Overblog
Seguir este blog Administration + Create my blog
13 abril 2012 5 13 /04 /abril /2012 14:27

Ordinario de la Misa: Sábado Octava de Pascua. Ciclo B.  14 de Abril, 2012

No podemos dejar de contar lo que hemos visto

Sábado de la Octava de Pascua

El Señor liberó a su pueblo y lo llenó de alegría

Antífona de Entrada

El Señor liberó a su pueblo y lo llenó de alegría; al pueblo elegido lo colmó de júbilo.

Aleluya.

Se dice Gloria.

 

Oración Colecta

Oremos:

Dios nuestro, que en tu bondad sin límites aumentas cada día el número de los que creen en ti, mira con amor a tus elegidos, que han nacido a una nueva vida por medio del bautismo y concédeles alcanzar la resurrección gloriosa.

Por nuestro Señor Jesucristo...

Amén.

 

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos

de los Apóstoles (4, 13-21)

En aquellos días, los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas, se quedaron sorprendidos al ver el aplomo con que Pedro y Juan hablaban, pues sabían que eran hombres del pueblo sin ninguna instrucción. Ya los habían reconocido como pertenecientes al grupo que andaba con Jesús, pero no se atrevían a refutarlos, porque ahí estaba de pie, entre ellos, el hombre paralítico que había sido curado.

Por consiguiente, les mandaron que salieran del sanedrín, y ellos comenzaron a deliberar entre sí:

“¿Qué vamos a hacer con estos hombres? Han hecho un milagro evidente, que todo Jerusalén conoce y que no podemos negar; pero a fin de que todo esto no se divulgue más entre el pueblo, hay que prohibirles con amenazas hablar en nombre de Jesús”.

Entonces mandaron llamar a Pedro y a Juan y les ordenaron que por ningún motivo hablaran ni enseñaran en nombre de Jesús. Ellos replicaron: “Digan ustedes mismos si es justo delante de Dios obedecerlos a ustedes antes que a Dios. Nosotros no podemos dejar de contar lo que hemos visto y oído”.

Los miembros del sanedrín repitieron las amenazas y los soltaron, porque no encontraron la manera de castigarlos, ya que el pueblo entero glorificaba a Dios por lo sucedido.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Salmo Responsorial Salmo 117

La diestra del Señor

ha hecho maravillas. Aleluya.

Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. El Señor es mi fuerza y mi alegría; en el Señor está mi salvación.Escuchemos el canto de victoria que sale de la casa de los justos:

La diestra del Señor

ha hecho maravillas. Aleluya.

“La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo”. No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha hecho. Me castigó, me castigó el Señor, pero no me abandonó a la muerte.

La diestra del Señor

ha hecho maravillas. Aleluya.

Abranme las puertas del templo, que quiero entrar a dar gracias a Dios. Esta es la puerta del Señor y por ella entrarán los que le viven fieles. Te doy gracias, Señor, pues me escuchaste y fuiste para mí la salvación.

La diestra del Señor

ha hecho maravillas. Aleluya.

 

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.

Este es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo.

Aleluya.

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Marcos (16, 9-15)

Gloria a ti, Señor.

Habiendo resucitado al amanecer del primer día de la semana, Jesús se apareció primero a María Magdalena, de la que había arrojado siete demonios. Ella fue a llevar la noticia a los discípulos, los cuales estaban llorando, agobiados por la tristeza; pero cuando la oyeron decir que estaba vivo y que lo había visto, no le creyeron.

Después de esto, se apareció en otra forma a dos discípulos, que iban de camino hacia una aldea. También ellos fueron a anunciarlo a los demás; pero tampoco a ellos les creyeron.

Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no les habían creído a los que lo habían visto resucitado. Jesús les dijo entonces: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Comentario:

Si analizamos en su conjunto los textos bíblicos que hemos leído durante esta semana (octava de pascua), podemos concluir que la fe es el elemento fundamental que nos permite comprender y vivenciar al máximo el misterio de la resurrección. Dicho elemento esencial se nos hace mucho más evidente en el relato que leemos en este día. Marcos hace referencia, de manera sintética, a tres momentos claves en los cuales Jesús resucitado se ha hecho presente en medio de la comunidad de discípulos. En las tres apariciones encontramos actitudes que expresan el rechazo al seguimiento radical del maestro por parte de los discípulos, pues están sumergidos en el dolor, el abatimiento, la frustración y la rabia. El mensaje anunciado por los testigos de la resurrección es recibido con incredulidad, alejándose así de la fe y cayendo en el “anti-seguimiento”. Parece como si la muerte fuera la última explicación para el proyecto liberador iniciado por Jesús de Nazaret. Sin embargo, Jesús reprende tales actitudes e invita a sus discípulos a creer, ya que es la única manera de comprender e integrarse en el proyecto divino del Padre. – Es importante preguntarnos hoy si nuestra fe realmente nos motiva a construir una comunidad alternativa, alejada del egoísmo y de la muerte.

 

No se dice Credo.

Oración sobre las Ofrendas

Concédenos, Señor, que este sacrificio pascual que vamos a ofrecerte, nos llene siempre de alegría, prosiga en nosotros tu obra redentora y nos obtenga de ti la felicidad eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Prefacio de Pascua I

El misterio pascual

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este día, en que Cristo, nuestra pascua, fue inmolado.

Porque Él es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida.

Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

 

Antífona de la Comunión

Todos los que habéis sido bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo. Aleluya.

Oración después de la Comunión

Oremos:

Mira, Señor, con bondad, a estos hijos tuyos que has renovado por medio de los sacramentos, y condúcelos al gozo eterno de la resurrección.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Fuentes: www.lecturadeldia.com; www.servicioskoinonia.com

 

            

Compartir este post
Repost0
12 abril 2012 4 12 /04 /abril /2012 19:59

Ordinario de la Misa: Viernes Octava de Pascua. Ciclo B. 13 de Abril, 2012

Este hombre ha sanado en el nombre de Jesús

Viernes de la Octava de Pascua

Que el Señor, nuestro Dios, nos ilumine

Antífona de Entrada

El Señor liberó a su pueblo y lo llenó de esperanza, y a sus enemigos los sumergió en el mar. Aleluya.

Se dice Gloria.

Oración Colecta

Oremos:

Dios todopoderoso y eterno, que en el sacramento de la muerte y resurrección de tu Hijo ofreces a los hombres el pacto de la reconciliación y de la paz,concédenos realizar en nuestra vida este misterio que proclamamos con la fe.

Por nuestro Señor Jesucristo...

Amén.

 

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos

de los Apóstoles (4, 1-12)

En aquellos días, mientras Pedro y Juan hablaban al pueblo, se presentaron los sacerdotes, el jefe de la guardia del templo y los saduceos, indignados porque los apóstoles enseñaban al pueblo y anunciaban la resurrección de los muertos por el poder de Jesús. Los aprehendieron, y como ya era tarde, los encerraron en la cárcel hasta el día siguiente. Pero ya muchos de los que habían escuchado sus palabras, unos cinco mil hombres, habían abrazado la fe.

Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas, el sumo sacerdote Anás, Caifás, Juan, Alejandro y cuantos pertenecían a las familias de los sumos sacerdotes. Hicieron comparecer ante ellos a Pedro y a Juan y les preguntaron: “¿Con qué poder o en nombre de quién han hecho todo esto?”

Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo:

“Jefes del pueblo y ancianos: Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, para saber cómo fue curado, sépanlo ustedes y sépalo todo el pueblo de Israel: este hombre ha quedado sano en el nombre de Jesús de Nazaret, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos. Este mismo Jesús es la piedra que ustedes, los constructores, han desechado y

que ahora es la piedra angular.

Ningún otro puede salvarnos, pues en la tierra no existe ninguna otra persona a quien Dios haya constituido como salvador nuestro”.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Salmo Responsorial

Salmo 117

La piedra que

desecharon los

constructores es ahora

la piedra angular. Aleluya.

Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: “Su misericordia es eterna”. Digan los que temen al Señor: “Su misericordia es eterna”.

La piedra que desecharon

los constructores es ahora

la piedra angular. Aleluya.

La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. Este es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo.

La piedra que desecharon

los constructores es ahora

la piedra angular. Aleluya.

Libéranos, Señor, y danos tu victoria. Bendito el que viene en nombre del Señor. Que Dios desde su templo nos bendiga. Que el Señor, nuestro Dios, nos ilumine.

La piedra que desecharon

los constructores es ahora

la piedra angular. Aleluya.

 

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.

Este es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo.

Aleluya.

 

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Juan (21, 1-14)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús se les apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Se les apareció de esta manera:

Estaban juntos Simón Pedro, Tomás (llamado el Gemelo), Natanael (el de Caná de Galilea), los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar”. Ellos le respondieron: “También nosotros vamos contigo”. Salieron y se embarcaron, pero aquella noche no pescaron nada.

Estaba amaneciendo, cuando Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo:

“Muchachos, ¿han pescado algo?”

Ellos contestaron: “No”.

Entonces él les dijo:

“Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán peces”. Así lo hicieron, y luego ya no podían jalar la red por tantos pescados. Entonces el discípulo a quien amaba Jesús le dijo a Pedro:

“Es el Señor”. Tan pronto como Simón Pedro oyó decir que era el Señor, se anudó a la cintura la túnica, pues se la había quitado, y se tiró al agua. Los otros discípulos llegaron en la barca, arrastrando la red con los pescados, pues no distaban de tierra más de cien metros.

Tan pronto como saltaron a tierra, vieron unas brasas y sobre ellas un pescado y pan. Jesús les dijo:

“Traigan algunos pescados de los que acaban de pescar”.

Entonces Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red, repleta de pescados grandes. Eran ciento cincuenta y tres, y a pesar de que eran tantos, no se rompió la red. Luego les dijo Jesús:

“Vengan a comer”.

Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ‘¿Quién eres?’, porque ya sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio y también el pescado.

Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario:

El texto bíblico que leemos hoy expresa la importancia que tiene la presencia de Jesús resucitado en medio de la comunidad de creyentes. Él es quien da verdadero rumbo y sentido a toda la acción de la Iglesia naciente. Juan, a través de la pesca milagrosa, simboliza la misión de la Iglesia, evocando así la promesa dada por Jesús a sus discípulos, de hacerlos verdaderos pescadores de hombres (Cfr. Lc 5,1-11). Como vemos, el relato está cargado de diversos símbolos que expresan cómo la comunidad de discípulos pasa de un estado de tristeza, incredulidad y esterilidad (salieron a pescar de noche sin Jesús) a un estado de alegría, fe y abundancia (pescaron en la mañana con a Jesús). Todo ello nos está indicando que Jesús es parte fundamental de la comunidad; sin él los discípulos permanecen en la oscuridad de la noche, sólo con él, junto a él y por él los discípulos pueden dar fruto en abundancia. – Actualmente, la comunidad cristiana atraviesa por diversas situaciones difíciles, que desdibujan su horizonte liberador, que hacen difícil la misión y, por lo mismo, hacen también difícil reconocer al Señor; es necesario, entonces, volver a la orilla donde está el Maestro y compartir con él el pan de su Palabra.

 

No se dice Credo.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, estos dones que te presentamos, para que nos los conviertas en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo resucitado, y transfórmanos a nosotros, para que, de las alegrías y trabajos de la tierra, podamos elevarnos al deseo de ti.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Prefacio de Pascua I

El misterio pascual

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este día, en que Cristo, nuestra pascua, fue inmolado.

Porque Él es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida.

Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan

sin cesar el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

 

Antífona de la Comunión

Dijo Jesús a sus discípulos: Venid y comed. Y tomó un pan y lo repartió entre ellos. Aleluya.

Oración después de la Comunión

Oremos:

Señor, que tu amor paterno proteja siempre a quienes has salvado por medio de la pasión de tu Hijo, y que Cristo resucitado sea la fuente de todas nuestras alegrías.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

 

Fuentes: www.lecturadeldia.org

                www.servicioskoinonia.org

 

Compartir este post
Repost0
11 abril 2012 3 11 /04 /abril /2012 19:43

Ordinario de la Misa: Jueves de la Octava de Pascua. Ciclo B.  12 de Abril, 2012

Arrepiéntanse y conviértanse

Jueves de la Octava de Pascua

¡Qué admirable, Señor, es tu poder!

Antífona de Entrada

Todos alabamos, Señor, tu poder y tu sabiduría, porque has abierto la boca de los mudos y has hecho elocuentes las lenguas de los niños. Aleluya.

Se dice Gloria.

Oración Colecta

Oremos:

Dios nuestro, que has reunido pueblos de toda la tierra para alabar tu nombre, concede a todos tus hijos, nacidos a una vida nueva por medio del bautismo, tener una misma fe y manifestarla en la vida con un mismo amor.

Por nuestro Señor Jesucristo...

Amén.

 

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos

de los Apóstoles (3, 11-26)

Como el paralítico curado por Pedro y Juan no se les despegaba, todo el pueblo, asombrado, corrió hacia ellos al pórtico de Salomón. Al ver a la muchedumbre, Pedro les dirigió la palabra:

“Israelitas: ¿Por qué les causa admiración esto y por qué nos miran de ese modo, como si por nuestro poder o nuestra virtud hubiéramos hecho andar a este hombre? El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, a quien ustedes entregaron a Pilato, y a quien rechazaron en su presencia, cuando él ya había decidido ponerlo en libertad.

Rechazaron al santo, al justo, y pidieron el indulto de un asesino; han dado muerte al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos y de ello nosotros somos testigos.

El nombre de Jesús y la fe en él es lo que ha robustecido los miembros de este hombre al que están viendo y todos conocen. Esta fe es la que le ha restituido completamente la salud, como pueden observar.

Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes han obrado por ignorancia, de la misma manera que sus jefes; pero Dios cumplió así lo que había predicho por boca de los profetas: que su Mesías tenía que padecer.

Por lo tanto, arrepiéntanse y conviértanse, para que se les perdonen sus pecados y el Señor les mande el tiempo de la consolación y les envíe de nuevo a Jesús, el Mesías que les estaba destinado; aunque él tiene que quedarse en el cielo hasta la restauración universal, de la que habló Dios por boca de su profeta desde muy antiguo.

En efecto, Moisés dijo:

El Señor Dios hará surgir de entre sus hermanos un profeta como yo. Escuchen todo cuanto les diga; quien no escuche al profeta, será expulsado del pueblo. Y todos los profetas, a partir de Samuel, anunciaron igualmente estos días.

Ustedes son herederos de los profetas y beneficiarios de la alianza que Dios hizo con sus padres, cuando le dijo a Abraham: Tu descendencia será fuente de bendición para toda la humanidad. Para ustedes, en primer lugar, ha resucitado Dios a su siervo y lo ha enviado para bendecirlos y ayudarlos a que cada uno se aparte de sus

iniquidades”.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Salmo Responsorial Salmo 8

¡Qué admirable, Señor,

es tu poder! Aleluya.

¡Qué admirable es, Señor y Dios nuestro, tu poder en toda la tierra! ¿Qué es el hombre, para que de él te acuerdes; ese pobre ser humano, para que de él te preocupes?

¡Qué admirable, Señor,

es tu poder! Aleluya.

Sin embargo, lo hiciste un poquito inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad; le diste el mando sobre las obras de tus manos y todo lo sometiste

bajo sus pies.

¡Qué admirable, Señor,

es tu poder! Aleluya.

Pusiste a su servicio los rebaños y las manadas, todos los animales salvajes, las aves del cielo y los peces del mar, que recorren los caminos de las aguas.

¡Qué admirable, Señor,

es tu poder! Aleluya.

 

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.

Este es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo.

Aleluya.

 

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Lucas (24, 35-48)

Gloria a ti, Señor.

Cuando los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban reunidos los apóstoles, les contaron lo que les había pasado en el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.

Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo:

“La paz esté con ustedes”.

Ellos, desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero él les dijo:

“No teman; soy yo. ¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies. Soy yo en persona. Tóquenme y convénzanse: un fantasma no tiene ni carne ni huesos,como ven que tengo yo”.

Y les mostró las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les dijo: “¿Tienen aquí algo de comer?” Le ofrecieron un trozo de pescado asado; él lo tomó y se puso a comer

delante de ellos.

Después les dijo:

“Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba yo, cuando aún estaba con ustedes: que tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos”.Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo:

“Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios y el perdón de los pecados.

Ustedes son testigos de esto”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Comentario:

Es evidente que el evangelista quiere afirmar, a través de este relato, que el resucitado es el mismo Jesús de Nazaret que anunció con autoridad la Buena Nueva del Reino; que no es un cadáver reanimado, sino que realmente es el mismo Señor, quien, gracias a la resurrección, se vinculó plenamente a la vida divina del Padre. Obviamente el evangelista es consciente de que Jesús no está sujeto ya a las limitaciones de un cuerpo; sin embargo, debido a la comprensión judía de la realidad que es siempre particular y concreta, es necesario insistir en la corporalidad del Jesús resucitado; por eso, en este relato Jesús habla, camina y come. La resurrección, entonces, fue un hecho histórico, en el sentido de que realmente sucedió, pero no lo es en el sentido de que lo podamos comprobar en el espacio y en el tiempo. Este acontecimiento, que es el centro de la fe cristiana, tiene razón de ser únicamente si es visto desde el punto de la fe, tal como lo hicieron los discípulos, quienes percibieron la presencia del Señor, a través del asumir como propio el anuncio del Reino de Dios; es decir, convirtiéndose en verdaderos testigos de la resurrección.

 

No se dice Credo.

Oración sobre las Ofrendas

Recibe, Señor, con bondad, el sacrificio que vamos a ofrecerte, para darte gracias por los nuevos bautizados y pedirte para ellos tu constante ayuda.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Prefacio de Pascua I

El misterio pascual

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este día, en que Cristo, nuestra pascua,fue inmolado.

Porque Él es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida.

Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

 

Antífona de la Comunión

Nosotros somos el pueblo redimido por Dios; anunciemos las maravillas del Señor, que nos ha llamado de las tinieblas a su luz admirable. Aleluya.

Oración después de la Comunión

Oremos:

Que el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, precio de nuestra redención, nos ayuden, Señor, a cumplir tus mandamientos y a obtener, así, nuestra felicidad eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

 

Compartir este post
Repost0
9 abril 2012 1 09 /04 /abril /2012 20:07

Ordinario de la Misa: Martes de la Octava de Pascua. Ciclo B.  10 de Abril, 2012

Pónganse a salvo de este mundo corrompido

Martes de la Octava de Pascua

El Señor nos llenará de gloria eternamente

Antífona de Entrada

El Señor les dará a beber el agua de la sabiduría; se apoyarán en él y no vacilarán. El los llenará de gloria eternamente. Aleluya.

Se dice Gloria.

Oración Colecta

Oremos:

Señor, tú que nos has librado del pecado por medio de la muerte y resurrección de tu Hijo, prosigue en nosotros la obra liberadora de tu gracia y concédenos el gozo de celebrar la Pascua eterna, que ya desde ahora nos llena de esperanza y alegría.

Por nuestro Señor Jesucristo...

Amén.

 

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos

de los Apóstoles (2, 36-41)

El día de Pentecostés, dijo Pedro a los judíos:

“Sepa todo Israel, con absoluta certeza, que Dios ha constituido Señor y Mesías al mismo Jesús, a quien ustedes han crucificado”.

Estas palabras les llegaron al corazón y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles:

“¿Qué tenemos que hacer, hermanos?”

Pedro les contestó:

“Arrepiéntanse y bautícense en el nombre de Jesucristo, para el perdón de sus pecados y recibirán el Espíritu Santo. Porque las promesas de Dios valen para ustedes y para sus hijos y también para todos los paganos que el Señor, Dios nuestro, quiera llamar, aunque estén lejos”.

Con éstas y otras muchas razones los instaba y exhortaba, diciéndoles: “Pónganse a salvo de este mundo corrompido”.

Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron unas tres mil personas.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Salmo Responsorial Salmo 32

En el Señor está

nuestra esperanza. Aleluya.

Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales. El ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades.

En el Señor está

nuestra esperanza. Aleluya.

Cuida el Señor de aquellos que lo temen y en su bondad confían; los salva de la muerte y en épocas de hambre les da vida.

En el Señor está

nuestra esperanza. Aleluya.

En el Señor está nuestra esperanza, pues él es nuestra ayuda y nuestro amparo. Muéstrate bondadoso con nosotros, puesto que en ti,

Señor, hemos confiado.

En el Señor está

nuestra esperanza. Aleluya.

 

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.

Este es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo.

Aleluya.

 

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Juan (20, 11-18)

Gloria a ti, Señor.

El día de la resurrección, María se había quedado llorando junto al sepulcro de Jesús. Sin dejar de llorar, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús, uno en la cabecera y el otro junto a los pies. Los ángeles le preguntaron:

“¿Por qué estás llorando, mujer?”

Ella les contestó:

“Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo habrán puesto”.

Dicho esto, miró hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Entonces él le dijo: “Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién

buscas?”

Ella, creyendo que era el jardinero, le respondió:

“Señor, si tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto”.

Jesús le dijo:

“¡María!” Ella se volvió y exclamó: “¡Rabuní!”, que en hebreo significa ‘maestro’.

Jesús le dijo:

“Déjame ya, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos:

‘Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios’ ”.

María Magdalena se fue a ver a los discípulos para decirles que había visto al Señor y para darles su mensaje.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Comentario:

El relato que leemos hoy nos enseña la nueva relación que se instaura entre Dios y el ser humano ahora que Jesús ha resucitado. María Magdalena continúa creyendo que Jesús irremediablemente ha muerto y por tal razón busca y solicita con preocupación su cadáver; María, igual que los otros seguidores del Maestro, ha dado por finalizado un proyecto de vida alternativo, pues el líder ha sido asesinado por las autoridades del momento. Es necesaria entonces la intervención de Jesús para que María vuelva a creer, para que nuevamente se encienda con fuerza la llama de la fe (Cfr. v.16). Magdalena reconoce a la persona que le está hablando gracias a su fe; sin embargo, la relación con su Señor desde ahora no puede ser la misma de antes (“¡Déjame!”); se descarta el contacto físico, espacial y temporal, y se da inicio a un vínculo de mayor intimidad, que es expresado por el evangelista a través de las apariciones que suceden en la pascua, las cuales tienen como elemento común la permanencia mutua: yo permanezco en ustedes y ustedes en mí. Es importante revisar en nuestra experiencia de fe si la resurrección nos está permitiendo vincularnos con mayor profundidad y compromiso en la vivencia del Reino.

 

No se dice Credo.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, en tu bondad, los dones que te presentamos, y concédenos tu protección para conservar tu gracia y conseguir la felicidad eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Prefacio de Pascua I

El misterio pascual

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este día, en que Cristo, nuestrapascua, fue inmolado.

Porque Él es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida.

Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

 

Antífona de la Comunión

Puesto que habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas del cielo, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; aficionaos a los bienes del cielo, no a los de la tierra. Aleluya.

Oración después de la Comunión

Oremos:

Tú que nos has concedido la gracia inmerecida del bautismo, purifica, Señor, y fortalece nuestros corazones, para que podamos alcanzar un día la felicidad

eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Fuente: www.lecturadeldia.com

Compartir este post
Repost0
9 abril 2012 1 09 /04 /abril /2012 18:17

Ordinario de la Misa: Lunes de la Octava de Pascua. Ciclo B.  09 de Abril, 2012

¡El Señor ha resucitado!

Lunes de la Octava de Pascua

Cristo resucitado, ya no puede morir

Antífona de Entrada

El Señor ha resucitado, como lo había predicho; llenémonos de gozo y de alegría, porque reina eternamente. Aleluya.

Se dice Gloria.

Oración Colecta

Oremos:

Dios nuestro, que por medio del bautismo das nuevos hijos a tu Iglesia y la haces crecer continuamente, concédenos vivir siempre de acuerdo con la fe que recibimos en el bautismo.

Por nuestro Señor Jesucristo...

Amén.

 

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos

de los Apóstoles

(2, 14. 22-33)

El día de Pentecostés, se presentó Pedro, junto con los Once, ante la multitud, y

levantando la voz, dijo:

“Israelitas, escúchenme. Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado por Dios ante ustedes, mediante los milagros, prodigios y señales que Dios realizó por medio de él y que ustedes bien conocen. Conforme al plan previsto y sancionado por Dios, Jesús fue entregado, y ustedes utilizaron a los paganos para clavarlo en la cruz.

Pero Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte, ya que no era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio. En efecto, David dice, refiriéndose a él:

Yo veía constantemente al Señor delante de mí, puesto que él está a mi lado para que yo no tropiece. Por eso se alegra mi corazón y mi lengua se alboroza; por eso también mi cuerpo vivirá en la esperanza, porque tú, Señor, no me abandonarás a la muerte, ni dejarás que tu santo sufra la corrupción.Me has enseñado el sendero de la vida y me saciarás de gozo en tu presencia.

Hermanos, que me sea permitido hablarles con toda claridad; el patriarca David murió y lo enterraron, y su sepulcro se conserva entre nosotros hasta el día de hoy. Pero como era profeta y sabía que Dios le había prometido con juramento que un descendiente suyo ocuparía su trono, con visión profética habló de la resurrección de Cristo, el cual no fue abandonado a la muerte ni sufrió la corrupción.

Pues bien, a este Jesús, Dios lo resucitó, y de ello todos nosotros somos testigos. Llevado a los cielos por el poder de Dios, recibió del Padre el Espíritu Santo prometido a él y lo ha comunicado, como ustedes lo están viendo

y oyendo”.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Salmo Responsorial Salmo 15

Protege, Señor, a los que

esperamos en ti. Aleluya.

Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio. Yo siempre he dicho que tú eres mi Señor. El Señor es la parte que me ha tocado en herencia; mi vida está en sus manos.

Protege, Señor, a los que

esperamos en ti. Aleluya.

Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor y con él a mi lado, jamás tropezaré.

Protege, Señor, a los que

esperamos en ti. Aleluya.

Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá tranquilo, porque tú no me abandonarás a la muerte ni dejarás que sufra yo la corrupción.

Protege, Señor, a los que

esperamos en ti. Aleluya.

Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría perpetua junto a ti.

Protege, Señor, a los que

esperamos en ti. Aleluya.

 

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.

Este es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo.

Aleluya.

 

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Mateo (28, 8-15)

Gloria a ti, Señor.

Después de escuchar las palabras del ángel, las mujeres se alejaron a toda prisa del sepulcro, y llenas de temor y de gran alegría, corrieron a dar la noticia a los discípulos. Pero de repente Jesús les salió al encuentro y las saludó. Ellas se le acercaron, le abrazaron los pies y lo adoraron.

Entonces les dijo Jesús:

“No tengan miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán”.

Mientras las mujeres iban de camino, algunos soldados de la guardia fueron a la ciudad y dieron parte a los sumos sacerdotes de todo lo ocurrido. Estos se reunieron con los ancianos, y juntos acordaron dar una fuerte suma de dinero a los soldados, con estas instrucciones:

“Digan: ‘Durante la noche, estando nosotros dormidos, llegaron sus discípulos y se robaron el cuerpo’. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos arreglaremos con él y les evitaremos cualquier complicación”.

Ellos tomaron el dinero y actuaron conforme a las instrucciones recibidas. Esta versión de los soldados se ha ido difundiendo entre los judíos hasta el día de hoy.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Comentario:

 Por medio de la Octava de Pascua, que iniciamos hoy, la Iglesia celebra con gozo el misterio de la resurrección de Jesús, el Cristo. Es una semana que se considera como un solo día, como un Domingo de Pascua prolongado, en donde los creyentes celebramos con alegría la Gran Noticia de la resurrección; es una bella manera de expresar que Jesús sigue actuando en medio de la comunidad humana, que está presente en la historia, a través de su Palabra liberadora. El evangelio que leemos hoy nos presenta dos mensajes diferentes que surgen del hecho de que el sepulcro del Señor está vacío. Por un lado, el mensaje que elabora la institución religiosa de Jerusalén, que se encarga de desprestigiar la acción de los seguidores de Jesús; y por otro, el mensaje comunicado por las mujeres, que tiene como fin anunciarles a los discípulos dónde pueden encontrar al Maestro. Es interesante la misión que Jesús encarga a estas mujeres, pues se convierten en verdaderas anunciadoras de la Buena Noticia; son discípulas con un mensaje válido y fundamental para la comunidad. Un mensaje (kerigma) que se hace experiencia gracias a la fe y al testimonio de hombres y mujeres que han puesto su corazón en la esperanza del Reino.

En la primera lectura, el que hacía pocos días le había negado, asustado ante los guardias y las criadas del palacio de Pilato, jurando que ni le conocía, ahora comienza, ante el pueblo y luego ante las autoridades de Israel, una serie de testimonios a cuál más intrépidos, que iremos leyendo a lo largo de esta semana. Entre sus negaciones y su testimonio ha habido un acontecimiento decisivo: la resurrección de Jesús y el envío de su Espíritu en Pentecostés. Pedro y los suyos han madurado mucho en la fe.

Esta primera predicación de Pedro es una catequesis clara y contundente sobre la persona de Jesús, dirigida precisamente a los habitantes de Jerusalén, los que habían estado más directamente implicados en su muerte: «vosotros lo matasteis en una cruz, pero Dios lo resucitó, y nosotros somos testigos».

Pedro centra con decisión su anuncio en la muerte y resurrección de Jesús. Cuando le vieron morir, parecía como que Dios le abandonaba: «ha salvado a otros, que se salve a sí mismo; si confía en Dios, que le salve, porque ha dicho que es el Hijo de Dios» (Mt 27,42s).

El mismo Jesús grita desde la cruz: "¿por qué me has abandonado?". Pero Dios le resucitó, y ahora Pedro y los suyos son testigos de cómo le ha reivindicado delante de todos.

En la lectura, y luego en el salmo responsorial, tenemos un ejemplo muy claro de cómo la primera generación «cristianizaba» los salmos, cómo los interpretaba desde Cristo.

Allí donde el salmista, un judío creyente sumido en el dolor pero lleno de confianza, afirmaba: «con él a mi derecha no vacilaré... mi carne descansa serena, porque no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción, me enseñarás el sendero de la vida», Pedro, y con él la comunidad cristiana, ponen estos sentimientos en boca del mismo Cristo Jesús. Consideran que la resurrección de Jesús ya estaba anunciada proféticamente en este salmo, que ahora resulta un verdadero «Magnificat» puesto en boca del Resucitado.

No se dice Credo.

Oración sobre las Ofrendas

Recibe, Señor, con bondad, nuestras ofrendas, y tú, que nos llamaste a la fe y nos has hecho renacer por el bautismo, guíanos a la felicidad eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Prefacio de Pascua I

El misterio pascual

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este día, en que Cristo, nuestra pascua, fue inmolado.

Porque Él es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida.

Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

 

Antífona de la Comunión

Cristo resucitado, ya no puede morir; la muerte ya no tiene dominio sobre él.

Aleluya.

Oración después de la Comunión

Oremos:

Que la gracia de este sacramento, memorial de la Pascua de tu Hijo, fructifique, Señor, en nuestros corazones para que podamos corresponder a los dones de tu amor, que nos abrió el camino de la salvación eterna.

Por Jesucristo,nuestro Señor.

Amén

Fuente: www.lecturadeldia.com

 

Compartir este post
Repost0
5 abril 2012 4 05 /04 /abril /2012 15:57

Ordinario de la Misa: Domingo de Resurrección del Señor. Ciclo B.  08 de Abril, 2012

Domingo de la Resurrección del Señor

Misa del día

He resucitado y viviré siempre contigo

Señor, sólo Tú tienes palabras de vida eterna

Antífona de Entrada

He resucitado y viviré siempre contigo; has puesto tu mano sobre mí, tu sabiduría ha sido maravillosa. Aleluya.

Se dice Gloria.

Oración Colecta

Oremos:

Dios nuestro, que por medio de tu Hijo venciste a la muerte y nos has abierto las puertas de la vida eterna, concede a quienes celebramos hoy la Pascua de Resurrección, resucitar también a una nueva vida, renovados por la gracia del Espíritu Santo.

Por nuestro Señor Jesucristo…

Amén.

 

Primera Lectura

Lectura del libro de

los Hechos de los

Apóstoles

(10, 34. 37-43)

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:

“Ya saben ustedes lo sucedido en toda Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bautismo predicado por Juan: cómo Dios ungió con el poder del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret y cómo éste pasó haciendo el bien, sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.

Nosotros somos testigos de cuanto él hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer día y concedió verlo, no a todo el pueblo, sino únicamente a los testigos que él, de antemano, había escogido: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de que resucitó de entre los muertos.

El nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos.

El testimonio de los profetas es unánime: que cuantos creen en él reciben, por su medio,el perdón de los pecados”.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Salmo Responsorial

Salmo 117

Este es el día

del triunfo del Señor.

Aleluya.

Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel:“Su misericordia es eterna”.

Este es el día

del triunfo del Señor.

Aleluya.

La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha hecho.

Este es el día

del triunfo del Señor.

Aleluya.

La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente.

Este es el día

del triunfo del Señor.

Aleluya.

 

Segunda Lectura

Lectura de la carta del apóstol

san Pablo a los colosenses

(3, 1-4 )

Hermanos:

Puesto que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra, porque han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vida de ustedes, entonces también ustedes se manifestarán gloriosos, juntamente con él.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

 

Secuencia

(Sólo el día de hoy es obligatoria;durante la octava es opcional)

Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza a gloria de la víctima propicia de la Pascua. Cordero sin pecado, que a las ovejas salva, a Dios y a los culpables unió con nueva alianza. Lucharon vida y muerte en singular batalla, y, muerto el que es la vida, triunfante se levanta.

“¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?” “A mi Señor glorioso, la tumba abandonada, los ángeles testigos, sudarios y mortaja. ¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza! Venid a Galilea, allí el Señor aguarda; allí veréis los suyos la gloria de la Pascua”.

Primicia de los muertos, sabemos por tu gracia que estás resucitado; la muerte en ti no manda. Rey vencedor, apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.

Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado; celebremos, pues, la Pascua.

Aleluya.

 

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Juan (20, 1-9)

Gloria a ti, Señor.

El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:

“Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.

En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte.

Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Comentario:

La resurrección de Jesús comporta un "no" rotundo a la impunidad y a la violencia. Jesús no resucita para reivindicar su muerte, sino para proclamar que la Vida plena es la voluntad de Dios. Ni los verdugos, ni los acusadores, ni los traidores tienen la última palabra. Sólo Dios lleva la voz cantante, pues sólo Él es capaz de dirigir la historia de manera imprevista e insospechada.

La fiesta cristiana de la Pascua es, sobretodo, una fiesta de la vida recuperada, de la vida auténtica, de la capacidad de mantener la propuesta de Dios por encima de la mezquindad y la sordidez que imponen ciertas instituciones sociales. La Pascua no es una fiesta que nace del deseo de celebrar algún sentimiento, sino del deseo de reivindicar una esperanza sostenida con la intransigencia de la generosidad. La comunidad se reúne para proclamar que la existencia de ese sencillo hombre de Nazaret ilumina y cambia toda la historia humana. Una historia hecha de violencias interminables, sobre una tierra sedienta de esperanza en la que despuntan permanentemente las flores recónditas de la solidaridad.

La resurrección nos invita a no sofocarnos con la sórdida amargura de los interminables afanes cotidianos. La Pascua de Jesús nos muestra otro mundo, un mundo que comienza justo en los límites de la precariedad de nuestra existencia; un mundo que no nos enajena sino que abre nuestros ojos a una vida nueva. Una vida que no nace del voluntarismo o del deseo de querer imponer una opinión o un punto de vista. Todo lo contrario. La resurrección es primicia de una vida que nace del perdón, de la misericordia y la reconciliación. Porque sólo quienes sean capaces de reconocer el germen de la vida futura en medio de este valle de lágrimas, serán capaces de recoger la cosecha del reino.

La Pascua es la fiesta de la reconciliación, de la esperanza, de la resistencia. Con la resurrección, Jesús rompe el cerco de la impunidad. Su actitud de reconciliación es un grito de justicia. Jesús perdona a sus victimarios porque sabe que ellos están fanatizados por una moral que legitima la injusticia. Las instituciones religiosas y políticas "sólo hacen lo que saben". Instauran la violencia y la intolerancia como los únicos medios para legitimar su poder. Pero, con la resurrección, Jesús apela a la justicia de Dios que es el absoluto respeto por la vida humana y la libertad de todo ser humano. El perdón, entonces, nace de una conciencia soberanamente madura y tolerante y nos prepara para una reconciliación verdadera. Porque la injusticia cometida no se remedia con una agresión mayor.

Jesús sabe que el perdón no atenúa la atrocidad del crimen. El perdón cuestiona la conciencia del agresor y la respuesta del ofendido. Pues el perdón no es un recurso de emergencia para tapar con pulcras flores la irremediable fatalidad del crimen. Ni es tampoco la vana pretensión de querer superar la violencia con la violencia. La reconciliación y el perdón nacen de una fe muy profunda, de una confianza radical en el Dios de la Vida, de una nueva manera de ver la realidad. La actitud conciliadora es consciente que la vida social no se rige por la fuerza bruta. La realidad se percibe como una infinidad de lazos afectivos que sostienen la existencia humana. De este modo, la historia humana, bajo la luz del nuevo día, muestra un rostro desconocido en el que predomina el encuentro, la generosidad, la entrega, la confianza, la tolerancia y el amor. Una realidad que no se identifica por la mecánica eficacia de los gestos conocidos sino que nos muestra una nueva humanidad con los brazos abiertos al mundo. A un lado queda el puño cerrado por la furia y la violencia y ahora las manos acarician con suavidad, ofreciendo su palma como gesto de apertura sincera.

Con la resurrección, la vida humana supera la mera estadística de las interminables fatalidades para convertirse en una alternativa irrenunciable: la vida es un derecho que no se negocia; la vida es única y cada existencia tiene un valor infinito. La sacralidad de la existencia humana se revela como el dato absoluto e inalienable que constituye la vida social. Por esta vía, es posible propiciar un diálogo creativo, único modo de resolver los irremediables conflictos que surgen en la convivencia interhumana.

Esto nos lleva a meditar sobre un aspecto de la resurrección de Jesús que a veces se olvida, pero que es esencial para comprender cómo una transformación personal, una transformación al interior de un pequeño grupo, es capaz de cambiar el rumbo de la historia de esa comunidad, de ese grupo. Esto fue lo que les ocurrió a los discípulos y discípulas de Jesús cuando se encontraron de repente con una realidad sorprendente que se les impuso: Jesús había resucitado. No era la ocurrencia de unas mujeres desconsoladas o de algunos discípulos confundidos. Era la potente experiencia de una comunidad que había descubierto que Jesús los estaba llamando para continuar la misión de anunciar el evangelio a los pobres. Entonces, la resurrección se convirtió en una experiencia tan desconcertante como novedosa, una realidad que obligó a toda la comunidad a revisar sus expectativas y a ponerse de nuevo en camino.

La acción más palpable de la resurrección de Jesús fue su capacidad de transformar el interior de los discípulos. El resucitado convoca a su comunidad en torno al evangelio y la llena de su espíritu de perdón. Los corazones de todos estaban heridos. A la hora de la verdad, todos eran dignos de reproche: nadie había entendido correctamente la propuesta del Maestro. Por eso, quien no había traicionado a Jesús, lo había abandonado a su suerte. Y si todos eran dignos de reproche, todos estaban necesitados de perdón. Volver a dar cohesión a la comunidad de seguidores, darles cohesión interna en el perdón mutuo, en la solidaridad, en la fraternidad y en la igualdad era humanamente un imposible. Sin embargo, la presencia y la fuerza interior del Resucitado lo logró.

Cuando los discípulos de esta primera comunidad sienten interiormente esta presencia transformadora de Jesús, y cuando la comunican, es cuando realmente experimentan su resurrección. Y es entonces cuando ya les sobran todas las pruebas exteriores de la misma. La imprevista e intempestiva novedad del Resucitado arranca desde los cimientos las falsas seguridades y lanza a toda la comunidad a encarar la misión con una fuerza y una dignidad hasta ese momento desconocida. Feliz dia Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor

 

Se dice Credo.

Oración de los Fieles

Celebrante:

Cristo ha resucitado y vive para interceder por nosotros; por eso digámosle:

Te glorificamos, Señor.

Porque con tu resurrección has vencido las tinieblas dando muerte al pecado y nos ofreces la vida en plenitud:

Te glorificamos, Señor.

Porque Tú eres el Viviente, el que nos renueva y nos permite vivir una vida nueva:

Te glorificamos, Señor.

Porque tu resurrección ha colmado de alegría a todos los pueblos y les abre esperanzas de paz y libertad:

Te glorificamos, Señor.

Porque hoy enriqueces a tu Iglesia con la vida de los nuevos bautizados:

Te glorificamos, Señor.

Porque sólo Tú tienes palabras de vida eterna:

Te glorificamos, Señor.

Porque la luz del sepulcro vacío y el mensaje de la resurrección guían nuestra fe y allanan nuestro camino:

Te glorificamos, Señor.

 

Celebrante:

Te glorificamos y te pedimos que tu gracia renueve nuestras vidas, las sumerja en tu misterio y un día disfrutemos en plenitud de tu resurrección. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

Oración sobre las Ofrendas

Regocijados con la alegría de la Pascua, te ofrecemos, Señor, esta Eucaristía, mediante la cual tu Iglesia se renueva y alimenta de un modo admirable.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Prefacio de Pascua I

El misterio pascual

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este día, en que Cristo nuestra Pascua, fue inmolado.

Porque Él es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida.

Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

 

Antífona de la Comunión

Cristo, nuestro Cordero pascual, ha sido inmolado: celebremos, pues la Pascua con una vida de rectitud y santidad.

Aleluya.

Oración después de la Comunión

Oremos:

Señor, protege siempre a tu Iglesia con amor paterno, para que, renovada ya por los sacramentos de Pascua, pueda llegar a la gloria de la resurrección.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

 

Compartir este post
Repost0
5 abril 2012 4 05 /04 /abril /2012 02:43

Ordinario de la Misa Vespertina: Jueves Santo. Ciclo B.  05 de Abril, 2012

Jueves Santo de la Cena del Señor

Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava

De la muerte, Señor, me has librado

Cumpliré mis promesas al Señor

Escucha Señor, nuestra oración

Este es mi Cuerpo, que se da por vosotros

Antífona de Entrada

Que nuestro único orgullo sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo, porque en él tenemos la salvación, la vida y la resurrección, y por él hemos sido salvados y redimidos.

Se dice Gloria.

Oración Colecta

Oremos:

Dios nuestro, que nos has reunido para celebrar aquella Cena en la cual tu Hijo único, antes de entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el sacrificio nuevo y eterno, sacramento de su amor, concédenos alcanzar por la participación en este sacramento, la plenitud del amor y de la vida.

Por nuestro Señor Jesucristo…

Amén.

 

Primera Lectura

Lectura del libro del Éxodo

(12, 1-8. 11-14)

En aquellos días, el Señor les dijo a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto:

“Este mes será para ustedes el primero de todos los meses y el principio del año. Díganle a toda la comunidad de Israel: ‘El día diez de este mes, tomará cada uno un cordero por familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con los vecinos y elija un cordero adecuado al número de personas y a la cantidad que cada cual pueda comer. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito.

Lo guardarán hasta el día catorce del mes, cuando toda la comunidad de los hijos de Israel lo inmolará al atardecer. Tomarán la sangre y rociarán las dos jambas y el dintel de la puerta de la casa donde vayan a comer el cordero. Esa noche comerán la carne, asada a fuego; comerán panes sin levadura y hierbas amargas. Comerán así: con la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano y a toda prisa, porque es la Pascua, es decir, el paso del Señor.

Yo pasaré esa noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos del país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados.

Castigaré a todos los dioses de Egipto, yo, el Señor. La sangre les servirá de señal en las casas donde habitan ustedes. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo y no habrá entre ustedes plaga exterminadora, cuando hiera

yo la tierra de Egipto.

Ese día será para ustedes un memorial y lo celebrarán como fiesta en honor del Señor. De generación en generación celebrarán esta festividad, como institución perpetua’ ”.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Salmo Responsorial Salmo 115

Gracias, Señor,

por tu sangre que nos lava.

¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Levantaré el cáliz de salvación e invocaré el nombre del Señor.

Gracias, Señor,

por tu sangre que nos lava.

A los ojos del Señor es muy penoso que mueran sus amigos. De la muerte, Señor, me has librado, a mí, tu esclavo e hijo de tu esclava.

Gracias, Señor,

por tu sangre que nos lava.

Te ofreceré con gratitud un sacrificio e invocaré tu nombre. Cumpliré mis promesas al Señor ante todo su pueblo.

Gracias, Señor,

por tu sangre que nos lava.

 

Segunda Lectura

Lectura de la primera carta

del apóstol san Pablo a los

corintios (11, 23-26)

Hermanos:

Yo recibí del Señor lo mismo que les he trasmitido:

que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos, y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo:

“Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes.Hagan esto en memoria mía”.

Lo mismo hizo con el cáliz después de cenar, diciendo:

“Este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria mía siempre que beban de él”.

Por eso, cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti,

Señor Jesús.

Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que se amen los unos a los

otros, como yo los he amado.

Honor y gloria a ti,

Señor Jesús.

 

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Juan (13, 1-15)

Gloria a ti, Señor.

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre y habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

En el transcurso de la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de entregarlo, Jesús, consciente de que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas y sabiendo que había salido de Dios y a Dios volvía, se levantó de la mesa, se quitó el manto y tomando una toalla, se la ciñó; luego echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido.

Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo:

“Señor, ¿me vas a lavar tú a mí los pies?”

Jesús le replicó:

“Lo que estoy haciendo tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde”.

Pedro le dijo:

“Tú no me lavarás los pies jamás”.

Jesús le contestó:

“Si no te lavo, no tendrás parte conmigo”. Entonces le dijo Simón Pedro: “En ese caso, Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza”.

Jesús le dijo:

“El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos”. Como sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: ‘No todos están limpios’.

Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, volvió a la mesa y les dijo:

“¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Todo el ministerio de Jesús fue una permanente entrega al pueblo pobre. Los enfermos, endemoniados y marginados recibieron de Jesús una mano amiga. Compartieron su mesa y fueron proclamados dichosos. Hasta el final de su existencia, Jesús entrega todo lo que es, todo lo que sabe, todo lo que tiene. Ahora, se prepara para entregar definitivamente su existencia. Jesús entrega todo, hasta el límite.

Jesús era visto como el símbolo de la humildad: un rey vestido de pobreza. Como conocía perfectamente la situación de su pueblo insistió constantemente en la urgencia de apoyar a quienes carecían de lo mínimo para vivir: "Pues tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber; estuve sin ropa y ustedes me vistieron; enfermo y me visitaron" (Mt 25, 35-36). En cada ser humano empobrecido, sin techo, sin ropa y enfermo Jesús nos dejó su indeleble imagen. Porque Dios continúa crucificado en la cruz de la miseria. "Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicieron" (Mt 25, 40).

Jesús se impone a la dureza de lo inevitable. El conocía perfectamente la suerte de los profetas que le precedieron. Juan Bautista fue asesinado por veleidades de la reina en la corte de Herodes. Otros muchos murieron por reivindicaciones menores. La muerte que los gobernantes infligían a los profetas buscaba el escarnio del pueblo. Intentaban silenciar la voz de Dios. En medio de esa situación, Jesús encuentra el momento propicio para demostrar que la entrega por la causa del reino comienza y termina en los pequeños y cotidianos gestos de entrega, perdón y generosidad.

Jesús realiza con gusto y convicción una actividad reservada para los sirvientes: toma los pies encallecidos de sus discípulos y los lava y limpia uno a uno. Los callos de la incertidumbre que se formaron camino a Jerusalén son objeto de su caricia. La mano que sirve, la mano que acaricia, es la misma mano que esta dispuesta a dejarse traspasar por la injusticia para reclamar justicia. Jesús no comienza su testimonio extendiendo sus brazos en la cruz. Sus brazos y sus manos ya han anticipado la autenticidad de su testimonio. Su mano ya se ha extendido hacia el enfermo para rescatarlo de la postración; su mano ha auxiliado al indigente y lo ha ayudado a reencontrar su dignidad; su mano ha rescatado de la muerte y ha otorgado nuevamente la vida.

Pero el servicio, la ayuda desinteresada y la generosidad no son una respuesta fácil y evidente. Requieren un camino largo y decidido, forjado a partir de los gestos cotidianos.

 

Lavatorio de los pies

Los varones designados para el rito van, acompañados por los ministros, a ocupar los asientos preparados para ellos en un lugar visible.

El celebrante, quitada la casulla si es necesario, se acerca a cada una de las personas designadas y, con la ayuda de los ministros, les lava los pies y se los seca.

Mientras tanto, se canta alguna de las siguientes antífonas o algún canto apropiado.

 

Antífona Primera

El Señor se levantó de la mesa, echó agua en un recipiente y se puso a lavar los pies de sus discípulos para darles ejemplo.

 

Antífona Segunda

Señor, ¿pretendes tú lavarme a mí los pies? Jesús le respondió: Si no te lavo los pies, no tendrás nada que ver conmigo.

Fue Jesús hacia Simón Pedro y éste le dijo:

Señor, ¿pretendes tú lavarme a mí los pies?

Lo que yo estoy haciendo, tú no lo entiendes ahora; lo entenderás más tarde.

Señor, ¿pretendes tú lavarme a mí los pies?

Inmediatamente después del lavatorio de los pies o, si éste no tuvo lugar, después de la homilía, se hace la Oración universal.

No se dice Credo.

 

Oración de los Fieles

Celebrante:

En esta tarde en la que

anticipamos el misterio

pascual de Cristo y celebramos

su amor, oremos con cordial

confianza al autor de nuestra

salvación. Digamos:

Escucha Señor, nuestra oración.

En esta tarde santa, en la que Cristo hecho Eucaristía, se da a su Iglesia pidamos por ella, para que proclame a nuestra humanidad la fuerza salvadora del Sacramento del Amor.

Oremos a Cristo, Pan de vida.

Escucha Señor, nuestra oración.

En esta tarde santa, en que Jesús quiso prolongar su sacerdocio eterno, oremos por el Santo Padre y por todos los que han sido ungidos para actualizar el sacrificio redentor de Cristo, para que encarnen en sus vidas lo que celebran en el altar.

Oremos a Cristo,

Sumo y Eterno Sacerdote.

Escucha Señor, nuestra oración.

En esta tarde santa, en la que Cristo fue entregado por uno de sus amigos, oremos por los que hoy le traicionan derramando sangre inocente, profanando el amor, renegando de su fe; para que la fuerza del misterio que celebramos se haga vida en sus corazones y en los de todos los que fuimos predestinados para el amor.

Oremos a Cristo,

nuestra Víctima Pascual.

Escucha Señor, nuestra oración.

En esta tarde santa, en la que Jesús nos quiere unidos en comunión, oremos por el pueblo de Israel y por los que no le reconocen como el Mesías de Dios, el Salvador que tenía que venir. Oremos a Cristo,

nuestro Salvador.

Escucha Señor, nuestra oración.

En esta tarde santa, en la que Cristo oró por sus amigos, oremos por nuestra Comunidad parroquial, por nuestros enfermos, por los que entregan su vida por el Evangelio, por los que no podrán celebrar estos misterios, y por los que viven alejados de Dios; para que el paso del Señor les alcance la paz, la salud, el perdón y el gozo de

su cercanía y amistad.

Oremos a

Cristo, nuestro hermano.

Escucha Señor, nuestra oración.

En esta tarde santa, en que Jesús nos dejó el mandato del amor como signo de su pertenencia; oremos por todo el Pueblo de Dios, para que reunido en torno al banquete Pascual, y alimentado de su Cuerpo y de su Sangre, seamos capaces de crear una fraternidad universal rompiendo las ataduras del egoísmo y de todo pecado, siendo constructores de la paz y la justicia que Él nos mereció.

Oremos a Cristo,

Príncipe de la paz.

Escucha Señor, nuestra oración.

 

Celebrante:

Señor Jesús, que antes de derramar tu Sangre por nuestra salvación quisiste quedarte en la Eucaristía para ser nuestro alimento y nuestra vida, concédenos gustar el Sacramento del amor y ser signos de tu presencia en medio de los hombres. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

Liturgia Eucarística

Al comienzo de la Liturgia Eucarística, puede organizarse una procesión de los fieles, en la que se lleven dones para los pobres.

Mientras tanto, se canta el Ubi cáritas est vera (A Dios siempre lo encontramos donde hay amor) u otro cántico apropiado.

 

Oración sobre las Ofrendas

Concédenos, Señor, participar dignamente en esta Eucaristía, porque cada vez que celebramos el memorial de la muerte de tu Hijo, se realiza la obra de nuestra redención.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

 

Prefacio propio

De la santísima Eucaristía

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.

El cual, verdadero y eterno sacerdote, al instituir el sacrificio perdurable, se ofreció a ti como víctima salvadora, y nos mandó que lo ofreciéramos como memorial suyo.

En efecto, cuando comemos su carne, inmolada por nosotros, quedamos fortalecidos; y cuando bebemos su Sangre, derramada por nosotros, quedamos limpios de nuestros pecados.

Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

 

Si se usa el Canon romano: El sacerdote, con las manos extendidas, dice:

Padre   misericordioso, te pedimos humildemente por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor,

junta las manos y dice:

que aceptes y bendigas traza una sola vez el signo de la cruz sobre el pan y el vino conjuntamente, diciendo:

estos † dones, este sacrificio santo y puro que te ofrecemos,

con las manos extendidas prosigue:

ante todo, por tu Iglesia santa y católica, para que le concedas la paz, la protejas, la congregues en la unidad y la gobiernes en el mundo entero, con tu servidor el Papa Benedicto XVI, con nuestro Obispo N., y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad, promueven la fe católica y apostólica.

Acuérdate, Señor, de tus hijos N.

y N.

Puede decir los nombres de aquellos por quienes tiene intención de orar, o bien junta las manos y ora por ellos unos momentos. Después, con las manos extendidas, prosigue:

Y de todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega bien conoces; por ellos y todos los suyos, por el perdón de sus pecados y la salvación que esperan, te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza, a ti, eterno Dios, vivo y verdadero.

Reunidos en comunión con toda la Iglesia para celebrar el día santo en que nuestro Señor Jesucristo fue entregado por nosotros, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor; la de su esposo, san José; la de los santos apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés, [Santiago y Juan, Tomás, Santiago, Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián,] y la de todos los santos; por sus méritos y oraciones concédenos en todo tu protección. [Por Cristo, nuestro Señor. Amén].

Con las manos extendidas, prosigue:

Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa, que te presentamos en el día mismo en que nuestro Señor Jesucristo encomendó a sus discípulos la celebración del sacramento de su Cuerpo y de su Sangre; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos.

Junta las manos.

[Por Cristo, nuestro Señor.

Amén].

Extendiendo las manos sobre las ofrendas, dice:

Bendice y santifica, oh Padre, esta ofrenda, haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti, de manera que sea para nosotros Cuerpo y Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor.

Junta las manos. En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas.

El cual, hoy, la víspera de padecer por nuestra salvación y la de todos los hombres,

Toma el pan y sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó el pan en sus santas y venerables manos,eleva los ojos y, elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios Padre suyo todopoderoso, dando gracias, te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

se inclina un poco

«Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado 

por ustedes».

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.

Del mismo modo, acabada la cena, tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos, dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos, diciendo:

«Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.

Hagan esto en conmemoración mía».

Éste es el sacramento de nuestra fe.

Anunciamos tu muerte,proclamamos tu resurrección.

¡Ven, Señor Jesús!

Después el sacerdote,con las manos extendidas, dice:

Por eso, Padre, nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo, al celebrar este memorial de la muerte gloriosa de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor; de su santa resurrección del lugar de los muertos y de su admirable ascensión a los cielos, te ofrecemos, Dios de gloria y majestad, de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo: pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación. Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel, el sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquisedec.

Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia, hasta el altar del cielo, por manos de tu ángel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo al participar aquí de este altar, seamos colmados de gracia y bendición. Acuérdate también, Señor, de tus hijos N., y N.,

que nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz. A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz.

Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos, que confiamos en tu infinita misericordia, admítenos en la asamblea de los santos apóstoles y mártires Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé, y de todos los santos; y acéptanos en su compañía, no por nuestros méritos, sino conforme a tu bondad.

Por Cristo, Señor nuestro, por quien sigues creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes entre nosotros. Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.

Amén.

Antífona de la Comunión

Este es mi Cuerpo, que se da por vosotros. Este cáliz es la nueva alianza establecida por mi Sangre; cuantas veces lo bebiereis, hacedlo en memoria mía, dice el Señor.

 

Después de distribuir la comunión, se deja sobre el altar un copón con hostias para la comunión del día siguiente, y se termina la misa con esta oración:

Oración después de la Comunión

Señor, tú que nos permites disfrutar en esta vida de la Cena instituida por tu Hijo, concédenos participar también del banquete celestial en tu Reino.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

 

Traslación del Santísimo

Sacramento

Dicha la oración después de la Comunión, el sacerdote, de pie ante el altar, pone incienso en el incensario y, arrodillado, inciensa tres veces al Santísimo Sacramento. Enseguida recibe el paño de hombros, toma en sus manos el copón y lo cubre con las extremidades del paño. Se forma entonces la procesión para llevar al Santísimo Sacramento a través del templo, hasta el sitio donde se le va a guardar.

Va adelante un acólito con la cruz alta; otros acólitos acompañan al Santísimo Sacramento con ciriales e incienso.

El lugar de depósito debe estar preparado en alguna capilla convenientemente adornada. Durante la procesión, se canta el himno Pange lingua (excepto las dos últimas estrofas) o algún otro canto eucarístico.

Al llegar la procesión al lugar donde va a depositarse el Santísimo Sacramento, el sacerdote deposita el copón y, poniendo de nuevo incienso en el incensario, lo inciensa arrodillado, mientras se canta la parte final del himno Tantum ergo. Enseguida se cierra el tabernáculo o la urna del depósito.

Después de unos momentos de adoración en silencio, el sacerdote y los ministros hacen genuflexión y vuelven a la sacristía.

Enseguida se desnuda el altar y, si es posible, se quitan del templo las cruces. Si algunas no se pueden quitar, es conveniente que queden cubiertas con un velo. Quienes asistieron a la misa vespertina no están obligados a rezar Vísperas.

Exhórtese a los fieles, según las circunstancias y costumbres del lugar, a dedicar alguna parte de su tiempo, en la noche, a la adoración delante del Santísimo Sacramento. Esta adoración, después de la media noche, hágase sin solemnidad.

 

Compartir este post
Repost0
4 abril 2012 3 04 /04 /abril /2012 04:15

Ordinario de la Misa: Miércoles Santo. Ciclo B.  04 de Abril, 2012

Miércoles Santo

Señor, escucha y ten piedad

Por tu bondad, Señor, socórreme

Antífona de Entrada

Que al nombre de Jesús, todo ser viviente, en el cielo, en la tierra y en el abismo, caiga de rodillas, porque el Señor aceptó por obediencia hasta la misma muerte, y una muerte de cruz. Por esto confesamos, para gloria de Dios Padre, que Jesucristo es el Señor.

Oración Colecta

Oremos:

Padre misericordioso que para librarnos del poder del enemigo, quisiste que tu Hijo sufriera por nosotros el suplicio de la cruz, concédenos alcanzar la gracia

de la resurrección.

Por nuestro Señor Jesucristo...

Amén.

 

Primera Lectura

Lectura del libro del profeta

Isaías (50, 4-9)

En aquel entonces dijo Isaías:

“El Señor me ha dado una lengua experta, para que pueda confortar al abatido

con palabras de aliento.

Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído, para que escuche yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia, ni me he echado para atrás.

Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba. No aparté mi rostro a los insultos y salivazos. Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endureció mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado.

Cercano está de mí el que me hace justicia, ¿quién luchará contra mí? ¿Quién es mi adversario? ¿Quién me acusa? Que se me enfrente. El Señor es mi ayuda, ¿quién se atreverá a condenarme?”

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Salmo Responsorial Salmo 68

Por tu bondad,

Señor, socórreme.

Por ti he sufrido injurias y la vergüenza cubre mi semblante. Extraño soy y advenedizo, aun para aquellos de mi propia sangre; pues me devora el celo de tu casa, el

odio del que te odia, en mí recae.

Por tu bondad,

Señor, socórreme.

La afrenta me destroza el corazón y desfallezco. Espero compasión y no la hallo; consoladores, y no los encuentro. En mi comida me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre.

Por tu bondad,

Señor, socórreme.

En mi cantar exaltaré tu nombre, proclamaré tu gloria, agradecido. Se alegrarán al verlo los que sufren, quienes buscan a Dios tendrán más ánimo, porque el Señor jamás desoye al pobre, ni olvida al que se encuentra encadenado.

Por tu bondad,

Señor, socórreme.

 

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti,

Señor Jesús.

Señor Jesús, rey nuestro, sólo tú has tenido compasión de nuestras faltas.

Honor y gloria a ti,

Señor Jesús.

 

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Mateo (26, 14-25)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?” Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregárselo.

El primer día de la fiesta de los panes Azimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?” El respondió: “Vayan a la ciudad, a casa de fulano y díganle: ‘El Maestro dice: Mi hora está ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa’ ”.

Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la cena de Pascua. Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce y mientras cenaban, les dijo: “Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme”. Ellos se pusieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por uno:

“¿Acaso soy yo, Señor?”

El respondió: “El que moja su pan en el mismo plato que yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del hombre va a morir, como está escrito de él; pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido”. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:

“¿Acaso soy yo, Maestro?”

Jesús le respondió: “Tú lo has dicho”.

Palabra del Señor.

Gloria ti, Señor Jesús.

 

Comentario:

Continúa la narración de la traición y la entrega de Jesús por parte de Judas. El poder religioso y político se vale de la fragilidad y la ambición humana para alcanzar sus objetivos. La codicia y el deseo de poder encienden el corazón humano y los valores y principios ético-morales más profundos quedan vulnerados. Más allá de la visión fatalista que se le ha dado a la traición de Judas, tenemos que mirarnos en ese espejo para confrontar nuestra vida. ¡Cuántas veces vendemos nuestros principios por un puesto, una prebenda, un ascenso o una condecoración! ¡Cuántas personas, hermanas y hermanos nuestros, han abandonado sus compromisos con los empobrecidos y excluidos, para evitarse conflictos, persecuciones o pérdida de prestigio! Ser coherentes, llegar, de verdad, hasta las últimas consecuencias, no es fácil. Se necesita la gracia de Dios y la fuerza fraterna de la comunidad para no claudicar o desfallecer y no vender los principios a cualquier postor. También al interior de la iglesia se da este fenómeno de ambición de poder y de prestigio. Incluso se llega a sacrificar personas con tal de salvaguardar intereses particulares. Se sacrifica la justicia y la verdad por la conveniencia y la seguridad.

 

Oración de los Fieles

Celebrante:

A Dios, que en su bondad nos escucha y bendice, dirijamos nuestras oraciones y las de todo el mundo,

diciendo:

Señor, escucha y ten piedad.

Por la Iglesia: para que por medio de sus pastores y ministros sepa consolar y predicar teniendo siempre los mismos sentimientos que Cristo.

Oremos.

Señor, escucha y ten piedad.

Por todos los que buscan a Dios: para que descubran que Jesús dio su vida por ellos y le confiesen como Dios y salvador.

Oremos.

Señor, escucha y ten piedad.

Por los que sufren a causa de la violencia o el odio: para que Dios les dé valor y los llene de la alegría y la paz que nos da Jesús muerto y resucitado.

Oremos.

Señor, escucha y ten piedad.

Por los que padecen deficiencias físicas o psicológicas, por los que se sienten tentados de no creer, por los que experimentan la desesperación y la ausencia de Dios: para que Jesús se les manifieste, les enseñe a vivir como Él y les ayude a cargar su cruz de cada día.

Oremos.

Señor, escucha y ten piedad.

Por los que aún en el Tercer Milenio no han recibido el anuncio de la salvación que Cristo mereció para nosotros: para que puedan conocerlo por el amor y la vida de sus discípulos.

Oremos.

Señor, escucha y ten piedad.

Por nosotros: para que el encuentro con la Palabra de la Vida, Jesucristo, modele nuestros corazones, evangelice nuestros criterios y nos haga cada vez más fieles a su amor.

Oremos.

Señor, escucha y ten piedad.

 

Celebrante:

Padre, derrama tus bendiciones sobre este pueblo que te suplica, muéstranos tu rostro y danos tu salvación.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, los dones que te presentamos y concédenos la gracia de traducir en una vida de amor y de obediencia a tu voluntad, el misterio de la pasión de tu Hijo, que estamos celebrando.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Prefacio

de la Pasión del Señor Il

La victoria de la Pasión

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,por Cristo nuestro Señor.

Porque se acercan ya los días santos de la pasión salvadora y la gloriosa resurrección de Jesucristo nuestro Señor, en los que celebramos su triunfo sobre la soberbia del demonio y recordamos el misterio de nuestra redención.

Por eso, los ángeles te cantan con júbilo eterno y nosotros nos unimos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza:

Santo, Santo, Santo...

 

Antífona de la Comunión

El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir, y a dar su vida para redención de todos.

Oración después de la Comunión

Oremos:

Concédenos, Señor, Dios nuestro, creer profundamente que por la muerte de tu Hijo, padecida en el Calvario y anunciada en cada Eucaristía, tú nos has dado la vida eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

 

Compartir este post
Repost0
4 abril 2012 3 04 /04 /abril /2012 04:10

Ordinario de la Misa: Miércoles Santo. Ciclo B.  04 de Abril, 2012

Miércoles Santo

Señor, escucha y ten piedad

Por tu bondad, Señor, socórreme

Antífona de Entrada

Que al nombre de Jesús, todo ser viviente, en el cielo, en la tierra y en el abismo, caiga de rodillas, porque el Señor aceptó por obediencia hasta la misma muerte, y una muerte de cruz. Por esto confesamos, para gloria de Dios Padre, que Jesucristo es el Señor.

Oración Colecta

Oremos:

Padre misericordioso que para librarnos del poder del enemigo, quisiste que tu Hijo sufriera por nosotros el suplicio de la cruz, concédenos alcanzar la gracia

de la resurrección.

Por nuestro Señor Jesucristo...

Amén.

 

Primera Lectura

Lectura del libro del profeta

Isaías (50, 4-9)

En aquel entonces dijo Isaías:

“El Señor me ha dado una lengua experta, para que pueda confortar al abatido

con palabras de aliento.

Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído, para que escuche yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia, ni me he echado para atrás.

Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba. No aparté mi rostro a los insultos y salivazos. Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endureció mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado.

Cercano está de mí el que me hace justicia, ¿quién luchará contra mí? ¿Quién es mi adversario? ¿Quién me acusa? Que se me enfrente. El Señor es mi ayuda, ¿quién se atreverá a condenarme?”

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Salmo Responsorial Salmo 68

Por tu bondad,

Señor, socórreme.

Por ti he sufrido injurias y la vergüenza cubre mi semblante. Extraño soy y advenedizo, aun para aquellos de mi propia sangre; pues me devora el celo de tu casa, el

odio del que te odia, en mí recae.

Por tu bondad,

Señor, socórreme.

La afrenta me destroza el corazón y desfallezco. Espero compasión y no la hallo; consoladores, y no los encuentro. En mi comida me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre.

Por tu bondad,

Señor, socórreme.

En mi cantar exaltaré tu nombre, proclamaré tu gloria, agradecido. Se alegrarán al verlo los que sufren, quienes buscan a Dios tendrán más ánimo, porque el Señor jamás desoye al pobre, ni olvida al que se encuentra encadenado.

Por tu bondad,

Señor, socórreme.

 

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti,

Señor Jesús.

Señor Jesús, rey nuestro, sólo tú has tenido compasión de nuestras faltas.

Honor y gloria a ti,

Señor Jesús.

 

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Mateo (26, 14-25)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?” Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregárselo.

El primer día de la fiesta de los panes Azimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?” El respondió: “Vayan a la ciudad, a casa de fulano y díganle: ‘El Maestro dice: Mi hora está ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa’ ”.

Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la cena de Pascua. Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce y mientras cenaban, les dijo: “Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme”. Ellos se pusieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por uno:

“¿Acaso soy yo, Señor?”

El respondió: “El que moja su pan en el mismo plato que yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del hombre va a morir, como está escrito de él; pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido”. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:

“¿Acaso soy yo, Maestro?”

Jesús le respondió: “Tú lo has dicho”.

Palabra del Señor.

Gloria ti, Señor Jesús.

 

Comentario:

Continúa la narración de la traición y la entrega de Jesús por parte de Judas. El poder religioso y político se vale de la fragilidad y la ambición humana para alcanzar sus objetivos. La codicia y el deseo de poder encienden el corazón humano y los valores y principios ético-morales más profundos quedan vulnerados. Más allá de la visión fatalista que se le ha dado a la traición de Judas, tenemos que mirarnos en ese espejo para confrontar nuestra vida. ¡Cuántas veces vendemos nuestros principios por un puesto, una prebenda, un ascenso o una condecoración! ¡Cuántas personas, hermanas y hermanos nuestros, han abandonado sus compromisos con los empobrecidos y excluidos, para evitarse conflictos, persecuciones o pérdida de prestigio! Ser coherentes, llegar, de verdad, hasta las últimas consecuencias, no es fácil. Se necesita la gracia de Dios y la fuerza fraterna de la comunidad para no claudicar o desfallecer y no vender los principios a cualquier postor. También al interior de la iglesia se da este fenómeno de ambición de poder y de prestigio. Incluso se llega a sacrificar personas con tal de salvaguardar intereses particulares. Se sacrifica la justicia y la verdad por la conveniencia y la seguridad.

 

Oración de los Fieles

Celebrante:

A Dios, que en su bondad nos escucha y bendice, dirijamos nuestras oraciones y las de todo el mundo,

diciendo:

Señor, escucha y ten piedad.

Por la Iglesia: para que por medio de sus pastores y ministros sepa consolar y predicar teniendo siempre los mismos sentimientos que Cristo.

Oremos.

Señor, escucha y ten piedad.

Por todos los que buscan a Dios: para que descubran que Jesús dio su vida por ellos y le confiesen como Dios y salvador.

Oremos.

Señor, escucha y ten piedad.

Por los que sufren a causa de la violencia o el odio: para que Dios les dé valor y los llene de la alegría y la paz que nos da Jesús muerto y resucitado.

Oremos.

Señor, escucha y ten piedad.

Por los que padecen deficiencias físicas o psicológicas, por los que se sienten tentados de no creer, por los que experimentan la desesperación y la ausencia de Dios: para que Jesús se les manifieste, les enseñe a vivir como Él y les ayude a cargar su cruz de cada día.

Oremos.

Señor, escucha y ten piedad.

Por los que aún en el Tercer Milenio no han recibido el anuncio de la salvación que Cristo mereció para nosotros: para que puedan conocerlo por el amor y la vida de sus discípulos.

Oremos.

Señor, escucha y ten piedad.

Por nosotros: para que el encuentro con la Palabra de la Vida, Jesucristo, modele nuestros corazones, evangelice nuestros criterios y nos haga cada vez más fieles a su amor.

Oremos.

Señor, escucha y ten piedad.

 

Celebrante:

Padre, derrama tus bendiciones sobre este pueblo que te suplica, muéstranos tu rostro y danos tu salvación.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, los dones que te presentamos y concédenos la gracia de traducir en una vida de amor y de obediencia a tu voluntad, el misterio de la pasión de tu Hijo, que estamos celebrando.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Prefacio

de la Pasión del Señor Il

La victoria de la Pasión

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,por Cristo nuestro Señor.

Porque se acercan ya los días santos de la pasión salvadora y la gloriosa resurrección de Jesucristo nuestro Señor, en los que celebramos su triunfo sobre la soberbia del demonio y recordamos el misterio de nuestra redención.

Por eso, los ángeles te cantan con júbilo eterno y nosotros nos unimos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza:

Santo, Santo, Santo...

 

Antífona de la Comunión

El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir, y a dar su vida para redención de todos.

Oración después de la Comunión

Oremos:

Concédenos, Señor, Dios nuestro, creer profundamente que por la muerte de tu Hijo, padecida en el Calvario y anunciada en cada Eucaristía, tú nos has dado la vida eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Compartir este post
Repost0
3 abril 2012 2 03 /04 /abril /2012 02:23

Ordinario de la Misa: Martes Santo. Ciclo B.  03 de Abril, 2012

Martes Santo

En ti, Señor, he puesto mi esperanza

Señor, haz que seamos testigos del Evangelio

Antífona de Entrada

No me entregues, Señor, al odio de mis enemigos, pues han surgido contra mí testigos falsos, que respiran violencia.

Oración Colecta

Oremos:

Dios todopoderoso y eterno, ayúdanos a celebrar los misterios de la pasión del Señor con tal fe y arrepentimiento, que podamos merecer tu perdón.

Por nuestro Señor Jesucristo…

Amén.

 

Primera Lectura

Lectura del libro del profeta

Isaías (49, 1-6)

Escúchenme, islas; pueblos lejanos, atiéndanme. El Señor me llamó desde el vientre de mi madre; cuando aún estaba yo en el seno materno, él pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada filosa, me escondió en la sombra de su mano, me hizo flecha puntiaguda, me guardó en su aljaba y me dijo: “Tú eres mi siervo, Israel; en ti manifestaré mi gloria”. Entonces yo pensé:

“En vano me he cansado, inútilmente he gastado mis fuerzas; en realidad mi causa estaba en manos del Señor, mi recompensa la tenía mi Dios”.

Ahora habla el Señor, el que me formó desde el seno materno, para que fuera su servidor, para hacer que Jacob volviera a él y congregar a Israel en torno suyo —tanto así me honró el Señor y mi Dios fue mi fuerza—. Ahora, pues, dice el Señor: “Es poco que seas mi siervo sólo para restablecer a las tribus de Jacob y reunir a los sobrevivientes de Israel; te voy a convertir en luz de las naciones, para que mi salvación llegue hasta los últimos rincones de la tierra”.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Salmo Responsorial Salmo 70

En ti, Señor,

he puesto mi esperanza.

Señor, tú eres mi esperanza, que no quede yo jamás defraudado. Tú, que eres justo, ayúdame y defiéndeme; escucha mi oración y ponme a salvo.

En ti, Señor,

he puesto mi esperanza.

Sé para mí un refugio, ciudad fortificada en que me salves. Y pues eres mi auxilio y mi defensa, líbrame, Señor, de los malvados.

En ti, Señor,

he puesto mi esperanza.

Señor, tú eres mi esperanza; desde mi juventud en ti confío. Desde que estaba en el seno de mi madre, yo me apoyaba en ti y tú me sostenías.

En ti, Señor,

he puesto mi esperanza.

Yo proclamaré siempre tu justicia y a todas horas, tu misericordia. Me enseñaste a alabarte desde niño y seguir alabándote es mi orgullo.

En ti, Señor,

he puesto mi esperanza.

 

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti,

Señor Jesús.

Señor Jesús, rey nuestro, para obedecer al Padre, quisiste ser llevado a la cruz como manso cordero al sacrificio.

Honor y gloria a ti,

Señor Jesús.

 

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Juan (13, 21-33. 36-38)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, cuando Jesús estaba a la mesa con sus discípulos, se conmovió

profundamente y declaró:

“Yo les aseguro que uno de ustedes me va a entregar”. Los discípulos se miraron perplejos unos a otros, porque no sabían de quién hablaba. Uno de ellos, al que Jesús tanto amaba, se hallaba reclinado a su derecha. Simón Pedro le hizo una seña y le preguntó: “¿De quién lo dice?”

Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:

“Señor, ¿quién es?”

Le contestó Jesús:

“Aquel a quien yo le dé este trozo de pan, que voy a mojar”. Mojó el pan y se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote; y tras el bocado, entró en él Satanás.

Jesús le dijo entonces a Judas:

“Lo que tienes que hacer, hazlo pronto”. Pero ninguno de los comensales entendió a qué se refería; algunos supusieron que, como Judas tenía a su cargo la bolsa, Jesús le había encomendado comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el bocado, salió inmediatamente. Era de

noche.

Una vez que Judas se fue, Jesús dijo:

“Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará. Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Me buscarán, pero como les dije a los judíos, así se lo digo a ustedes ahora: ‘A donde yo voy, ustedes no pueden ir’ ”. Simón Pedro le dijo: “Señor, ¿a dónde vas?”

Jesús le respondió:

“A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; me seguirás más tarde”.

Pedro replicó:

“Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti”.

Jesús le contestó:

“¿Conque darás tu vida por mí? Yo te aseguro que no cantará el gallo, antes de que

me hayas negado tres veces”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Comentario:

Jesús anuncia la traición de Judas y la negación de Pedro. Y también podríamos añadir el abandono de sus discípulos. Estos acontecimientos se dan en el contexto de una cena pascual, fraternal, conmemorativa de la liberación de Israel. Pero más allá de la historia de los hechos, vamos a mirar el significado existencial de los mismos. La actitud de Judas revela una actitud de ambición de riqueza y de poder. Algunos estudiosos dicen que Judas estaría buscando la toma del poder y estaría convencido de que, entregando a Jesús, las masas se iban a alzar en rebelión, y los romanos y sus cómplices serían expulsados. Pero nada de eso pasó, pues las fuerzas ideológicas y represivas actuaron con mayor sagacidad. La actitud de Pedro revela el entusiasmo inicial del seguidor de Jesús que está dispuesto a todo, pero que, a la hora de afrontar las duras consecuencias del seguimiento, se confunde y retrocede. – Todos, de alguna manera, nos sentimos retratados en Judas o en Pedro. A veces somos capaces como Judas de vender hasta las personas, por alcanzar objetivos particulares; o, como Pedro, retroceder ante las dificultades cuando habíamos decidido llegar hasta las últimas consecuencias. La fidelidad y la radicalidad son valores muy costosos en el seguimiento de Jesús.

 

Oración de los Fieles

Celebrante:

Antes de compartir el memorial de la muerte y resurrección de Jesús, reconozcamos nuestras limitaciones y necesidades, y pidamos a Dios que nos escuche y bendiga al pueblo que Él redimió con la Sangre de Jesús. Digamos:

Escúchanos, Padre.

Para que Jesús, que nos llamó a ser sus testigos, nos dé su gracia para dar frutos de santidad y buenas obras y para vivir unidos a Él.

Oremos.

Escúchanos, Padre.

Para que la Iglesia siempre se acoja a Jesús, en Él se vea libre de sus enemigos y encuentre en su cruz y resurrección su refugio y salvación.

Oremos.

Escúchanos, Padre.

Para que cuantos, de alguna manera, han traicionado su fe y sus principios, arrastrados por la seducción del pecado y la indiferencia, contemplando a Cristo que dio su vida por ellos, vuelvan a Él y le invoquen como Dios y salvador.

Oremos.

Escúchanos, Padre.

Para que el Bautismo, que van a recibir los catecúmenos, los purifique de sus faltas, los llene del Espíritu Santo y los haga ser testigos convencidos y coherentes del Evangelio de Jesús.

Oremos.

Escúchanos, Padre.

Para que los que trabajan social o apostólicamente en favor de los más pobres, no cesen en su empeño por transformar nuestra sociedad.

Oremos.

Escúchanos, Padre.

Para que como Jesús demos nuestra vida por nuestros hermanos y busquemos el

Reino de Dios y su justicia.

Oremos.

Escúchanos, Padre.

 

Celebrante:

Acepta, Señor, nuestras oraciones y haz que la colaboración de los misterios de nuestra fe nos haga cada vez más fieles en la vivencia de nuestra vocación cristiana, y más firmes en el seguimiento de Jesús, el crucificado, que vive y reina

por los siglos de los siglos.

Amén.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, con bondad este pan y este vino que te presentamos, y concede a cuantos quieres hacernos partícipes del Cuerpo y de la Sangre de tu Hijo, llegar a poseerlo plenamente en tu Reino.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Prefacio de la Pasión del Señor II

La victoria de la pasión

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,por Cristo nuestro Señor.

Porque se acercan ya los días santos de la pasión salvadora y la gloriosa resurrección de Jesucristo nuestro Señor, en los que celebramos su triunfo sobre la soberbia del demonio y recordamos el misterio de nuestra redención.

Por eso, los ángeles te cantan con júbilo eterno y nosotros nos unimos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza:

Santo, Santo, Santo...

 

Antífona de la Comunión

Dios no escatimó la vida de su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, y con él nos ha dado todos los bienes.

Oración después de la Comunión

Oremos:

Por medio de este sacramento, que ya desde ahora nos comunica tu fuerza, concédenos, Padre misericordioso, participar de la vida eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

 

Compartir este post
Repost0

Présentation

  • : Por Cristo...Mas, Mas, Mas
  • : Es un Blog de orientación Cristiano/Católico, dirigido a personas de 16 a años en adelante, en el que se publican diariamente las Lecturas del Día, de acuerdo al Calendario Litúrgico Católico, la Lectio Divina, el Santoral del Día, la Liturgia de las Horas (Laudes, Vísperas y Completas, y otros artículos de orientación espiritual y moral.
  • Contacto

Perfil

  • xcmasmasmas
  • Soy un Cristiano/Católico, preocupado por la difusión de la Palabra de Dios, convencido que en los momentos actuales la tecnologia de la información es uno de los principales medios para conseguir este objetivo.
Soy viudo, vivo en Santo Domingo,
  • Soy un Cristiano/Católico, preocupado por la difusión de la Palabra de Dios, convencido que en los momentos actuales la tecnologia de la información es uno de los principales medios para conseguir este objetivo. Soy viudo, vivo en Santo Domingo,

Solicitud de Oración

Hermano (a) que nos visita, si necesitas oración por cualquier motivo, solo debes escribir a;

xcmasmasmas@gmail.com, exponiendo tu causa por la cual quieres que oremos,

debes poner tu nombre

Buscar

Permisos

Cualquier artículo, fotos, etc. puede ser copiado por cualquier persona o grupo, que tenga las mismas inquietudes que nosotros, o sea la extensión del Reino de Dios en la tierra

Archivos