el Señor», 
los que desean tu salvación.
Yo soy pobre y desdichado,
pero el Señor cuida de mí;
tú eres mi auxilio y mi liberación:
Dios mío, no tardes.
 
Ant. 3: Yo soy pobre, pero el Señor cuida de mí.
 
 
LECTURA BREVE
 
Tercia     Jr 31, 33
 
Así será la alianza que haré con la casa de Israel, después de aquellos días -oráculo del Señor-: Pondré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
 
V. Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
R. No me arrojes lejos de tu rostro.
 
Oremos:
 
Padre óptimo, Dios nuestro, tú has querido que los hombres trabajemos de tal modo, que, cooperando unos con otros, alcancemos éxitos cada vez mejor logrados; ayúdanos, pues, a vivir en medio de nuestros trabajos, sintiéndonos siempre hijos tuyos y hermanos de todos los hombres. Por- Cristo nuestro Señor.
 
Sexta     Jr 32, 40
 
Haré con ellos alianza eterna y no cesaré de hacerles bien. Pondré en sus corazones mi temor para que no se aparten de mí.
 
V. De Dios viene mi salvación y mi gloria.
R. Él es mi refugio.
 
Oremos:
 
Señor, tú eres el dueño de, la viña y de los sembrados, tú el que repartes las tareas y distribuyes el justo salario a los trabajadores: ayúdanos a soportar el peso del día y el calor de la jornada sin quejamos nunca de tus planes. Por Cristo nuestro Señor.
 
Nona     Ez 34, 31
 
Dice el Señor Dios: «Vosotros sois rebaño mío, ovejas de mi grey; y yo soy vuestro Dios.»
 
V. El Señor es mi pastor, nada me falta.
R. En verdes praderas me hace recostar.
 
Oremos
 
Tú nos has convocado, Señor, en tu presencia en esta misma hora en que los apóstoles subían al templo para la, oración de la tarde: concédenos que las súplicas que ahora te dirigimos en nombre de Jesús, tu Hijo, alcancen la salvación a cuantos lo invocan. Por Cristo nuestro Señor.
 
 
CONCLUSIÓN
 
Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
 
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
 
 
 
Vísperas
 
 
INVOCACIÓN INICIAL
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.
 
 
HIMNO
 
Presentemos a Dios nuestras tareas,
levantemos orantes nuestras manos,
porque hemos realizado nuestras vidas
por el trabajo.
 
Cuando la tarde pide ya descanso
y Dios está más cerca de nosotros,
es hora de encontrarnos en sus manos,
llenos de gozo.
 
En vano trabajamos la jornada,
hemos corrido en vano hora tras hora,
si la esperanza no enciende sus rayos
en nuestra sombra.
 
Hemos topado a Dios en el bullicio,
Dios se cansó conmigo en el trabajo;
es hora de buscar a Dios adentro,
enamorado.
 
La tarde es un trisagio de alabanza,
la tarde tiene fuego del Espíritu:
adoremos al Padre en nuestras obras,
adoremos al Hijo. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant. 1: Eres el más bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia.
 
Salmo 44
LAS NUPCIAS DEL REY

¡Llega el esposo, salid a recibirlo! (Mt 25, 6)

I
 
Me brota del corazón un poema bello,
recito mis versos a un rey;
mi lengua es ágil pluma de escribano.
 
Eres el más bello de los hombres,
en tus labios se derrama la gracia,
el Señor te bendice eternamente.
 
Cíñete al flanco la espada, valiente:
es tu gala y tu orgullo;
cabalga victorioso por la verdad y la justicia,
tu diestra te enseñe a realizar proezas.
Tus flechas son agudas, los pueblos se te rinden,
se acobardan los enemigos del rey.
 
Tu trono, ¡oh dios!, permanece para siempre;
cetro de rectitud es tu cetro real;
has amado la justicia y odiado la impiedad:
por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido
con aceite de júbilo entre todos tus compañeros.
 
A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas.
Hijas de reyes salen a tu encuentro,
de pie a tu derecha está la reina
enjoyada con oro de Ofir.
 
Ant. 1: Eres el más bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia.
 
 
Ant. 2: Llega el esposo, salid a recibirlo.
 
II
 
Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza,
póstrate ante él, que él es tu señor.
La ciudad de Tiro viene con regalos,
los pueblos más ricos buscan tu favor.
 
Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras:
las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
 
«A cambio de tus padres tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra.»
 
Quiero hacer memorable tu nombre
por generaciones y generaciones,
y los pueblos te alabarán
por los siglos de los siglos.
 
Ant. 2: Llega el esposo, salid a recibirlo.
 
 
Ant. 3: Dios proyectó hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, cuando llegase el momento culminante.
 
Cántico     Ef 1, 3-10
EL PLAN DIVINO DE LA SALVACIÓN
 
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo, 
que nos ha bendecido en la persona de Cristo 
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
 
El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados 
e irreprochables ante él por el amor.
 
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
 
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
 
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas
tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
 
Ant. 3: Dios proyectó hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, cuando llegase el momento culminante.
 
 
LECTURA BREVE     1Ts 2, 13
 
Nosotros continuamente damos gracias a Dios; porque habiendo recibido la palabra de Dios predicada por nosotros, la acogisteis, no como palabra humana, sino -como es en realidad- como palabra de Dios, que ejerce su acción en vosotros, los creyentes.
 
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. Suba, Señor, a ti mi oración.
R. Suba, Señor, a ti mi oración.
 
V. Como incienso en tu presencia.
R. A ti mi oración.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
R. Suba, Señor, a ti mi oración.
 
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant.: Proclame mi alma tu grandeza, Dios mío.
 
Cántico de la Santísima Virgen María    Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR
 
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
 
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
 
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
 
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
 
Ant.: Proclame mi alma tu grandeza, Dios mío.
 
 
PRECES
 
Alabemos a Cristo, que ama a la Iglesia y le da alimento y calor, y roguémosle confiados diciendo:
 
    Atiende, Señor, los deseos de tu pueblo.
 
Haz, Señor, que todos los hombres se salven
    y lleguen al conocimiento de la verdad.
 
Guarda con tu protección al papa N. y a nuestro obispo N.,
    ayúdalos con el poder de tu brazo.
 
Ten compasión de los que no encuentran trabajo
    y haz que consigan un empleo digno y estable.
 
Señor, sé refugio de los oprimidos
    y protégelos en todas sus necesidades.
 
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
 
Te pedimos por el eterno descanso de los que durante su vida ejercieron el ministerio para el bien de tu Iglesia:
    que también te celebren eternamente en tu reino.
 
Fieles a la recomendación del Salvador nos atrevemos a decir: Padre nuestro.
 
 
Oración
 
Dios todopoderoso y eterno, que has querido asistirnos en el trabajo que nosotros, tus siervos inútiles, hemos realizado hoy, te pedimos que, al llegar al término de este día, acojas benignamente nuestro sacrificio vespertino de acción de gracias y recibas con bondad la alabanza que te dirigimos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
 
 
CONCLUSIÓN
 
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
 
 
 
Completas
 
 
INVOCACIÓN INICIAL
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.
 
 
EXAMEN DE CONCIENCIA
 
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia, el cual en la celebración comunitaria puede concluirse con alguna de las fórmulas del acto penitencial de la misa.
 
 
HIMNO
 
Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.
 
Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.
 
Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.
 
Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.
 
O bien:
 
Cristo, Señor de la noche,
que disipas las tinieblas:
mientras los cuerpos reposan,
se tú nuestro centinela.
 
Después de tanta fatiga,
después de tanta dureza,
acógenos en tus brazos
y danos noche serena.
 
Si nuestros ojos se duermen,
que el alma esté siempre en vela;
en paz cierra nuestros párpados
para que cesen las penas.
 
Y que al despuntar el alba,
otra vez con fuerzas nuevas,
te demos gracias, oh Cristo,
por la vida que comienza. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant.: Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.
 
Salmo 85
ORACIÓN DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES

Bendito sea Dios, que nos consuela en todas nuestras luchas. (2 Co 1, 3. 4)

Inclina tu oído, Señor; escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.
 
Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;
 
porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.
 
En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.
 
Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios.»
 
Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.
 
Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu grande piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.
 
Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.
 
Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.
 
Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.
 
Ant.: Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.
 
 
LECTURA BREVE     1Ts 5, 9-10
 
Dios nos ha puesto para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros, para que, velando o durmiendo, vivamos junto con él.
 
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
 
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
 
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
 
Cántico de Simeón     Lc 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL
 
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
 
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
 
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
 
Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
 
 
Oración
 
Concede, Señor, a nuestros cuerpos fatigados el descanso necesario, y haz que la simiente del reino que con nuestro trabajo hemos sembrado hoy crezca y germine para la cosecha de la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor.
 
 
CONCLUSIÓN
 
Bendición
 
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
 
 
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

I
 
Madre del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella de mar,
 
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.
 
Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.
 
Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
 
II
 
Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.
 
Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.
 
III
 
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.
 
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.
 
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
 
Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
 
IV
 
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita.

 

Fuente: Liturgia de las Horas (Tomo IV)

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2 agosto 2013 5 02 /08 /agosto /2013 21:29

Liturgia de las Horas. XVIII Domingo, Tiempo Ordinario. Ciclo C. 4 de agosto, 2013.

II Semana del Salterio

Propio.

INVITATORIO

Si Laudes es la primera celebración del día:
V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

    A continuación se dice el salmo Invitatorio con la antífona:
 Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya.

Al final de cada salmo o cantico se reza el Gloria

Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
 
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
+ entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
 
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
 
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
 
Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
 
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Si antes de Laudes se ha celebrado el Oficio de lectura:
    V. Dios mío, ven en mi auxilio.
    R. Señor, date prisa en socorrerme.
        Gloria. Aleluya.

 

 

LECTURA – LAUDES – MEDIA – VISPERAS - COMPLETAS

Oficio de lectura
 
 
HIMNO
 
Que doblen las campanas jubilosas,
y proclamen el triunfo del amor,
y llenen nuestras almas de aleluyas,
de gozo y esperanza en el Señor.
 
Los sellos de la muerte han sido rotos,
la vida para siempre es libertad,
ni la muerte ni el mal son para el hombre
su destino, su última verdad.
 
Derrotados la muerte y el pecado,
es de Dios toda historia y su final;
esperad con confianza su venida:
no temáis, con vosotros él está.
 
Volverán encrespadas tempestades
para hundir vuestra fe y vuestra verdad,
es más fuerte que el mal y que su embate
el poder del Señor, que os salvará.
 
Aleluyas cantemos a Dios Padre,
aleluyas al Hijo salvador,
su Espíritu corone la alegría
que su amor derramó en el corazón. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant. 1: Señor, Dios mío, te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. Aleluya.
 
Salmo 103
HIMNO AL DIOS CREADOR

El que es de Cristo es una creatura nueva: lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. (2Co 5, 17)

I
 
Bendice, alma mía, al Señor:
¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto.
 
Extiendes los cielos como una tienda,
construyes tu morada sobre las aguas;
las nubes te sirven de carroza,
avanzas en las alas del viento;
los vientos te sirven de mensajeros;
el fuego llameante, de ministro.

Asentaste la tierra sobre sus cimientos,
y no vacilará jamás;
la cubriste con el manto del océano,
y las aguas se posaron sobre las montañas;

pero a tu bramido huyeron,
al fragor de tu trueno se precipitaron,
mientras subían los montes y bajaban los valles:
cada cual al puesto asignado.
Trazaste una frontera que no traspasarán,
y no volverán a cubrir la tierra.

De los manantiales sacas los ríos,
para que fluyan entre los montes;
en ellos beben las fieras de los campos,
el asno salvaje apaga su sed;
junto a ellos habitan las aves del cielo,
y entre las frondas se oye su canto.

Ant.1: Señor, Dios mío, te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. Aleluya.


Ant. 2: El Señor saca pan de los campos y alegrar el corazón del hombre. Aleluya.

II

Desde tu morada riegas los montes,
y la tierra se sacia de tu acción fecunda;
haces brotar hierba para los ganados,
y forraje para los que sirven al hombre.

Él saca pan de los campos,
y vino que le alegra el corazón;
y aceite que da brillo a su rostro,
y alimento que le da fuerzas.

Se llenan de savia los árboles del Señor,
los cedros del Líbano que él plantó:
allí anidan los pájaros,
en su cima pone casa la cigüeña.
Los riscos son para las cabras,
las peñas son madriguera de erizos.

Hiciste la luna con sus fases,
el sol conoce su ocaso.
Pones las tinieblas y viene la noche
y rondan las fieras de la selva;
los cachorros rugen por la presa,
reclamando a Dios su comida.

Cuando brilla el sol, se retiran,
y se tumban en sus guaridas;
el hombre sale a sus faenas,
a su labranza hasta el atardecer.

Ant. 2: El Señor saca pan de los campos y vino para alegrar el corazón del hombre. Aleluya.


Ant. 3: Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno. Aleluya.

III

¡Cuántas son tus obras, Señor,
y todas las hiciste con sabiduría!;
la tierra está llena de tus creaturas.

Ahí está el mar: ancho y dilatado,
en él bullen, sin número,
animales pequeños y grandes;
lo surcan las naves, y el Leviatán
que modelaste para que retoce.

Todos ellos aguardan
a que les eches comida a su tiempo:
se la echas, y la atrapan;
abres tu mano, y se sacian de bienes;

escondes tu rostro, y se espantan;
les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra.

Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Cuando él mira la tierra, ella tiembla;
cuando toca los montes, humean.

Cantaré al Señor mientras viva,
tocaré para mi Dios mientras exista:
que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor.

Que se acaben los pecadores en la tierra,
que los malvados no existan más.
¡Bendice, alma mía, al Señor!

Ant. 3: Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno. Aleluya.


V. Dichosos vuestros ojos porque ven.
R. Y vuestros oídos porque oyen.


PRIMERA LECTURA

Año I:

Del primer libro de los Reyes     19, 1-9a. 11-21

EL SEÑOR SE MANIFIESTA A ELÍAS

    En aquellos días, Ajab refirió a Jezabel cuanto había hecho Elías y cómo había pasado a cuchillo a todos los profetas. Envió Jezabel un mensajero a Elías, diciendo:
    «Que los dioses me hagan esto y me añadan esto otro, si mañana a estas horas no te he puesto a ti como a uno de ellos.»
    Él tuvo miedo, se levantó y se fue para salvar su vida. Llegó a Berseba de Judá y dejó allí a su criado. É1 caminó por el desierto una jornada de camino, y fue a sentarse bajo una retama. Se deseó la muerte y dijo:
    ¡Basta ya, Señor! ¡Toma mi vida, porque no soy mejor que mis padres!»
    Se acostó y se durmió bajo una retama, pero un ángel lo tocó y le dijo:
    «Levántate y come.»
    Miró y vio a su cabecera una torta cocida sobre piedras calientes y un jarro de agua. Comió y bebió y se volvió a acostar. Volvió por segunda vez el ángel del Señor, lo tocó y le dijo:
«Levántate y come, porque el camino que te queda por andar es demasiado largo.»
    Se levantó, comió y bebió, y con la fuerza de aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el monte de Dios, el Horeb. Allí entró en una cueva, y pasó en ella la noche. Le fue dirigida la palabra del Señor, que le dijo:
    «Sal y ponte en el monte ante el Señor.»
    Y he aquí que el Señor pasaba. Hubo un huracán tan violento que hendía las montañas y quebrantaba las rocas ante el Señor; pero no estaba el Señor en el huracán. Después del huracán, sobrevino un temblor de tierra; pero no estaba el Señor en el terremoto. Después del temblor, vino fuego; pero no estaba el Señor en el fuego. Después del fuego, se percibió un murmullo ligero de una suave brisa. Al oírlo Elías cubrió su rostro con el manto, salió y se puso a la entrada de la cueva. Le fue dirigida una voz que le dijo:
    «¿Qué haces aquí, Elías?»
    Él respondió:
    «Ardo en celo por el Señor, Dios de los ejércitos, porque los hijos de Israel te han abandonado, han derribado tus altares y han pasado a espada a tus profetas; quedo yo solo y buscan mi vida para quitármela.»
    El Señor le dijo:
    «Anda, vuelve por tu camino hacia el desierto de Damasco. Vete y unge a Jazael como rey de Aram. Ungirás a Jehú, hijo de Nimsí, como rey de Israel, y a Eliseo, hijo de Safat, de Abel-Mejolá, lo ungirás como profeta en tu lugar. Al que escape a la espada de Jazael lo hará morir Jehú, y al que escape a la espada de Jehú lo hará morir Elíseo. Pero me reservaré siete mil en Israel; todas las rodillas que no se doblaron ante Baal, y todas las bocas que no lo besaron.»
    Partió Elías de allí y encontró a Eliseo, hijo de Safat, que estaba arando. Había delante de él doce yuntas y él estaba con la duodécima. Pasó Elías jui to a él y le echó su manto encima. Eliseo abandonó los bueyes, corrió tras de Elías y le dijo:
    «Déjame ir a besar a mi padre y a mi madre y te seguiré.»
    Le respondió:
    «Anda, vuélvete, pero mira lo que he hecho contigo.»
    Volvió atrás Eliseo, tomó el par de bueyes y los sacrificó, asó su carne con el yugo de los bueyes y la repartió a sus gentes, que comieron. Después se levantó, se fue tras de Elías y entró a su servicio.

Responsorio     Cf. Ex 33, 22. 20; Jn 1, 18

R. Dijo Dios a Moisés: «Cuando pase mi gloria ante ti, te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado; * pues nadie puede ver a Dios y seguir viviendo.»
V. Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien nos lo ha dado a conocer.
R. Pues nadie puede ver a Dios y seguir viviendo.


Año II:

Del libro del profeta Abdías     1-21

JUICIO CONTRA EDOM

    Visión de Abdías.
    Así dice el Señor a Edom: Hemos oído un mensaje del Señor, una embajada enviada a las gentes: «Alcémonos a luchar contra ellos.» Te he hecho pequeño entre las gentes, eres muy despreciado. La soberbia de tu corazón te ha seducido, habitas en las asperezas de las peñas, moras en la altura y piensas: «¿Quién podrá abatirme a tierra?» Aunque te levantes como el águila y pongas el nido en las estrellas, de allí te derribaré -oráculo del Señor-.
    Si vinieran a ti salteadores o ladrones nocturnos, ¿no te robarían con medida? Si vinieran a ti vendimiadores, ¿no dejarían racimos? ¡Ay de Esaú, destruido! Lo han registrado, le han robado sus tesoros escondidos; te han empujado hasta la frontera tus aliados, tus amigos te engañan y te dominan. Los que comen tu pan te tienden trampas; pero él no comprende.
    Pues aquel día -oráculo del Señor-, destruiré a los sabios de Edom, a los prudentes del monte de Esaú. Temblarán tus soldados, Temán, y se acabarán los varones del monte de Esaú; por la violencia criminal contra tu hermano Jacob, te cubrirá la vergüenza y perecerás para siempre. Tú estabas allí presente el día que los extranjeros capturaban su ejército, y los extraños forzaban sus puertas, y echaban suertes sobre Jerusalén; tú eras como uno de ellos.
    No te alegres de ese día de tu hermano, del día de su desgracia; no te goces del día de Judá, del día de su perdición; ni hables alto el día de su angustia. No entres por las puertas de mi pueblo el día de la aflicción; no te complazcas de sus males el día de la, desgracia; no eches mano a sus riquezas el día de su calamidad. No aguardes junto, a las salidas para matar a los fugitivos; no vendas a los supervivientes el día de la desgracia.
    Se acerca el día del Señor contra todas las naciones; lo que hiciste te lo harán, tu paga caerá sobre tu cabeza. Como bebisteis en el monte santo, beberán todos los pueblos, uno tras otro. Beberán, se tambalearán, y serán como si no fueran. Pero en el monte de Sión quedará un resto, que será santo, y la casa de Jacob recobrará sus bienes. La casa de Jacob será un fuego, la casa de José una llama; la casa de Esaú será estopa, arderá hasta consumirse. Y no quedará superviviente en la casa de Esaú -lo ha dicho el Señor-.
    Poseerán el Negueb, el monte de Esaú, las colinas de Sefela y la tierra filistea; poseerán los campos de Efraím y de Samaria, de Benjamín y de Galaad. Y esos pobres desterrados israelitas serán dueños de Canaán hasta Sarepta; y los desterrados de Jerusalén que están en Sefarad ocuparán los poblados del Negueb. Después subirán vencedores al monte de Sión, para gobernar la montaña de Esaú, y el reino será del Señor.

Responsorio     Ab 3-4; Am 9, 1

R. La soberbia de tu corazón te ha seducido, habitas en las asperezas de las peñas, moras en la altura. * Aunque te levantes como el águila y pongas el nido en las estrellas, de allí te derribaré.
V. No escapará ni un fugitivo; aunque perforen hasta el infierno, de allí los sacará mi mano.
R. Aunque te levantes como el águila y pongas el nido en las estrellas, de allí te derribaré.


SEGUNDA LECTURA

Comienza la carta llamada de Bernabé

(Cap. 1, 1-8; 2, 1-5: Funk 1, 3-7)

LA ESPERANZA DE LA VIDA, PRINCIPIO Y FIN DE NUESTRA FE

    Os saludo, hijos e hijas, con el deseo de la paz, en el nombre del Señor, que nos ha amado.
    Grandes y abundantes son los dones de justicia con que Dios os ha enriquecido; por esto, lo que hace, más que nada, que me alegre sobremanera es la dicha y excelencia de vuestras almas, ya que habéis acogido la gracia del don espiritual, que ha sido plantada en vosotros. Ello es para mí un motivo de mayor congratulación, ya que me da la esperanza de mi propia salvación, al contemplar cómo ha sido derramada en vosotros la abundancia del Espíritu que procede de la fuente del Señor. De tal modo me impresionó vuestro aspecto, para mí tan deseado, cuando estaba entre vosotros.
    Estando yo íntimamente persuadido y convencido de que, cuando estaba entre vosotros, os enseñé muchas cosas de palabra, ya que el Señor me acompañó en el camino de la justicia, me siento también impulsado a amaros más que a mi propia vida; grande, en efecto, es la fe y la caridad que habita en vosotros, por la esperanza de alcanzar la vida de Cristo. Todo esto me lleva a considerar que, si me tomo interés en comunicaros algo de lo que yo mismo he recibido, no me ha de faltar la recompensa por prestar este servicio a vuestras almas; por esto me he decidido a escribiros unas pocas palabras para que enriquezcáis vuestra fe con un conocimiento más pleno.
    Tres son las enseñanzas del Señor: la esperanza de la vida, principio y fin de nuestra fe; la justicia, principio y fin del juicio; la caridad, junto con la alegría y el gozo, testigo de que nuestras obras son justas. El Señor, en efecto, nos ha dado a conocer, por medio de los profetas, las cosas pasadas y las presentes, y nos ha dado también poder gustar por anticipado las primicias de lo venidero. Y al contemplar cómo todas estas cosas se van realizando a su tiempo, tal como él ha dicho, ello debe movernos a un temor de Dios cada vez más perfecto y más profundo. Yo, no en calidad de maestro, sino como uno más entre vosotros, os iré mostrando algunas cosas que os sirvan de alegría en la situación presente.
    Puesto que los días son malos y aquel que obra es poderoso, debemos investigar cuidadosamente, en provecho nuestro, los dones con que el Señor nos ha justificado. Ahora bien, lo que ayuda nuestra fe es el temor y la paciencia, y nuestra fuerza reside en la tolerancia y la continencia. Si estas virtudes perseveran santamente en nosotros, en todo lo que atañe al Señor, poseeremos además la alegría de la sabiduría, de la ciencia y del perfecto conocimiento.
    Dios nos ha revelado, en efecto, por boca de todos sus profetas, que él no tiene necesidad de sacrificios, holocaustos ni oblaciones, pues dice en cierto lugar: ¿Qué me importa el número de vuestros sacrificios? -dice el Señor-. Estoy harto de holocaustos de carneros, de grasa de cebones; la sangre de toros, corderos y chivos no me agrada. ¿Por qué entráis a visitarme? ¿Quién pide algo de vuestras manos cuando pisáis mis atrios? No me traigáis más dones vacíos, más incienso execrable. Novilunios, sábados, asambleas no los aguanto.

Responsorio     Ga 2, 16; Gn 15, 6

R. Sabemos que el hombre se justifica por creer en Cristo Jesús. * Nosotros hemos creído en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe en Cristo.
V. Abraham creyó al Señor y le fue reputado por justicia.
R. Nosotros hemos creído en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe en Cristo.
 
 
Himno final
 
 
Oración
 
Señor, danos tu misericordia y atiende a las súplicas de tus hijos; concede la tranquilidad y la paz a los que nos gloriamos de tenerte como creador y como guía, y consérvalas en nosotros para siempre. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
 
 
CONCLUSIÓN
 
Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
 
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
 
 
 
Laudes
 
 
HIMNO
 
Cristo, el Señor,
como la primavera,
como una nueva aurora,
resucitó.
 
Cristo, nuestra Pascua,
es nuestro rescate,
nuestra salvación.
 
Es grano en la tierra,
muerto y florecido,
tierno pan de amor.

Se rompió el sepulcro,
se movió la roca,
y el fruto brotó.

Dueño de la muerte,
en el árbol grita
su resurrección.

Humilde en la tierra,
Señor de los cielos,
su cielo nos dio.

Ábranse de gozo
las puertas del Hombre,
que al hombre salvó.

Gloria para siempre
al Cordero humilde
que nos redimió. Amén.


SALMODIA

Ant. 1: Bendito el que viene en nombre del Señor. Aleluya.

Salmo 117
HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Jesús es la piedra que desechásteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4, 11)

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Todos los pueblos me rodeaban, 
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
"La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Ésta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación; 
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el, Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Ant. 1: Bendito el que viene en nombre del Señor. Aleluya.


Ant. 2: Cantemos un himno al Señor nuestro Dios. Aleluya.

Cántico     Dn 3, 52-57
QUE LA CREACIÓN ENTERA ALABE AL SEÑOR

El Creador ... es bendito por los siglos. (Rm 1, 25)

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito tu nombre, santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en la bóveda del cielo: 
a ti honor y alabanza por los siglos.

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor, 
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ant. 2: Cantemos un himno al Señor nuestro Dios. Aleluya.


Ant. 3: Alabad al Señor por su inmensa grandeza. Aleluya.

Salmo 150
ALABAD AL SEÑOR

Salmodiad con el espíritu, salmodiad con toda vuestra mente, es decir, glorificad a Dios con el cuerpo y con el alma. (Hesiquio)

Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte firmamento.

Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.

Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,

Alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,

alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.

Todo ser que alienta, alabe al Señor.

Ant. 3: Alabad al Señor por su inmensa grandeza. Aleluya.
 
 
LECTURA BREVE     Ez 36, 25-27
 
Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar; y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos.
 
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
 
V. Pregonando tus maravillas. 
R. Invocando tu nombre.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
 
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant.: Si habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba. Aleluya.
 
Cántico de Zacarías     Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
 
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Ant.: Si habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba. Aleluya.
 
 
PRECES
 
Invoquemos, hermanos, a nuestro Salvador, que ha venido al mundo para ser "Dios-con-nosotros", y digámosle confiadamente:
 
    Señor Jesús, rey de la gloria, sé tú nuestra luz y nuestro gozo.
 
Señor Jesús, sol que naces de lo alto y primicia de la humanidad resucitada,
    haz que siguiéndote a ti no caminemos nunca en sombras de muerte,
    sino que tengamos siempre la luz de la vida.

Que sepamos descubrir, Señor, cómo todas las creaturas están llenas de tus perfecciones,
    para que así, en todas ellas, sepamos contemplarte a ti.

No permitas, Señor, que hoy nos dejemos vencer por el mal,
    antes danos tu fuerza para que venzamos al mal a fuerza de bien.

Tú que bautizado por Juan en el Jordán, fuiste ungido con el Espíritu Santo,
    asístenos durante este día para que actuemos movidos por este mismo Espíritu.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Por Jesús nos llamamos y somos hijos de Dios; por ello nos atrevemos a decir: Padre nuestro.


Oración

Señor, danos tu misericordia y atiende a las súplicas de tus hijos; concede la tranquilidad y la paz a los que nos gloriamos de tenerte como creador y como guía, y consérvalas en nosotros para siempre.  Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.



hora intermedia


V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.


HIMNO

TERCIA
 
Ven del seno de Dios, oh Santo Espíritu,
a visitar las mentes de tus fieles;
y haz que los corazones que creaste
se llenen con tus dádivas celestes.
 
Ilumine tu luz nuestros sentidos,
encienda el fuego de tu amor los pechos;
Espíritu de Cristo, fortalece
este barro mortal de nuestros corazones.
 
Danos, Amor, tu amor y la alegría
de conocer al Padre y a su Hijo,
de poseerte a ti que eres de entreambos
eternamente el inefable Espíritu. Amén.
 
O bien, fuera de los domingos y de las solemnidades:
 
El trabajo, Señor, de cada día
nos sea por tu amor santificado,
convierte su dolor en alegría
de amor, que para dar tú nos has dado.
 
Paciente y larga es nuestra tarea
en la noche oscura del amor que espera;
dulce huésped del alma, al que flaquea
dale tu luz, tu fuerza que aligera.
 
En el alto gozoso del camino,
demos gracias a Dios, que nos concede
la esperanza sin fin del don divino;
todo lo puede en él quien nada puede. Amén.
 
 
SEXTA
 
En los domingos:
 
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.
 
Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.
 
Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.
 
Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén.
 
O bien, fuera de los domingos y de las solemnidades:
 
El pan de cada día
dánoslo hoy, Señor, a manos llenas;
convierte en alegría
nuestras labores buenas
y acaricia el dolor de nuestras penas.
 
¡Horas de tedio largas
sin la presencia buena de tus manos!
¡Ay, las horas amargas
nos vuelven inhumanos,
si no abrimos el alma a los hermanos!
 
Santifica el momento
de este ruido tenaz, de esta fatiga.
Busquemos el aliento de tu presencia amiga
que acreciente el esfuerzo y nos bendiga. Amén.
 
O bien, tanto en los domingos como en las ferias:
 
Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.
 
Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.
 
Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.
 
 
NONA
 
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.
 
Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.
 
Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.
 
O bien:
 
Danos, Señor, la firme voluntad,
compañera y sostén de la virtud,
que sabe en la fatiga hallar quietud
y en medio de las sombras claridad:
 
La que trueca en tesón la veleidad,
y el ocio en perennal solicitud,
y las ásperas fiebres en salud
y los torpes engaños en verdad.
 
Y así conseguirá mi corazón
que los favores que a tu amor debí
le ofrezcan algún fruto en galardón.
 
Y aún tú, Señor, conseguirás así
que no llegue a romper mi confusión
la imagen tuya que pusiste en mi. Amén.


SALMODIA

Ant. 1: En verdes praderas me hace recostar el Señor. Aleluya.

Salmo 22
EL BUEN PASTOR

El Cordero los apacentará y los guiará a los manantiales de las aguas de la vida. (Ap 7, 17)

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;

me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

Preparas una mesa ante mí
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

Ant. 1: En verdes praderas me hace recostar el Señor. Aleluya.


Ant. 2: Grande es en Israel la fama del Señor. Aleluya.

Salmo 75
ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA

Verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo. (Mt 24, 30)

I

Dios se manifiesta en Judá,
su fama es grande en Israel;
su tabernáculo está en Jerusalén,
su morada en Sión:
allí quebró los relámpagos del arco,
el escudo, la espada y la guerra.

Tú eres deslumbrante, magnífico,
con montones de botín conquistados.
Los valientes duermen su sueño,
y a los guerreros no les responden sus brazos.
Con un bramido, ¡oh Dios de Jacob!,
inmovilizaste carros y caballos.

Ant. 2: Grande es en Israel la fama del Señor. Aleluya.


Ant. 3: La tierra teme sobrecogida, cuando Dios se pone en pie para juzgar. Aleluya.

II

Tú eres terrible: ¿quién resiste frente a ti
al ímpetu de tu ira?
Desde el cielo proclamas la sentencia:
la tierra teme sobrecogida,
cuando Dios se pone en pie para juzgar,
para salvar a los humildes de la tierra.

La cólera humana tendrá que alabarte,
los que sobrevivan al castigo te rodearán.
Haced votos al Señor y cumplidlos,
y traigan los vasallos tributo al Temible:
él deja sin aliento a los príncipes,
y es temible para los reyes del orbe.

Ant. 3: La tierra teme sobrecogida, cuando Dios se pone en pie para juzgar. Aleluya.


LECTURA BREVE
 
Tercia     Rm 5, 1-2. 5
 
Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido con la fe el, acceso a esta gracia en que estamos: y nos gloriamos apoyados en la esperanza de la gloria de los hijos de Dios; y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.
 
V. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
R. Anunciaré: tu fidelidad por todas: las edades.
 
La oración conclusiva se toma del domingo correspondiente.
 
Sexta     Rm 8, 26
 
De la misma manera, el Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues no sabemos pedir como conviene; y el Espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos que no pueden ser expresados en palabras.
 
V. Que llegue mi clamor a tu presencia; Señor.
R. Con tus palabras dame inteligencia.
 
La oración conclusiva se toma del domingo correspondiente.
 
Nona     2Co 1, 21-22
 
Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con vosotros. Él nos ha ungido, él nos ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu.
 
V. El Señor es mi luz y mi salvación.
R. El Señor es la defensa de mi vida.
 
La oración conclusiva se toma del domingo correspondiente.
 
 
CONCLUSIÓN
 
Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
 
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.



II Vísperas


INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.


HIMNO

¿Dónde está muerte, tu victoria?
¿Dónde está muerte, tu aguijón?
Todo es destello de su gloria,
clara luz, resurrección.

Fiesta es la lucha terminada,
vida es la muerte del Señor,
día la noche engalanada,
gloria eterna de su amor.

Fuente perenne de la vida,
luz siempre viva de su don,
Cristo es ya vida siempre unida
a toda vida en aflicción.

Cuando la noche se avecina,
noche del hombre y su ilusión,
Cristo es ya luz que lo ilumina,
sol de su vida y corazón.

Demos al Padre la alabanza,
por Jesucristo, Hijo y Señor,
denos su Espíritu esperanza 
viva y eterna de su amor. Amén.


SALMODIA

Ant. 1: Cristo sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec. Aleluya.

Salmo 109, 1-5. 7
EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE

Él debe reinar hasta poner todos sus enemigos bajo sus pies. (1Co 15, 25)

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos estrado de tus pies.»

Desde Sión extenderá el Señor 
el poder de tu cetro: 
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.

En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Ant. 1: Cristo sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec. Aleluya.


Ant. 2: Nuestro Dios está en el cielo, y lo que quiere lo hace. Aleluya.

Salmo 113 B
HIMNO AL DIOS VERDADERO

Os convertisteis de los ídolos a Dios para consagraros al Dios vivo y verdadero. (1Ts 1, 9)

No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria;
por tu bondad, por tu lealtad.
¿Por qué han de decir las naciones:
«Dónde está su Dios»?

Nuestro Dios está en el cielo,
lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,
hechura de manos humanas:

tienen boca, y no hablan;
tienen ojos, y no ven;
tienen orejas, y no oyen;
tienen nariz, y no huelen;

tienen manos, y no tocan;
tienen pies, y no andan;
no tiene voz su garganta:
que sean igual los que los hacen,
cuantos confían en ellos.

Israel confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
La casa de Aarón confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
Los fieles del Señor confían en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.

Que el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga,
bendiga a la casa de Israel,
bendiga a la casa de Aarón;
bendiga a los fieles del Señor,
pequeños y grandes.

Que el Señor os acreciente,
a vosotros y a vuestros hijos;
benditos seáis del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

El cielo pertenece al Señor,
la tierra se la ha dado a los hombres.

Los muertos ya no alaban al Señor,
ni los que bajan al silencio.
Nosotros, sí, bendeciremos al Señor
ahora y por siempre.

Ant. 2: Nuestro Dios está en el cielo, y lo que quiere lo hace. Aleluya.


Ant. 3: Alabad al Señor sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.

El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el Oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.

Cántico     Cf. Ap 19, 1-2. 5-7
LAS BODAS DEL CORDERO

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios.
(R Aleluya.)
Porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos.
(R. Aleluya.)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya.)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya. 
Llegó la boda del Cordero.
(R. Aleluya.)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).

Ant. 3: Alabad al Señor sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.


LECTURA BREVE     2Ts 2, 13-14

Nosotros debemos dar continuamente gracias a Dios por vosotros, hermanos, a quienes tanto ama el Señor. Dios os eligió desde toda la eternidad para daros la salud por la santificación que obra el Espíritu y por la fe en la verdad. Con tal fin os convocó por medio del mensaje de la salud, anunciado por nosotros, para daros la posesión de la gloria de nuestro Señor Jesucristo.


RESPONSORIO BREVE

V. Nuestro Señor es grande y poderoso.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.

V. Su sabiduría no tiene medida.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.

V. Gloria, al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.


CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.: Si en verdad deseáis llegar a ser ricos, amad las riquezas verdaderas.

Cántico de la Santísima Virgen María     Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Ant.: Si en verdad deseáis llegar a ser ricos, amad las riquezas verdaderas.


PRECES

Demos gloria y honor a Cristo, que puede salvar definitivamente a los que por medio de él se acercan a Dios, porque vive para interceder en su favor, y digámosle con plena confianza:

    Acuérdate, Señor, de tu pueblo.

Señor Jesús, sol de justicia que iluminas nuestras vidas, al llegar al umbral de la noche te pedimos por todos los hombres,
    que todos lleguen a gozar eternamente de tu luz.

Guarda, Señor, la alianza sellada con tu sangre y santifica a tu Iglesia para que sea siempre inmaculada y santa.

Acuérdate de esta comunidad aquí reunida,
    que tú elegiste como morada de tu gloria.

Que los que están en camino tengan un viaje feliz
    y regresen a sus hogares con salud y alegría.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Acoge, Señor, a tus hijos difuntos
    y concédeles tu perdón y la vida eterna.

Terminemos nuestras preces con la oración que Cristo nos enseñó: Padre nuestro.


Oración

Señor, danos tu misericordia y atiende a las súplicas de tus hijos; concede la tranquilidad y la paz a los que nos gloriamos de tenerte como creador y como guía, y consérvalas en nosotros para siempre.  Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amen



Completas


INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.


EXAMEN DE CONCIENCIA

Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia, el cual en la celebración comunitaria puede concluirse con alguna de las fórmulas del acto penitencial de la misa.


HIMNO

Cuando la luz del sol es ya Poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.


SALMODIA

Ant.: Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

Salmo 90
A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE

Os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones. (Lc 10,19)

Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: “Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.”

Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.

No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.

Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.

Tan sólo abre tus ojos
y verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.

No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;

te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.

«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.

Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.»

Ant.: Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.


LECTURA BREVE     Ap 22, 4-5

Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.


RESPONSORIO BREVE

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.


CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

Cántico de Simeón     Lc 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.


Oración

Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.


CONCLUSIÓN

V. El Señor todopoderoso nos conceda un noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.



ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

I

Madre del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella de mar,
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.

II

Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.

III

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.
 
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
 
Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María! 
IV

Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita

 

Fuente: Liturgia de las Horas (Tomo III)

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2 agosto 2013 5 02 /08 /agosto /2013 15:00

Liturgia de las Horas. Sábado XVII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C. 3 de agosto, 2013.

Sábado XVII y I Vísperas XVIII Domingo de Pascua

I I Semana del Salterio

Santa María en sábado

INVITATORIO

Para la primera celebración del día:
    V. Señor, abre mis labios.
    R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
 
A continuación se dice el salmo Invitatorio , con la antífona:
Venid, adoremos a Cristo, Hijo de María Virgen. Aleluya.

O bien:
Aclamemos al Señor en esta conmemoración de María Virgen

Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
 
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
+ entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
 
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
 
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
 
Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
 
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Al final de cada cantico o salmo, rezar el Gloria

   
Si antes de Laudes se ha celebrado el Oficio de lectura:
    V. Dios mío, ven en mi auxilio.
    R. Señor, date prisa en socorrerme.
        Gloria. Aleluya.

 

LECTURA – LAUDES – MEDIA – VISPERAS – COMPLETAS

 

Oficio de lectura
 
 
HIMNO
 
Llena de rosas mi herida,
llena de estrellas mis ojos,
llena de paz mis abrojos,
llena de gracia mi vida
y, de esplendor revestida,
ven a mí en la última hora,
a cerrar, Consoladora,
mis ojos, fijos en ti
y, vaciándome de mí,
lléname de ti, Señora. Amén.
 
 
SALMODIA

Ant. 1: Quien se haga pequeño como un niño, ése es el más grande en el reino de los cielos.

Salmo 130
COMO UN NIÑO, ISRAEL SE ABANDONÓ EN BRAZOS DE DIOS

Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón. (Mt 11, 29)

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.

Ant.1: Quien se haga pequeño como un niño, ése es el más grande en el reino de los cielos.


Ant. 2: Dios mío, con alegre y sincero corazón te lo he entregado todo.

Salmo 131
PROMESAS A LA CASA DE DAVID

El Señor Dios le dará el trono de David, su padre. (Lc 1, 32)

I

Señor, tenle en cuenta a David
todos sus afanes:
cómo juró al Señor
e hizo voto al Fuerte de Jacob:

«No entraré bajo el techo de mi casa,
no subiré al lecho de mi descanso,
no daré sueño a mis ojos,
ni reposo a mis párpados,
hasta que encuentre un lugar para el Señor,
una morada para el Fuerte de Jacob.»

Oímos que estaba en Efrata,
la encontramos en el Soto de Jaar:
entremos en su morada,
postrémonos ante el estrado de sus pies.

Levántate, Señor, ven a tu mansión,
ven con el arca de tu poder:
que tus sacerdotes se vistan de gala,
que tus fieles te aclamen.
Por amor a tu siervo David,
no niegues audiencia a tu Ungido.

Ant. 2: Dios mío, con alegre y sincero corazón te lo he entregado todo.


Ant. 3: El Señor ha jurado a David una promesa: «Tu reino permanecerá eternamente.»

II

El Señor ha jurado a David
una promesa que no retractará:
«A uno de tu linaje
pondré sobre tu trono.

Si tus hijos guardan mi alianza
y los mandatos que les enseño,
también sus hijos, por siempre,
se sentarán sobre tu trono.»

Porque el Señor ha elegido a Sión,
ha deseado vivir en ella:
«Ésta es mi mansión por siempre,
aquí viviré, porque la deseo.

Bendeciré sus provisiones,
a sus pobres los saciaré de pan;
vestiré a sus sacerdotes de gala,
y sus fieles aclamarán con vítores.

Haré germinar el vigor de David,
enciendo una lámpara para mi Ungido.
A sus enemigos los vestiré de ignominia,
sobre él brillará mi diadema.»

Ant. 3: El Señor ha jurado a David una promesa: «Tu reino permanecerá eternamente.»


V. Venid a ver las obras del Señor.
R. Las maravillas que hace en la tierra.

PRIMERA LECTURA

Año I:

De la carta a los Romanos     3, 21-31

JUSTICIA DE DIOS POR LA FE

    Hermanos: Ahora, sin la ley, la justicia de Dios se ha manifestado, recibiendo testimonio de la ley y de los profetas; justicia de Dios por la fe en Jesucristo para todos los que creen en él sin distinción ninguna, pues todos pecaron y se hallan privados de la gloria de Dios; y son justificados gratuitamente, mediante la gracia de Cristo, en virtud de la redención realizada en él, a quien Dios ha propuesto como instrumento de propiciación, mediante la fe en su sangre.
    Así Dios muestra su justicia, por cuanto había perdonado provisionalmente los pecados anteriores, en el tiempo de la paciencia divina; y quiere ahora, en estos tiempos, mostrar su acción salvadora, para ser él justo y justificar al que tiene fe en Jesús.
    ¿Dónde está, pues, tu título de gloria? Queda excluido. ¿Por cuál de las dos leyes? ¿Por la de las obras? De ninguna manera. Por la ley de la fe. Quedamos, pues, en que el hombre alcanza su justificación por la fe, independientemente de las obras de la ley.
    ¿O es que Dios lo es sólo de los judíos? ¿No lo es también de los gentiles? Claro que lo es también de los gentiles. Puesto que no hay más que un solo Dios, que justificará a los judíos por la fe y a los gentiles por esta misma fe. ¿Así que con la fe anulamos la ley? Todo lo contrario. Confirmamos lo que dice la ley.

Responsorio     Rm 3, 24-25; 5, 10

R. Somos justificados gratuitamente, mediante la gracia de Cristo, en virtud de la redención realizada en él, * a quien Dios ha propuesto como instrumento de propiciación, mediante la fe en su sangre.
V. Siendo aún enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo.
R. A quien Dios ha propuesto como instrumento de propiciación, mediante la fe en su sangre.


Año II:

Del libro del Génesis     8, 1-22

FINAL DEL DILUVIO

    Dios se acordó de Noé y de todos los animales y ganado que estaban con él en el arca; hizo soplar el viento sobre la tierra, y el agua comenzó a bajar; se cerraron las fuentes del océano y las compuertas del cielo, y cesó la lluvia del cielo. El agua se fue retirando y disminuyó, de modo que, a los ciento cincuenta días, el día diez y siete del mes séptimo, el arca encalló sobre los montes de Ararat. El agua fue disminuyendo hasta el mes décimo, y el día primero de ese mes asomaron los picos de las montañas.
    Pasados cuarenta días, Noé abrió el tragaluz que había hecho en el arca y soltó el cuervo, que voló de un lado para otro, hasta que se secó el agua en la tierra. Después soltó la paloma, para ver si el agua sobre la superficie estaba ya somera. La paloma, no encontrando donde posarse, volvió al arca con Noé, porque todavía había agua sobre la superficie. Noé alargó el brazo, la asió y la metió consigo en el arca. Esperó otros siete días, y de nuevo soltó la paloma desde el arca; ella volvió al atardecer con una hoja de olivo arrancada en el pico.
    Noé comprendió que el agua sobre la tierra estaba somera; esperó otros siete días, y soltó la paloma, que ya no volvió.
    El año seiscientos uno de la vida de Noé, el día primero del primer mes, se secó el agua en la tierra. Noé abrió el tragaluz del arca, miró y vio que la superficie estaba seca; el día diez y siete del segundo mes la tierra estaba seca. Entonces, dijo Dios a Noé:
    «Sal del arca con tus hijos, tu mujer y tus nueras; todos los seres vivientes que estaban contigo, todos los animales, aves, cuadrúpedos o reptiles, hazlos salir contigo para que pululen por la tierra y crezcan y se multipliquen en la tierra.»
    Salió, pues, Noé con sus hijos, su mujer y sus nueras; y todos los animales, cuadrúpedos, aves y reptiles salieron en grupos del arca.
    Noé construyó un altar al Señor, tomó animales y aves de toda especie pura y los ofreció en holocausto sobre el altar. El Señor olió el aroma que aplaca y se dijo:
    «No volveré a maldecir la tierra a causa del hombre, porque el corazón humano piensa mal desde la juventud. No volveré a matar a los vivientes como acabo de hacerlo. Mientras dure la tierra, no han de faltar siembra y cosecha, frío y calor, verano e invierno, día y noche.»

Responsorio     Cf. 1Pe 3, 20-21; Sir 44, 17

R. En los días de Noé, unas cuantas personas, ocho nada más, se salvaron por medio del agua; * en esta agua estaba prefigurado el bautismo que os salva ahora a vosotros.
V. El justo Noé fue un hombre íntegro, en el tiempo de la destrucción él fue el renovador.
R. En esta agua estaba prefigurado el bautismo que os salva ahora a vosotros.


SEGUNDA LECTURA

Como segunda lectura puede tomarse una cualquiera del común de la Santísima Virgen Maríala del 22 de agostola del 7 de octubrela del 21 de noviembre, o bien la del sábado correspondiente, con sus respectivos responsorios.

También puede tomarse una cualquiera de las siguientes lecturas:

De los sermones de san Proclo de Constantinopla, obispo

(Sobre la Natividad del Señor, 1-2: PG65, 843-846)

EL AMIGO DE LOS HOMBRES SE HA HECHO HOMBRE NACIENDO DE LA VIRGEN

Alégrense los cielos, y las nubes destilen la justicia, porque el Señor se ha apiadado de su pueblo. Alégrense los cielos, porque, al ser creados en el principio, también Adán fue formado de la tierra virgen por el Creador, mostrándose como amigo y familiar de Dios. Alégrense los cielos, porque ahora, de acuerdo con el plan divino, la tierra ha sido santificada por la encarnación de nuestro Señor, y el género humano ha sido liberado del culto idolátrico. Las nubes destilen la justicia, porque hoy el antiguo extravío de Eva ha sido reparado y destruido por la pureza de la Virgen María y por el que de ella ha nacido, Dios y hombre juntamente. Hoy el hombre, cancelada la antigua condena, ha sido liberado de la horrenda noche que sobre él pesaba. 

Cristo ha nacido de la Virgen, ya que de ella ha tomado carne, según la libre disposición del plan divino: La Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros; por esto la Virgen ha venido a ser madre de Dios. Y es virgen y madre al mismo tiempo, porque ha dado a luz a la Palabra encarnada, sin concurso de varón; y así, ha conservado su virginidad por la acción milagrosa de aquel que de este modo quiso nacer. Ella es madre, con toda verdad, de la naturaleza humana de aquel que es la Palabra divina, ya que en ella se encarnó, de ella salió a la luz del mundo, identificado con nuestra naturaleza, según su sabiduría y voluntad con las que obra semejantes prodigios. De ellos según la carne procede Cristo, como dice san Pablo.

En efecto, él fue, es y será siempre el mismo; mas por nosotros se hizo hombre; el amigo de los hombres se hizo hombre sin sufrir por eso menoscabo alguno en su divinidad. Por mí se hizo semejante a mí, se hizo lo que .no era aunque conservando lo que era. Finalmente, se hizo hombre para cargar sobre sí el castigo por nosotros merecido y hacernos de esta manera capaces de la adopción filial y otorgamos aquel reina, del cual pedimos que nos haga dignos la gracia y misericordia del Señor Jesucristo, al cual junto con el Padre y el Espíritu Santo, pertenece la gloria, el honor y el poder, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Responsorio     Sal 71, 6. 19; Ap 21, 3

R. Que baje como lluvia sobre el césped. * Que la gloria de Dios llene la tierra.
V. Ésta es la morada de Dios con los hombres, y acampará entre ellos; ellos serán su pueblo y Dios estará con ellos.
R. Que la gloria de Dios llene la tierra.

o bien esta otra:

De los Sermones del beato Guerrico, abad 

(Sermón 1, En la Asunción de santa María: PL 185, 187-189)

MARÍA, MADRE DE CRISTO Y MADRE DE LOS CRISTIANOS

Un solo hijo dio a luz María, el cual, así como es Hijo único del Padre celestial, así también es el hijo único de su madre terrena. Y esta única virgen y madre, que tiene la gloria de haber dado a luz al Hijo único del Padre, abarca, en su único hijo, a todos los que son miembros del mismo; y no se avergüenza de llamarse madre de todos aquellos en los que ve formado o sabe que se va formando Cristo, su hijo.

La antigua Eva, más que madre madrastra, ya que dio a gustar a sus hijos la muerte antes que la luz del día, aunque fue llamada madre de todos los vivientes, no justificó este apelativo; María, en cambio, realizó plenamente su significado, ya que ella, como la Iglesia de la que es figura, es madre de todos los que renacen a la vida. Es, en efecto, madre de aquella Vida por la que todos viven, pues al dar a luz esta Vida, regeneró en cierto modo a todos los que habían de vivir por ella.

Esta santa madre de Cristo, como sabe que, en virtud de este misterio, es madre de los cristianos, se comporta con ellos con solicitud y afecto maternal, y en modo alguno trata con dureza a sus hijos, como si no fuesen suyos, ya que sus entrañas, una sola vez fecundadas, aunque nunca agotadas, no cesan de dar a luz el fruto de piedad.

Si el Apóstol de Cristo no deja de dar a luz a sus hijos, con su solicitud y deseo piadoso, hasta ver a Cristo formado en ellos, ¿cuánto más la madre de Cristo? Y Pablo los engendró con la predicación de la palabra de verdad con que fueron regenerados; pero María de un modo mucho más santo y divino, al engendrar al que es la Palabra en persona. Es ciertamente digno de alabanza el ministerio de la predicación de Pablo; pero es más admirable y digno de veneración el misterio de la generación de María.

Por eso vemos cómo sus hijos la reconocen por madre, y así, llevados por un natural impulso de piedad y de fe, cuando se hallan en alguna necesidad o peligro, lo primero que hacen es invocar su nombre y buscar refugio en ella, como el niño que se acoge al regazo de su madre. Por esto creo que no es un desatino el aplicar a estos hijos lo que el profeta había prometido: Tus hijos habitarán en ti; salvando, claro está, el sentido originario que la Iglesia da a esta profecía.

Y si ahora habitamos al amparo de la madre del Altísimo, vivamos a su sombra, como quien está bajo sus alas, y así después reposaremos en su regazo, hechos partícipes de su gloria. Entonces resonará unánime la voz de los que se alegran y se congratulan con su madre: Y cantarán mien. tras danzan: Todas mis fuentes están en ti, santa Madre de Dios.

Responsorio     Mt 1, 20. 21; Mi 5, 3

R. Lo concebido en María es obra del Espíritu Santo; dará a luz un Hijo. * Él salvará a su pueblo de los pecados.
V. La Madre dará a luz, y el resto de sus hermanos retornarán.
R. ÉI salvará a su pueblo de los pecados.

o bien esta otra:

De las Homilías de san Juan Crisóstomo, obispo

(Sobre el cementerio y la cruz, 2: PG 49, 396)

ADÁN Y CRISTO, EVA Y MARÍA

¿Te das cuenta, qué victoria tan admirable? ¿Te das cuenta de cuán esclarecidas son las obras de la cruz? ¿Puedo decirte algo más maravilloso todavía? Entérate cómo ha sido conseguida esta victoria, y te admirarás más aún. Pues Cristo venció al diablo valiéndose de aquello mismo con que el diablo había vencido antes, y lo derrotó con las mismas armas que él había antes utilizado. Escucha de qué modo.

Una virgen, un madero y la muerte fueron el signo de nuestra derrota. Eva era virgen, porque aún no había conocido varón; el madero era un árbol; la muerte, el castigo de Adán. Mas he aquí que de nuevo una Virgen, un madero y la muerte, antes signo de derrota, se convierten ahora en signo de victoria. En lugar de Eva está María; en lugar del árbol de la ciencia del bien y del mal, el árbol de la cruz; en lugar de la muerte de Adán, la muerte de Cristo. 

¿Te das cuenta de cómo el diablo es vencido en aquello mismo en que antes había triunfado? En un árbol el diablo hizo caer a Adán, en un árbol derrotó Cristo al diablo. Aquel árbol hacía descender a la región de los muertos; éste, en cambio, hace volver de este lugar a los que a él habían descendido. Otro árbol ocultó la desnudez del hombre, después de su caída; éste, en cambio, mostró a todos, elevado en alto, al vencedor, también desnudo. Aquella primera muerte condenó a todos los que habían de nacer después de ella; esta segunda muerte resucitó incluso a los nacidos anteriormente a ella. ¿Quién podrá contar las hazañas de Dios? Una muerte se ha convertido en causa de nuestra inmortalidad: éstas son las obras esclarecidas de la cruz, 

¿Has entendido el modo y significado de esta victoria? Entérate ahora cómo esta victoria fue lograda sin esfuerzo ni sudor por nuestra parte. Nosotros no tuvimos que ensangrentar nuestras armas, ni resistir en la batalla, ni recibir heridas, ni tan siquiera vimos la batalla, y, con todo, obtuvimos la victoria; fue el Señor quien luchó, y nosotros quienes hemos sido coronados. Por tanto, ya que la victoria es nuestra, imitando a los soldados, cantemos hoy, llenos de alegría, las alabanzas de esta victoria, y alabemos al Señor, diciendo: La muerte ha sido absorbida por la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?

Éstos son los admirables beneficios de la cruz en favor nuestro: la cruz es el trofeo eri¡:¡ido contra los demonios, la espada contra el pecado, la espada con la que Cristo atravesó a la serpiente; la cruz es la voluntad del Padre, la gloria de su Hijo único, el júbilo del Espíritu Santo, el ornato de los ángeles, la seguridad de la Iglesia, el motivo de gloriarse de Pablo, la protección de los santos, la luz de todo el orbe.

Responsorio

R. Por voluntad del Señor, que quiso restablecer nuestra dignidad, * Eva engendró a María, como una espina a una rosa.
V. Para que la virtud cubriera el pecado, y la gracia remediara la culpa.
R. Eva engendró a María, como una espina a una rosa.

o bien esta otra:

De la Constitución dogmática Lumen gentium, sobre la Iglesia, del Concilio Vaticano segundo 

(Núms. 63-65)

MARÍA, TIPO DE LA IGLESIA

La Bienaventurada Virgen, por el don y la prerrogativa de la maternidad divina, con la que está unida al Hijo redentor, y por sus singulares gracias y dones, está. unida también íntimamente a la Iglesia. La Madre de Dios es tipo de la Iglesia, como ya enseñaba san Ambrosio, a saber: en el orden de la fe, de la caridad y de la perfecta unión con Cristo.

Porque en el misterio de la Iglesia, que con razón también es llamada madre y virgen, la Bienaventurada Virgen María la precedió, mostrando en forma eminente y singular el modelo de la virgen y de la madre, pues creyendo y obedeciendo, engendró en la tierra al mismo Hijo del Padre, y esto sin conocer varón, cubierta con la sombra del Espíritu Santo, como nueva Eva, prestando fe, no adulterada por duda alguna, no a la antigua serpiente, sino al mensaje de Dios. Dio a luz al Hijo, a quien Dios constituyó como primogénito entre muchos hermanos, a saber: los fieles a cuya generación y educación coopera con materno amor. 

Ahora bien, la Iglesia, contemplando su arcana santidad e imitando su caridad, y cumpliendo fielmente la voluntad del Padre, también ella es hecha madre, por la palabra de Dios fielmente recibida; en efecto, por la predicación y el bautismo engendra para la vida nueva e inmortal a los hijos concebidos por el Espíritu Santo y nacidos de Dios. y también ella es virgen que custodia pura e íntegramente la fe prometida al Esposo e imitando a la madre de su Señor, por la virtud del Espíritu Santo, conserva virginalmente la fe íntegra, la sólida esperanza, la sincera caridad. Mientras que la Iglesia en la Santísima Virgen ya llegó a la perfección, por la que se presenta sin mancha ni arruga, los fieles, en cambio, aún se esfuerzan en crecer en la santidad venciendo al pecado; y por eso levantan sus ojos hacia María, que brilla ante toda la comunidad de los elegidos como modelo de virtudes. La Iglesia, reflexionando piadosamente sobre ella y contemplándola en la luz de la Palabra hecha hombre, llena de veneración, entra más profundamente en el sumo misterio de la encarnación y se asemeja más y más a su Esposo. 

Porque María, que, habiendo entrado íntimamente en la historia de la salvación, en cierta manera une y refleja en sí las más grandes exigencias de la fe, mientras es predicada y honrada atrae a los creyentes hacia su Hijo y su sacrificio y hacia el amor del Padre. La Iglesia, a su vez, buscando la gloria de Cristo, se hace más semejante a su excelso modelo, progresando continuamente en la fe, la esperanza y la caridad, buscando y obedeciendo en todas las cosas la divina voluntad. 

Por lo cual, también en su obra apostólica con razón la Iglesia mira hacia aquella que engendró a Cristo, concebido por el Espíritu Santo y nacido de la Virgen, precisamente para que por la Iglesia nazca y crezca también en los corazones de los fieles. La Virgen en su vida fue ejemplo de aquel afecto materno, que debe animar también a quienes, en la misión apostólica de la Iglesia, cooperan para regenerar a los hombres. 

Responsorio 

R. Por la Virgen María se manifestó a los creyentes la salvación del mundo. * Su vida ínclita embellece a toda la Iglesia.
V. Celebremos con todo nuestro afecto la conmemoración de la santísima Virgen María.
R. Su vida ínclita embellece a toda la Iglesia.


La oración conclusiva como en las Laudes


CONCLUSIÓN

Después de la oración conclusiva, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.



Laudes


HIMNO

María, pureza en vuelo,
Virgen de vírgenes, danos
la gracia de ser humanos 
sin olvidarnos del cielo.

Enséñanos a vivir,
ayúdenos tu oración,
danos en la tentación
la gracia de resistir.

Honor a la Trinidad
por esta limpia victoria,
y gloria por esta gloria
que alegra la cristiandad. Amén.


SALMODIA
 
Ant. 1: Tú, Señor, estás cerca, y todos tus mandatos son estables.
 
Salmo 118, 145-152
 
Te invoco de todo corazón;
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
 
Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
 
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.
 
Ant. 1: Tú, Señor, estás cerca, y todos tus mandatos son estables.
 
 
Ant. 2: Mándame tu sabiduría, Señor, para que me asista en mis trabajos.
 
Cántico     Sb 9, 1-6. 9-11
DAME, SEÑOR, LA SABIDURÍA

Os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ... ningún adversario vuestro. (Lc 21, 15)

Dios de los padres y Señor de la misericordia,
que con tu palabra hiciste todas las cosas,
y en tu sabiduría formaste al hombre,
para que dominase sobre tus creaturas,
y para que rigiese el mundo con santidad y justicia
y lo gobernase con rectitud de corazón.
 
Dame la sabiduría asistente de tu trono
y no me excluyas del número de tus siervos,
porque siervo tuyo soy, hijo de tu sierva,
hombre débil y de pocos años,
demasiado pequeño para conocer el juicio y las leyes.
 
Pues aunque uno sea perfecto
entre los hijos de los hombres,
sin la sabiduría, que procede de ti,
será estimado en nada.
 
Contigo está la sabiduría conocedora de tus obras,
que te asistió cuando hacías el mundo,
y que sabe lo que es grato a tus ojos
y lo que es recto según tus preceptos.
 
Mándala de tus santos cielos
y de tu trono de gloria envíala
para que me asista en mis trabajos
y venga yo a saber lo que te es grato.
 
Porque ella conoce y entiende todas las cosas,
y me guiará prudentemente en mis obras,
y me guardará en su esplendor.
 
Ant. 2: Mándame tu sabiduría, Señor, para que me asista en mis trabajos.
 
 
Ant. 3: La fidelidad del Señor dura por siempre.
 
Salmo 116
INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA

Así es: los gentiles glorifican a Dios por su misericordia. (Rm 15, 8. 9)

Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos:
 
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
 
Ant. 3: La fidelidad del Señor dura por siempre.


LECTURA BREVE   (Ga 4, 4-5)

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.


RESPONSORIO BREVE

V. Después del parto, ¡oh Virgen!, has permanecido intacta.
R. Después del parto, ¡oh Virgen!, has permanecido intacta.

V. Madre de Dios, intercede por nosotros.
R. ¡Oh Virgen!, has permanecido intacta.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Después del parto, ¡oh Virgen!, has permanecido intacta.

O bien:   (Is 61, 10)
Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como a una novia que se adorna con sus joyas.

V. El Señor la eligió y la predestinó.
R. El Señor la eligió y la predestinó.

V. La hizo morar en su templo santo.
R. Y la predestinó.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor la eligió y la predestinó.

O bien: (Ap 12, 1)
Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza.

V. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.

V. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
R. El Señor está contigo.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.


CÁNTICO EVANGÉLICO

Antífona: Celebremos con todo nuestro afecto la conmemoración de la santísima Virgen María, para que ella interceda por nosotros ante nuestro Señor Jesucristo.
O bien: El Señor te ha bendecido, santa Virgen María, más que a todas las mujeres de la tierra.
O bien: Tú has engendrado, Virgen inmaculada, al que ha venido del cielo y has dado un Salvador al mundo; así nos ha sido devuelta la vida que habíamos perdido.
O bien: Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres. Aleluya.
O bien: Virgen inmaculada y santa, ninguna alabanza es digna de ti, pues por ti hemos recibido a nuestro Redentor, Jesucristo nuestro Señor.
O bien: Tú eres la gloria de Jerusalén; tú, la alegría de Israel; tú, el orgullo de nuestra raza.

Cántico de Zacarías     Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Se puede repetir la antífona


PRECES

Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:

      Que tu santa Madre, Señor, interceda por nosotros.

Sol de justicia, a quien María Virgen precedía cual aurora luciente, 
      haz que vivamos siempre iluminados por la claridad de tu presencia.

Palabra eterna del Padre, tú que elegiste a María como arca de tu morada,
      líbranos de toda ocasión de pecado.

Salvador del mundo, que quisiste que tu Madre estuviera junto a tu cruz,
      por su intercesión concédenos compartir con alegría tus padecimientos.

Señor Jesús, que colgado en la cruz entregaste María a Juan como madre,
      haz que nosotros vivamos también como hijos suyos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Según el mandato del Señor, digamos confiadamente: Padre nuestro.


O bien:

Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:

      Que tu santa Madre, Señor, interceda por nosotros.

Salvador del mundo, tú que con la eficacia de tu redención preservaste a tu Madre de toda mancha de pecado, 
      líbranos también a nosotros de toda culpa.

Redentor nuestro, tú que hiciste de la inmaculada Virgen María tabernáculo purísimo de tu presencia y sagrario del Espíritu Santo, 
      haz también de nosotros templos de tu Espíritu.

Palabra eterna del Padre, que enseñaste a María a escoger la parte mejor,
      ayúdanos a imitarla y a buscar el alimento que perdura hasta la vida eterna.

Rey de reyes, que elevaste contigo a tu Madre en cuerpo y alma al cielo,
      haz que aspiremos siempre a los bienes celestiales.

Señor del cielo y de la tierra, que has colocado a tu derecha a María reina,
      danos el gozo de tener parte en su gloria.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Según el mandato del Señor, digamos confiadamente: Padre nuestro.


Oración

Se dice la oración propia o, en su defecto, una de las siguientes:

Tiempo ordinario:

Señor Dios todopoderoso, haz que, por la intercesión de santa María, la Virgen, nosotros, tus hijos, gocemos de plena salud de alma y cuerpo, vivamos alegres en medio de las dificultades del mundo y alcancemos la felicidad de tu reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

O bien:
Perdona, Señor, las culpas de tus fieles y haz que quienes no logramos agradarte con nuestros actos seamos salvados por la intercesión de la Madre de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo. Que vive y reina contigo.

O bien:
Ven en ayuda de nuestra debilidad, Dios de misericordia, y haz que, al recordar hoy a la Madre de tu Hijo, por su intercesión nos veamos libres de nuestras culpas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

O bien:
Que venga en nuestra ayuda, Señor, la poderosa intercesión de la Virgen María; así nos veremos libres de todo peligro y gozaremos de tu paz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

O bien:
Concédenos, Señor, la valiosa intercesión de la Virgen María, cuya gloriosa memoria hoy celebramos, y danos parte en los dones de tu amor por la intercesión de aquella a la que hiciste llena de gracia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

O bien:
Te pedimos, Señor, que la maternal intercesión de la Madre de tu Hijo libre de los males del mundo y conduzca a los gozos de tu reino a los fieles que se alegran al saberse protegidos por la Virgen María. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


CONCLUSIÓN
 
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.



hora intermedia
 
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.
 
 
HIMNO
 
Se dice el himno propio de la Hora
 
 
SALMODIA
 
Ant. 1: Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos.
 
Salmo 118, 33-40
 
Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes
y lo seguiré puntualmente;
enséñame a cumplir tu voluntad
y a guardarla de todo corazón;
guíame por la senda de tus mandatos
porque ella es mi gozo.
 
Inclina mi corazón a tus preceptos,
y no al interés;
aparta mis ojos de las vanidades,
dame vida con tu palabra;
cumple a tu siervo la promesa
que hiciste a tus fieles.
 
Aparta de mí la afrenta que temo,
porque tus mandamientos son amables;
mira cómo ansío tus decretos:
dame vida con tu justicia.
 
Ant. 1: Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos.
 
 
Ant. 2: Los que buscan al Señor no carecen de nada.
 
Salmo 33
EL SEÑOR, SALVACIÓN DE LOS JUSTOS

Habéis saboreado lo bueno que es el Señor. (1Pe 2, 3)

I
 
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloria en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.
 
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.
 
Contempladlo y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha y la salva de sus angustias.
 
El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.
 
Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que lo temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada.
 
Ant. 2: Los que buscan al Señor no carecen de nada.
 
 
Ant. 3: Busca la paz y corre tras ella.
 
II
 
Venid, hijos, escuchadme:
os instruiré en el temor del Señor;
¿hay alguien que ame la vida
y desee días de prosperidad?.
 
Guarda tu lengua del mal,
tus labios de la falsedad;
apártate del mal, obra el bien,
busca la paz y corre tras ella.
 
Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
 
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
 
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor;
él cuida de todos sus huesos,
y ni uno solo se quebrará.
 
La maldad da muerte al malvado,
y los que odian al justo serán castigados.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él.
 
Ant. 3: Busca la paz y corre tras ella.
 
 
LECTURA BREVE
 
Tercia     1R 8, 60-61
 
Sepan todos los pueblos de la tierra que el Señor es Dios y no hay otro. Que vuestro corazón sea todo para el Señor, nuestro Dios, como lo es hoy, para seguir sus leyes y guardar sus mandamientos.
 
V. Señor, enséñame tus caminos.
R. Instrúyeme en tus sendas.
 
Oremos:
 
Señor Dios, Padre todopoderoso, infúndenos la luz del Espíritu Santo para que, libres de toda adversidad, podamos alegrarnos siempre en tu alabanza. Por Cristo nuestro Señor.
 
Sexta     Jr 17, 9-10
 
Nada más falso y enfermo que el corazón, ¿quién lo entenderá? Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas; para dar al hombre según su conducta, según el fruto de sus acciones.
 
V. Absuélveme, Señor, de lo que se me oculta.
R. Preserva a tu siervo de la arrogancia.
 
Oremos:
 
Señor, fuego ardiente de amor eterno, haz que, inflamados en tu amor, te amemos a ti sobre todas las cosas y a nuestro prójimo por amor tuyo. Por Cristo nuestro Señor.
 
Nona     Sb 7, 27a; 8, 1
 
La sabiduría de Dios, aún siendo sola, lo puede todo; sin salir de sí misma, todo lo renueva. Se despliega vigorosamente de un confín al otro del mundo y gobierna de excelente manera todo el universo.
 
V. Qué magníficas son tus obras, Señor.
R. Qué profundos tus designios.
 
Oremos:
 
Escucha, Señor, nuestra oración y danos la abundancia de tu paz, para que, por la intercesión de la santísmima Virgen María, después de haberte servido durante toda nuestra vida, podamos presentarnos ante ti sin temor alguno.
 
 
CONCLUSIÓN
 
Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
 
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
 
 
 
I Vísperas
 
 
INVOCACIÓN INICIAL
 
V. Dios mío ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.
 
 
HIMNO
 
¿Quién es este que viene,
recién atardecido,
cubierto por su sangre
como varón que pisa los racimos?
 
Éste es Cristo, el Señor,
que venció nuestra muerte
con su resurrección.
 
¿Quién es este que vuelve,
glorioso y malherido,
y, a precio de su muerte,
compra la paz y libra a los cautivos?
 
Éste es Cristo, el Señor,
que venció nuestra muerte
con su resurrección.
 
Se durmió con los muertos,
y reina entre los vivos;
no le venció la fosa
porque el Señor sostuvo a su elegido.
 
Éste es Cristo, el Señor,
que venció nuestra muerte
con su resurrección.
 
Anunciad a los pueblos
qué habéis visto y oído;
aclamad al que viene
como la paz, bajo un clamor de olivos.
 
Éste es Cristo, el Señor,
que venció nuestra muerte
con su resurrección. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant. 1: Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. Aleluya. +
 
Salmo 118, 105-112
HIMNO A LA LEY DIVINA

Éste es mi mandamiento, que os améis unos a otros. (Jn 15, 12)

Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero;
+ lo juro y lo cumpliré:
guardaré tus justos mandamientos;
¡estoy tan afligido!
Señor, dame vida según tu promesa.
 
Acepta, Señor los votos que pronuncio,
enséñame tus mandatos;
mi vida está siempre en peligro,
pero no olvido tu voluntad;
los malvados me tendieron un lazo,
pero no me desvié de tus decretos.
 
Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón;
inclino mi corazón a cumplir tus leyes,
siempre y cabalmente.
 
Ant. 1: Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. Aleluya.
 
 
Ant. 2: Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor. Aleluya.
 
 Salmo 15
CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN

Dios resucitó a Jesús, rompiendo las ataduras de la muerte. (Hch 2, 24)

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.
 
Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.
 
El Señor es mi heredad y mi copa; 
mi suerte está en tu mano: 
me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.
 
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
 
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
 
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
 
Ant. 2: Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor. Aleluya.
 
 
Ant. 3: Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra. Aleluya.
 
Cántico     Flp 2, 6-11
CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL
 
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
 
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.
 
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
 
Ant. 3: Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra. Aleluya.
 
 
LECTURA BREVE     Col 1, 3-6a
 
Damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, en todo momento, rezando por vosotros, al oír hablar de vuestra fe en Jesucristo y del amor que tenéis a todos los santos, por la esperanza que os está reservada en los cielos, sobre la cual oísteis hablar por la palabra verdadera de la Buena Noticia, que se os hizo presente, y está dando fruto y prosperando en todo el mundo igual que entre vosotros.
 
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
 
V. Su gloria se eleva sobre los cielos. 
R. Alabado sea el nombre del Señor.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
 
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Antífona:

Año A: Venid, comprad sin pagar, y comed un pan que satisface para siempre.
Año B: Dios hizo llover maná para el pueblo, les dio pan del cielo. Aleluya.
Año C: No os afanéis por los bienes de la tierra; su abundancia no es bastante para salvar la vida.
 
Cántico de la Santísima Virgen María     Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR
 
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
 
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
 
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
 
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
 
Se puede repetir la antífona.
 
 
PRECES
 
Demos gracias al Señor que ayuda y protege al pueblo que se ha escogido como heredad, y recordando su amor para con nosotros supliquémosle diciendo:
 
    Escúchanos, Señor, que confiamos en ti.
 
Padre lleno de amor, te pedimos por el papa N. y por nuestro obispo N.
    protégelos con tu fuerza y santifícalos con tu gracia.
 
Que los enfermos vean en sus dolores una participación de la pasión de tu Hijo,
    para que así tengan también parte en su consuelo.
 
Mira con piedad a los que no tienen techo donde cobijarse
    y haz que encuentren pronto el hogar que desean.
 
Dígnate dar y conservar los frutos de la tierra
    para que a nadie falte el pan de cada día.
 
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
 
Señor, ten piedad de los difuntos
    y ábreles la puerta de tu mansión eterna.
 
Movidos por el Espíritu Santo, dirijamos al Padre la oración que Cristo nos enseñó: Padre nuestro.
 
 
Oración
 
Señor, danos tu misericordia y atiende a las súplicas de tus hijos; concede la tranquilidad y la paz a los que nos gloriamos de tenerte como creador y como guía, y consérvalas en nosotros para siempre. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
 
 
CONCLUSIÓN
 
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amen
 
 
 
Completas
 
 
INVOCACIÓN INICIAL
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.
 
 
EXAMEN DE CONCIENCIA
 
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia, el cual en la celebración comunitaria puede concluirse con alguna de las fórmulas del acto penitencial de la misa.
 
 
HIMNO
 
Se inclina ya mi frente,
sellado está el trabajo;
Señor, tu pecho sea
la gracia del descanso.
 
Mis ojos se retiran,
la voz deja su canto,
pero el amor enciende
su lámpara velando.
 
Lucero que te fuiste,
con gran amor amado,
en tu gloria dormimos
y en sueños te adoramos. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant. 1: Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
 
Salmo 4
ACCIÓN DE GRACIAS

El Señor hizo maravillas al resucitar a Jesucristo de entre los muertos. (S. Agustín)

Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración.
 
Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis la falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque.
 
Temblad y no pequéis, reflexionad
en el silencio de vuestro lecho;
ofreced sacrificios legítimos
y confiad en el Señor.
 
Hay muchos que dicen: “¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?”
 
Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en trigo y en vino.
 
En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú solo, Señor, me hacer vivir tranquilo.
 
Ant. 1: Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
 
 
Ant. 2: Durante la noche, bendecid al Señor.
 
Salmo 133
ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO

Alabad al Señor, sus siervos todos, los que le teméis, pequeños y grandes. (Ap 19, 5)

Y ahora bendecid al Señor,
los siervos del Señor,
los que pasáis la noche
en la casa del Señor:
 
Levantad las manos hacia el santuario,
y bendecid al Señor.
 
El Señor te bendiga desde Sión:
el que hizo cielo y tierra.
 
Ant. 2: Durante la noche, bendecid al Señor.
 
 
LECTURA BREVE     Dt 6, 4-7
 
Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.
 
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
 
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
 
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
 
Cántico de Simeón    Lc 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL
 
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
 
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
 
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
 
Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
 
 
Oración
 
Guárdanos, Señor, durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día, la celebración del domingo nos llene con la alegría de la resurrección de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
 
 
CONCLUSIÓN
 
V. El Señor todopoderoso nos conceda un noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
 
 
 
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
 
I
 
Madre del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella de mar,
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.
 
Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.
 
Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
 
II
 
Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.
 
Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.
 
III
 
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.
 
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.
 
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
 
Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
 
IV
 
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita.

 

Fuente: Liturgia de las Horas (Tomo II)

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1 agosto 2013 4 01 /08 /agosto /2013 19:05

Liturgia de las Horas. Viernes XVII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C. 2 de agosto, 2013.

Feria  

I Semana del Salterio

INVITATORIO

Si Laudes es la primera celebración del día:
    V. Señor, abre mis labios.
    R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

    A continuación se dice el salmo Invitatorio, con la antífona:
Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia. 

 Al final de canta cantico o salmo, rezar el Gloria


Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
+ entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."



Para la segunda celebración del día:
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.

LECTURA – LAUDES – MEDIA – VISPERAS - COMPLETAS

 

 

Oficio de lectura
 
 
HIMNO
 
Delante de tus ojos
ya no enrojecemos
a causa del antiguo
pecado de tu pueblo.
Arrancarás de cuajo
el corazón soberbio
y harás un pueblo humilde
de corazón sincero.
 
En medio de los pueblos
nos guardas como un resto,
para cantar tus obras
y adelantar tu reino.
Seremos raza nueva
para los cielos nuevos;
sacerdotal estirpe,
según tu Primogénito.
 
Caerán los opresores
y exultarán los siervos;
los hijos del oprobio
serán tus herederos.
Señalarás entonces
el día del regreso
para los que comían
su pan en el destierro.
 
¡Exulten mis entrañas!
¡Alégrese mi pueblo!
Porque el Señor, que es justo,
revoca sus decretos:
la salvación se anuncia
donde acechó el infierno,
porque el Señor habita
en medio de su pueblo. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant. 1: Levántate, Señor, y ven en mi auxilio.
 
Salmo 34, 1-2. 3c. 9-19. 22-24a. 27-28
SÚPLICA CONTRA LOS PERSEGUIDORES INJUSTOS

Se reunieron... y se pusieron de acuerdo para detener a Jesús con engaño y matarlo. (Mt 26, 3-4)

I
 
Pelea, Señor, contra los que me atacan,
guerrea contra los que me hacen guerra;
empuña el escudo y la adarga,
levántate y ven en mi auxilio;
di a mi alma:
«Yo soy tu victoria.»
 
Y yo me alegraré con el Señor,
gozando de su victoria;
todo mi ser proclamará:
«Señor, ¿quién como tú,
que defiendes al débil del poderoso,
al pobre y humilde del explotador?»
 
Se presentaban testigos violentos:
me acusaban de cosas que ni sabía,
me pagaban mal por bien,
dejándome desamparado.
 
Ant.1: Levántate, Señor, y ven en mi auxilio.
 
 
Ant. 2: Juzga, Señor, y defiende mi causa, tú que eres poderoso.
 
II
 
Yo, en cambio, cuando estaban enfermos,
me vestía de saco,
me mortificaba con ayunos
y desde dentro repetía mi oración.
 
Como por un amigo o por un hermano,
andaba triste,
cabizbajo y sombrío,
como quien llora a su madre.
 
Pero, cuando yo tropecé, se alegraron,
se juntaron contra mí
y me golpearon por sorpresa;
 
me laceraban sin cesar,
cruelmente se burlaban de mí,
rechinando los dientes de odio.
 
Ant.2: Juzga, Señor, y defiende mi causa, tú que eres poderoso.
 
 
Ant. 3: Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días te alabaré, Señor.
 
III
 
Señor, ¿cuándo vas a mirarlo?
Defiende mi vida de los que rugen,
mi único bien, de los leones,
 
y te daré gracias en la gran asamblea,
te alabaré entre la multitud del pueblo.
 
Que no canten victoria mis enemigos traidores,
que no se hagan guiños a mi costa
los que me odian sin razón.
 
Señor, tú lo has visto, no te calles;
Señor, no te quedes a distancia;
despierta, levántate, Dios mío;
Señor mío, defiende mi causa.
Júzgame tú según tu justicia.
 
Que canten y se alegren
los que desean mi victoria;
que repitan siempre: «Grande es el Señor»,
los que desean la paz a tu siervo.
 
Mi lengua anunciará tu justicia,
todos los días te alabaré.
 
Ant. 3: Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días te alabaré, Señor.
 
V. Hijo mío, conserva mis palabras.
R. Conserva mis mandatos y vivirás.
 
 
Lecturas y Oración:
 
Semanas: 1 - 5 - 9 - 13 - 17 - 21 - 25 - 29 - 33
 
 
CONCLUSIÓN
 
Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
 
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
 
 
 
Laudes
 
 
HIMNO
 
Edificaste una torre
para tu huerta florida;
un lagar para tu vino
y, para el vino, una viña,
 
Y la viña no dio uvas,
ni el lagar buena bebida:
sólo racimos amargos
y zumos de amarga tinta.
 
Edificaste una torre,
Señor, para tu guarida;
un huerto de dulces frutos,
una noria de aguas limpias,
un blanco silencio de horas
y un verde beso de brisas.
 
Y esta casa que es tu torre,
este mi cuerpo de arcilla,
esta sangre que es tu sangre
y esta herida que es tu herida
te dieron frutos amargos,
amargas uvas y espinas.
 
¡Rompe, Señor, tu silencio,
rompe tu silencio y grita!
Que mi lagar enrojezca
cuando tu planta lo pise,
y que tu mesa se endulce
con el vino de tu viña. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant. 1: Aceptarás los sacrificios, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar, Señor.
 
Salmo 50
CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO

Renovaos en la mente y en el espíritu y vestíos de la nueva condición humana. (cf. Ef 4, 23-24)

Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
 
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
 
En la sentencia tendrás razón
en el juicio brillará tu rectitud
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
 
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
 
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
 
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
 
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
 
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
 
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
 
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
 
Ant. 1: Aceptarás los sacrificios, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar, Señor.
 
 
Ant. 2: Con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.
 
Cántico     Is 45, 15-25
QUE LOS PUEBLOS TODOS SE CONVIERTAN AL SEÑOR

Al nombre de Jesús toda rodilla se doble (Flp 2, 10)

Es verdad: tú eres un Dios escondido,
el Dios de Israel, el Salvador.
Se avergüenzan y se sonrojan todos por igual,
se van avergonzados los fabricantes de ídolos;
mientras el Señor salva a Israel
con una salvación perpetua,
para que no se avergüencen ni se sonrojen
nunca jamás.
 
Así dice el Señor, creador del cielo
-él es Dios-,
él modeló la tierra,
la fabricó y la afianzó;
no la creó vacía,
sino que la formó habitable:
«Yo soy el Señor y no hay otro.»
 
No te hablé a escondidas,
en un país tenebroso,
no dije a la estirpe de Jacob:
«Buscadme en el vacío.»
 
Yo soy el Señor que pronuncia sentencia
y declara lo que es justo.
Reuníos, venid, acercaos juntos,
supervivientes de las naciones.
No discurren los que llevan su ídolo de madera,
y rezan a un dios que no puede salvar.
 
Declarad, aducid pruebas,
que deliberen juntos:
¿Quién anunció esto desde antiguo,
quién lo predijo desde entonces?
¿No fui yo, el Señor?
-No hay otro Dios fuera de mí-.
 
Yo soy un Dios justo y salvador,
y no hay ninguno más.

Volveos hacia mí para salvaros,
confines de la tierra,
pues yo soy Dios y no hay otro.
 
Yo juro por mi nombre,
de mi boca sale una sentencia,
una palabra irrevocable:
«Ante mí se doblará toda rodilla,
por mí jurará toda lengua»,
dirán: «Sólo el Señor
tiene la justicia y el poder.»
 
A él vendrán avergonzados
los que se enardecían contra él,
con el Señor triunfará y se gloriará
la estirpe de Israel.
 
Ant. 2: Con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.
 
 
Ant. 3: Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones.
 
Salmo 99
ALEGRÍA DE LOS QUE ENTRAN EN EL TEMPLO

Los redimidos deben entonar un canto de victoria. (S. Atanasio)

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.
 
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
 
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre
 
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»
 
Ant. 3: Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones.
 
 
LECTURA BREVE     Ef 4, 29-32
 
No salga de vuestra boca palabra desedificante, sino la que sirva para la necesaria edificación, comunicando la gracia a los oyentes. Y no provoquéis más al Santo Espíritu de Dios, con el cual fuisteis marcados para el día de la redención. Desterrad de entre vosotros todo exacerbamiento, animosidad, ira, pendencia, insulto y toda clase de maldad. Sed, por el contrario, bondadosos y compasivos unos con otros, y perdonaos mutuamente como también Dios os ha perdonado en Cristo.
 
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. En la mañana hazme escuchar tu gracia.
R. En la mañana hazme escuchar tu gracia.
 
V. Indícame el camino que he de seguir.
R. Hazme escuchar tu gracia.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En la mañana hazme escuchar tu gracia.
 
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant.: El Señor ha visitado y redimido a su pueblo.
 
Cántico de Zacarías     Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
 
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
 
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
 
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
 
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
 
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
 
Ant.: El Señor ha visitado y redimido a su pueblo.
 
 
PRECES
 
Adoremos a Cristo, que salvó al mundo con su cruz, y supliquémosle diciendo:
 
    Señor, ten misericordia de nosotros.
 
Señor Jesucristo, cuya claridad es nuestro sol y nuestro día,
    haz que, desde el amanecer, desaparezca de nosotros todo sentimiento malo.
 
Vela, Señor, sobre nuestros pensamientos, palabras y obras,
    a fin de que nuestro día sea agradable ante tus ojos.
 
Aparta de nuestros pecados tu vista,
    y borra en nosotros toda culpa.
 
Por tu cruz y tu resurrección,
    llénanos del gozo del Espíritu Santo.
 
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
 
Ya que somos hijos de Dios, oremos a nuestro Padre como Cristo nos enseñó: Padre nuestro.
 
 
Oración
 
Dios misericordioso, que has iluminado las tinieblas de nuestra ignorancia con la luz de tu palabra: acrecienta en nosotros la fe que tú mismo nos has dado; que ninguna tentación pueda nunca destruir el ardor de la fe y de la caridad que tu gracia ha encendido en nuestro espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
 
 
CONCLUSIÓN
 
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
 
 
 
hora intermedia
 
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.
 
 
HIMNO
 
TERCIA
 
Ven del seno de Dios, oh Santo Espíritu,
a visitar las mentes de tus fieles;
y haz que los corazones que creaste
se llenen con tus dádivas celestes.
 
Ilumine tu luz nuestros sentidos,
encienda el fuego de tu amor los pechos;
Espíritu de Cristo, fortalece
este barro mortal de nuestros corazones.
 
Danos, Amor, tu amor y la alegría
de conocer al Padre y a su Hijo,
de poseerte a ti que eres de entreambos
eternamente el inefable Espíritu. Amén.
 
O bien, fuera de los domingos y de las solemnidades:
 
El trabajo, Señor, de cada día
nos sea por tu amor santificado,
convierte su dolor en alegría
de amor, que para dar tú nos has dado.
 
Paciente y larga es nuestra tarea
en la noche oscura del amor que espera;
dulce huésped del alma, al que flaquea
dale tu luz, tu fuerza que aligera.
 
En el alto gozoso del camino,
demos gracias a Dios, que nos concede
la esperanza sin fin del don divino;
todo lo puede en él quien nada puede. Amén.
 
 
SEXTA
 
En los domingos:
 
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.
 
Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.
 
Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.
 
Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén.
 
O bien, fuera de los domingos y de las solemnidades:
 
El pan de cada día
dánoslo hoy, Señor, a manos llenas;
convierte en alegría
nuestras labores buenas
y acaricia el dolor de nuestras penas.
 
¡Horas de tedio largas
sin la presencia buena de tus manos!
¡Ay, las horas amargas
nos vuelven inhumanos,
si no abrimos el alma a los hermanos!
 
Santifica el momento
de este ruido tenaz, de esta fatiga.
Busquemos el aliento de tu presencia amiga
que acreciente el esfuerzo y nos bendiga. Amén.
 
O bien, tanto en los domingos como en las ferias:
 
Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.
 
Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.
 
Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.
 
 
NONA
 
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.
 
Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.
 
Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.
 
O bien:
 
Danos, Señor, la firme voluntad,
compañera y sostén de la virtud,
que sabe en la fatiga hallar quietud
y en medio de las sombras claridad:
 
La que trueca en tesón la veleidad,
y el ocio en perennal solicitud,
y las ásperas fiebres en salud
y los torpes engaños en verdad.
 
Y así conseguirá mi corazón
que los favores que a tu amor debí
le ofrezcan algún fruto en galardón.
 
Y aún tú, Señor, conseguirás así
que no llegue a romper mi confusión
la imagen tuya que pusiste en mi. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant. 1: Correré por el camino de tus mandatos, cuando me ensanches el corazón.
 
Salmo 118, 25-32
 
Mi alma está pegada al polvo:
reanímame con tus palabras;
te expliqué mi camino, y me escuchaste:
enséñame tus leyes;
instrúyeme en el camino de tus decretos,
y meditaré tus maravillas.
 
Mi alma llora de tristeza,
consuélame con tus promesas;
apártame del camino falso,
y dame la gracia de tu voluntad;
escogí el camino verdadero,
deseé tus mandamientos.
 
Me apegué a tus preceptos,
Señor, no me defraudes;
correré por el camino de tus mandatos
cuando me ensanches el corazón.
 
Ant. 1: Correré por el camino de tus mandatos, cuando me ensanches el corazón.
 
 
Ant. 2: Confiando en el Señor no me he desviado.
 
Salmo 25
ORACIÓN CONFIADA DEL INOCENTE

Nos eligió para que fuésemos consagrados e irreprochables ante él por el amor. (Ef 1, 4)

Hazme justicia, Señor, que camino en la inocencia,
confiando en el Señor no me he desviado.
 
Examíname, Señor, ponme a prueba,
sondea mis entrañas y mi corazón,
porque tengo ante los ojos tu bondad,
y camino en tu verdad.
 
No me siento con gente falsa,
no me junto con mentirosos;
detesto las bandas de malhechores,
no tomo asiento con los impíos.
 
Lavo en la inocencia mis manos,
y rodeo tu altar, Señor,
proclamando tu alabanza,
enumerando tus maravillas.
 
Señor, yo amo la belleza de tu casa,
el lugar donde reside tu gloria.
 
No arrebates mi alma con los pecadores,
ni mi vida con los sanguinarios,
que en su izquierda llevan infamias,
y su derecha está llena de sobornos.
 
Yo, en cambio, camino en la integridad;
sálvame, ten misericordia de mí.
Mi pie se mantiene en el camino llano;
en la asamblea bendeciré al Señor.
 
Ant. 2: Confiando en el Señor, no me he desviado.
 
 
Ant. 3: En el Señor confía mi corazón, él me socorrió.
 
Salmo 27, 1-3. 6-9
SÚPLICA Y ACCIÓN DE GRACIAS

Padre, te doy gracias porque me has escuchado. (Jn 11, 41)

A ti, Señor, te invoco;
Roca mía, no seas sordo a mi voz;
que, si no me escuchas, seré igual
que los que bajan a la fosa.
 
Escucha mi voz suplicante
cuando te pido auxilio,
cuando alzo las manos
hacia tu santuario.
 
No me arrebates con los malvados
ni con los malhechores,
que hablan de paz con el prójimo,
pero llevan la maldad en el corazón.
 
Bendito el Señor, que escuchó
mi voz suplicante;
el Señor es mi fuerza y mi escudo:
en él confía mi corazón;
me socorrió, y mi corazón se alegra
y le canta agradecido.
 
El Señor es fuerza para su pueblo,
apoyo y salvación para su Ungido.
Salva a tu pueblo y bendice tu heredad,
sé su pastor y guíalos siempre.
 
Ant. 3: En el Señor confía mi corazón, él me socorrió.
 
 
LECTURA BREVE
 
Tercia     Flp 2, 2b-4
 
Manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir. No obréis por envidia ni por ostentación, dejaos guiar por la humildad y considerad siempre superiores a los demás. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás.
 
V. Las sendas del Señor son misericordia y lealtad.
R. Para los que guardan su alianza y sus mandatos.
 
Oremos:
 
Señor Jesucristo, tú que en la hora de tercia fuiste llevado al suplicio de la cruz por la salvación del mundo; ayúdanos a llorar nuestros pecados y a evitar las faltas en lo porvenir. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
 
Sexta    2Co 13, 4
 
Aunque por su condición de debilidad humana Cristo fue crucificado, ahora tiene vida por la omnipotencia de Dios. Y nosotros, aunque débiles ahora con su debilidad, por la omnipotencia de Dios tendremos vida con él.
 
V. Mi alma está pegada al polvo.
R. Reanímame, Señor, con tus palabras.
 
Oremos:
 
Señor Jesucristo, tú que a la hora de sexta subiste a la cruz por nuestra salvación mientras el mundo vivía sumergido en las tinieblas; concédenos que tu luz nos ilumine siempre para que, guiados por ella, podamos alcanzar la vida eterna. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
 
Nona     Col 3, 12-13
 
Como pueblo elegido de Dios, pueblo sacro y amado, sea vuestro uniforme: la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado; haced vosotros lo mismo.
 
V. El Señor es compasivo y misericordioso.
R. Lento a la ira y rico en clemencia.
 
Oremos:
 
Señor Jesucristo, tú que, crucificado a la hora de nona, diste al ladrón arrepentido el reino eterno; míranos a nosotros, que como él confesamos mientras culpas, y concédenos poder entrar, también como él, después de la muerte, en tu paraíso. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
 
 
CONCLUSIÓN
 
Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
 
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
 
 
 
Vísperas
 
 
INVOCACIÓN INICIAL
 
V. Dios mío ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.
 
 
HIMNO
 
Calor de Dios en sangre redentora,
y un río de piedad en tu costado;
bajo tu cruz quédeme arrodillado,
con ansia y gratitud siempre deudora.
 
Conózcate, oh Cristo, en esta hora
de tu perdón; mi beso apasionado,
de ardientes labios en tu pie clavado,
sea flecha de amor y paz de aurora.
 
Conózcame en tu vía dolorosa
y conozca, Señor, en los fulgores
de tus siete palabras, mi caída;
 
que en esta cruz pujante y misteriosa
pongo, sobre el amor de mis amores,
el amor entrañable de mi vida. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant. 1: Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.
 
Salmo 40
ORACIÓN DE UN ENFERMO

Uno de vosotros me va a entregar: uno que está comiendo conmigo. (Mc 14, 18)

Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;
en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.
 
El Señor lo guarda y lo conserva en vida,
para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos.
 
El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los dolores de su enfermedad.
 
Yo dije: «Señor, ten misericordia,
sáname, porque he pecado contra ti.»
 
Mis enemigos me desean lo peor:
«A ver si se muere y se acaba su apellido.»
 
El que viene a verme habla con fingimiento,
disimula su mala intención,
y cuando sale afuera, la dice.
 
Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí,
hacen cálculos siniestros:
«Padece un mal sin remedio,
se acostó para no levantarse.»
 
Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba,
que compartía mi pan,
es el primero en traicionarme.
 
Pero tú, Señor, apiádate de mí,
haz que pueda levantarme,
para que yo les dé su merecido.
 
En esto conozco que me amas:
en que mi enemigo no triunfa de mí.
 
A mí, en cambio, me conservas la salud,
me mantienes siempre en tu presencia.
 
Bendito el Señor, Dios de Israel,
ahora y por siempre. Amén, amén.
 
Ant. 1: Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.
 
 
Ant. 2: El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
 
Salmo 45
DIOS, REFUGIO Y FORTALEZA DE SU PUEBLO

Le pondrán por nombre Emmanuel, que significa «Dios-con-nosotros». (Mt 1, 23)

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
 
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra
y los montes se desplomen en el mar.
 
Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:
 
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
 
El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
 
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.
 
Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno y se tambalea la tierra.
 
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
 
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:
 
Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.
 
«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»
 
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
 
Ant. 2: El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
 
 
Ant. 3: Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.
 
Cántico     Ap 15, 3-4
CANTO DE LOS VENCEDORES
 
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
 
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
 
Ant. 3: Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.
 
 
LECTURA BREVE     Rm 15, 1-3
 
Los fuertes debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles, sin complacernos a nosotros mismos. Cada uno cuide de complacer al prójimo para su bien, para su edificación; que Cristo no buscó su propia complacencia, según está escrito: «Sobre mí cayeron los ultrajes de quienes te ultrajaron.»
 
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la virtud de su sangre.
R. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la virtud de su sangre.
 
V. Y ha hecho de nosotros reino y sacerdotes para el Dios y Padre suyo.
R. Por la virtud de su sangre.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la virtud de su sangre.
 
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant.: El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su misericordia.
 
Cántico de la Santísima Virgen María     Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR
 
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
 
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
 
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
 
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
 
Ant.: El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su misericordia.
 
 
PRECES
 
Bendigamos a Dios que escucha con amor la oración de los humildes y a los hambrientos los colma de bienes; digámosle confiados:
 
    Muéstranos, Señor, tu misericordia.
 
Señor, Padre lleno de amor, te pedimos por todos los miembros de la Iglesia que sufren:
    acuérdate que por ellos, Cristo, cabeza de la Iglesia, ofreció en la cruz el verdadero sacrificio vespertino.
 
Libra a los encarcelados, ilumina a los que viven en tinieblas, sé la ayuda de las viudas y de los huérfanos,
    y haz que todos nos preocupemos de los que sufren.
 
Concede a tus hijos la fuerza necesaria
    para resistir las tentaciones del Maligno.
 
Acude en nuestro auxilio, Señor, cuando llegue la hora de nuestra muerte:
    que seamos fieles hasta el fin y dejemos este mundo en tu paz.
 
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
 
Conduce a los difuntos a la luz donde tú habitas
    para que puedan contemplarte eternamente.
 
Fieles a la recomendación del Salvador, nos atrevemos a decir: Padre nuestro.
 
 
Oración
 
Te pedimos, Señor, que los que hemos sido aleccionados con los ejemplos de la pasión de tu Hijo estemos siempre dispuestos a cargar con su yugo llevadero y con su carga ligera. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
 
 
CONCLUSIÓN
 
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amen
 
 
 
Completas
 
 
INVOCACIÓN INICIAL
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.
 
 
EXAMEN DE CONCIENCIA
 
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia, el cual en la celebración comunitaria puede concluirse con alguna de las fórmulas del acto penitencial de la misa.
 
 
HIMNO
 
Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.
 
Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.
 
Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.
 
Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.
 
O bien:
 
Cristo, Señor de la noche,
que disipas las tinieblas:
mientras los cuerpos reposan,
se tú nuestro centinela.
 
Después de tanta fatiga,
después de tanta dureza,
acógenos en tus brazos
y danos noche serena.
 
Si nuestros ojos se duermen,
que el alma esté siempre en vela;
en paz cierra nuestros párpados
para que cesen las penas.
 
Y que al despuntar el alba,
otra vez con fuerzas nuevas,
te demos gracias, oh Cristo,
por la vida que comienza. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant.: Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia. +
 
Salmo 87
ORACIÓN DE UN HOMBRE GRAVEMENTE ENFERMO

Ésta es vuestra hora, la del poder de las tinieblas. (Lc 22, 53)

Señor, Dios mío, de día te pido auxilio,
de noche grito en tu presencia;
+ llegue hasta ti mi súplica,
inclina tu oído a mi clamor.
 
Porque mi alma está colmada de desdichas,
y mi vida está al borde del abismo;
ya me cuentan con los que bajan a la fosa,
soy como un inválido.
 
Tengo mi cama entre los muertos,
como los caídos que yacen en el sepulcro,
de los cuales ya no guardas memoria,
porque fueron arrancados de tu mano.
 
Me has colocado en lo hondo de la fosa,
en las tinieblas del fondo;
tú cólera pesa sobre mí,
me echas encima todas tus olas.
 
Has alejado de mí a mis conocidos,
me has hecho repugnante para ellos:
encerrado, no puedo salir,
y los ojos se me nublan de pesar.
 
Todo el día te estoy invocando,
tendiendo las manos hacia ti.
¿Harás tú maravillas por los muertos?
¿Se alzarán las sombras para darte gracias?
 
¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia,
o tu fidelidad en el reino de la muerte?
¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla
o tu justicia en el país del olvido?
 
Pero yo te pido auxilio,
por la mañana irá a tu encuentro mi súplica.
¿Por qué, Señor, me rechazas
y me escondes tu rostro?
 
Desde niño fui desgraciado y enfermo,
me doblo bajo el peso de tus terrores,
pasó sobre mí tu incendio,
tus espantos me han consumido:
 
me rodean como las aguas todo el día,
me envuelven todos a una;
alejaste de mí amigos y compañeros:
mi compañía son las tinieblas.
 
Ant.: Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia.
 
 
LECTURA BREVE     Jr 14, 9
 
Tú estás en medio de nosotros, Señor, tu nombre ha sido invocado sobre nosotros: no nos abandones, Señor Dios nuestro.
 
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
 
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
 
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
 
Cántico de Simeón     Lc 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL
 
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
 
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
 
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
 
Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
 
 
Oración
 
Señor, Dios todopoderoso: ya que con nuestro descanso vamos a imitar a tu Hijo que reposó en el sepulcro, te pedimos que, al levantarnos mañana, lo imitemos también resucitando a una vida nueva. Por Cristo nuestro Señor.
 
 
CONCLUSIÓN
 
V. El Señor todopoderoso nos conceda un noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
 
 
 
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
 
I
 
Madre del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella de mar,

ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.
 
Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.
 
Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
 
II
 
Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.
 
Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.
 
III
 
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.
 
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.
 
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
 
Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
 
IV
 
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita.

 

Fuente: Liturgia de las Horas (Tomo II)

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31 julio 2013 3 31 /07 /julio /2013 15:16

Liturgia de las Horas. Jueves XVII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C. 1 de agosto, 2013.

I Semana Salterio

Propio

San Alfonso María de Ligorio

Nació en Nápoles el año 1696; obtuvo el doctorado en ambos derechos, recibió la ordenación sacerdotal e instituyó la Congregación llamada del Santísimo Redentor. Para fomentar la vida cristiana en el pueblo, se dedicó a la predicación y a la publicación de diversas obras, sobre todo de teología moral, materia en la que es considerado un auténtico maestro. Fue elegido obispo de Sant´ Agata de´ Goti, pero algunos años después renunció a dicho cargo y murió entre los suyos, en Pagani, cerca de Nápoles, el año 1787.

INVITATORIO

Si Laudes es la primera celebración del día:
V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Puede añadirse el salmo del invitatorio, con la siguiente antífona:
   Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.

Al final de cada Salmo y cantico, se reza el Gloria
 
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
 
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
+ entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
 
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
 
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
 
Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
 
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso

Si antes de Laudes se ha celebrado el Oficio de lectura:


    V. Dios mío, ven en mi auxilio.
    R. Señor, date prisa en socorrerme.
        Gloria. (T. P. Aleluya.)

LECTURA - LAUDES – MEDIA – VÍSPERAS - COMPLETAS

 


Oficio de lectura

 
 
HIMNO
 
de la memoria:
 
Puerta de Dios en el redil humano
fue Cristo, el buen Pastor que al mundo vino,
glorioso va delante del rebaño,
guiando su marchar por buen camino.
 
Madero de la cruz es su cayado,
su voz es la verdad que a todos llama,
su amor es el del Padre, que le ha dado
Espíritu de Dios, que a todos ama.
 
Pastores del Señor son sus ungidos,
nuevos cristos de Dios, son enviados
a los pueblos del mundo redimidos;
del único Pastor siervos amados.
 
La cruz de su Señor es su cayado,
la voz de la verdad es su llamada,
los pastos de su amor, fecundo prado,
son vida del Señor que nos es dada. Amén.
 
de la feria:
 
Con gozo el corazón cante la vida,
presencia y maravilla del Señor,
de luz y de color bella armonía,
sinfónica cadencia de su amor.
 
Palabra esplendorosa de su Verbo,
cascada luminosa de verdad,
que fluye en todo ser que en él fue hecho
imagen de su ser y de su amor.
 
La fe cante al Señor, y su alabanza,
palabra mensajera del amor,
responda con ternura a su llamada
en himno agradecido a su gran don.
 
Dejemos que su amor nos llene el alma
en íntimo diálogo con Dios,
en puras claridades cara a cara,
bañadas por los rayos de su sol.
 
Al Padre subirá nuestra alabanza
por Cristo, nuestro vivo intercesor,
en alas de su Espíritu que inflama
en todo corazón su gran amor. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant. 1: La promesa del Señor es escudo para los que a ella se acogen.
 
Salmo 17, 31-51
EL SEÑOR REVELA SU PODER SALVADOR

Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? (Rm 8, 31)

IV
 
Perfecto es el camino de Dios,
acendrada es la promesa del Señor;
él es escudo para los que a él se acogen.
 
¿Quién es dios fuera del Señor?
¿Qué roca hay fuera de nuestro Dios?
Dios me ciñe de valor
y me enseña un camino perfecto;
 
él me da pies de ciervo
y me coloca en las alturas;
él adiestra mis manos para la guerra,
y mis brazos para tensar la ballesta.
 
Ant.1: La promesa del Señor es escudo para los que a ella se acogen.
 
 
Ant. 2: Tu diestra, Señor, me sostuvo.
 
V
 
Me dejaste tu escudo protector,
tu diestra me sostuvo,
multiplicaste tus cuidados conmigo.
Ensanchaste el camino a mis pasos
y no flaquearon mis tobillos;
 
yo perseguía al enemigo hasta alcanzarlo;
y no me volvía sin haberlo aniquilado:
los derroté y no pudieron rehacerse,
cayeron bajo mis pies.
 
Me ceñiste de valor para la lucha,
doblegaste a los que me resistían;
hiciste volver la espalda a mis enemigos,
rechazaste a mis adversarios.
 
Pedían auxilio, pero nadie los salvaba;
gritaban al Señor, pero no les respondía.
Los reduje a polvo, que arrebata el viento;
los pisoteaba como barro de las calles.
 
Me libraste de las contiendas de mi pueblo,
me hiciste cabeza de naciones,
un pueblo extraño fue mi vasallo.
 
Los extranjeros me adulaban,
me escuchaban y me obedecían.
Los extranjeros palidecían
y salían temblando de sus baluartes.
 
Ant. 2: Tu diestra, Señor, me sostuvo.
 
 
Ant. 3: Viva el Señor, sea ensalzado mi Dios y Salvador.
 
VI
 
Viva el Señor, bendita sea mi roca,
sea ensalzado mi Dios y Salvador:
el Dios que me dio el desquite
y me sometió los pueblos;
 
que me libró de mis enemigos,
me levantó sobre los que resistían
y me salvó del hombre cruel.
 
Por eso te daré gracias entre las naciones, Señor,
y tañeré en honor de tu nombre:
tú diste gran victoria a tu rey,
tuviste misericordia de tu Ungido,
de David y su linaje por siempre.
 
Ant. 3: Viva el Señor, sea ensalzado mi Dios y Salvador.

V. Ábreme, Señor, los ojos.
R. Y contemplaré las maravillas de tu voluntad
 
 
PRIMERA LECTURA

Del primer libro de los Reyes     12, 20-33

CISMA POLÍTICO Y RELIGIOSO

    En aquellos días, cuando Israel oyó que Jeroboam había vuelto, mandaron a llamarlo para que fuera a la asamblea, y lo proclamaron rey de Israel. Con la casa de David quedó únicamente la tribu de Judá. Cuando Roboam llegó a Jerusalén, movilizó ciento ochenta mil soldados de Judá y de la tribu de Benjamín, para luchar contra Israel y recuperar el reino para Roboam, hijo de Salomón. Pero Dios dirigió la palabra al profeta Samayas:
    «Di a Roboam, hijo de Salomón, rey de Judá, a todo Judá y Benjamín y al resto del pueblo: "Así dice el Señor: No vayáis a luchar contra vuestros hermanos, los israelitas; que cada cual se vuelva a su casa, porque esto ha sucedido por voluntad mía."»
    Obedecieron a la palabra del Señor y desistieron de la empresa, como Dios lo ordenaba. Jeroboam fortificó Siquem, en la serranía de Efraím, y residió allí. Luego, salió de Siquem para fortificar Penuel. Y pensó para sus adentros:
    «Todavía puede volver el reino a la casa de David. Si la gente sigue yendo a Jerusalén, para hacer sacrificios en el templo del Señor, terminarán poniéndose de parte de su señor, Roboam, rey de Judá. Me matarán y volverán a unirse a Roboam, rey de Judá.»
    Después de aconsejarse, el rey hizo dos becerros de oro y dijo a la gente:
    ¡Ya está bien de subir a Jerusalén! ¡Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto!»
    Luego, colocó un becerro en Betel y el otro en Dan. Esto incitó a pecar a Israel, porque unos iban a Betel y otros a Dan. También edificó ermitas en losaltozanos; puso de sacerdotes a gente de la plebe, que no pertenecía a la tribude Leví. Instituyó también una fiesta el día •quince del mes octavo, como la fiesta que se celebraba en Jerusalén, y subió al altar que había levantado en Betel, a ofrecer sacrificios al becerro que había hecho. En Betel estableció a los sacerdotes de las ermitas que había construido en los altozanos. Subió al altar que había hecho en Betel, el día quince del mes octavo (el mes que a él le pareció). Instituyó una fiesta para los israelitas y subió al altar a ofrecerincienso.

Responsorio     Cf. Ex 32, 31; IR 12, 28

R. Moisés dijo al Señor: «Este pueblo ha cometido un pecado gravísimo haciéndose dioses de oro. * Perdona a tu pueblo este pecado.»
V. Jeroboam hizo dos becerros de oro y dijo a la gente: «¡Este es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto! »
R. Perdona a tu pueblo este pecado.


SEGUNDA LECTURA
 
De las Obras de san Alfonso María de Ligorio, obispo 
 
(Tratado sobre la práctica del amor a Jesucristo, edición latina, Roma 1909, pp. 9-14) 
 
El AMOR A CRISTO
 
Toda la santidad y la perfección del alma consiste en el amor a Jesucristo, nuestro Dios, nuestro sumo bien y nuestro redentor. La caridad es la que da unidad y consistencia a todas las virtudes que hacen al hombre perfecto.
¿Por ventura Dios no merece todo nuestro amor? Él nos ha amado desde toda la eternidad. «Considera, oh hombre -así nos habla-, que yo he sido el primero en amarte. Aún no habías nacido, ni siquiera existía el mundo, y yo ya te amaba. Desde que existo, yo te amo.» 
Dios, sabiendo que al hombre se lo gana con beneficios, quiso llenarlo de dones para que se sintiera obligado a amarlo: «Quiero atraer a los hombres a mi amor con los mismos lazos con que habitualmente se dejan seducir: con los vínculos del amor.» Y éste es el motivo de todos los dones que concedió al hombre. Además de haberle dado un alma dotada, a imagen suya, de memoria, entendimiento y voluntad, y un cuerpo con sus sentidos, no contento con esto, creó, en beneficio suyo, el cielo y la tierra y tanta abundancia de cosas, y todo ello por amor al hombre, para que todas aquellas creaturas estuvieran al servicio de! hombre, y así el hombre lo amara a él en atención a tantos beneficios, y no sólo quiso darnos aquellas creaturas, con toda su hermosura, sino que además, con el objeto de conquistarse nuestro amor, llegó al extremo de darse a sí mismo por entero a nosotros. El Padre eterno llegó a darnos a su Hijo único. Viendo que todos nosotros estábamos muertos por el pecado y privados de su gracia, ¿qué es lo que hizo? Llevado por su amor inmenso, mejor aún, excesivo, como dice el Apóstol, nos envió a su Hijo amado para satisfacer por nuestros pecados y para restituirnos a la vida, que habíamos perdido por el pecado.
Dándonos al Hijo, al que no perdonó, para perdonarnos a nosotros, nos dio con él todo bien: la gracia, la caridad y el paraíso, ya que todas estas cosas son ciertamente menos que el Hijo:El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él todo lo demás?
 
Responsorio     Sal 144, 19·20; 1Jn 3, 9
 
R. El Señor satisface los deseos de sus fieles, escucha sus gritos, y los salva. * El Señor guarda a los que lo aman.
V. Quien ha nacido de Dios no comete pecado, porque su germen permanece en él.
R. El Señor guarda a los que lo aman.
 
 
Oración>
 
Dios nuestro, que propones constantemente a tu Iglesia nuevos modelos de vida cristiana, apropiados a todas las circunstancias en que puedan vivir tus hijos, concédenos imitar el celo apostólico que desplegó el santo obispo Alfonso María de Ligorio por la salvación de sus hermanos, para que, como él, lleguemos también a recibir el premio reservado a tus servidores fieles. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
 
R. Amén. 
 
 
CONCLUSIÓN
 
Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
 
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
 
 
 
Laudes


HIMNO

de la memoria:

Cristo, Cabeza, Rey de los pastores,
el pueblo entero, madrugando a fiesta,
canta a la gloria de tu sacerdote
himnos sagrados.

Con abundancia de sagrado crisma,
la unción profunda de tu Santo Espíritu
lo armó guerrero y lo nombró en la Iglesia
jefe del pueblo.

Él fue pastor y forma del rebaño,
luz para el ciego, báculo del pobre,
padre común, presencia providente,
todo de todos.

Tú que coronas sus merecimientos,
danos la gracia de imitar su vida
y al fin, sumisos a su magisterio,
danos su gloria. Amén.


de la feria:

Crece la luz bajo tu hermosa mano,
Padre celeste, y suben
los hombres matutinos al encuentro
de Cristo primogénito.
 
El hizo amanecer ante tus ojos
y enalteció la aurora,
cuando aún no estaba el hombre sobre el mundo
para poder cantarla.
 
El es principio y fin del universo,
y el tiempo, en su caída,
se acoge al que es la fuerza de las cosas
y en él rejuvenece.
 
El es quien nos reanima y fortalece,
y hace posible el himno
que, ante las maravillas de tus manos,
cantamos jubilosos.
 
He aquí la nueva luz que asciende y busca
su cuerpo misterioso;
he aquí, en la claridad de la mañana,
el signo de tu rostro.
 
Envía, Padre eterno, sobre el mundo
el soplo de tu Hijo,
potencia de tu diestra y primogénito
de todos los que mueren. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant. 1: Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.
 
Salmo 56
ORACIÓN MATUTINA DE UN AFLIGIDO

Este salmo canta la pasión del Señor. (S. Agustín)

Misericordia, Dios mío, misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas
mientras pasa la calamidad.
 
Invoco al Dios Altísimo,
al Dios que hace tanto por mí:
desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme,
enviará su gracia y su lealtad.
 
Estoy echado entre leones
devoradores de hombres;
sus dientes son lanzas y flechas,
su lengua es una espada afilada.
 
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
 
Han tendido una red a mis pasos
para que sucumbiera;
me han cavado delante una fosa,
pero han caído en ella.
 
Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.
 
Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos,
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
 
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
 
Ant. 1: Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.
 
 
Ant. 2: «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.
 
Cántico     Jr 31, 10-14
FELICIDAD DEL PUEBLO REDIMIDO

Jesús iba a morir... para reunir a los hijos de Dios dispersos. Jn 11, 51. 52)

Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla en las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño;
porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte.»
 
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor:
hacia el trigo y el vino y el aceite,
y los rebaños de ovejas y de vacas;
su alma será como un huerto regado,
y no volverán a desfallecer.
 
Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas;
alimentaré a los sacerdotes con manjares sustanciosos,
y mi pueblo se saciará de mis bienes.
 
Ant. 2: «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.
 
 
Ant.  3: Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios. +
 
Salmo 47
HIMNO A LA GLORIA DE JERUSALÉN

Me transportó en espíritu a un monte altísimo y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén. (Ap 21, 10)

Grande es el Señor y muy digno de alabanza
en la ciudad de nuestro Dios,
+ su monte santo, altura hermosa,
alegría de toda la tierra:
 
el monte Sión, vértice del cielo,
ciudad del gran rey;
entre sus palacios,
Dios descuella como un alcázar.
 
Mirad: los reyes se aliaron
para atacarla juntos;
pero, al verla, quedaron aterrados
y huyeron despavoridos;
 
allí los agarró un temblor
y dolores como de parto;
como un viento del desierto,
que destroza las naves de Tarsis.
 
Lo que habíamos oído lo hemos visto
en la ciudad del Señor de los ejércitos,
en la ciudad de nuestro Dios:
que Dios la ha fundado para siempre.
 
¡Oh Dios!, meditamos tu misericordia
en medio de tu templo:
como tu renombre, ¡oh Dios!, tu alabanza
llega al confín de la tierra;
 
tu diestra está llena de justicia:
el monte Sión se alegra
las ciudades de Judá se gozan
con tus sentencias.
 
Dad la vuelta en torno a Sión:
contando sus torreones;
fijaos en sus baluartes,
observad sus palacios,
 
para poder decirle a la próxima generación:
«Este es el Señor, nuestro Dios.»
Él nos guiará por siempre jamás.
 
Ant. 3: Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios.
 
 
LECTURA BREVE     Hb 13, 7-9a
 
Acordaos de aquellos superiores vuestros que os expusieron la palabra de Dios: reflexionando sobre el desenlace de su vida, imitad su fe. Jesucristo es el mismo hoy que ayer, y para siempre. No os dejéis extraviar por doctrinas llamativas y extrañas.
 
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
 
V. Ni de día ni de noche dejarán de anunciar el nombre del Señor.
R. He colocado centinelas.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
 
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant. No sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre quien habla por vosotros.
 
Cántico de Zacarías     Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
 
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
 
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
 
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
 
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
 
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
 
Ant. No sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre quien habla por vosotros.
 
 
PRECES
 
Demos gracias a Cristo, el buen pastor que entregó la vida por sus ovejas, y supliquémosle diciendo:
 
      Apacienta a tu pueblo, Señor.
 
Señor Jesucristo, tú que en los santos pastores nos has revelado tu misericordia y tu amor,
      haz que por ellos, continúe llegando a nosotros tu acción misericordiosa.
 
Señor Jesucristo, tú que a través de los santos pastores sigues siendo el único pastor de tu pueblo,
      no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.
 
Señor Jesucristo, tú que por medio de los santos pastores eres el médico de los cuerpos y de las almas,
      haz que nunca falten a tu Iglesia los ministros que nos guíen por las sendas de una vida santa.
 
Señor Jesucristo, tú que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y el amor de los santos,
      haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la santidad.
 
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
 
Oremos confiadamente al Padre, como Cristo nos enseñó: Padre nuestro.
 
 
Oración
 
Dios nuestro, que propones constantemente a tu Iglesia nuevos modelos de vida cristiana, apropiados a todas las circunstancias en que puedan vivir tus hijos, concédenos imitar el celo apostólico que desplegó el santo obispo Alfonso María de Ligorio por la salvación de sus hermanos, para que, como él, lleguemos también a recibir el premio reservado a tus servidores fieles. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
 
 
CONCLUSIÓN
 
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
 
 
 
hora intermedia
 
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.
 
 
HIMNO
 
TERCIA
 
Ven, Espíritu Santo, luz y gozo,
Amor, que en tus incendios nos abrasas:
renueva el alma de este pueblo tuyo
que por mis labios canta tu alabanza.
 
En sus fatigas diarias; sé descanso;
en su lucha tenaz, vigor y gracia:
haz germinar la caridad del Padre,
que engendra flores y que quema zarzas.
 
Ven, Amor, que iluminas el camino,
compañero divino de las almas:
ven con tu viento a sacudir al mundo
y a abrir nuevos senderos de esperanza. Amén.
 
O bien, fuera de los domingos y de las solemnidades:
 
El trabajo, Señor, de cada día
nos sea por tu amor santificado,
convierte su dolor en alegría
de amor, que para dar tú nos has dado.
 
Paciente y larga es nuestra tarea
en la noche oscura del amor que espera;
dulce huésped del alma, al que flaquea
dale tu luz, tu fuerza que aligera.
 
En el alto gozoso del camino,
demos gracias a Dios, que nos concede
la esperanza sin fin del don divino;
todo lo puede en él quien nada puede. Amén.
 
 
SEXTA
 
En los domingos:
 
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.
 
Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.
 
Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.
 
Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta. tierra un cielo nuevo. Amén.
 
O bien, fuera de los domingos y de las solemnidades:
 
Te está cantando el martillo
y rueda en tu honor la rueda.
Puede que la luz no pueda
librar del humo su brillo.
¡Qué sudoroso y sencillo
te pones a mediodía,
Dios de esta dura porfía
de estar sin pausa creando,
y verte necesitando
del hombre más cada día!
 
Quién diga que Dios ha muerto
que salga a la luz y vea
si el mundo es o no tarea
de un Dios que sigue despierto.
Ya no es su sitio el desierto
ni en la montaña se esconde;
decid, si preguntan dónde,
que Dios está -sin mortaja-
en donde un hombre trabaja
y un corazón le responde. Amén.
 
O bien, tanto en los domingos como en las ferias:
 
Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.
 
Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.
 
Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.
 
 
NONA
 
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.
 
Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.
 
Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.
 
O bien:
 
Oh Jesús, que en tu cruz has demostrado
tu gran amor, tu gran misericordia,
y tu fuerza nos das para seguirte
por el mismo camino hacia la gloria.
 
Que fielmente cumplamos en tu Iglesia
nuestra parte en tu obra salvadora,
y, al llegar a la tarde de la vida,
en gozo eterno el Padre nos acoja.
 
Gracias, Padre, a ti porque nos llamas,
a Jesús, que en su sangre nos redime,
y al Espíritu, luz y guía
de este pueblo que al cielo se dirige. Amén.
 
Pueden usarse también, sobretodo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
 
 
SALMODIA
 
Ant. 1: Ábreme los ojos. Señor, y contemplaré las maravillas de tu voluntad.
 
Salmo 118, 17-24
 
Haz bien a tu siervo: viviré
y cumpliré tus palabras;
ábreme los ojos y contemplaré
las maravillas de tu voluntad;
soy un forastero en la tierra:
no me ocultes tus promesas.
 
Mi alma se consume, deseando
continuamente tus mandamientos;
reprendes a los soberbios,
infelices los que se apartan de tus mandatos;
aleja de mí las afrentas y el desprecio,
porque observo tus preceptos.
 
Aunque los nobles se sientan a murmurar de mí,
tu siervo medita tus leyes;
tus preceptos son mi delicia,
tus decretos son mis consejeros.
 
Ant. 1: Ábreme los ojos. Señor, y contemplaré las maravillas de tu voluntad.
 
 
Ant. 2: Haz, Señor, que camine con lealtad.
 
Salmo 24
ORACIÓN POR TODA CLASE DE NECESIDADES

La esperanza no defrauda (R 5, 5)

I
 
A ti, Señor, levanto mi alma;
Dios mío, en ti confío, no quede yo defraudado,
que no triunfen de mí mis enemigos;
pues los que esperan en ti no quedan defraudados,
mientras que el fracaso malogra a los traidores.
 
Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador,
y todo el día te estoy esperando.
 
Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
no te acuerdes de los pecados
ni de las maldades de mi juventud;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor.
 
El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.
 
Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
Por el honor de tu nombre, Señor,
perdona mis culpas, que son muchas.
 
Ant. 2: Haz, Señor, que camine con lealtad.
 
 
Ant. 3: Mírame, ¡oh Dios!, y sácame de mis tribulaciones, que estoy solo y afligido.
 
II
 
Hay alguien que tema al Señor?
Él le enseñará el camino escogido:
su alma vivirá feliz,
su descendencia poseerá la tierra.
 
El Señor se confía con sus fieles
y les da a conocer su alianza.
Tengo los ojos puestos en el Señor,
porque él saca mis pies de la red.
 
Mírame, ¡oh Dios!, y ten piedad de mí,
que estoy solo y afligido.
Ensancha mi corazón oprimido y
sácame de mis tribulaciones.
 
Mira mis trabajos y mis penas
y perdona todos mis pecados,
mira cuántos son mis enemigos,
que me detestan con odio cruel.
 
Guarda mi vida y líbrame,
no quede yo defraudado de haber acudido a ti.
La inocencia y la rectitud me protegerán,
porque espero en ti.
 
Salva, ¡oh Dios!, a Israel
de todos sus peligros.
 
Ant. 3: Mírame, ¡oh Dios!, y sácame de mis tribulaciones, que estoy solo y afligido.
 
 
LECTURA BREVE
 
Tercia     Am 4, 13
 
El Señor formó las montañas, creó el viento, descubre al hombre su pensamiento, hace la aurora y la oscuridad, camina sobre el dorso de la tierra. Su nombre es el Señor de los ejércitos.
 
V. Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor.
R. Ensalzadlo con himnos por los siglos.
 
 Oremos:
 
Señor Dios, que a la hora de tercia enviaste al Espíritu Santo sobre los apóstoles reunidos en oración, concédenos también a nosotros participar de los dones de ese mismo Espíritu. Por Cristo nuestro Señor.
 
Sexta     Am 5, 8
 
El Señor creó las Pléyades y Orión, convierte la sombra en aurora, oscurece el día en noche; convoca las aguas del mar y las derrama sobre la superficie de la tierra. Su nombre es el Señor.
 
V. Honor y majestad lo preceden.
R. Fuerza y esplendor están en su templo.
 
 Oremos:
 
Dios todopoderoso y eterno, ante ti no existe ni la oscuridad ni las tinieblas, haz, pues, brillar sobre nosotros la claridad de tu luz, para que, guardando tus preceptos, caminemos siempre por tus sendas con el corazón jubiloso. Por Cristo nuestro Señor.
 
 Nona     Am 9, 6
 
El Señor construye en el cielo su morada, cimenta sobre la tierra su bóveda; convoca las aguas del mar y las derrama sobre la superficie de la tierra. Su nombre es él Señor.
 
V. El cielo proclama la gloria de Dios.
R. El firmamento pregona la obra de sus manos.
 
Oremos:
 
Contempla, Señor, a tu familia en oración, y haz que imitando los ejemplos de paciencia de tu Hijo no decaiga nunca ante la adversidad. Por Cristo nuestro Señor.
 
 
CONCLUSIÓN
 
Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
 
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
 
 
 
Vísperas


INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.


HIMNO

de la memoria:

Cantemos al Señor con alegría,
unidos a la voz del Pastor santo;
demos gracias a Dios, que es luz y guía,
solícito pastor de su rebaño.

Es su voz y su amor el que nos llama
en la voz del pastor que él ha elegido,
es su amor infinito el que nos ama
en la entrega y amor de este otro cristo.

Conociendo en la fe su fiel presencia,
hambrientos de verdad y luz divina,
sigamos al pastor que es providencia
de pastos abundantes que son vida.

Apacienta, Señor, guarda a tus hijos,
manda siempre a tu mies trabajadores;
cada aurora, a la puerta del aprisco,
nos aguarde el amor de tus pastores. Amén.

de la feria:

Vengo, Señor, cansado,
¡cuánta fatiga
van cargando mis hombros
al fin del día!
Dame tu fuerza
y una caricia tuya
para mis penas.
 
Salí por la mañana
entre los hombres,
¡y encontré tantos ricos
que estaban pobres!
La tierra llora,
porque sin ti la vida
es poca cosa.
 
¡Tantos hombres maltrechos,
sin ilusiones!;
en ti buscan asilo
sus manos torpes.
Tu amor amigo,
todo tu santo fuego,
para su frío.
 
Yo roturé la tierra
y puse trigo;
tú diste el crecimiento
para tus hijos.
Así, en la tarde,
con el cansancio a cuestas,
te alabo, Padre.
 
Quiero todos los días
salir contigo,
y volver a la tarde
siendo tu amigo.
Volver a casa
y extenderte las manos,
dándote gracias. Amén.


SALMODIA
 
Ant. 1: Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.
 
Salmo 29 
ACCIÓN DE GRACIAS POR LA CURACIÓN DE UN ENFERMO EN PELIGRO DE MUERTE

Cristo, después de su gloriosa resurrección, da gracias al Padre. (Casiodoro)

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado 
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
 
Señor, Dios mío, a ti grité,
y tú me sanaste.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuándo bajaba a la fosa.
 
Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto,
por la mañana, el júbilo.
 
Yo pensaba muy seguro:
«No vacilaré jamás.»
Tu bondad, Señor, me aseguraba
el honor y la fuerza;
pero escondiste tu rostro,
y quedé desconcertado.
 
A ti Señor llamé,
supliqué a mi Dios:
«¿Qué ganas con mi muerte,
con que yo baje a la fosa?
 
¿Te va a dar gracias el polvo,
o va a proclamar tu lealtad?
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.»
 
Cambiaste mi luto en danzas,
me desataste el sayal y me has vestido de fiesta;
te cantará mi alma sin callarse.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.
 
Ant. 1: Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.
 
 
Ant. 2: Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.
 
Salmo 31
ACCIÓN DE GRACIAS DE UN PECADOR PERDONADO

David proclama dichoso al hombre a quien Dios confiere la justificación haciendo caso omiso de las obras. (Rm 4, 6)

Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito.
 
Mientras callé se consumían mis huesos,
rugiendo todo el día,
porque día y noche tu mano
pesaba sobre mí;
mi savia se me había vuelto
un fruto seco.
 
Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito; 
propuse: «Confesaré al Señor, mi culpa»,
y tú perdonaste, mi culpa y mi pecado.
 
Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará.
 
Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación.

Te instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir,
fijaré en ti mis ojos.
 
No seáis irracionales como caballos y mulos,
cuyo brío hay que domar con freno y brida;
si no, no puedes acercarte.
 
Los malvados sufren muchas penas;
al que confía en el Señor,
la misericordia lo rodea.
 
Alegraos, justos, y gozad con el Señor,
aclamadlo, los de corazón sincero.
 
Ant. 2: Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.
 
 
Ant. 3: El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán. 
 
Cántico     Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a
EL JUICIO DE DIOS
 
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.
 
Se encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
 
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fe precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
 
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su Vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.
 
Ant. 3: El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.
 
 
LECTURA BREVE     1Pe 5, 1-4

A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a descubrirse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios a vuestro cargo, gobernándolo, no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere, no por sórdida ganancia, sino con generosidad, no como dominadores sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y, cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.
 
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. Éste es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo.
R. Éste es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo.
 
V. El que entregó su vida por sus hermanos. 
R. El que ora mucho por su pueblo.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Éste es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo.
 
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant.: Oh doctor admirable, luz de la Iglesia santa, san Alfonso, fiel cumplidor de la ley, ruega por nosotros al Hijo de Dios.
 
Cántico de la Santísima Virgen María     Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Ant.: Oh doctor admirable, luz de la Iglesia santa, san Alfonso, fiel cumplidor de la ley, ruega por nosotros al Hijo de Dios.


PRECES

Glorifiquemos a Cristo, constituido pontífice en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios, y supliquémosle humildemente diciendo: 

    Salva a tu pueblo, Señor.

Tú que por medio de pastores santos y eximios has glorificado a tu Iglesia,
      haz que todos los cristianos resplandezcan por su virtud.

Tú que por la oración de los santos pastores, que a semejanza de Moisés oraban por el pueblo, perdonaste los pecados de tus fieles,
      purifica y santifica también ahora a la santa Iglesia por la intercesión de los santos.

Tú que de entre los fieles elegiste a los santos pastores y, por tu Espíritu, los consagraste como ministros en bien de sus hermanos, 
      llena también de tu Espíritu a todos los pastores del pueblo de Dios.

Tú que fuiste la heredad de los santos pastores, 
      no permitas que ninguno de los que fueron adquiridos por tu sangre viva alejado de ti.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Tú que por medio de los pastores de la Iglesia das la vida eterna a tus ovejas para que nadie las arrebate de tu mano, 
      salva a los difuntos, por quienes entregaste tu vida.

Digamos juntos la oración que Cristo nos enseñó como modelo de toda oración: Padre nuestro.


Oración>

Dios nuestro, que propones constantemente a tu Iglesia nuevos modelos de vida cristiana, apropiados a todas las circunstancias en que puedan vivir tus hijos, concédenos imitar el celo apostólico que desplegó el santo obispo Alfonso María de Ligorio por la salvación de sus hermanos, para que, como él, lleguemos también a recibir el premio reservado a tus servidores fieles. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


CONCLUSIÓN

V.> El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amen



Completas


INVOCACIÓN INICIAL
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.
 
 
EXAMEN DE CONCIENCIA
 
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia, el cual en la celebración comunitaria puede concluirse con alguna de las fórmulas del acto penitencial de la misa.
 
 
HIMNO
 
Cuando la luz del sol es ya Poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.
 
Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.
 
Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.
 
Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.
 
O bien:
 
Se inclina ya mi frente,
sellado está el trabajo;
Señor, tu pecho sea
la gracia del descanso.
 
Mis ojos se retiran,
la voz deja su canto,
pero el amor enciende
su lámpara velando.
 
Lucero que te fuiste,
con gran amor amado,
en tu gloria dormimos
y en sueños te adoramos. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant. 1: Mi carne descansa serena.
 
Salmo 15
CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN

Dios resucitó a Jesús, rompiendo las ataduras de la muerte. (Hch 2, 24)

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: “Tú eres mi bien.”
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.
 
Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.
 
El Señor es mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.
 
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
 
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
 
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
 
Ant.: Mi carne descansa serena.
 
 
LECTURA BREVE     1Ts 5, 23
 
Que el mismo Dios de la Paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo.
 
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
 
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
 
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
 
Cántico de Simeón     Lc 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL
 
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
 
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
 
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
 
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
 
 
Oración
 
Señor, Dios nuestro, concédenos un descanso tranquilo que restaure nuestra fuerzas, desgastadas ahora por el trabajo del día; así, fortalecidos con tu ayuda, te serviremos siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Cristo nuestro Señor.
 
 
CONCLUSIÓN
 
Bendición
 
V. El Señor todopoderoso nos conceda un noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
 
 
 
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
 
I
 
Madre del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella de mar,
 
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.
 
Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.
 
Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
 
II
 
Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.
 
Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.
 
III
 
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.
 
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.
 
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
 
Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
 
IV
 
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita.

 Fuente: Liturgia de las Horas (Tomo III)

 

 

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30 julio 2013 2 30 /07 /julio /2013 18:18

Liturgia de las Horas. Miércoles, XVII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C. 31 de julio, 2013.

I Semana del Salterio

Propio

San Ignacio de Loyola

Nació el año 1492 en Loyola, en las provincias vascongadas de España; su vida transcurrió primero entre la corte real y la milicia; luego se convirtió y estudió teología en París, donde se le juntaron los primeros compañeros con los que habría de fundar, más tarde, en Roma, la Compañía de Jesús. Ejerció un profundo apostolado con sus escritos y con la formación de discípulos, que habrían de trabajar intensamente por la reforma de la Iglesia. Murió en Roma el año 1556.

INVITATORIO

Para la primera celebración del día:
V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Al final de cantico y salmo se reza el Gloria


A continuación se dice el salmo Invitatorio con la antífona:
 Venid, adoremos al Señor, aclamemos al Dios admirable en sus santos.

Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
 
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
+ entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
 
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
 
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
 
Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
 
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Para la segunda celebración del día:
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.

LECTURAS – LAUDES – MEDIA – VÍSPERAS - COMPLETAS

 

Oficio de lectura
 
 
HIMNO
 
Puerta de Dios en el redil humano
fue Cristo, el buen Pastor que al mundo vino,
glorioso va delante del rebaño,
guiando su marchar por buen camino.

Madero de la cruz es su cayado,
su voz es la verdad que a todos llama,
su amor es el del Padre, que le ha dado
Espíritu de Dios, que a todos ama.

Pastores del Señor son sus ungidos,
nuevos cristos de Dios, son enviados
a los pueblos del mundo redimidos;
del único Pastor siervos amados.

La cruz de su Señor es su cayado,
la voz de la verdad es su llamada,
los pastos de su amor, fecundo prado,
son vida del Señor que nos es dada. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant. 1: Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
 
Salmo 17, 2-30
ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

En aquella hora ocurrió un violento terremoto. (Ap 11, 13)

I
 
Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.
 
Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo,
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos.
 
Me cercaban olas mortales,
torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo,
me alcanzaban los lazos de la muerte.
 
En el peligro invoqué al Señor,
grité a mi Dios:
desde su templo él escuchó mi voz
y mi grito llegó a sus oídos.
 
Ant. 1: Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
 
 
Ant. 2: El Señor me libró porque me amaba.
 
II
 
Entonces tembló y retembló la tierra,
vacilaron los cimientos de los montes,
sacudidos por su cólera;
de su rostro se alzaba una humareda,
de su boca un fuego voraz,
y lanzaba carbones ardiendo.
 
Inclinó el cielo y bajó
con nubarrones debajo de sus pies;
volaba sobre un querubín
cerniéndose sobre las alas del viento,
envuelto en un manto de oscuridad:
 
como un toldo, lo rodeaban
oscuro aguacero y nubes espesas;
al fulgor de su presencia, las nubes
se deshicieron en granizo y centellas;
 
y el Señor tronaba desde el cielo,
el Altísimo hacía oír su voz:
disparando sus saetas, los dispersaba,
y sus continuos relámpagos los enloquecían.
 
El fondo del mar apareció,
y se vieron los cimientos del orbe,
cuando tú, Señor, lanzaste el fragor de tu voz,
al soplo de tu ira.
 
Desde el cielo alargó la mano y me sostuvo,
me sacó de las aguas caudalosas,
me libró de un enemigo poderoso,
de adversarios más fuertes que yo.
 
Me acosaban el día funesto,
pero el Señor fue mi apoyo:
me sacó a un lugar espacioso,
me libró porque me amaba.
 
Ant. 2: El Señor me libró porque me amaba.
 
 
Ant. 3: Señor, tú eres mi lámpara, tú alumbras mis tinieblas.
 
III
 
El Señor retribuyó mi justicia,
retribuyó la pureza de mis manos,
porque seguí los caminos del Señor
y no me rebelé contra mi Dios;
porque tuve presentes sus mandamientos
y no me aparté de sus preceptos;
 
le fui enteramente fiel,
guardándome de toda culpa;
el Señor retribuyó mi justicia,
la pureza de mis manos en su presencia.
 
Con el fiel, tú eres fiel;
con el íntegro, tú eres íntegro;
con el sincero, tú eres sincero;
con el astuto, tú eres sagaz.
Tú salvas al pueblo afligido
y humillas los ojos soberbios.
 
Señor, tú eres mi lámpara;
Dios mío, tú alumbras mis tinieblas.
Fiado en ti, me meto en la refriega;
fiado en mi Dios, asalto la muralla.
 
Ant. 3: Señor, tú eres mi lámpara, tú alumbras mis tinieblas.
 
V. Todos quedaban maravillados.
R. De las palabras que salían de la boca de Dios.
 
 
PRIMERA LECTURA
 
Del primer libro de los Reyes     12, 1-19

DIVISIÓN DEL REINO, EN TIEMPO DE ROBOAM, HIJO DE SALOMÓN

    En aquellos días, Roboam fue a Siquem, porque todo Israel había acudido allí para proclamarlo rey. Cuando se enteró Jeroboam, hijo de Nabat -estaba todavía en Egipto, adonde había ido, huyendo del rey Salomón-, volvió de Egipto, porque habían mandado a llamarlo. Jeroboam y toda la asamblea israelita hablaron a Roboam:
    «Tu padre nos impuso un yugo pesado. Aligera tú ahora la dura servidumbre a que nos sujetó tu padre y el pesado yugo que nos echó encima, y te serviremos.»
    Él les dijo:
    «Marchaos, y al cabo de tres días volved.»
    Ellos se fueron, y el rey Roboam consultó a los ancianos que habían estado al servicio de su padre Salomón mientras vivía:
    «¿Qué me aconsejáis que responda a esa gente?»
    Le dijeron:
    «Si condesciendes hoy con este pueblo, poniéndote a su servicio, y les respondes con buenas palabras, serán siervos tuyos de por vida.»
    Pero él desechó el consejo de los ancianos y consultó a los jóvenes que se habían educado con él y estaban a su servicio; les preguntó:
    «Esta gente pide que les aligere el yugo que les echó encima mi padre. ¿Qué me aconsejáis que les responda?»
    Los jóvenes que se habían educado con él le respondieron:
    «O sea que esa gente te ha dicho: "Tu padre nos impuso un yugo pesado; aligera tú ahora nuestro yugo." Pues diles tú esto: "Mi dedo meñique es más grueso que la cintura de mi padre. Si mi padre os cargó un yugo pesado, yo os aumentaré la carga; si mi padre os castigó con azotes, yo os castigaré con latigazos."»
    Al tercer día, la fecha señalada por el rey, Jeroboam y todo el pueblo fueron a ver a Roboam. Éste les respondió ásperamente; desechó el consejo de los ancianos y les habló siguiendo el consejo de los jóvenes:
    «Si mi padre os impuso un yugo pesado, yo os aumentaré la carga; si mi padre os castigó con azotes, yo os castigaré con latigazos.»
    De manera que el rey no hizo caso al pueblo, porque era una ocasión buscada por el Señor, para que se cumpliese la palabra que Ajías, el de Siló, comunicó a Jeroboam, hijo de Nabat. Viendo los israelitas que el rey no les hacía caso, le replicaron:
    «¿Qué nos repartimos nosotros con David? ¡No heredamos juntos con el hijo de Jesé! ¡A tus tiendas, Israel! ¡Ahora, David, a cuidar de tu casa!»
    Los de Israel se marcharon a casa; aunque los israelitas que vivían en las poblaciones de Judá siguieron sometidos a Roboam.
    El rey Roboam envió entonces a Adoram, encargado de las brigadas de trabajadores; pero los israelitas la emprendieron a pedradas con él hasta matarlo, mientras el rey montaba a prisa en su carroza para huir a Jerusalén. Así fue como se independizó Israel de la casa de David hasta hoy.

Responsorio     2R 17, 21. 22. 23; cf. Ez 37, 22. 25

R. Jeroboam desvió a Israel del culto al Señor, y los israelitas imitaron a la letra el pecado de Jeroboam, hasta que el Señor los arrojó de su presencia, * como había dicho por sus siervos los profetas.
V. No volverán a ser dos naciones ni a estar divididos en dos reinos; habitarán en su tierra para siempre.
R. Como había dicho por sus siervos los profetas.
 
 
SEGUNDA LECTURA
 
De los hechos de san Ignacio recibidos por Luis Gonçalves de labios del mismo santo 
 
(Cap. 1,5·9: Acta Sanctorum Iulii 7 [1868J, 647)
 
EXAMINAD SI LOS ESPÍRITUS VIENEN DE DIOS
 
    Ignacio era muy aficionado a los llamados libros de caballerías, narraciones llenas de historias fabulosas e imaginarias. Cuando se sintió restablecido, pidió que le trajeran algunos de esos libros para entretenerse, pero no se halló en su casa ninguno; entonces le dieron para leer un libro llamado Vida de Cristo y otro que tenía por título Flos sanctorum, escritos en su lengua materna.
    Con la frecuente lectura de estas obras, empezó a sentir algún interés por las cosas que en ellas se trataban. A intervalos volvía su pensamiento a lo que había leído en tiempos pasados y entretenía su imaginación con el recuerdo de las vanidades que habitualmente retenían su atención durante su vida anterior.
    Pero entretanto iba actuando también la misericordia divina, inspirando en su ánimo otros pensamientos, además de los que suscitaba en su mente lo que acababa de leer. En efecto, al leer la vida de Jesucristo o de los santos, a veces se ponía a pensar y se preguntaba a sí mismo: «¿Y si yo hiciera lo mismo que san Francisco o que santo Domingo?» Y, así, su mente estaba siempre activa. Estos pensamientos duraban mucho tiempo, hasta que, distraído por cualquier motivo, volvía a pensar, también por largo tiempo, en las cosas vanas y mundanas. Esta sucesión de pensamientos duró bastante tiempo.
    Pero había una diferencia; y es que, cuando pensaba en las cosas del mundo, ello le producía de momento un gran placer; pero cuando, hastiado, volvía a la realidad, se sentía triste y árido de espíritu; por el contrario, cuando pensaba en la posibilidad de imitar las austeridades de los santos, no sólo entonces experimentaba un intenso gozo, sino que además tales pensamientos lo dejaban lleno de alegría. De esta diferencia él no se daba cuenta ni le daba importancia, hasta que un día se le abrieron los ojos del alma y comenzó a admirarse de esta diferencia que experimentaba en sí mismo, que, mientras una clase de pensamientos lo dejaban triste, otros, en cambio, alegre. Y así fue como empezó a reflexionar seriamente en las cosas de Dios. Más tarde, cuando se dedicó a las prácticas espirituales, esta experiencia suya le ayudó mucho a comprender lo que sobre la discreción de espíritus enseñaría luego a los suyos.
 
Responsorio     1Pe 4, 11. 8
 
R. El que toma la palabra que hable palabra de Dios. El que se dedica al servicio que lo haga en virtud del encargo recibido de Dios. * Así, Dios será glorificado en todo, por medio de Jesucristo.
V. Ante todo, teneos una constante caridad unos con otros.
R. Así, Dios será glorificado en todo, por medio de Jesucristo.
 
 
CONCLUSIÓN
 
Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
 
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
 
 
 
Laudes
 
 
HIMNO
 
Vosotros sois luz del mundo
y ardiente sal de la tierra, 
ciudad esbelta en el monte,
fermento en la masa nueva.
 
Vosotros sois los sarmientos,
y yo la Vid verdadera;
si el Padre poda las ramas,
más fruto llevan las cepas.
 
Vosotros sois la abundancia
del reino que ya está cerca,
los doce mil señalados
que no caerán en la siega.
 
Dichosos, porque sois limpios
y ricos en la pobreza,
y es vuestro el reino que sólo
se gana con la violencia. Amén.


SALMODIA
 
Ant. 1: Tu luz, Señor, nos hace ver la luz.
 
Salmo 35
DEPRAVACIÓN DEL MALVADO Y BONDAD DE DIOS

El que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. (Jn 8, 12)

El malvado escucha en su interior
un oráculo del pecado:
«No tengo miedo a Dios,
ni en su presencia.»
Porque se hace la ilusión de que su culpa
no será descubierta ni aborrecida.
 
Las palabras de su boca son maldad y traición,
renuncia a ser sensato y a obrar bien;
acostado medita el crimen,
se obstina en el mal camino,
no rechaza la maldad.
 
Señor, tu misericordia llega al cielo,
tu fidelidad hasta las nubes,
tu justicia hasta las altas cordilleras;
tus sentencias son como el océano inmenso.
 
Tú socorres a hombres y animales;
¡qué inapreciable es tu misericordia, oh Dios!
los humanos se acogen a la sombra de tus alas;
 
se nutren de lo sabroso de tu casa,
les das a beber del torrente de tus delicias,
porque en ti está la fuente viva
y tu luz nos hace ver la luz.
 
Prolonga tu misericordia con los que te reconocen,
tu justicia con los rectos de corazón;
que no me pisotee el pie del soberbio,
que no me eche fuera la mano del malvado.
 
Han fracasado los malhechores;
derribados, no se pueden levantar.
 
Ant. 1: Tu luz, Señor, nos hace ver la luz.
 
 
Ant. 2: Señor, tú eres grande tu fuerza es invencible.
 
Cántico     Jdt 16, 2-3. 15-19
HIMNO A DIOS, CREADOR DEL MUNDO
Y PROTECTOR DE SU PUEBLO

Cantaban un cántico nuevo. (Ap 5, 9)

¡Alabad a mi Dios con tambores,
elevad cantos al Señor con cítaras,
ofrecedle los acordes de un salmo de alabanza,
ensalzad e invocad su nombre!
Porque el Señor es un Dios quebrantador de guerras,
su nombre es el Señor.
 
Cantaré a mi Dios un cántico nuevo:
Señor, tú eres grande y glorioso,
admirable en tu fuerza, invencible.
 
Que te sirva toda la creación,
porque tú lo mandaste, y existió;
enviaste tu aliento, y la construiste,
nada puede resistir a tu voz.
 
Sacudirán las olas los cimientos de los montes,
las peñas en tu presencia se derretirán como cera,
pero tú serás propicio a tus fieles.
 
Ant. 2: Señor, tú eres grande tu fuerza es invencible.
 
 
Ant. 3: Aclamad a Dios con gritos de júbilo.
 
Salmo 46
ENTRONIZACIÓN DEL DIOS DE ISRAEL

Está sentado a la derecha del Padre y su reino no tendrá fin.

Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra.
 
Él nos somete los pueblos
y nos sojuzga las naciones,
él nos escogió por heredad suya:
gloria de Jacob, su amado.
 
Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad,
tocad para nuestro Rey, tocad.
 
Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado.
 
Los príncipes de los gentiles se reúnen
con el pueblo de Dios de Abraham;
porque de Dios son los grandes de la tierra,
y él es excelso.
 
Ant. 3: Aclamad a Dios con gritos de júbilo.


LECTURA BREVE     Rm 12, 1-2

Os exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto.


RESPONSORIO BREVE

V. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.

V. Y sus pasos no vacilan.
R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.


CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.: ¡Ojalá tenga yo una íntima experiencia de Cristo, del poder de su resurrección y de la comunión con sus padecimientos!

Cántico de Zacarías     Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Ant.: ¡Ojalá tenga yo una íntima experiencia de Cristo, del poder de su resurrección y de la comunión con sus padecimientos!


PRECES

Adoremos, hermanos, a Cristo, el Dios santo, y, pidiéndole que nos enseñe a servirle con santidad y justicia en su presencia todos nuestros días, aclamémosle, diciendo:

    Tú solo eres santo, Señor.

Señor Jesús, probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado,
      compadécete de nuestras debilidades.

Señor Jesús, que a todos nos llamas a la perfección del amor, 
      danos el progresar por caminos de santidad.

Señor Jesús, que nos quieres sal de la tierra y la luz del mundo, 
      ilumina nuestras vidas con tu propia luz.

Señor Jesús, que viniste al mundo no para que te sirvieran, sino para servir,
      haz que sepamos servir con humildad a ti y a nuestros hermanos.

Señor Jesús, reflejo de la gloria del Padre e impronta de su ser, 
      haz que un día podamos contemplar la claridad de tu gloria.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Oremos ahora al Padre, como nos enseñó el mismo Jesús: Padre nuestro.


Oración

Señor Dios, que suscitaste en tu Iglesia a san Ignacio de Loyola para que extendiera más la gloria de tu nombre, concédenos que, a imitación suya y apoyados en su auxilio, libremos también en la tierra el noble combate de la fe, para que merezcamos ser coronados juntamente con él en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
 
 
 
hora intermedia
 
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.
 
 
HIMNO
 
TERCIA
 
Ven del seno de Dios, oh Santo Espíritu,
a visitar las mentes de tus fieles;
y haz que los corazones que creaste
se llenen con tus dádivas celestes.
 
Ilumine tu luz nuestros sentidos,
encienda el fuego de tu amor los pechos;
Espíritu de Cristo, fortalece
este barro mortal de nuestros corazones.
 
Danos, Amor, tu amor y la alegría
de conocer al Padre y a su Hijo,
de poseerte a ti que eres de entreambos
eternamente el inefable Espíritu. Amén.
 
O bien, fuera de los domingos y de las solemnidades:
 
El trabajo, Señor, de cada día
nos sea por tu amor santificado,
convierte su dolor en alegría
de amor, que para dar tú nos has dado.
 
Paciente y larga es nuestra tarea
en la noche oscura del amor que espera;
dulce huésped del alma, al que flaquea
dale tu luz, tu fuerza que aligera.
 
En el alto gozoso del camino,
demos gracias a Dios, que nos concede
la esperanza sin fin del don divino;
todo lo puede en él quien nada puede. Amén.
 
 
SEXTA
 
En los domingos:
 
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.
 
Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.
 
Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.
 
Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén.
 
O bien, fuera de los domingos y de las solemnidades:
 
El pan de cada día
dánoslo hoy, Señor, a manos llenas;
convierte en alegría
nuestras labores buenas
y acaricia el dolor de nuestras penas.
 
¡Horas de tedio largas
sin la presencia buena de tus manos!
¡Ay, las horas amargas
nos vuelven inhumanos,
si no abrimos el alma a los hermanos!
 
Santifica el momento
de este ruido tenaz, de esta fatiga.
Busquemos el aliento de tu presencia amiga
que acreciente el esfuerzo y nos bendiga. Amén.
 
O bien, tanto en los domingos como en las ferias:
 
Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.
 
Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.
 
Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.
 
 
NONA
 
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.
 
Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.
 
Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.
 
O bien:
 
Danos, Señor, la firme voluntad,
compañera y sostén de la virtud,
que sabe en la fatiga hallar quietud
y en medio de las sombras claridad:
 
La que trueca en tesón la veleidad,
y el ocio en perennal solicitud,
y las ásperas fiebres en salud
y los torpes engaños en verdad.
 
Y así conseguirá mi corazón
que los favores que a tu amor debí
le ofrezcan algún fruto en galardón.
 
Y aún tú, Señor, conseguirás así
que no llegue a romper mi confusión
la imagen tuya que pusiste en mi. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant. 1: Bendito eres, Señor, enséñame tus leyes.
 
Salmo 118, 9-16
 
¿Cómo podrá un joven andar honestamente?
Cumpliendo tus palabras.
Te busco, de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos.
En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti.
 
Bendito eres, Señor,
enséñame tus leyes.
Mis labios van enumerando
los mandamientos de tu boca;
mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas.
 
Medito tus decretos,
y me fijo en tus sendas;
tu voluntad es mi delicia,
no olvidaré tus palabras.
 
Ant. 1: Bendito eres, Señor, enséñame tus leyes.
 
 
Ant. 2: Mis pies estuvieron firmes en tus caminos, Señor.
 
Salmo 16
DIOS, ESPERANZA DEL INOCENTE PERSEGUIDO

En los días de su vida mortal presentó oraciones y súplicas y fue escuchado. (Hb 5, 7)

Señor, escucha mí apelación,
atiende a mis clamores,
presta oído a mi súplica,
que en mis labios no hay engaño:
emane de ti la sentencia,
miren tus ojos la rectitud.
 
Aunque sondees mi corazón,
visitándolo de noche,
aunque me pruebes al fuego,
no encontrarás malicia en mí.
 
Mi boca no ha faltado
como suelen los hombres;
según tus mandatos yo me he mantenido
en la senda establecida.
Mis pies estuvieron firmes en tus caminos,
y no vacilaron mis pasos.
 
Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío;
inclina el oído y escucha mis palabras.
Muestra las maravillas de tu misericordia,
tú que salvas de los adversarios
a quien se refugia a tu derecha.
 
Guárdame como a las niñas de tus ojos,
a la sombra de tus alas escóndeme
de los malvados que me asaltan,
del enemigo mortal que me cerca.
 
Ant. 2: Mis pies estuvieron firmes en tus caminos, Señor.
 
 
Ant. 3: Levántate, Señor, y líbrame.
 
II
 
Han cerrado sus entrañas
y hablan con boca arrogante;
ya me rodean sus pasos,
se hacen guiños para derribarme,
como un león ávido de presa,
como un cachorro agazapado en su escondrijo.
 
Levántate, Señor, hazle frente, doblégalo,
que tu espada me libre del malvado,
y tu mano, Señor, de los mortales;
mortales de este mundo: sea su lote esta vida;
de tu despensa les llenarás el vientre,
se saciarán sus hijos
y dejarán a sus pequeños lo que sobra.
 
Pero yo con mi apelación vengo a tu presencia,
y al despertar me saciaré de tu semblante.
 
Ant. 3: Levántate, Señor, y líbrame.
 
 
LECTURA BREVE
 
Tercia     1Pe 1, 13-14
 
Con ánimo dispuesto y vigilante poned vuestra esperanza en la gracia que os llegará cuando Jesucristo se manifieste. Como hijos obedientes no os amoldéis a las pasiones que teníais cuando estabais en vuestra ignorancia.
 
V. Enséñame, Señor, tus caminos.
R. Instrúyeme en tus sendas.
 
Oremos:
 
Señor, Padre santo, Dios fiel, tú que enviaste el Espíritu Santo prometido para que congregara a los hombres que el pecado había disgregado: ayúdanos a ser, en medio de nuestros hermanos, fermento de unidad y de paz. Por Cristo nuestro Señor.
 
 Sexta     1Pe 1, 15-16
 
Como es santo el que os llamó, sed también santos en toda vuestra conducta, porque está escrito: «Sed santos, porque yo soy santo.»
 
V. Que tus sacerdotes se vistan de justicia.
R. Que tus fieles te aclamen con júbilo.
 
Oremos:
 
Dios todopoderoso y lleno de amor, que a la mitad de nuestra jornada concedes un descanso a nuestra fatiga, contempla complacido el trabajo empezado, remedia nuestras deficiencias, y haz que nuestras obras te sean agradables. Por Cristo nuestro Señor.
 
Nona     St 4, 7-8a. 10
 
Vivid sometidos a Dios. Resistid al diablo y huirá de vosotros. Acercaos a Dios y él se acercará a vosotros. Humillaos en la presencia del Señor y él os ensalzará.
 
V. Los ojos del Señor están puestos en sus fieles.
R. En los que esperan en su misericordia.
 
 
Oremos:
 
Señor Jesucristo, que por la salvación de los hombres extendiste tus brazos en la cruz: haz que todas nuestras acciones te sean agradables y sirvan para manifestar al mundo tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
 
 
CONCLUSIÓN
 
Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
 
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
 
 
 
Vísperas


INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.


HIMNO

Cuando, Señor, el día ya declina, 
quedaos con el hombre, que, en la noche 
del tiempo y de la lucha en que camina, 
turba su corazón con su reproche.

Disipad nuestras dudas, hombres santos, 
que en el alto glorioso del camino 
ya dejasteis atrás temores tantos 
de perder vuestra fe en el Don divino.

Perdonad nuestros miedos, seguidores 
del camino en la fe que os fue ofrecido,
hacednos con vosotros confesores 
de la fe y del amor que habéis vivido.

Que tu amor, Padre santo, haga fuerte 
nuestro amor, nuestra fe en tu Hijo amado; 
que la hora suprema de la muerte
sea encuentro en la luz, don consumado. Amén.


SALMODIA
 
Ant. 1: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? +
 
Salmo 26 
CONFIANZA ANTE EL PELIGRO

Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?,
¿quién podrá apartarnos del amor de Cristo? (Rm 8, 31. 35)

I
 
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
+ El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?
 
Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen.
 
Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.
 
Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor
contemplando su templo.
 
Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca;
 
y así levantaré la cabeza
sobre el enemigo que me cerca;
en su tienda sacrificaré
sacrificios de aclamación:
cantaré y tocaré para el Señor.
 
Ant. 1: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
 
 
Ant. 2: Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

Algunos, poniéndose de pie, daban testimonio contra Jesús. (Mc 14, 57)

II
 
Escúchame, Señor, que te llamo,
ten piedad, respóndeme.
 
Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro.»
Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.
 
No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches, no me abandones,
Dios de mi salvación.
 
Si mi padre y mi madre me abandonan,
el Señor me recogerá.
 
Señor, enséñame tu camino,
guíame por la senda llana,
porque tengo enemigos.
 
No me entregues a la saña de mi adversario,
porque se levantan contra mí testigos falsos,
que respiran violencia.
 
Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
 
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.
 
Ant. 2: Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.
 
 
Ant. 3: El es el primogénito de toda creatura, es el primero en todo.
 
Cántico     Cf. Col 1, 12-20
HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA Y
PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS
 
Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
 
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
 
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
 
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo,
 
Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.
 
Ant. 3: El es el primogénito de toda creatura, es el primero en todo.


LECTURA BREVE     Rm. 8, 28-30

Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.


RESPONSORIO BREVE

V. El Señor es justo y ama la justicia.
R. El Señor es justo y ama la justicia.

V. Los buenos verán su rostro.
R. El Señor es justo y ama la justicia.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor es justo y ama la justicia.


CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.: ¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si arruina su vida?

Cántico de la Santísima Virgen María     Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Ant.: ¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si arruina su vida?


PRECES

Pidamos a Dios Padre, fuente de toda santidad, que con la intercesión y el ejemplo de los santos nos ayude, y digamos:

    Haz que seamos santos, porque tú, Señor, eres santo.

Padre santo, que has querido que nos llamemos y seamos hijos tuyos, 
      haz que la Iglesia santa, extendida por los confines de la tierra, cante tus grandezas.

Padre santo, que deseas que vivamos de una manera digna, buscando siempre tu beneplácito, 
      ayúdanos a dar fruto de buenas obras.

Padre santo, que nos reconciliaste contigo por medio de Cristo, 
      guárdanos en tu nombre para que todos seamos uno.

Padre santo, que nos convocas al banquete de tu reino, 
      haz que comiendo el pan que ha bajado del cielo alcancemos la perfección del amor.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Padre santo, perdona a los pecadores sus delitos 
      y admite a los difuntos en tu reino para que puedan contemplar tu rostro.

Porque nos llamamos y somos hijos de Dios, nos atrevemos a decir: Padre nuestro.


Oración

Señor Dios, que suscitaste en tu Iglesia a san Ignacio de Loyola para que extendiera más la gloria de tu nombre, concédenos que, a imitación suya y apoyados en su auxilio, libremos también en la tierra el noble combate de la fe, para que merezcamos ser coronados juntamente con él en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amen



Completas


INVOCACIÓN INICIAL
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.
 
 
EXAMEN DE CONCIENCIA
 
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia, el cual en la celebración comunitaria puede concluirse con alguna de las fórmulas del acto penitencial de la misa.
 
 
HIMNO
 
Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.
 
Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.
 
Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.
 
Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.
 
O bien:
 
Se inclina ya mi frente,
sellado está el trabajo;
Señor, tu pecho sea
la gracia del descanso.
 
Mis ojos se retiran,
la voz deja su canto,
pero el amor enciende
su lámpara velando.
 
Lucero que te fuiste,
con gran amor amado,
en tu gloria dormimos
y en sueños te adoramos. Amén.
 
 
SALMODIA
 
Ant.: Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.
 
Salmo 30, 2-6
SÚPLICA CONFIADA Y ACCIÓN DE GRACIAS

Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. (Lc 23, 46)

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí;
 
ven aprisa a librarme,
sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
 
por tu nombre dirígeme y guíame:
sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.
 
En tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.
 
Ant. 1: Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.
 
 
Ant. 2: Desde lo hondo a ti grito, Señor.
 
Salmo 129
DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR

Él salvará a su pueblo de los pecados. (Mt 1, 21)

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
 
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
 
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
 
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
 
Ant. 2: Desde lo hondo a ti grito, Señor.
 
 
LECTURA BREVE     Ef 4, 26-27
 
No lleguéis a pecar; que la puesta del sol no es sorprenda en vuestro enojo. No dejéis lugar al diablo.
 
 
RESPONSORIO BREVE
 
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
 
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
 
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
 
Cántico de Simeón     Lc 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL
 
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
 
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
 
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
 
Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
 
 
Oración
 
Señor Jesucristo, tú que eres manso y humilde de corazón ofreces a los que vienen a ti en yugo llevadero y una carga ligera; dígnate, pues, aceptar los deseos y las acciones del día que hemos terminado: que podamos descansar durante la noche para que así, renovado nuestro cuerpo y nuestro espíritu, perseveremos constantes en tu servicio, Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
 
 
CONCLUSIÓN
 
V. El Señor todopoderoso nos conceda un noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
 
 
 
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
 
I
 
Madre del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella de mar,
 
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.
 
Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.
 
Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
 
II
 
Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.
 
Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.
 
III
 
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.
 
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.
 
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
 
Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
 
IV
 
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita

 

Fuente: Liturgia de las Horas (Tomo III)

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