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24 junio 2013 1 24 /06 /junio /2013 16:45

Evangelio Martes XII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C., 25 de junio, 2013.

Santo del Día: SANTO TOMÁS MORO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     7, 6. 12-14

Gloria a ti Señor  
    Jesús dijo a sus discípulos:
    No den las cosas sagradas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes para destrozarlos.
    Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.
    Entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí. Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran.
 
Palabra del Señor.
 

Comentario:

Hoy, Jesús nos hace tres recomendaciones importantes. No obstante, centraremos nuestra atención en la última: «Entrad por la entrada estrecha» (Mt 7,13), para conseguir la vida plena y ser siempre felices, para evitar ir a la perdición y vernos condenados para siempre.

Si echas un vistazo a tu alrededor y a tu misma existencia, fácilmente comprobarás que todo cuanto vale cuesta, y que lo que tiene un cierto nivel está sujeto a la recomendación del Maestro: como han dicho con gran profundidad los Padres de la Iglesia, «por la cruz se cumplen todos los misterios que contribuyen a nuestra salvación» (San Juan Crisóstomo). Una vez me decía, en el lecho de su agonía, una anciana que había sufrido mucho en su vida: «Padre, quien no saborea la cruz no desea el cielo; sin cruz no hay cielo».

Todo lo dicho contradice a nuestra naturaleza caída, aunque haya sido redimida. Por eso, además de enfrentarnos con nuestro natural modo de ser, tendremos que ir a contracorriente a causa del ambiente de bienestar que se fundamenta en el materialismo y en el goce incontrolado de los sentidos, que buscan —al precio de dejar de ser— tener más y más, obtener el máximo placer.

Siguiendo a Jesús —que ha dicho «Yo soy la luz del mundo. El que me siga no caminará a oscuras, sino que tendrá la luz de la vida» (Jn 8,12)—, nos damos cuenta que el Evangelio no nos condena a una vida oscura, aburrida e infeliz, sino todo lo contrario, pues nos promete y nos da la felicidad verdadera. No hay más que repasar las Bienaventuranzas y mirar a aquellos que, después de entrar por la puerta estrecha, han sido felices y han hecho dichosos a los demás, obteniendo —por su fe y esperanza en Aquel que no defrauda— la recompensa de la abnegación: «El ciento por uno en el presente y la vida eterna en el futuro» (Lc 18,30). El “sí” de María está acompañado por la humildad, la pobreza, la cruz, pero también por el premio a la fidelidad y a la entrega generosa.

Fuente: Misal Romano y Leccionario II

http://evangeli.net (Comentario)

 

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23 junio 2013 7 23 /06 /junio /2013 16:27

Evangelio Lunes XII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C. 24  de junio, 2013.

Santo del Día: Nacimiento de San Juan Bautista. Solemnidad
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     1, 57-66. 80
 Gloria a ti, Señor

Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella.
A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre dijo: «No, debe llamarse Juan.»
Ellos le decían: «No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre.»
Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran. Este pidió una pizarra y escribió: «Su nombre es Juan.»
Todos quedaron admirados. Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios.
Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea. Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: «¿Qué llegará a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él.
El niño iba creciendo y se fortalecía en su espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel.

Palabra del Señor.
 

Comentario:

Hoy, celebramos solemnemente el nacimiento del Bautista. San Juan es un hombre de grandes contrastes: vive el silencio del desierto, pero desde allí mueve las masas y las invita con voz convincente a la conversión; es humilde para reconocer que él tan sólo es la voz, no la Palabra, pero no tiene pelos en la lengua y es capaz de acusar y denunciar las injusticias incluso a los mismos reyes; invita a sus discípulos a ir hacia Jesús, pero no rechaza conversar con el rey Herodes mientras está en prisión. Silencioso y humilde, es también valiente y decidido hasta derramar su sangre. ¡Juan Bautista es un gran hombre!, el mayor de los nacidos de mujer, así lo elogiará Jesús; pero solamente es el precursor de Cristo.

Quizás el secreto de su grandeza está en su conciencia de saberse elegido por Dios; así lo expresa el evangelista: «El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel» (Lc 1,80). Toda su niñez y juventud estuvo marcada por la conciencia de su misión: dar testimonio; y lo hace bautizando a Cristo en el Jordán, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto y, al final de su vida, derramando su sangre en favor de la verdad. Con nuestro conocimiento de Juan, podemos responder a la pregunta de sus contemporáneos: «¿Qué será este niño?» (Lc 1,66).

Todos nosotros, por el bautismo, hemos sido elegidos y enviados a dar testimonio del Señor. En un ambiente de indiferencia, san Juan es modelo y ayuda para nosotros; san Agustín nos dice: «Admira a Juan cuanto te sea posible, pues lo que admiras aprovecha a Cristo. Aprovecha a Cristo, repito, no porqué tú le ofrezcas algo a Él, sino para progresar tú en Él». En Juan, sus actitudes de Precursor, manifestadas en su oración atenta al Espíritu, en su fortaleza y su humildad, nos ayudan a abrir horizontes nuevos de santidad para nosotros y para nuestros hermanos.

Fuente: Leccionario Ferial

www.evangeli.net (Comentario)

 

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21 junio 2013 5 21 /06 /junio /2013 19:12

Evangelio XII  Domingo Tiempo Ordinario. Ciclo C. 23 de junio, 2013.

Santo del Día:. San José Cafasso

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     9, 18-24
Gloria a ti Señor
    Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con Él, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy Yo?»
    Ellos le respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado».
    «Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?» Pedro, tomando la palabra, respondió: «Tú eres el Mesías de Dios».
    Y Él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie.
    «El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día».
    Después dijo a todos: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará».
 
Palabra del Señor.

 Comentario:

El Evangelio de hoy tres partes componen la lectura: 1). La confesión mesiánica de Pedro (vv. 18-21); 2). El primer anuncio de la Pasión (v. 22); Lucas ha omitido la reprimenda que Jesús dirige a Pedro, cuando éste, ante el anuncio de la Pasión, se opone a ello; 3). Las condiciones para el seguimiento de Cristo (vv. 23-24)

Lucas es el único que nota significativamente la oración de Jesús que precede la confesión de mesianidad y al anuncio de la Pasión (v. 18). Como la figura del Mesías en la mente de los apóstoles estaba teñida de triunfalismos terrenos, Jesús les educa en ese gran misterio del Reino: su propia Pasión y Muerte (v. 22). Sigue finalmente un pasaje que nos recuerda el discurso apostólico de Mt. 10: condiciones que Jesús pide a sus seguidores: abnegación, disponibilidad absoluta y sufrimiento efectivo (vv. 23-24).

Si queremos ir con Jesús tenemos que aceptar sus condiciones y entenderlas como él las entiende. Negarse a sí mismo equivale a “no tener nada que ver” con la persona de la que se reniega. Negarse a sí mismo es descentrarse, no ser ya el centro de su propio proyecto. Es poner la vida entera al servicio del otro, en este caso el proyecto de Jesús. A esto Jesús le llama perder la vida por él. Y quien lo haga así “ganará”, salvará su vida. La condición que pone Jesús para seguirle no pretende quitarnos valor sino orientar nuestras energías y valores a la construcción del Reino que él inició negándose, también Él, a sí mismo, para cumplir en todo la voluntad del Padre.

¿En qué consiste cargar con la cruz? ¿Es acaso soportarlo toso sin chistar como si toda contrariedad nos la mandara Dios mismo? ¿Es someterse al dolor por el dolor, como si el dolor fuera un valor en sí mismo? Algo o demasiado de esto lo hemos entendido así y no tiene nada que ver con la condición que pone Jesús para que sigamos sus pasos. Jesucristo quiere decir que todos los discípulos tienen que estar dispuestos a vivir de la misma manera que él vivió, aun sabiendo que este estilo de vida les va a acarrear la persecución y quizá la muerte. Esa es la cruz de Jesús y también debe ser la nuestra. No nos inventemos cruces a la medida, no las busquemos ni nos preocupemos demasiado por ellas. Sigamos los pasos de Jesús y otros nos las pondrán encima antes de lo que pensamos.

Negarse a sí mismo y cargar con la cruz equivale a hacer suyo, cada uno de nosotros, el camino de Jesús. El se negó a tomar el poder y la fuerza y la fama como medios para servir y salvar a los hombres. Jesús escogió el único camino que conduce al corazón del hombre: la solidaridad con todos los desgraciados de la tierra. Este fue el camino de Jesús y éste tiene que ser nuestro camino si queremos estar con él, seguirle. Intentar seguir a Jesús desde la instalación, la falta de compromiso, el pacto con los poderosos, aunque pueda parecer muy razonable, es un camino falso. Es “pensar como los hombres y no como Dios”

 

Fuente: Leccionario II

http://www.servicioskoinonia.org(Comentario)

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21 junio 2013 5 21 /06 /junio /2013 16:32

Evangelio Sábado XI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C.  22 de junio,  2013.

Santo del Día: San Paulino de Nola, obispo. San Juan Fisher y santo Tomás Moro, mártires

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo    6, 24-34 

Gloria a ti Señor  


Jesús dijo a sus discípulos:Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero.
    Por eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando qué van a comer, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido?
    Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros, y sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que ellos? ¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su vida?
    ¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer. Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos. Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe!
    No se inquieten entonces, diciendo: «¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos vestiremos?» Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan.
    Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura. No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su aflicción.
 
Palabra del Señor.

Comentario: 

Hoy, Jesús nos dice: «No podéis servir a Dios y al dinero» (Mt 6,24). Con estas palabras nos enfrenta a nuestra inseguridad, que procuramos paliar con el apoyo en la tranquilidad de tener no sólo lo necesario, sino lo que nos apetece, lo cual nos lleva a consumir y malgastar.

«Que lo oiga el avaro; que lo oiga el que piensa que, llamándose cristiano, puede servir al mismo tiempo a las riquezas y a Cristo. Sin embargo, no dijo: el que tiene riquezas, sino el que sirve a las riquezas; el que es esclavo de las riquezas y las guarda como un esclavo; pero el que ha sacudido el yugo de la esclavitud, las distribuye como señor» (San Jerónimo).

Como en las bienaventuranzas —o en otro pasaje clave, como el del mandato nuevo (Jn 13,34-35)—, hoy el Señor nos invita a una decisión por la confianza ilimitada en un Padre que se nos da como providencia, por la búsqueda del Reino de justicia, paz y alegría, por una verdadera pobreza interior del alma, que se vuelve una y otra vez con “gemidos inenarrables” (cf. Rom 8,26) a Quien únicamente puede saciar nuestro anhelo de plenitud y eternidad. Desde este desasimiento, desde esta precariedad asumida conscientemente, ponemos toda nuestra esperanza en el seguimiento de Cristo.

Dejando el pasado en el perdón de Dios y ahuyentando temores y preocupaciones por un futuro que todavía no ha llegado, Jesús nos invita a vivir el día de “hoy”, que es lo único que ahora tenemos. Y en este “hoy” Él se nos da como pan que acompaña el día. «Sólo el presente nos pertenece, siendo incierta la esperanza del futuro (...). Bástale a cada día su propia malicia. ¿Por qué angustiarnos por el mañana?» (San Gregorio de Nisa).

Fuente: Leccionaro IV (Ferias del Tiempo Ordinario)

http//www.evangeli.net(Comentario)

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20 junio 2013 4 20 /06 /junio /2013 16:09

Evangelio Viernes XI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C, 21 de junio, 2013.

Santoral: San Juan Francisco Regis
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     6, 19-23
Gloria a ti Señor 
    Jesús dijo a sus discípulos:
    No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban. Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben. Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón.
    La lámpara del cuerpo es el ojo. Si el ojo está sano, todo el cuerpo estará iluminado. Pero si el ojo está enfermo, todo el cuerpo estará en tinieblas. Si la luz que hay en ti se oscurece, ¡cuánta oscuridad habrá!
 
Palabra del Señor.
 

 Comentario:

Hoy, el Señor nos dice que «la lámpara del cuerpo es el ojo» (Mt 6,22). Santo Tomás entiende que con esto —al hablar del ojo— Jesús se refiere a la intención del hombre. Cuando la intención es recta, lúcida, encaminada a Dios, todas nuestras acciones son brillantes, resplandecientes; pero cuando la intención no es recta, ¡que grande es la oscuridad! (cf. Mt 6, 23).

Nuestra intención puede ser poco recta por malicia, por maldad, pero más frecuentemente lo es por falta de sensatez. Vivimos como si hubiésemos venido al mundo para amontonar riquezas y no tenemos en la cabeza ningún otro pensamiento. Ganar dinero, comprar, disponer, tener. Queremos despertar la admiración de los otros o tal vez la envidia. Nos engañamos, sufrimos, nos cargamos de preocupaciones y de disgustos y no encontramos la felicidad que deseamos. Jesús nos hace otra propuesta: «Amontonaos más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben» (Mt 6,20). El cielo es el granero de las buenas acciones, esto sí que es un tesoro para siempre.

Seamos sinceros con nosotros mismos, ¿en qué empleamos nuestros esfuerzos, cuáles son nuestros afanes? Ciertamente, es propio del buen cristiano estudiar y trabajar honradamente para abrirse paso en el mundo, para sacar adelante la familia, asegurar el futuro de los suyos y la tranquilidad de la vejez, trabajar también por el deseo de ayudar a los otros... Sí, todo esto es propio de un buen cristiano. Pero si aquello que tú buscas es tener más y más, poniendo el corazón en estas riquezas, olvidándote de las buenas acciones, olvidándote de que en este mundo estamos de paso, que nuestra vida es una sombra que pasa, ¿no es cierto que —entonces— tenemos el ojo oscurecido? Y si el sentido común se enturbia, «¡qué oscuridad habrá!» (Mt 6,23).

Fuente: Misal Romano y Leccionario IV

http://evangeli.net (Comentario)

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19 junio 2013 3 19 /06 /junio /2013 17:19

Evangelio Jueves XI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C. 20 de junio, 2013.

Santo del Día: San Juan Fischer
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     6, 7-15
Gloria a ti Señor   
 Jesús dijo a sus discípulos:
Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.
    Ustedes oren de esta manera:
        Padre nuestro,
        que estás en el cielo,
        santificado sea tu Nombre,
        que venga tu Reino,
        que se haga tu voluntad
        en la tierra como en el cielo.
        Danos hoy nuestro pan de cada día.
        Perdona nuestras ofensas,
        como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido.
        No nos dejes caer en la tentación,
        sino líbranos del mal.
    Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.
 
Palabra del Señor.
 

Comentario:

Hoy, Jesús nos propone un ideal grande y difícil: el perdón de las ofensas. Y establece una medida muy razonable: la nuestra: «Si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas» (Mt 6,14-15). En otro lugar había mostrado la regla de oro de la convivencia humana: «Tratad a los demás como queráis que ellos os traten a vosotros» (Mt 7,12).

Queremos que Dios nos perdone y que los demás también lo hagan; pero nosotros nos resistimos a hacerlo. Cuesta pedir perdón; pero darlo todavía cuesta más. Si fuéramos humildes de veras, no nos sería tan difícil; pero el orgullo nos lo hace trabajoso. Por eso podemos establecer la siguiente ecuación: a mayor humildad, mayor facilidad; a mayor orgullo, mayor dificultad. Esto te dará una pista para conocer tu grado de humildad.

Acabada la guerra civil española (año 1939), unos sacerdotes excautivos celebraron una Misa de acción de gracias en la iglesia de Els Omells. El celebrante, tras las palabras del Padrenuestro «perdona nuestras ofensas», se quedó parado y no podía continuar. No se veía con ánimos de perdonar a quienes les habían hecho padecer tanto allí mismo en un campo de trabajos forzados. Pasados unos instantes, en medio de un silencio que se podía cortar, retomó la oración: «así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden». Después se preguntaron cuál había sido la mejor homilía. Todos estuvieron de acuerdo: la del silencio del celebrante cuando rezaba el Padrenuestro. Cuesta, pero es posible con la ayuda del Señor.

Además, el perdón que Dios nos da es total, llega hasta el olvido. Marginamos muy pronto los favores, pero las ofensas... Si los matrimonios las supieran olvidar, se evitarían y se podrían solucionar muchos dramas familiares.

Que la Madre de misericordia nos ayude a comprender a los otros y a perdonarlos generosamente.

Fuente: Misal Romano y Leccionario IV

www.evangeli.net (Comentario)

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18 junio 2013 2 18 /06 /junio /2013 16:08

Evangelio Miércoles XI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C. 19 de junio, 2013.

Santo del Día: San Romualdo
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     6, 1-6. 16-18

Gloria a ti Señor  

  Jesús dijo a sus discípulos:
    Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.
    Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
    Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.
    Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta yb ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
    Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa.
    Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
 
Palabra del Señor.
 

Comentario:

Hoy, Jesús nos invita a obrar para la gloria de Dios, con el fin de agradar al Padre, que para eso mismo hemos sido creados. Así lo afirma el Catecismo de la Iglesia: «Dios creó todo para el hombre, pero el hombre fue creado para servir y amar a Dios y para ofrecerle toda la creación». Éste es el sentido de nuestra vida y nuestro honor: agradar al Padre, complacer a Dios. Éste es el testimonio que Cristo nos dejó. Ojalá que el Padre celestial pueda dar de cada uno de nosotros el mismo testimonio que dio de su Hijo en el momento de su bautizo: «Éste es mi Hijo amado en quien me he complacido» (Mt 3,17).

La falta de rectitud de intención sería especialmente grave y ridícula si se produjera en acciones como son la oración, el ayuno y la limosna, ya que se trata de actos de piedad y de caridad, es decir, actos que —per se— son propios de la virtud de la religión o actos que se realizan por amor a Dios.

Por tanto, «cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial» (Mt 6,1). ¿Cómo podríamos agradar a Dios si lo que procuramos de entrada es que nos vean y quedar bien —lo primero de todo— delante de los hombres? No es que tengamos que escondernos de los hombres para que no nos vean, sino que se trata de dirigir nuestras buenas obras directamente y en primer lugar a Dios. No importa ni es malo que nos vean los otros: todo lo contrario, pues podemos edificarlos con el testimonio coherente de nuestra acción.

Pero lo que sí importa —¡y mucho!— es que nosotros veamos a Dios tras nuestras actuaciones. Y, por tanto, debemos «examinar con mucho cuidado nuestra intención en todo lo que hacemos, y no buscar nuestros intereses, si queremos servir al Señor» (San Gregorio Magno).

Fuente: Leccionario Ferial IV (Ferias del Tiempo Ordinario)

Comentario: www.evangeli.net

 

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17 junio 2013 1 17 /06 /junio /2013 17:44

Evangelio Martes XI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C., 18 de junio, 2013.

Santo del Día: Santa Juliana de Falconieri
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     5, 43-48
Gloria a ti Señor  

  Jesús dijo a sus discípulos:
    Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos.
    Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos?
    Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.
 
Palabra del Señor.
 

Comentario:

Hoy, Cristo nos invita a amar. Amar sin medida, que es la medida del Amor verdadero. Dios es Amor, «que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos» (Mt 5,45). Y el hombre, chispa de Dios, ha de luchar para asemejarse a Él cada día, «para que seáis hijos de vuestro Padre celestial» (Mt 5,45). ¿Dónde encontramos el rostro de Cristo? En los otros, en el prójimo más cercano. Es muy fácil compadecerse de los niños hambrientos de Etiopía cuando los vemos por la TV, o de los inmigrantes que llegan cada día a nuestras playas. Pero, ¿y los de casa? ¿y nuestros compañeros de trabajo? ¿y aquella parienta lejana que está sola y que podríamos ir a hacerle un rato de compañía? Los otros, ¿cómo los tratamos? ¿cómo los amamos? ¿qué actos de servicio concretos tenemos con ellos cada día?

Es muy fácil amar a quien nos ama. Pero el Señor nos invita a ir más allá, porque «si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener?» (Mt 5,46). ¡Amar a nuestros enemigos! Amar aquellas personas que sabemos —con certeza— que nunca nos devolverán ni el afecto, ni la sonrisa, ni aquel favor. Sencillamente porque nos ignoran. El cristiano, todo cristiano, no puede amar de manera “interesada”; no ha de dar un trozo de pan, una limosna al del semáforo. Se ha de dar él mismo. El Señor, muriéndose en la Cruz, perdona a quienes le crucifican. Ni un reproche, ni una queja, ni un mal gesto...

Amar sin esperar nada a cambio. A la hora de amar tenemos que enterrar las calculadoras. La perfección es amar sin medida. La perfección la tenemos en nuestras manos en medio del mundo, en medio de nuestras ocupaciones diarias. Haciendo lo que toca en cada momento, no lo que nos viene de gusto. La Madre de Dios, en las bodas de Caná de Galilea, se da cuenta de que los invitados no tienen vino. Y se avanza. Y le pide al Señor que haga el milagro. Pidámosle hoy el milagro de saberlo descubrir en las necesidades de los otros.

Fuente: Misal Romano y Leccionario II

http://evangeli.net (Comentario)

 

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16 junio 2013 7 16 /06 /junio /2013 16:21

Evangelio Lunes XI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C. 17 de junio, 2013.

Santo del Día: San Gregorio Barbarigo, Obispo
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     5, 38-42
 Gloria a ti, Señor
Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: "Ojo por ojo y diente por diente". Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra. Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él.
    Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado.
 
Palabra del Señor.
 

Comentario:

Hoy, Jesús nos enseña que el odio se supera en el perdón. La ley del talión era un progreso, pues limitaba el derecho de venganza a una justa proporción: sólo puedes hacer al prójimo lo que él te ha hecho a ti, de lo contrario cometerías una injusticia; esto es lo que significa el aforismo de «ojo por ojo, diente por diente». Aun así, era un progreso limitado, ya que Jesucristo en el Evangelio afirma la necesidad de superar la venganza con el amor; así lo expresó Él mismo cuando, en la Cruz, intercedió por sus verdugos: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34).

No obstante, el perdón debe acompañarse con la verdad. No perdonamos tan sólo porque nos vemos impotentes o acomplejados. A menudo se ha confundido la expresión “poner la otra mejilla” con la idea de la renuncia a nuestros derechos legítimos. No es eso. Poner la otra mejilla quiere decir denunciar e interpelar a quien lo ha hecho, con un gesto pacífico pero decidido, la injusticia que ha cometido; es como decirle: «Me has pegado en una mejilla, ¿qué, quieres pegarme también en la otra?, ¿te parece bien tu proceder?». Jesús respondió con serenidad al criado insolente del sumo sacerdote: «Si he hablado mal, demuéstrame en qué, pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?» (Jn 18,23).

Vemos, pues, cuál debe ser la conducta del cristiano: no buscar revancha, pero sí mantenerse firme; estar abierto al perdón y decir las cosas claramente. Ciertamente no es un arte fácil, pero es el único modo de frenar la violencia y manifestar la gracia divina a un mundo a menudo carente de gracia. San Basilio nos aconseja: «Haced caso y olvidaréis las injurias y agravios que os vengan del prójimo. Podréis ver los nombres diversos que tendréis uno y otro; a él lo llamarán colérico y violento, y a vosotros mansos y pacíficos. Él se arrepentirá un día de su violencia, y vosotros no os arrepentiréis nunca de vuestra mansedumbre».

Fuente: Leccionario Ferial

www.evangeli.net (Comentario)

 

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14 junio 2013 5 14 /06 /junio /2013 22:34

Evangelio XI  Domingo Tiempo Ordinario. Ciclo C. 16 de junio, 2013.

Santo del Día:. San Eliseo, profeta

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 7, 36-50
Gloria a ti Señor

Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!»
Pero Jesús le dijo: «Simón, tengo algo que decirte». «Di, Maestro», respondió él.
«Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?»
Simón contestó: «Pienso que aquel a quien perdonó más.»
Jesús le dijo: «Has juzgado bien». Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor».
Después dijo a la mujer: «Tus pecados te son perdonados».
Los invitados pensaron: «¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?» Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz».

Palabra del Señor.
 

Comentario:

En el evangelio, una mujer -¡y qué mujer!- se atreve a estropear una sobremesa cuidadosamente preparada. La arrogante entrometida no sólo quebranta las leyes de la buena educación, sino que, además, comete una infracción de tipo religioso: un ser impuro no debe manchar la casa de un hombre socialmente puro (un fariseo).

Por un momento Cristo pierde su dignidad de profeta a los ojos de su anfitrión: “Si éste fuera profeta, sabría quién es esta mujer que le está tocando, y lo que es: una pecadora”.

Ante la situación que se ha presentado, Jesús utiliza el recurso de los sabios: el método socrático de inducir la conclusión correcta a partir de argumentos correctos. En vez de corregir a su anfitrión, lo invita a salir de su ignorancia y a reconocer que el verdadero pecador es él; el fariseo que se cree puro.

La mujer, a nadie ha engañado: ha repetido los gestos de su oficio; la misma actitud sensual que ha tenido con todos sus amantes. Pero esta tarde sus gestos no tienen el mismo sentido. Ahora expresan su respeto y el cambio de su corazón. El perfume lo ha comprado con sus ahorros, que son el precio de su “pecado”. Y sin dudarlo rompe el vaso (cf. Mc 14,3), para que nadie pueda recuperar ni un gramo del precioso perfume. Una vez más, el gesto fino y elegante .

Salen aquí a la luz dos dimensiones de la salvación. Por una parte, estalla la libertad propia del amor. En esta comida el fariseo tenía todo previsto y preparado. Pero basta con que una mujer empujada por su corazón entre sin haber sido invitada, y la sobremesa cambia del todo. Por otra parte, el episodio revela la liberación ofrecida por Jesús. El Mesías proclama con sus actos y palabras que el hombre ya no está condenado a la esclavitud de la ley y de una religión alienante. El cristiano es un ser liberado sobre la base de esa fe hecha amor práctico que predica Jesús: “tu fe te ha salvado”.

 

En la antigüedad las prostitutas eran consideradas esclavas; socialmente no existían. Sin embargo, esta tarde una prostituta escucha las palabras de absolución y de canonización, porque ha hecho el gesto sacramental, ha expresado su decisión de cambiar de vida. Así se coloca a la cabeza del Evangelio. ¿Qué otra cosa pueden significar las palabras de Cristo “tus pecados están perdonados”? Es lo mismo que decir: “María, eres una santa”.

 

 

Fuente: Leccionario II

http://www.servicioskoinonia.org(Comentario)

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