Es un Blog de orientación Cristiano/Católico, dirigido a personas de 16 a años en adelante, en el que se publican diariamente las Lecturas del Día, de acuerdo al Calendario Litúrgico Católico, la Lectio Divina, el Santoral del Día, la Liturgia de las Horas (Laudes, Vísperas y Completas, y otros artículos de orientación espiritual y moral.
Evangelio del Miércoles VII Semana de Pascua. Ciclo B. 23 de Mayo, 2012
† Lectura del santo Evangeliosegún san Juan (17, 11-19)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús levantó los ojos al cielo y dijo:
“Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me diste; yo velaba por ellos y ninguno de ellos se perdió, excepto el que tenía que perderse, para que se cumpliera la Escritura.
Pero ahora voy a ti, y mientras estoy aún en el mundo, digo estas cosas para que mi gozo llegue a su plenitud en ellos.
Yo les he entregado tu palabra y el mundo los odia, porque no son del mundo, como yo tampoco soy del mundo. No te pido que los saques del mundo, sino que los libres del mal. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en la verdad. Tu palabra es la verdad. Así como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Yo me santifico a mí mismo por ellos, para que también ellos sean santificados en la verdad”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
El relato que leemos este día nos recuerda la entrega generosa de Jesús a sus discípulos; trae a nuestra memoria la figura de aquel buen pastor que cuida con su vida a las ovejas. Jesús ha cuidado a sus discípulos en nombre de Dios mientras ha estado en medio de ellos; ahora debe partir, los debe dejar solos y por ello ruega al Padre para que la comunidad se mantenga unida en el amor y pueda evidenciar en el mundo la unidad del Padre y del Hijo (“Uno como Nosotros”). Jesús pide al Padre por la unidad de los discípulos porque es consciente del peligro que los acecha; el mundo los odia, ya que no pertenecen al ámbito de la injusticia, el odio y la muerte; ellos conocen la Palabra liberadora del Padre, poseen la palabra del amor y la justicia, y reconocen que su misión es ser testigos de la esperanza, ser un reflejo del vínculo entrañable del Hijo con el Padre. – Los cristianos de todos los tiempos estamos llamados a asumir la experiencia del amor fraterno como el lenguaje que verdaderamente nos vincula con Dios y que nos permite “estar en el mundo, sin pertenecer a él”.
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