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1 junio 2012 5 01 /06 /junio /2012 20:18

Lectio Divina: Sábado VIII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B, 2 Junio, 2012

 Oración

Oh Señor, Padre bueno y misericordioso. Tú has enviado desde el Cielo a tu Hijo Jesús para revelarnos la autoridad y la dulzura de tu Amor. Envía también sobre nosotros tu Espíritu Santo, como descendió sobre Cristo después del Bautismo en las aguas del Jordán; que al abrirse el cielo y al resonar tu voz de salvación: “Tú eres mi Hijo, el amado”, nuestro corazón no se endurezca ni se cierre, sino que acoja con plena confianza, hoy y siempre, tu luz y tu abrazo de Padre. Amén.  

 

 Lectura

Del Evangelio según San Marcos (11, 27-33)

27 Vuelven a Jerusalén y, mientras paseaba por el Templo, se le acercan los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, 28 y le decían: "¿Con qué autoridad haces esto?, o ¿quién te ha dado tal autoridad para hacerlo?" 29 Jesús les dijo: "Os voy a preguntar una cosa. Respondedme y os diré con qué autoridad hago esto. 30 El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme." 31 Ellos discurrían entre sí: "Si decimos: "Del cielo", dirá: "Entonces, ¿por qué no le creísteis?" 32 Pero ¿vamos a decir: "De los hombres?"" Tenían miedo a la gente; pues todos tenían a Juan por un verdadero profeta. 33 Responden, pues, a Jesús: "No sabemos." Jesús entonces les dice: "Tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto."

 

 Meditación

* ¿“Con qué autoridad?” La palabra “autoridad” es central en este pasaje y contiene el secreto del camino de fe y de crecimiento espiritual que podemos recorrer al meditar este Evangelio, si nos dejamos guiar por la Palabra. La provocación dirigida a Jesús por sus adversarios conduce de inmediato a apreciar la distancia existente entre Él y ellos, razón por la que no cabe una respuesta. “Autoridad”, en boca de los sacerdotes y de los escribas, indica “poder”, “fuerza”, “dominio”, “capacidad de imponer leyes y de juzgar”. Para Jesús, en cambio, “autoridad” significa otra cosa, como podremos entender si tenemos presente que en hebreo esta palabra procede de la raíz que significa  “hacerse igual a”. De hecho, Jesús manifiesta inmediata y claramente en qué horizonte se mueve Él, hacia dónde camina y hacia dónde nos quiere conducir a nosotros: a ser iguales, a parecernos al Padre, a mantener una relación de amor con Él, como la de un Padre y un hijo.  No por casualidad Él hace inmediatamente alusión al bautismo de Juan…

 

* “El bautismo de Juan…”. Jesús nos lleva rápidamente y con claridad al punto de partida, a la fuente, allí donde podemos reencontrarnos con nosotros mismos, al encontrarnos con Dios. A orillas del río Jordán, donde Él recibió el bautismo, hay un lugar para nosotros, ya que, encendidos de Amor, descendemos a las aguas como Él, y nos dejamos marcar con el Sello del Espíritu Santo, nos dejamos  alcanzar, visitar y envuelvan por estas palabras: “Tú eres mi Hijo, el amado” (Mc. 1, 11). Jesús nos enseña que no hay otra autoridad, otra grandeza ni otra riqueza, sino sólo ésta.

 

* “¿Del cielo o de los hombres?”. ¿Queremos estar con Dios o con los hombres, seguirlo a Él o a ellos, entrar en la luz del Cielo que se abre (Mc 1, 10) o permanecer en las tinieblas de nuestra soledad?

 

* “Respondedme”. Esta palabra de Jesús, repetida dos veces (vv. 29 y 30),  es muy bonita. Jesús pide una elección precisa, una decisión clara, sincera y autentica, a fondo. En griego, el verbo “responder” expresa esta actitud, esta capacidad de distinguir, de discernir bien las cosas. El Señor nos quiere invitar a entrar en lo más profundo de nosotros mismos para dejarnos penetrar por sus palabras y para que de esta manera, aprendamos cada vez mejor, en estrecha relación con Él, a tomar las decisiones importantes de nuestra vida e incluso las del día a día.

Pero este verbo sencillo y hermoso indica aún algo más. La raíz hebrea expresa respuesta y, al mismo tiempo, miseria, pobreza, aflicción y humildad. Es decir, no puede darse una verdadera respuesta sino desde la humildad, desde la escucha. Jesús pide a los sacerdotes y a los escribas, y también a nosotros, entrar en esta dimensión de vida, en esta actitud del alma: hacerse humildes ante Él, reconocer nuestra pobreza, y la necesidad que tenemos de Él, ya que ésta es la única posible respuesta a sus preguntas.

 

* “Discurrían entre sí”. Estamos ante otro verbo importante que nos ayuda a entender mejor nuestro mundo interior. Discurrir es “hablar a través de“, como se deduce de la traducción literal del verbo griego usado por Marcos. Las personas de este pasaje están rotas por dentro, atravesadas por una herida; ante Jesús, no son de una pieza. Entre ellos hablan aduciendo diversas razones y consideraciones; en vez de entrar en aquella relación y diálogo con el Padre que inauguró en el bautismo de Jesús, permanecen fuera, a distancia, como el hijo de la parábola, que rechaza entrar al banquete del amor cfr. Lc 15, 28). Ellos tampoco creen la Palabra del Padre, que repite de nuevo: “Tú eres mi Hijo, el amado: en ti he puesto mi complacencia” (Mc 1, 11), por eso siguen buscando y reclamando la fuerza de la autoridad y del poder más que la debilidad del amor.

 

 Algunas preguntas

* El Señor me enseña que su autoridad, también en lo que a mí se refiere, no es un dominio, ni una fuerza opresiva, sino amor, capacidad de asemejarse, de hacerse cercano. ¿Deseo acoger esta autoridad de Jesús en mi vida, entrar de verdad en esta relación de hacerme igual a  Él? ¿Estoy dispuesto a dar los pasos que esta elección pide? ¿Estoy decidido a seguir hasta el fondo este recorrido?

 

* Al considerar el pasaje de este Evangelio, tal vez no sospechaba que me llevaría a considerar la relación con el pasaje del Bautismo y con la experiencia fundamental y motora del trato con Dios Padre. Sin embargo, el Señor ha querido revelarme una vez más su gran amor; él no se echa atrás ante ningún cansancio, ante ningún obstáculo, con tal de alcanzarme. ¿Cómo está, sin embargo, en este momento, ante  Él  mi corazón? ¿Distingo la voz del Padre que me habla y me llama “hijo”, mientras pronuncia mi nombre? ¿Consigo acoger esta declaración de amor suya? ¿Me fío de Él, lo creo, me entrego a Él? ¿Elijo el Cielo, o sigo eligiendo la tierra?

 

* Pienso que no debo acabar esta meditación sin dar mi respuesta.  Jesús me lo pide expresamente: su “Respondedme” hoy va dirigido también a mí. He aprendido que no puede haber una verdadera respuesta sin una verdadera escucha, y que la verdadera escucha sólo puede nacer de la humildad… ¿Deseo dar estos pasos? ¿Deseo, por el contrario, seguir respondiendo guiado sólo por mis convicciones, por mis viejas maneras de pensar y de sentir, por mi presunción y autosuficiencia?

 

* Una cuestión final. Al mirar mi corazón por dentro, ¿me veo también yo algo dividido, como los adversarios de Jesús? ¿Llevo en mí alguna herida que me atraviesa y no me permite ser cristiano de una pieza, amigo de Cristo, seguidor suyo? 

 Oración final

Los preceptos del Señor alegran el corazón.

 

La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma;

 el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante.

 

Los mandamientos del Señor son rectos y alegran el corazón;

la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.

 

La voluntad del  Señor es pura y eternamente estable;

los mandamientos del  Señor son verdaderos y enteramente justos.

Más preciosos que el oro, más que el oro fino;

más dulces que la miel de un panal que destila.  

 (Salmo 18, 8-11)

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31 mayo 2012 4 31 /05 /mayo /2012 19:52

Lectio Divina:  Viernes VIII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B., 1 Junio, 2012

Oración

Señor, Padre misericordioso. Tú has elegido a algunos hijos tuyos para que anuncien tu amor en el mundo, y así haces posible que llegue a todos los pueblos el fruto sabroso de tu Presencia. Haz que nuestro fruto permanezca a través de nuestra comunión contigo y con tu Hijo Jesús; ayúdanos a acogerlo como al Amigo y Maestro que cada día entra en el templo santo de nuestra vida. Que él renueve cada día su alianza con nosotros por nuestra fe y nuestra oración, que rebosen de confiado abandono. Amén.

 Lectura

Del Evangelio según San Marcos (11, 11-25)

 11 Y entró en Jerusalén, en el Templo, y después de observar todo a su alrededor, siendo ya tarde, salió con los Doce para Betania.

 12 Al día siguiente, saliendo ellos de Betania, sintió hambre.13 Y viendo de lejos una higuera con hojas, fue a ver si encontraba algo en ella; acercándose a ella, no encontró más que hojas; es que no era tiempo de higos.14 Entonces le dijo: "¡Que nunca jamás coma nadie fruto de ti!" Y sus discípulos oían esto.
15 Llegan a Jerusalén; y entrando en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y a los que compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas
16 y no permitía que nadie transportase cosas por el Templo.

17 Y les enseñaba, diciéndoles: "¿No está escrito: “Mi Casa será llamada Casa de oración para todas las gentes? “¡Pero vosotros la tenéis hecha una ”cueva de bandidos!".

18 Se enteraron de esto los sumos sacerdotes y los escribas y buscaban cómo podrían matarle; porque le tenían miedo, pues toda la gente estaba asombrada de su doctrina. 19 Y al atardecer, salía fuera de la ciudad.
20 Al pasar muy de mañana, vieron la higuera, que estaba seca hasta la raíz. 21 Pedro, recordándolo, le dice: "¡Rabí, mira!, la higuera que maldijiste está seca." 22 Jesús les respondió: "Tened fe en Dios. 23 Yo os aseguro que quien diga a este monte: "Quítate y arrójate al mar" y no vacile en su corazón sino que crea que va a suceder lo que dice, lo obtendrá. 24 Por eso os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis. 25 Y cuando os pongáis de pie para orar, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre, que está en los cielos, os perdone vuestras ofensas."

Meditación

* “Jesús entró en Jerusalén, en el templo”. Una de las características de este pasaje es el continuo movimiento de de Jesús, expresado en la repetición alternativa de los verbos “entrar” y “salir” (vv. 11; 12; 15; 19). Realmente el Señor viene continuamente a nuestra vida, entra en nuestros espacios, en nuestra experiencia, pasa, anda entre nosotros y con nosotros, pero luego se va, se aleja, se deja buscar y esperar, y vuelve de nuevo y se deja encontrar. No desdeña entrar en la ciudad Santa, en el templo, ni tampoco dentro de nosotros, en nuestro corazón, ofreciéndonos su visita salvadora.

 * “Sintió hambre”. El verbo usado por la pluma de Marcos es el mismo que usan Mateo y Lucas al narrar las tentaciones en el desierto (Mt 4, 2: Lc 4, 2), y pretende concretar una situación de debilidad, de fragilidad, de necesidad, de cansancio. Jesús busca algo más que un simple alimento para calmar su hambre; no es a la higuera a la que pide algo fuera de tiempo, sino que pide a su pueblo, a nosotros, el buen fruto del amor, que se sirve en la mesa de la alianza, del sí pronunciado con fe y con confianza.     

 * “una higuera con hojas”. La figura de la higuera, que en este pasaje ocupa un lugar central, es un símbolo muy fuerte del pueblo elegido, Israel; del templo y del culto ofrecido en él a Dios; e incluso de nosotros mismos, si así lo aceptamos, es decir, de la verdad más profunda que hay en nuestro corazón.

Las hojas de la higuera remiten claramente a la experiencia de Adán en el jardín del Edén, a su implicación con el pecado, a su desnudez y a su vergüenza posterior. En realidad, al pararse ante la higuera mientras iba de camino hacia Jerusalén y dirigir su mirada a las hojas que ocultan la falta de fruto, Jesús desvela nuestra verdad y deja al desnudo nuestro corazón, no para condenarlo, sino para salvarlo, para curarlo. De hecho, el fruto de la higuera es dulce; el Señor, para hablar a nuestra vida, busca la dulzura del amor. De esta manera, la higuera estéril, priva de fruto y de vida, hace presente el tiempo vacío de sentido y profanado, usado no para la relación con Dios, sino para la huída y para el no-encuentro. Como sucedió a Adán, así sucedió a Israel y tal vez lo mismo nos sucede también a nosotros.

 * “los que vendían y compraban”. La escena de la purificación del templo (vv. 15-17), que Marcos introduce entre los dos momentos del relato, anticipando la maldición de la higuera sin fruto, es muy fuerte y viva. Ahora se nos invita a prestar atención a verbos y vocablos como “echar fuera”, “volcó”, “no permitía”, “vendían”, “compraban”, “cambistas”, “vendedores”, “bandidos”, transportar cosas”. Jesús inaugura una economía nueva en la que “hemos sido vendidos sin precio y rescatados sin dinero” (Is 52, 3), “hemos sido rescatados no por dinero ni por regalos” (Is 45, 13) y “hemos sido liberados no a precio de plata y oro, sino con la sangre preciosa de Cristo, el cordero sin defecto y sin mancha” (1 P 1, 18-19).

 *  “casa de oración”.  Desde el templo somos conducidos a la casa, Morada de Dios, donde el verdadero sacrificio es la oración, es decir, el encuentro con Él cara a cara, como los hijos con su Padre. Aquí no se compra nada, no hay dinero, sino sólo el don del corazón que se abre con toda confianza a la oración y a la fe.

 *  “la higuera seca hasta la raíz”. Realmente estos son los nuevos temas que las palabras de Marcos quieren proponer a nuestra meditación mientras seguimos la lectura del pasaje. Es necesario salir del templo para entrar en la casa, es necesario salir de la compraventa para entrar en el don de la confianza: el árbol sin fruto está seco y parece estar a nuestro paso sólo para indicar el camino nuevo que hay que recorrer, en una nueva mañana (V, 20); un camino hacia Dios y hacia los hermanos.

 * “tened fe sin vacilar”. Con esta hermosísima expresión Jesús nos enseña a descender a lo más profundo de nosotros mismos y a tantear nuestro corazón desde la verdad. El texto griego pone un verbo estupendo, que ha sido traducido como “vacilar” y que quiere expresar al respecto una ruptura interior, una división, un combate entre partes contrarias. De esta manera, Jesús nos invita a tener plena confianza en Él y en el Padre, a fin de evitar rompernos por dentro. Podemos acercarnos a Dios de manera plena y total, podemos estar en relación con Él, sin que sean necesarias hojas para enmascararnos, sin tener que contar monedas y calcular el precio a pagar, sin hacer compartimentos dentro de nosotros, sino ofreciéndonos totalmente a Él, tal como somos, los que somos, llevando en nosotros el fruto bueno y dulce  del amor.

 *  “cuando os pongáis de pie para orar, perdonad”. No puede ser de otra manera: en la vida del cristiano, el término y el iniciar de nuevo el camino de la fe y de la oración se concretan en la relación con los hermanos y las hermanas, en el encuentro con ellos, en el diálogo, en el don recíproco. No existe oración, ni culto a Dios, ni templo santo, ni sacrificio agradable a Dios, no existe fruto ni dulzura, sin el amor hacia el hermano y la hermana. Marcos lo llama perdón, Jesús lo llama amor, que es el único fruto capaz de saciar nuestra hambre, de aliviar nuestro cansancio.

 Algunas preguntas

*  Al meditar este pasaje, he encontrado dos figuras muy fuertes: la higuera y el templo, ambos sin fruto, sin vida y sin amor. He visto a Jesús que con su venida y con su obrar firme y seguro ha cambiado esta situación y ofrece un nuevo rostro de la vida. ¿Reconozco que necesito dejarme alcanzar por el Señor, dejarme tocar por Él? ¿Me veo, en alguno de los aspectos de mi vida, como la higuera estéril, sin fruto, o como el templo, lugar frío de comercio y de cálculos? ¿Siento dentro de mí el deseo de producir el fruto dulce del amor, de la amistad, del compartir? ¿Tengo hambre de orar, de tener una verdadera relación con el Padre?

 * Siguiendo a Jesús a lo largo del camino, también yo puedo entrar en la nueva mañana de su Ley, de su enseñanza. ¿Reconozco las rupturas que hay en mi corazón? ¿En qué siento especialmente que estoy  dividido, inseguro y desorientado? ¿Por qué no consigo fiarme totalmente de mi Padre? ¿Por qué aún cojeo de los dos pies, como dice el profeta Elías (cfr. 1 R 18, 21)? ¡Yo sé que el Señor es Dios y por eso deseo seguirlo! Pero no yendo solo, sino abriendo el corazón a muchos hermanos y hermanas, ofreciéndome como amigo y compañero de viaje, para compartir la alegría y las fatigas, los miedos y el entusiasmo del camino; estoy seguro de que siguiendo al Señor seré feliz. Amén.

 Oración final

Señor, quiero cantar un canto nuevo.

Cantad al Señor un cántico nuevo,

resuene su alabanza en la asamblea de los fieles.

Que se alegre Israel por su creador,

los hijos de Sión por su rey.

Alabad su nombre con danzas,

cantadle con tambores y cítaras.


Porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos       (Salmo 149)

 

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30 mayo 2012 3 30 /05 /mayo /2012 20:43

Lectio Divina: Jueves VIII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B, 31 Mayo, 2012

 Visitación de la Virgen María

Lc 1:39-56

1) Oración inicial

Concédenos tu ayuda, Señor, para que el mundo progrese, según tus designios; gocen las naciones de una paz estable y tu Iglesia se alegre de poder servirte con una entrega confiada y pacífica. Por nuestro Señor.

2) Lectura

Del santo Evangelio según Lucas 1,39-56
En aquellos días, se puso en camino María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, Isabel quedó llena de Espíritu Santo y exclamó a gritos: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que venga a verme la madre de mi Señor? Porque apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!»
Y dijo María:
«Alaba mi alma la grandeza del Señor
y mi espíritu
se alegra en Dios mi salvador
porque ha puesto los ojos en la pequeñez de su esclava,
por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada,
porque ha hecho en mi favor cosas grandes el Poderoso,
Santo es su nombre
y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los de corazón altanero.
Derribó a los potentados de sus tronos
y exaltó a los humildes.
A los hambrientos colmó de bienes
y despidió a los ricos con las manos vacías.
Acogió a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como había anunciado a nuestros padres- en favor de Abrahán y de su linaje por los siglos.»
María se quedó con ella unos tres meses, y luego se volvió a su casa.

3) Reflexión

• Hoy, fiesta de la visitación de Nuestra Señora, el evangelio habla de la visita de María a su prima Isabel. Cuando Lucas habla de María, él piensa en las comunidades de su tiempo que vivían dispersas por las ciudades del Imperio Romano y les ofrece en María un modelo de cómo deben relacionarse con la Palabra de Dios. Una vez, al oír hablar a Jesús, una mujer exclamó: "Feliz la que te dio a luz y felices los pechos que te amamantaron”. Elogió a la madre de Jesús. Inmediatamente, Jesús respondió: "¡Felices, pues, los que escuchan la palabra de Dios y la observan!" (Lc 11,27-28). María es el modelo de comunidad fiel que sabe escuchar y practicar la Palabra de Dios. Al describir la visita de María a Isabel, enseña qué deben hacer las comunidades para transformar la visita de Dios en servicio a los hermanos y a las hermanas.


• El episodio de la visita de María a Isabel muestra otro aspecto bien típico de Lucas. Todas las palabras y actitudes, sobre todo el cántico de María, forman una gran celebración de alabanza. Parece la descripción de una solemne liturgia. Así, Lucas evoca el ambiente litúrgico y celebrativo, en el cual Jesús fue formado y en el cual las comunidades tenían que vivir su fe.

• Lucas 1,39-40: María sale para visitar a Isabel. Lucas acentúa la prontitud de María en atender las exigencias de la Palabra de Dios. El ángel le habló de que María estaba embarazada e, inmediatamente, María se levanta para verificar lo que el ángel le había anunciado, y sale de casa para ir a ayudar a una persona necesitada. De Nazaret hasta las montañas de Judá son ¡más de 100 kilómetros! No había bus ni tren.

• Lucas 1,41-44: Saludo de Isabel. Isabel representa el Antiguo Testamento que termina. María, el Nuevo que empieza. El Antiguo Testamento acoge el Nuevo con gratitud y confianza, reconociendo en él el don gratuito de Dios que viene a realizar y completar toda la expectativa de la gente. En el encuentro de las dos mujeres se manifiesta el don del Espíritu que hace saltar al niño en el seno de Isabel. La Buena Nueva de Dios revela su presencia en una de las cosas más comunes de la vida humana: dos mujeres de casa visitándose para ayudarse. Visita, alegría, embarazo, niños, ayuda mutua, casa, familia: es aquí donde Lucas quiere que las comunidades (y nosotros todos) perciban y descubran la presencia del Reino. Las palabras de Isabel, hasta hoy, forman parte del salmo más conocido y más rezado en todo el mundo, que es el Ave María.

• Lucas 1,45: El elogio que Isabel hace a María. "Feliz la que ha creído que se cumplieran las cosas que le fueron dicha de parte del Señor". Es el recado de Lucas a las Comunidades: creer en la Palabra de Dios, pues tiene la fuerza de realizar aquello que ella nos dice. Es Palabra creadora. Engendra vida en el seno de una virgen, en el seno del pueblo pobre y abandonado que la acoge con fe.

• Lucas 1,46-56: El cántico de María. Muy probablemente, este cántico, ya era conocido y cantado en las Comunidades. Enseña cómo se debe cantar y rezar. Lucas 1,46-50: María empieza proclamando la mutación que ha acontecido en su propia vida bajo la mirada amorosa de Dios, lleno de misericordia. Por esto canta feliz: "Exulto de alegría en Dios, mi Salvador". Lucas 1,51-53: En seguida después, canta la fidelidad de Dios para con su pueblo y proclama el cambio que el brazo de Yavé estaba realizando a favor de los pobres y de los hambrientos. La expresión “brazo de Dios” recuerda la liberación del Éxodo. Esta es la fuerza salvadora de Dios que hace acontecer la mutación: dispersa a los orgullosos (1,51), destrona a los poderosos y eleva a los humildes (1,52), manda a los ricos con las manos vacías y llena de bienes a los hambrientos (1,53). Lucas 1,54-55: Al final recuerda que todo esto es expresión de la misericordia de Dios para con su pueblo y expresión de su fidelidad a las promesas hechas a Abrahán. La Buena Nueva viene no como recompensa por la observancia de la Ley, sino como expresión de la bondad y de la fidelidad de Dios a las promesas. Es lo que Pablo enseñaba en las cartas a los Gálatas y a los Romanos.
El segundo libro de Samuel cuenta la historia del Arca de la Alianza. David quiso colocarla en su casa, pero tuvo miedo y dijo: "¿Cómo voy a llevar a mi casa el Arca de Yavé?" (2 Sam 6,9) David mandó que el Arca fuera para la casa de Obed-Edom. "Y el Arca permaneció tres meses en casa de Obed-Edom, y Yavé bendijo a Obed-Edom y a toda su familia" (2 Sam 6,11). María, embarazada de Jesús, escomo el Arca de la Alianza que, en el Antiguo Testamento, visitaba las casas de las personas distribuyendo beneficios a las casas y a las personas. Va hacia la casa de Isabel y se queda allí tres meses. En cuanto entra en casa de Isabel, ella y toda la familia es bendecida por Dios. La comunidad debe ser como la Nueva Arca de la Alianza. Al visitar las casas de las personas tiene que traer beneficios y gracias de Dios para la gente.

4) Para la reflexión personal

• ¿Qué nos impide descubrir y vivir la alegría de la presencia de Dios en nuestra vida?
• ¿Dónde y cómo la alegría de la presencia de Dios está aconteciendo hoy en mi vida y en la vida de la comunidad?

5) Oración final

Bendice, alma mía, a Yahvé,
el fondo de mi ser, a su santo nombre.
Bendice, alma mía, a Yahvé,
nunca olvides sus beneficios. (Sal 103,1-2)

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29 mayo 2012 2 29 /05 /mayo /2012 20:58

Lectio Divina: Miércoles VIII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B, 30 Mayo, 2012

1) Oración inicial

Concédenos tu ayuda, Señor, para que el mundo progrese, según tus designios; gocen las naciones de una paz estable y tu Iglesia se alegre de poder servirte con una entrega confiada y pacífica. Por nuestro Señor.

 2) Lectura

Del santo Evangelio según Marcos 10,32-45
Iban de camino subiendo a Jerusalén, y Jesús marchaba delante de ellos; ellos estaban sorprendidos y los que le seguían tenían miedo. Tomó otra vez a los Doce y comenzó a decirles lo que le iba a suceder: «Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles, y se burlarán de él, le escupirán, le azotarán y le matarán, y a los tres días resucitará.» Se acercan a él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dicen: «Maestro, queremos nos concedas lo que te pidamos.» Él les dijo: «¿Qué queréis que os conceda?» Ellos le respondieron: «Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda.» Jesús les dijo: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?» Ellos le dijeron: «Sí, podemos.» Jesús les dijo: «La copa que yo voy a beber, sí la beberéis y también seréis bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado; pero, sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado.» Al oír esto los otros diez, empezaron a indignarse contra Santiago y Juan. Jesús, llamándoles, les dice: «Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.»

 3) Reflexión

• El evangelio de hoy presenta el tercer anuncio de la pasión y, de nuevo, como en las veces anteriores, muestra la incoherencia de los discípulos (cf. Mc 8,31-33 e Mc 9,30-37). Mientras que Jesús insistía en el servicio y en la entrega de su vida, ellos seguían discutiendo sobre los primeros puestos en el Reino, uno a la derecha y el otro a la izquierda del trono. Y todo esto indica que los discípulos ¡seguían ciegos! Señal de que la ideología dominante de la época había penetrado profundamente en su mentalidad. A pesar de la convivencia de varios años con Jesús, todavía no habían renovado su manera de ver las cosas. Miraban hacia Jesús con la vieja mirada. Querían una retribución por el hecho de seguir a Jesús.
• Marcos 10,32-34: El tercer anuncio de la pasión. Ellos van camino de Jerusalén. Jesús los precede. Tiene prisa. Sabe que van a matarlo. El profeta Isaías lo había anunciado ya. (Is 50,4-6; 53,1-10). Su muerte no es fruto de un destino ciego o de un plan ya preestablecido, sino que es la consecuencia del compromiso asumido con la misión que recibió del Padre al lado de los excluidos de su tiempo. Por esto, Jesús alerta a los discípulos sobre la tortura y la muerte a la que se va a enfrentar, allí en Jerusalén. Pues el discípulo tiene que seguir a su maestro, aunque fuera para sufrir como él. Los discípulos estaban espantados, y los que le seguían estaban con miedo. No entendían lo que estaba aconteciendo. El sufrimiento no se combinaba con la idea que ellos tenían del mesías.
• Marcos 10,35-37: Piden el primer puesto. Los discípulos no sólo no entendían, sino que seguían con sus ambiciones personales. Santiago y Juan piden un lugar preferencial en la gloria del Reino, uno a la derecha y el otro a la izquierda de Jesús. Quieren ¡adelantarse a Pedro! No entienden la propuesta de Jesús. Estaban preocupados sólo por sus propios intereses. Esto refleja el enfrentamiento y las tensiones que existían en las comunidades, en el tiempo de Marcos, y que existen hasta hoy en nuestras comunidades. En el evangelio de Mateo es la madre de Santiago y de Juan la que pide para los hijos (Mt 20,20). Probablemente, ante la difícil situación de pobreza y de falta de empleo creciente en aquella época, la madre intercede por los hijos e intenta garantizar el que tengan un empleo en la venida del Reino del que Jesús hablaba tanto.
• Marcos 10,38-40: La respuesta de Jesús. Jesús reacciona con firmeza: “No sabéis lo que pedís”. Y pregunta si son capaces de beber el cáliz que él, Jesús, beberá, y si están dispuestos a recibir el bautismo que él va a recibir. ¡Es el cáliz del sufrimiento, el bautismo de sangre! Jesús quiere saber si ellos, en vez de un lugar destacado, aceptan entregar la vida hasta la muerte. Los dos responden: “¡Podemos!” Parece una respuesta de labios para fuera, pues a los pocos días, abandonarán a Jesús y lo dejarán solo en la hora del sufrimiento (Mc 14,50). Ellos no tienen mucha conciencia crítica, ni perciben su realidad personal. Cuanto al lugar destacado, de honra, en el Reino al lado de Jesús, quien lo da es el Padre. Lo que el Jesús tiene para ofrecer es el cáliz y el bautismo, el sufrimiento y la cruz.
• Marcos 10,41-44: Entre vosotros no sea así. Al final de la instrucción sobre la Cruz, Jesús habla, de nuevo, sobre el ejercicio del poder (Mc 9,33-35). En aquel tiempo, los que detenían el poder en el Imperio Romano no tenían en cuenta a la gente. Actuaban según entendían (Mc 6,17-29). El Imperio Romano controlaba el mundo y lo mantenía sometido por la fuerza de las armas y, así, a través de tributos, impuestos y tasas, conseguía concentrar la riqueza de la gente en mano de pocos allá en Roma. La sociedad estaba caracterizada por el ejercicio represivo y abusivo del poder. Jesús tenía otra propuesta. Dice: “¡Entre vosotros no ha de ser así! El que quiera ser grande entre vosotros, será vuestro servidor.” El enseña contra los privilegios y contra la rivalidad. Invierte el sistema e insiste en el servicio como remedio en contra de la ambición personal. La comunidad tiene que presentar una alternativa para la convivencia humana.
• Marcos 10,45: El resumen de la vida de Jesús. Jesús define su misión y su vida: “El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos”. Jesús es el Mesías Siervo, anunciado por el profeta Isaías (cf. Is 42,1-9; 49,1-6; 50,4-9; 52,13-53,12). Aprendió de su madre que dijo al ángel: “¡He aquí la esclava del Señor!” (Lc 1,38). Propuesta totalmente nueva para la sociedad de aquel tiempo. En esta frase en la que él define su vida, aparecen los tres títulos más antiguos, usados por los primeros cristianos para expresar y comunicar a los demás lo que Jesús quería indicar al usarlos: Hijo del Hombre, Siervo de Yavé, Rescate de los excluidos (libertador, salvador). Humanizar la vida, Servir a los hermanos y a las hermanas, Acoger a los excluidos.

 4) Para la reflexión personal

• Santiago y Juan pidieron el primer puesto en el Reino. Hoy mucha gente reza a Dios pidiendo dinero, promoción, sanación, éxito. Yo, ¿qué es lo que busco en mi relación con Dios y qué le pido en la oración?
• Humanizar la vida, Servir a los hermanos y a las hermanas, Acoger a los excluidos. Es el programa de Jesús, y nuestro programa. ¿Cómo lo estoy llevando a cabo?

 5) Oración final

Yahvé ha dado a conocer su salvación,
ha revelado su justicia a las naciones;
se ha acordado de su amor y su lealtad
para con la casa de Israel. (Sal 98,2-3)

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28 mayo 2012 1 28 /05 /mayo /2012 21:57

Lectio Divina: Martes VIII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B, 29 Mayo, 2012

1) Oración inicial

Concédenos tu ayuda, Señor, para que el mundo progrese, según tus designios; gocen las naciones de una paz estable y tu Iglesia se alegre de poder servirte con una entrega confiada y pacífica. Por nuestro Señor.

 2) Lectura

Del santo Evangelio según Marcos 10,28-31
Pedro se puso a decirle: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.» Jesús dijo: «Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora, al presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y los últimos, primeros.»

 3) Reflexión

• En el evangelio de ayer, Jesús hablaba de la conversión que tiene que existir en la relación de los discípulos con los bienes materiales: desprenderse de las cosas, venderlo todo, darlo a los pobres y seguir a Jesús. Es decir, al igual que Jesús, vivir en una total gratuidad, entregando la propia vida a Dios y poniéndola en sus manos al servicio de los hermanos y de las hermanas (Mc 10,17-27). En el evangelio de hoy, Jesús explica mejor cómo debe ser esta vida de gratuidad y de servicio de los que abandonan todo por Jesús y por el Evangelio (Mc 10,28-31).
• Marcos 10,28-31: El ciento por uno, pero con persecuciones. Pedro observa: "Ya lo ves, nosotros hemos dejado todo y te seguimos". Es como si dijera: “Hicimos lo que el Señor pidió al joven rico. Lo dejamos todo y te seguimos. ¿Nos explica cómo debe ser nuestra vida?” Pedro quiere que Jesús explicite un poco más el nuevo modo de vivir con espíritu de gratuidad y de servicio. La respuesta de Jesús es bonita, profunda y simbólica: "Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora, al presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna”. El tipo de vida que resulta de la entrega de todo es lo que Jesús quiere realizar: (a) Ensancha la familia y crea comunidad, pues aumenta cien veces el número de hermanos y hermanas. (b) Hace que los bienes se compartan, pues todos tendrán cien veces más casas y campos. La providencia divina se encarna y pasa por la organización fraterna, donde todo es de todos y no habrá más necesitados. Ellos cumplen la ley de Dios que pide “entre vosotros no haya pobres” (Dt 15,4-11). Fue lo que hicieron los primeros cristianos (He 2,42-45). Es la vivencia perfecta del servicio y de la gratuidad. (c) No deben esperar ninguna ventaja en cambio, ni seguridad, ni promoción de nada. Por el contrario, en esta vida tendrán todo esto, pero con persecuciones. Pues los que en este mundo organizado a partir del egoísmo y de los intereses de grupos y personas, viven a partir del amor gratuito y de la entrega de sí, éstos, al igual que Jesús, serán crucificados. (d) Serán perseguidos en este mundo, pero, en el mundo futuro tendrán la vida eterna de la que hablaba el joven rico.
• Jesús y la opción por los pobres. Un doble cautiverio marcaba la situación de la gente en la época de Jesús: el cautiverio de la política de Herodes, apoyada por el Imperio Romano y mantenida por todo un sistema bien organizado de exploración y de represión, y el cautiverio de la religión oficial, mantenida por las autoridades religiosas de la época. Por esto, el clan, la familia, la comunidad, se estaba desintegrando y una gran parte de la gente vivía excluida, marginada, sin techo, sin religión, sin sociedad. Por esto había varios movimientos que, al igual que Jesús, buscaban una nueva manera de vivir y convivir en comunidad: esenios, fariseos y, más tarde, los celotes. Dentro de la comunidad de Jesús, sin embargo, había algo nuevo que marcaba la diferencia con los otros grupos. Era la actitud ante los pobres y excluidos. Las comunidades de los fariseos vivían separadas. La palabra “fariseo” quiere decir “separado”. Vivían separadas del pueblo impuro. Muchos fariseos consideraban al pueblo como ignorante y maldito (Jn 7,49), lugar de pecado (Jn 9,34). Jesús y su comunidad, por el contrario, vivían mezclados con las personas excluidas, consideradas impuras: publicanos, pecadores, prostitutas, leprosos (Mc 2,16; 1,41; Lc 7,37). Jesús reconoce la riqueza y el valor que los pobres poseen (Mt 11,25-26; Lc 21,1-4). Los proclama felices porque el Reino es de ellos, de los pobres (Lc 6,20; Mt 5,3). Define su propia misión como “anunciar la Buena Nueva a los pobres” (Lc 4, 18). El mismo vive como pobre. No posee nada suyo, ni siquiera una piedra donde reclinar la cabeza (Lc 9,58). Y a quien quiere seguirle para vivir con él, manda escoger: ¡o Dios, o el dinero! (Mt 6,24). ¡Manda hacer la opción por los pobres! (Mc 10,21) La pobreza que caracterizaba la vida de Jesús y de los discípulos, caracterizaba también la misión. Al contrario d los otros misioneros (Mt 23,15), los discípulos y las discípulas de Jesús no podían llevar nada, ni oro, ni plata, ni dos túnicas, ni saco, ni sandalias (Mt 10,9-10). Debían confiar en la hospitalidad (Lc 9,4; 10,5-6). Y en caso de que fueran acogidos por la gente, debían trabajar como todo el mundo y vivir de lo que recibían a cambio (Lc 10,7-8). Además de esto, debían ocuparse de los enfermos y necesitados (Lc 10,9; Mt 10,8). Entonces podían decir a la gente: “¡El Reino de Dios ha llegado!” (Lc 10,9).

 4) Para la reflexión personal

• En tu vida, ¿cómo acoges la propuesta de Pedro: “Dejamos todo y te seguimos”?
• Compartir, gratuidad, servicio, acogida a los excluidos son signos del Reino. ¿Cómo los vivo hoy?

 5) Oración final

Los confines de la tierra han visto
la salvación de nuestro Dios.
¡Aclama a Yahvé, tierra entera,
gritad alegres, gozosos, cantad! (Sal 98,3-4)

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28 mayo 2012 1 28 /05 /mayo /2012 01:49

Lectio Divina: Lunes VIII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B, 28 Mayo, 2012

1) Oración inicial

Concédenos tu ayuda, Señor, para que el mundo progrese, según tus designios; gocen las naciones de una paz estable y tu Iglesia se alegre de poder servirte con una entrega confiada y pacífica. Por nuestro Señor.

 2) Lectura

Del santo Evangelio según Marcos 10,17-27
Se ponía ya en camino cuando uno corrió a su encuentro y, arrodillándose ante él, le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?» Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre.» Él, entonces, le dijo: «Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud.» Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme.» Pero él, abatido por estas palabras, se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes. Jesús, mirando a su alrededor, dice a sus discípulos: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!» Los discípulos quedaron sorprendidos al oírle estas palabras. Mas Jesús, tomando de nuevo la palabra, les dijo: «¡Hijos, qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios.» Pero ellos se asombraban aún más y se decían unos a otros: «Y ¿quién se podrá salvar?» Jesús, mirándolos fijamente, dice: «Para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque todo es posible para Dios.»

 3) Reflexión

• El evangelio de hoy narra dos cosas: (a) cuenta la historia del hombre rico que pregunta por el camino de la vida eterna (Mc 10,17-22), y (b) Jesús llama la atención sobre el peligro de las riquezas (Mc 10,23-27). El hombre rico no aceptó la propuesta de Jesús, pues era muy rico. Una persona rica está protegida por la seguridad que la riqueza le da. Tiene dificultad en abrir la mano y dejar escapar esta seguridad. Agarrada a las ventajas de sus bienes vive defendiendo sus propios intereses. Una persona pobre no acostumbra tener esta preocupación. Pero puede que tenga una cabeza de rico. Entonces, el deseo de riqueza crea en ella una dependencia y hace que esta persona se vuelva esclava del consumismo. Hay gente que tiene tantas actividades que ya no tiene tiempo para dedicarse al servicio del prójimo. Con esta problemática en la cabeza, tanto de las personas como de los países, vamos a meditar el texto del hombre rico.
• Marcos 10,17-19: La observancia de los mandamientos y la vida eterna. Alguien llega cerca de Jesús y le pregunta: “Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?” El evangelio de Mateo informa que se trata de un joven (Mt 19,20.22). Jesús responde bruscamente: “¿Por qué me llamas bueno? ¡Nadie es bueno, sino sólo Dios!” Jesús aleja la atención sobre si mismo y apunta hacia Dios, pues lo que importa es hacer la voluntad de Dios, revelar el Proyecto del Padre. En seguida, Jesús afirma: “Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre”. Es importante mirar bien la respuesta de Jesús. El joven había preguntado por la vida eterna. ¡Quería vivir cerca de Dios! Pero Jesús no menciona los tres primeros mandamientos que definen nuestra relación con Dios. Recuerda los mandamientos que hablan del respeto a la vida ¡cerca del prójimo! Para Jesús, sólo conseguimos estar bien con Dios, si estamos bien con el prójimo. No sirve de nada engañarse. La puerta para llegar a Dios es el prójimo.
• Marcos 10,20: Observar los mandamientos, ¿para qué sirve? El hombre responde diciendo que ya observaba los mandamientos desde su juventud. Lo que es curioso es lo siguiente. El había preguntado por el camino de la vida. Ahora, el camino de la vida era y sigue siendo: hacer la voluntad de Dios expresada en los mandamientos. Quiere decir que él observaba los mandamientos sin saber a qué servían. De lo contrario, no hubiera hecho la pregunta. Es como lo que ocurre a muchos católicos de hoy: no saben decir para qué sirve ser católico. ”Nací en un país católico, ¡por esto soy católico!” ¡Cosa de costumbre!
• Marcos 10,21-22: Compartir los bienes con los pobres y seguir a Jesús. Oyendo la respuesta del joven: “Jesús fijando en él su mirada, le amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme.» La observancia de los mandamientos es apenas el primer grado de una escalera que va más allá y más alto. ¡Jesús pide más! La observancia de los mandamientos prepara a la persona para que pueda llegar a la entrega total de sí a favor del prójimo. Jesús pide mucho, pero lo pide con mucho amor. El joven no aceptó la propuesta de Jesús y se fue “porque tenía muchos bienes”.
• Marcos 10,23-27: El camello y el ojo de la aguja. Después de que el joven se fuera, Jesús comentó su decisión: ¡Qué difícil es que los que tenga riquezas entren en el Reino de los Cielos! Los discípulos quedaron asombrados. Jesús repite la misma frase y añade: ¡Qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios.» La expresión “entrar en el Reino” indica no sólo y en primer lugar la entrada en el cielo después de la muerte, sino también y sobre todo la entrada en comunidad alrededor de Jesús. La comunidad es y debe ser una muestra del Reino. La alusión a la imposibilidad de que un camello pase por el ojo de la aguja viene de un proverbio popular de la época usado por el pueblo para decir que una cosa era humanamente imposible. Los discípulos quedaron desconcertados ante la afirmación de Jesús y se preguntaban unos a otros: "¿Y quién se podrá salvar?" Señal de que no habían entendido la respuesta de Jesús al joven rico: “Va, vende todos sus bienes y dalos a los pobres, luego ven y ¡sígueme!” El joven había observado los mandamientos desde su juventud, pero sin entender el porqué de la observancia. Algo semejante estaba aconteciendo con los discípulos. Ellos habían abandonado ya todos los bienes según había pedido Jesús al joven rico, pero ¡sin entender el porqué del abandono! Si lo hubiesen entendido no se hubiesen quedado asombrados ante la exigencia de Jesús. Cuando la riqueza o el deseo de la riqueza ocupan el corazón y la mirada, la persona deja de percibir el sentido del evangelio. ¡Sólo Dios puede ayudar! Jesús mira a los discípulos y dice: "Para los hombres, imposible, pero no para Dios. ¡Porque todo es posible para Dios!"

 4) Para la reflexión personal

• Una persona que vive preocupada con su riqueza o que vive adquiriendo las cosas de la propaganda de la tele, ¿puede liberarse de todo para seguir a Jesús y vivir en paz en una comunidad cristiana? ¿Es posible? ¿Qué piensas tú? ¿Cómo lo haces tú?
• ¿Conoces a alguien que consiguió dejarlo todo por el Reino? ¿Qué significa hoy para nosotros: “Va, vende todo, dalo a los pobres”? ¿Cómo entender y practicar hoy a los consejos que Jesús dio al joven rico?

 5) Oración final

Doy gracias a Yahvé de todo corazón,
en la reunión de los justos y en la comunidad.
Grandes son las obras de Yahvé,
meditadas por todos que las aman. (Sal 111,1-2)

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26 mayo 2012 6 26 /05 /mayo /2012 02:17

Lectio Divina: Domingo de Pentecostés, Ciclo B.  27 Mayo, 2012

El testimonio del Espíritu Santo
y el testimonio de los discípulos
Juan 15, 26-27. 16, 12-15

1. Oración inicial
¿Cuándo vendrá el Consolador, oh Padre mío? ¿Cuándo llegará a mí tu Espíritu de verdad? El Señor Jesús nos lo ha prometido, dijo que lo enviaría desde tu seno hasta nosotros. Padre, ¡abre tu corazón y envíalo desde los cielos santos, desde tus altas moradas! No tardes más, sino cumple la antigua promesa; ¡sálvanos hoy, para siempre! Abre y danos tu Amor por nosotros, para que también yo pueda abrirme y ser liberado por ti y en Ti. Que esta Palabra tuya sea hoy el lugar santo de nuestro encuentro, la estancia nupcial de la inmersión en ti, ¡oh Trinidad Amor! Ven a mí y yo a ti. ¡Permanece, oh Padre! ¡Permanece, oh Hijo Jesucristo! ¡Permanece para siempre, oh Espíritu Consolador, no me abandones jamás! Amén.

2. Lectura

a) Para situar el pasaje en su contexto:

Los pocos versículos que nos ofrece la liturgia hoy para la meditación, pertenecen al gran discurso de despedida dirigido por Jesús a sus discípulos antes de la Pasión, que Juan prolonga desde el cap. 13, 31 hasta el final del cap. 17. Jesús comienza a hablar aquí de las consecuencias inevitables del seguimiento y de la opción de fe y de amor por Él; el discípulo debe estar pronto a sufrir persecución por parte del mundo. Pero en este combate, en este sufrimiento, hay un Consolador, un Defensor, un Abogado, que testimonia por nosotros y nos salva: el don del Espíritu ilumina los acontecimientos humanos del discípulo, y lo llena de esperanza viva. Él ha sido enviado para hacernos comprender el misterio de Cristo y para hacernos partícipes del mismo.

b) Para ayudar en la lectura del pasaje

15, 26-27: Jesús anuncia el envío del Espíritu Santo, como Consolador, como Abogado defensor; será el que actúe en el proceso acusatorio que el mundo hace contra los discípulos de Cristo. Será Él, el que los haga fuertes en la persecución. El Espíritu da testimonio ante el mundo respecto al Señor Jesús; Él defiende a Cristo, contestado, acusado, rechazado. Pero, es necesario también el testimonio de los discípulos; el Espíritu debe servirse de ellos para proclamar con poder al Señor Jesús en este mundo. Es la belleza de nuestra vida convertida en testimonio de amor y fidelidad a Cristo.
16, 12: Jesús coloca a sus discípulos - y por lo tanto a nosotros - frente a su condición de pobreza, de incapacidad, por la cual no les es dado comprender muy bien, ni las palabras de Jesús, ni las palabras de la Escritura. Su verdad es todavía un peso, que no pueden recibir, sostener y llevar.
16, 13-15: En estos últimos versículos, la Palabra de Jesús revela a los discípulos cuál será la acción del Espíritu en ellos. Será Él el que los lleve hasta la verdad completa, es decir, les hará comprender el misterio de Jesús en su totalidad, en la totalidad de su verdad. Él guiará, revelará, anunciará, iluminará, dándonos a nosotros, discípulos, las mismas palabras del Padre. Y así, seremos conducidos al encuentro con Dios; se nos hará capaces, por gracia, de comprender la profundidad del Padre y del Hijo.

c) El Texto:

15, 26 Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí. 27 Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio.
16, 12 Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. 13 Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os explicará lo que ha de venir. 14 Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo explicará a vosotros. 15 Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo explicará a vosotros.

3. Un momento di silencio orante

Hago silencio. De vez en cuando repito en voz baja: “Ven, Espíritu Santo”.

4. Algunas preguntas

a) “Cuando venga el Paráclito”. Jesús me pone frente a una realidad bien concreta; Él abre ante mí, un tiempo nuevo, un tiempo distinto y me dice que existe una espera en mi vida. Está para llegar el Paráclito, el Espíritu Santo. ¿Por qué, Señor, te he esperado tan poco, por qué ha sido tan frágil, tan hipócrita, mi atención hacia Ti? Tu mandas a Alguien a buscarme, y ni tan siquiera me doy cruenta, ni tan siquiera muestro interés.
b) “También vosotros daréis testimonio”. Jesús afirma esto, dirigiéndose a los discípulos de entonces y de ahora. Me habla y me dice: “También tú darás testimonio”. Tengo miedo, tú lo sabes. ¿Por qué dar la cara ante todos: a mis compañeros de colegio, de universidad, de equipo, a mis amigos, que me invitan a salir con ellos? ¿Por qué este esfuerzo? ¿No puedo ser cristiano igualmente? ¡Tú eres mi principio y mi fin; tú eres mi entera existencia! ¿Cómo es, Señor, que no doy testimonio? ¿Cómo puedo continuar así?
c) “Os guiará hasta la verdad completa”. Siempre he programado mis cambios, mis decisiones de cambio: siempre me las he arreglado bien solo. Y ahora, Señor, tú me dices que otro me guiará. No es una elección fácil, te lo confieso. Pero, deseo probar, deseo acogerte, ¡oh Tú, que eres el Amor, que yo me deje aferrar por tu Espíritu! ¿Me llevará al desierto, como hizo contigo? (cf. Lc 4,1) ¿Abrirá mi vida, como abrió el seno de la Virgen María? (Lc 1,35) ¿Me invadirá como hizo con Pedro, con los otros, con cuantos creyeron en la predicación, como narran los Hechos de los Apóstoles? No sé lo que me sucederá, pero deseo decirte que sí.

5. Una clave para la lectura

* El Espíritu Santo Paráclito

En un primer momento, este término puede sonar un poco raro; me confunde, me desorienta. Sé que es una palabra griega bastante extendida ya en la antigüedad, un poco en todo el mundo mediterráneo. San Juan la utilizó un poco más arriba, diciendo: “Yo rogaré al Padre y Él os dará otro Paráclito, para que permanezca en vosotros para siempre” (Jn 14, 16) y revelando que el Espíritu viene a consolar, a permanecer junto a nosotros, a defender, a proteger. Aquí, sin embargo, en este versículo, parece que emerge otro significado un tanto diverso: el Espíritu Santo se presenta a nosotros como el Abogado, es decir, el que está junto a nosotros en el juicio, en las acusaciones, en el tribunal de la persecución. Lo sabemos, toda la historia, incluso la de nuestros días, lleva en su corazón la acusación, el desprecio, la condenación hacia el Señor Jesús y hacia cuantos lo aman. Es la historia de cada día de todos. En el banco de los acusados, junto a Jesús, nos sentamos también nosotros. Pero no estamos solos. Tenemos un Abogado. El Espíritu del Señor viene y actúa en el juicio en nuestro favor: habla, da testimonio, trata de convencer y de probar. Es inmensa su obra en medio de nosotros y en favor de nosotros. Junto al Padre, nuestro Abogado es Jesús, como escribe Juan en su Primera Carta (1 Jn 2, 1); pero ante el mundo, nuestro Abogado es el Espíritu, que Él nos envía desde el Padre. No debemos preparar antes nuestra defensa (Lc 21, 14), pensando que podremos disculparnos por nosotros solos, sino que debemos dejar un espacio al soplo del Espíritu Santo dentro de nosotros, dejar que sea Él el que hable, el que diga, el que pruebe. También Pablo tuvo que hacer esta dura experiencia; lo escribe en su Segunda Carta a Timoteo: “En mi primera defensa nadie me asistió, antes bien todos me desampararon ” (2 Tim 4, 16). Y es así: no hay defensa para nosotros, ni inocencia, ni liberación, ni excarcelación verdadera, si no es en relación íntima con el Espíritu del Señor. Él se nos envía, para que podamos dejarnos arrebatar por su presencia, como en un abrazo, como en una relación íntima e intensa de amistad, de confianza, de abandono y de amor.

* El testimonio

Empiezo a comprender, cuando continúo acogiendo las palabras de este evangelio en mi corazón, que la relación de nosotros, discípulos, con el Espíritu Santo tiene por finalidad el hacernos capaces de dar nuestro testimonio de Jesús. Se nos une indeciblemente al Espíritu Santo, somos aferrados por Él, atraídos por su fuego, que es el Amor recíproco del Padre y del Hijo, para que podamos nosotros iluminar también, ser fuente de amor en este mundo.
Dar testimonio significa atestiguar con claridad, dando pruebas de ello. En primer lugar es el Espíritu Santo el que realiza este testimonio, continuamente, en todo lugar, en todo tiempo; Él actúa con potencia en nosotros y alrededor de nosotros. Él es el que mueve los corazones. Él es el que cambia nuestros pensamientos altaneros y endurecidos, el que une, el que reconcilia, el que impulsa al perdón y a la unión; más aún, es Él el que cura el alma, la psiche, el cuerpo y el corazón enfermos. Él es el que enseña, amaestra y hace dóciles, el que nos hace sabios, sencillos, pobres y puros. Da testimonio del Señor Jesús, el Salvador, a través de todas estas operaciones, toques leves de amor y comunión sobre nuestras tierras áridas y secas. Él da testimonio del Crucificado, del Sufriente por amor; pregona al Resucitado, que derrotó a la muerte para siempre; testimonia del Viviente, del Glorificado, de Aquél que está con nosotros hasta el final de los tiempos. Este es el testimonio. El Espíritu lo introduce en este mundo, nos lo trae; no podemos quedar indiferentes, continuar somnolientos, eligiendo un poco de aquí y otro poco de allá. Él es la verdad. Y, solamente hay una verdad: la de Dios, su Hijo Jesucristo. Estamos llamados a testimoniar todo esto, es decir, a poner y empeñar nuestra vida por amor a esta verdad. Testimoniar es convertirse en mártires, por amor. No solos, ni por nuestra fuerza, ni por nuestra sabiduría. “También vosotros daréis testimonio”, dice Jesús. Nuestro testimonio solamente puede subsistir dentro del testimonio del Espíritu Santo; no son testimonios paralelos, sino vidas fundidas juntas: la del Espíritu y la nuestra. Esto se realiza delante de los infinitos tribunales del mundo cada día. Nuestra vida se convierte, entonces, en un lugar sagrado, casi en un santuario, del testimonio al Señor Jesús. No se trata de realizar grandes obras, o demostrar sabiduría e inteligencia, atraer muchedumbres; no, solamente basta una cosa: decir al mundo que el Señor está vivo, que está aquí en medio de nosotros y que anuncia su misericordia, su amor infinito.

* El Padre

El contacto con el Espíritu Santo, el dejarse abrazar e invadir por Él, nos lleva al Señor Jesús; nos conduce hasta su corazón, hasta la fuente de su amor. Desde allí nosotros alcanzamos al Padre, recibimos al Padre. No teníamos nada, no hemos podido traer nada con nosotros al venir a este mundo, y ahora, ¡he aquí que somos colmados de dones! Imposible poder contenerlos todos. Hace falta dejar rebosar el recipiente, dejarlo salir fuera, hacia los hermanos y hermanas que encontremos, e incluso, dejarlo que florezca apenas en brevísimas experiencias de vida.
El Espíritu habla de Jesús y utiliza las palabras del Padre; Él nos repite lo que oye en el seno del Padre. El Padre es su morada, su casa; viniendo a nosotros, el Espíritu trae su impronta, el sello de aquella morada, de aquel lugar de comunión infinita, que es el seno del Padre. Y nosotros comprendemos muy bien, que aquella es nuestra casa; reconocemos el lugar de nuestro origen y de nuestro fin. Descubrimos, al recibir el Espíritu de Jesús, que también nosotros venimos del Padre, que nacemos de Él y vivimos en Él. Si nos buscamos a nosotros, si deseamos encontrar el camino, el sentido de nuestra vida, todo está escrito en las palabras que el Espíritu pronuncia para nosotros, dentro de nosotros, respecto a nosotros. Hace falta hacer un gran silencio, para poderlo escuchar, para comprenderlo. Hace falta volver a casa, pensar en nuestro Padre y decir dentro de nosotros: “Sí, ¡basta ya! He vagado demasiado tiempo lejos y me he perdido… Volveré a mi Padre”. Contemplo cuántas maravillas puede obrar el Espíritu de la verdad, que mi Señor Jesucristo me envía desde el Padre. No será Pentecostés, si no me dejo aferrar por Él, ser llevado con Él hasta el seno del Padre, donde ya me espera el Cristo, donde ya está encendido para mí el fuego del Espíritu Santo.

6. Un momento de oración

Salmo 68 (La ternura del Padre es la morada del pobre)

Rit. ¡Abbà Padre, soy tu hijo!

Pero yo te dirijo mi oración, Yahvé,
en el tiempo propicio:
por tu inmenso amor respóndeme, oh Dios,
por la verdad de tu salvación.

¡Respóndeme, Yahvé, por tu amor y tu bondad,
por tu inmensa ternura vuelve a mí tus ojos;
no apartes tu rostro de tu siervo,
que estoy angustiado, respóndeme ya;
acércate a mí, rescátame,
líbrame de mis enemigos!

Celebraré con cantos el nombre de Dios,
lo ensalzaré dándole gracias;
Lo han visto los humildes y se alegran,
animaros los que buscáis a Dios.
Porque Yahvé escucha a los pobres,
no desprecia a sus cautivos.

¡Alábenlo los cielos y la tierra,
el mar y cuanto bulle en él!
Pues Dios salvará a Sión,
reconstruirá los poblados de Judá:
la habitarán y la poseerán;
la heredará la estirpe de sus siervos,
en ella vivirán los que aman su nombre.

7. Oración final

Gracias, oh Padre, por la venida del Consolador, del Abogado; gracias por su testimonio de Jesús en el mundo y en mí, en mi vida. Gracias, porque es Él el que me hace capaz de recibir y llevar el peso glorioso de tu Hijo y mi Señor. Gracias, porque Él me guía a la verdad, me entrega la verdad toda entera y me revela las palabras que Tú mismo pronuncias. Gracias, Padre mío, porque en tu bondad y ternura, tú me has alcanzado hoy, me has atraído a Ti, me has hecho entrar en la casa de tu corazón; me has inmerso en el fuego de amor trinitario, donde tú y el Hijo Jesús sois una sola cosa en el beso infinito del Espíritu Santo. Aquí también estoy yo, y por eso mi alegría es desbordante. Te ruego, Padre, haz que yo pueda dar a todos este gozo en el testimonio amoroso de Jesús Salvador, cada día de mi vida. Amén.

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26 mayo 2012 6 26 /05 /mayo /2012 01:40

Lectio Divina:  Sábado  VII Semana de Pascua. Ciclo B, 26 Mayo, 2012

 1) Oración inicial

Dios todopoderoso, concédenos conservar siempre en nuestra vida y en nuestras costumbres la alegría de estas fiestas de Pascua que nos disponemos a clausurar. Por nuestro Señor.

 2) Lectura

Del santo Evangelio según Juan 21,20-25
Pedro se vuelve y ve, siguiéndoles detrás, al discípulo a quien Jesús amaba, que además durante la cena se había recostado en su pecho y le había dicho: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?» Viéndole Pedro, dice a Jesús: «Señor, y éste, ¿qué?» Jesús le respondió: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? Tú, sígueme.» Corrió, pues, entre los hermanos la voz de que este discípulo no moriría. Pero Jesús no había dicho a Pedro: «No morirá», sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga.» Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas y que las ha escrito, y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. Hay además otras muchas cosas que hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni todo el mundo bastaría para contener los libros que se escribieran.

 3) Reflexión

• El evangelio de hoy empieza con una pregunta de Pedro sobre el destino del discípulo amado Señor, y éste, ¿qué? Jesús acababa de conversar con Pedro, anunciando el destino o tipo de muerte con que Pedro iba a glorificar a Dios. Y al final añade: Sígueme. (Jn 21,19).
• Juan 21,20-21: La pregunta de Pedro sobre el destino de Juan. En aquel momento, Pedro se volvió y vio al discípulo a quien Jesús amaba y preguntó: Señor, y a éste ¿qué le va a ocurrir? Jesús acababa de indicar el destino de Pedro y ahora Pedro quiere saber de Jesús cuál es el destino de este otro discípulo. Curiosidad que no merece una respuesta adecuada de parte de Jesús.
• Juan 21,22: La respuesta misteriosa de Jesús. Jesús dice: Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué te importa? Tú: sígueme. Frase misteriosa que termina de nuevo con la misma afirmación que antes: ¡Sígueme! Parece como si Jesús quiera borrar la curiosidad de Pedro. Así, como cada uno de nosotros tiene su propia historia, así cada uno tiene su manera de seguir a Jesús. Nadie repite a nadie. Cada uno debe ser creativo en seguir a Jesús.
• Juan 21,23: El evangelista aclara el sentido de la respuesta de Jesús. La tradición antigua identifica al Discípulo Amado con el Apóstol Juan e informa que él murió muy tarde, cuando tenía alrededor de 100 años. Al enlazar la avanzada edad de Juan con la misteriosa respuesta de Jesús, el evangelista aclara: “Por esto corrió la voz entre los hermanos de aquel discípulo que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no había dicho a Pedro: «No morirá», sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, a ti, ¿qué?» Tal vez sea una alerta para estar muy atentos a la interpretación de las palabras de Jesús y no basarse en cualquier rumor.
• Juan 21,24: Testimonio sobre el valor del evangelio. El Capítulo 21 es un apéndice que fue aumentando cuando se hizo la redacción definitiva del Evangelio. El capítulo 20 tiene este final que lo encierra todo: “Hay además otras muchas cosas que hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni todo el mundo bastaría para contener los libros que se escribieran. Han sido escritas para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios. Y para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (Jn 20,30-31). El libro estaba listo. Pero había muchos otros hechos sobre Jesús. Por esto, en ocasión de la edición definitiva del evangelio, algunos de estos "muchos otros hechos" sobre Jesús fueron seleccionados y acrecentados, muy probablemente, para aclarar mejor los nuevos problemas de finales del siglo primero. No sabemos quién hizo la redacción definitiva como tampoco el apéndice, pero sabemos que es alguien de confianza de la comunidad, pues escribe: “Este es el discípulo que da testimonio de las cosas y que las escribió. Y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero”.
• Juan 21,25: El misterio de Jesús ¡es inagotable! Frase bonita para encerrar el Evangelio de Juan: “Jesús hizo además muchas otras cosas. Si se escribiesen una por una, pienso que no cabrían en el mundo los libros que se escribirían”. Parece una exageración pero es pura verdad. Nadie jamás sería capaz de escribir todas las cosas que Jesús hizo y que sigue haciendo en la vida de las personas que siguen a Jesús hasta hoy.

 4) Para una reflexión personal

• En tu vida ¿hay cosas que Jesús hizo y que podrían escribirse en ese libro que no se escribirá jamás?
• Pedro se preocupa de unos y otros y olvida realizar su propio “Sígueme”. ¿Te pasó a ti también?

 5) Oración final

Yahvé en su santo Templo,
Yahvé en su trono celeste;
sus ojos ven el mundo,
sus pupilas examinan a los hombres. (Sal 11,4)

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25 mayo 2012 5 25 /05 /mayo /2012 03:13

Lectio Divina:  Viernes  VII Semana de Pascua. Ciclo B. , 25 Mayo, 2012

 1) Oración inicial

¡Oh Dios!, que por la glorificación de Jesucristo y la venida del Espíritu Santo nos has abierto las puertas de tu reino; haz que la recepción de dones tan grandes nos mueva a dedicarnos con mayor empeño a tu servicio y a vivir con mayor plenitud las riquezas de nuestra fe. Por nuestro Señor.

 2) Lectura

Del santo Evangelio según Juan 21,15-19
Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos.» Vuelve a decirle por segunda vez: «Simón de Juan, ¿me amas?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas.» Le dice por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas. «En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras.» Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme.»

 3) Reflexión

• Estamos en los últimos días de Pentecostés. Durante la cuaresma, la selección de los evangelios del día sigue la antigua tradición de la Iglesia. Entre Pascua y Pentecostés, la preferencia es para el evangelio de Juan. Así, en estos últimos dos días antes de Pentecostés, los evangelios diarios presentan los últimos versículos del evangelio de Juan. Luego retomamos el Tiempo Común, y volvemos al evangelio de Marcos. En las semanas del Tiempo Común, la liturgia diaria hace la lectura continua del evangelio de Marcos (desde la 1ª hasta la 9ª semana común), de Mateo (desde la 10º hasta la 21ª semana común) y de Lucas (desde la 22ª hasta la 34ª semana común).
• Los evangelios de hoy y de mañana presentan el último encuentro de Jesús con sus discípulos. Fue un reencuentro de celebración, marcado por la ternura y por el cariño. Al final, Jesús llama a Pedro y le pregunta tres veces: "¿Me amas?" Solamente después de haber recibido, por tres veces, la misma respuesta afirmativa, Jesús da a Pedro la misión de cuidar de las ovejas. Para que podamos trabajar en la comunidad Jesús no pregunta si sabemos muchas cosas. ¡Lo que pide es que tengamos mucho amor!
• Juan 21,15-17: El amor en el centro de la misión. Después de una noche de pesca en el lago sin pescar ni un pez, al llegar a orillas de la playa, los discípulos descubren que Jesús había preparado una comida con pan y pescado asado sobre las brasas. Terminada la comida, Jesús llama a Pedro y le pregunta tres veces: "¿Me amas?" Tres veces, porque fue por tres veces que Pedro negó a Jesús (Jn 18,17.25-27). Después de tres respuestas afirmativas, también Pedro se vuelve hacia el "Discípulo Amado" y recibe la orden de cuidar de las ovejas. Jesús no pregunta a Pedro si había estudiado exégesis, teología, moral o derecho canónico. Sólo le pregunta:"¿Me amas?" El amor en primer lugar. Para las comunidades del Discípulo Amado la fuerza que las sustenta y que las mantiene unidas no es la doctrina, sino el amor.
• Juan 21,18-19: La previsión de la muerte. Jesús dice a Pedro: En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras. A lo largo de la vida, Pedro y todos vamos madurando. La práctica del amor se irá estableciendo en la vida y la persona deja de ser dueña de sí misma. El servicio de amor a los hermanos y hermanas nos ocupará del todo y nos conducirá. Otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras. Este es el sentido del seguimiento. Y el evangelista comenta: “Con esto indicaba la clase de muerte con que Pedro iba a glorificar a Dios”. Y Jesús añadió: "Sígueme."
• El amor en Juan – Pedro, ¿me amas? – El Discípulo Amado. La palabra amor es una de las palabras que más usamos, hoy en día. Por esto mismo, es una palabra muy desgastada. Pero es con esta palabra que las comunidades del Discípulo Amado manifestaban su identidad y su proyecto. Amar es ante todo una experiencia profunda de relación entre personas, donde existe una mezcla de sentimientos y valores como alegría, tristeza, sufrimiento, crecimiento, renuncia, entrega, realización, donación, compromiso, vida, muerte, etc. Este conjunto en la Biblia se resume en una única palabra en lengua hebraica. Esta palabra es Hesed. Es una palabra de difícil traducción para nuestra lengua. En nuestras Biblias generalmente se traduce por caridad, misericordia, fidelidad o amor. Las comunidades del Discípulo Amado tratan de vivir esta práctica de amor en toda su radicalidad. Jesús la revela a los suyos en sus encuentros con las personas, con sentimientos de amistad y de ternura, como, por ejemplo, en su relación con la familia de Marta en Betania: “Jesús amaba a Marta y a su hermana y a Lázaro”. Llora ante la tumba de Lázaro (Jn 11,5.33-36). Jesús encarnó siempre su misión como una manifestación de amor: “Habiendo amado a los suyos los amó hasta el fin” (Jn 13,1). En este amor Jesús manifiesta su profunda identidad con el Padre (Jn 15,9). Para las comunidades no había otro mandamiento que éste: “Actuar como actuaba Jesús” (1Jn 2,6). Esto implica “amar a los hermanos”(1Jn 2,7-11; 3,11-24; 2Jn 4-6). Siendo un mandamiento tan central en la vida de la comunidad, los escritos joaneos definen así el amor: “En esto conocemos el Amor: que el dio su vida por nosotros. Nosotros también debemos dar nuestra vida por nuestros hermanos y hermanas”. Por esto no debemos “amar sólo de palabra, sino dar la vida por nuestros hermanos”.(1Jn 3,16-17). Quien vive el amor lo manifiesta en sus palabras y actitudes y se vuelve también Discípula Amada, Discípulo Amado.

 4) Para la reflexión personal

• Mira dentro de ti y di cuál es el motivo más profundo que te lleva a trabajar en comunidad. ¿Es el amor o te preocupan las ideas?
• A partir de las relaciones que tenemos entre nosotros, con Dios y con la naturaleza, ¿qué tipo de comunidad estamos construyendo?

 5) Oración final

Bendice, alma mía, a Yahvé,
el fondo de mi ser, a su santo nombre.
Bendice, alma mía, a Yahvé,
nunca olvides sus beneficios. (Sal 103,1-2)

 www.ocarm.org

 

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24 mayo 2012 4 24 /05 /mayo /2012 03:34

Lectio Divina:  Jueves VII Semana de Pascua. Ciclo B. 24 de Mayo, 2012 

 1) Oración inicial

Que tu Espíritu, Señor, nos penetre con su fuerza, para que nuestro pensar te sea grato y nuestro obrar concuerde con tu voluntad. Por nuestro Señor.

 2) Lectura

Del santo Evangelio según Juan 17,20-26
No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí. Padre, los que tú me has dado, quiero que donde yo esté estén también conmigo, para que contemplen mi gloria, la que me has dado, porque me has amado antes de la creación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido y éstos han conocido que tú me has enviado. Yo les he dado a conocer tu nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos.»

 3) Reflexión

• El evangelio de hoy nos presenta la tercera y última parte de la Oración Sacerdotal, en la que Jesús mira hacia el futuro y manifiesta su gran deseo de unidad entre nosotros, sus discípulos, y para la permanencia de todos en el amor que unifica, pues sin amor y sin unidad no merecemos credibilidad.
• Juan 17,20-23: Para que el mundo crea que tú me enviaste. Jesús alarga el horizonte y reza al Padre: No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Aquí aflora la gran preocupación de Jesús por la unión que debe existir en las comunidades. Unidad no significa uniformidad, sino permanecer en el amor, a pesar de todas las tensiones y de todos los conflictos. El amor que unifica al punto de crear entre todos una profunda unidad, como aquella que existe entre Jesús y el Padre. La unidad en el amor revelada en la Trinidad es el modelo para las comunidades. Por esto, a través del amor entre las personas, las comunidades revelan al mundo el mensaje más profundo de Jesús. Como la gente decía de los primeros cristianos: “¡Mirad como se aman!” Es trágica la actual división entre las tres religiones nacidas de Abrahán: judíos, cristianos y musulmanes. Más trágica todavía es la división entre los cristianos que dicen que creen en Jesús. Divididos, no merecemos credibilidad. El ecumenismo está en el centro de la última plegaria de Jesús al Padre. Es Su testamento. Ser cristiano y no ser ecuménico es un contrasentido. Contradice la última voluntad de Jesús.
• Juan 17,24-26: Que el amor con que tú me amaste esté en ellos. Jesús no quiere quedar solo. Dice: Padre, los que tú me has dado, quiero que donde yo esté estén también conmigo, para que contemplen mi gloria, la que me has dado, porque me has amado antes de la creación del mundo. La dicha de Jesús es que todos nosotros estemos con él. Quiere que sus discípulos tengan la misma experiencia que él tuvo del Padre. Quiere que conozcan al Padre como él lo conoció. En la Biblia, la palabra conocer no se reduce a un conocimiento teórico racional, sino que implica experimentar la presencia de Dios en la convivencia de amor con las personas en la comunidad.
• ¡Que sean uno como nosotros! (Unidad y Trinidad en el evangelio de Juan) El evangelio de Juan nos ayuda mucho en la comprensión del misterio de la Trinidad, la comunión entre las personas divinas: el Padre, el Hijo y el Espíritu. De los cuatro evangelios, Juan es el que acentúa la profunda unidad entre el Padre y el Hijo. Por el texto del Evangelio (Jn 17,6-8) sabemos que la misión del Hijo es la suprema manifestación del amor del Padre. Y es justamente esta unidad entre el Padre y el Hijo la que hace proclamar a Jesús: Yo y el Padre somos una cosa sola (Jn 10,30). Entre él y el Padre existe una unidad tan intensa que quien ve el rostro del uno, ve también el rostro del otro. Cumpliendo esta misión de unidad recibida del Padre, Jesús revela al Espíritu. El Espíritu de la Verdad viene del Padre (Jn 15,26). El Hijo pide (Jn 14,16), y el Padre envía el Espíritu a cada uno de nosotros para que permanezca en nosotros, dándonos ánimo y fuerza. El Espíritu nos viene del Hijo también (Jn 16,7-8). Así, el Espíritu de la Verdad, que camina con nosotros, es la comunicación de la profunda unidad que existe entre el Padre y el Hijo (Jn 15,26-27). El Espíritu no puede comunicar otra verdad que no sea la Verdad del Hijo. Todo lo que se relaciona con el misterio del Hijo, el Espíritu lo da a conocer (Jn 16,13-14). Esta experiencia de la unidad en Dios fue muy fuerte en las comunidades del Discípulo Amado. El amor que une a las personas divinas Padre e Hijo y Espíritu nos permite experimentar a Dios a través de la unión con las personas en una comunidad de amor. Así, también, era la propuesta de la comunidad, donde el amor debería ser la señal de la presencia de Dios en medio de la comunidad (Jn 13,34-35). Y este amor construyó la unidad dentro de la comunidad (Jn 17,21). Ellos miraban la unidad en Dios para poder entender la unidad entre ellos.

 4) Para la reflexión personal

• Decía el obispo Don Pedro Casaldáliga: “La Trinidad es aún mejor que la comunidad”. ¿En la comunidad de la que tú eres miembro, percibes algún reflejo humano de la Trinidad Divina?
• Ecumenismo. ¿Soy ecuménico?

 5) Oración final

Señor, tu me enseñarás el camino de la vida,
me hartarás de gozo en tu presencia,
de dicha perpetua a tu derecha. (Sal 16,11)

 www.ocarm.org

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