Es un Blog de orientación Cristiano/Católico, dirigido a personas de 16 a años en adelante, en el que se publican diariamente las Lecturas del Día, de acuerdo al Calendario Litúrgico Católico, la Lectio Divina, el Santoral del Día, la Liturgia de las Horas (Laudes, Vísperas y Completas, y otros artículos de orientación espiritual y moral.
Evangelio XXII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B. 02 de septiembre, 2012.
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos
(7, 1-8. 14-15. 21-23)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén. Viendo que algunos de los discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir, sin habérselas lavado, los fariseos y los escribas le preguntaron: “¿Por qué tus discípulos comen con manos impuras y no siguen la tradición de nuestros mayores?”(Los fariseos y los judíos, en general, no comen sin lavarse antes las manos hasta el codo, siguiendo la tradición de sus mayores; al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones, y observan muchas otras cosas por tradición, como purificar los vasos, las jarras y las ollas).
Jesús les contestó:
“¡Qué bien profetizó Isaías sobre ustedes, hipócritas, cuando escribió:
Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Es inútil el culto que me rinden, porque enseñan doctrinas que no son sino preceptos humanos! Ustedes dejan a un lado el mandamiento de Dios, para aferrarse a las tradiciones de los hombres”.
Después, Jesús llamó a la gente y les dijo:
“Escúchenme todos y entiéndanme. Nada que entre de fuera puede manchar al hombre; lo que sí lo mancha es lo que sale de dentro; porque del corazón del hombre salen las intenciones malas, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, las codicias, las injusticias, los fraudes, el desenfreno, las envidias, la difamación, el orgullo y la frivolidad. Todas estas maldades salen de dentro y manchan al hombre”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
Es antigua la tentación de considerar que lo esencial de una religión está en el cumplimiento de ciertas formalidades rituales, y no en la asunción de sus principios vitales. También esta tentación acompañó al «pueblo de Dios» de Israel -como a muchos otros «Pueblos de Dios»-, desde tiempos inmemoriales. Hoy, si alguna persona se atreve a cuestionar, aunque sea indirectamente, ciertos lastres históricos y a proponer alternativas coherentes con el evangelio, en poco tiempo es tachada de «desviarse de la auténtica doctrina».
Jesús nos invita a redescubrir la esencia del cristianismo en nuestra opción por construir la Utopía de Dios -lo que él llamaba «Malkuta Yavé», Reino de Dios- y por vivir de acuerdo con los principios del evangelio. Todas nuestras normas y protocolos están al servicio de una auténtica vivencia de sus enseñanzas. Nosotros no debemos renunciar a una vida auténtica y creativa para seguirlo a él. Todo lo contrario. Debemos recrear aquí y ahora toda la novedad de su profecía y toda la radicalidad de su amor incondicional por los excluidos.
Conectado con todo este tema está aquel otro de «la letra y el espíritu»: la letra es el detalle de lo mandado, la prescripción, el rito, la acción concreta... El espíritu es el sentido con el que ha sido concebida aquella práctica concreta, y la vivencia con la que debe ser vivida. Por eso se dice que la letra (se entiende: la sola letra, o la letra sin espíritu) mata, mientras que el espíritu vivifica. La letra es medio, mientras que el espíritu es un fin. Éste puede darse aun sin aquélla, al margen o incluso «en contra» de ella: en efecto hay veces que, en circunstancias muy especiales, el espíritu de una ley o de una práctica ritual puede exigir hacer en aquella situación, «precisamente lo contrario» de lo que la letra prescribe. Esa flexibilidad, esa «libertad de espíritu» se exige a los cristianos, como a todo ser humano adulto y maduro.
Fácilmente, siguiendo las recriminaciones de Jesús, se puede actualizar el evangelio aplicándolo a los convencionalismos, a las prácticas religiosas y legales sin fidelidad interior. Habrá que tener en cuenta, sin embargo, que Jesús habla de "las tradiciones de los hombres" en contraposición con el mandamiento de Dios, para no ofrecer la sospecha de que la participación sacramental -la misa del domingo por ejemplo- es un convencionalismo entre otros.
Una actualización más válida es destacar, en el contexto cultural y religioso de nuestra sociedad, el valor absoluto del mandamiento de Dios por encima de cualquier documento legal de la sociedad, incluso los de más alto nivel. Por mucha mayoría que haya obtenido una ley, no por eso se convierte en mandamiento de Dios. La explicación que se debe hacer es la necesidad, para el creyente, de entender el carácter personal y relacional de la vida moral, más allá de un planteamiento ético limitado sólo a algunos valores. Sin duda que estos valores podrán coincidir con valores evangélicos, y participar, por eso, del valor de los mandatos de Dios. Pero el cristiano debe tener presente que el mandamiento de Dios es siempre prioritario frente a las tradiciones y leyes de los hombres. Esto pide, ¡está claro! conocer bien el mandamiento de Dios...
Sobre todo la actualización debería ayudar a percibir el gozo y la libertad que vienen, para nosotros, de tener "plantada" la Palabra, que "es capaz de salvarnos". Es así: la siembra se hace cada domingo en el corazón del hombre, que es donde necesita arraigar la Palabra.
Para la revisión de vida
Cuando Jesús denuncia las actitudes de sus contemporáneos fariseos, está denunciando una tentación permanente en la historia de las relaciones de las personas con Dios, que me afecta también a mí mismo. ¿Qué actitudes farisaicas detecto en mi vida, en mis relaciones con los demás y, sobre todo, en mis relaciones con Dios? ¿De verdad engañan mi conciencia esas actitudes mías? ¿Me engaño a mi mismo, pensando que puedo engañar a Dios?