Es un Blog de orientación Cristiano/Católico, dirigido a personas de 16 a años en adelante, en el que se publican diariamente las Lecturas del Día, de acuerdo al Calendario Litúrgico Católico, la Lectio Divina, el Santoral del Día, la Liturgia de las Horas (Laudes, Vísperas y Completas, y otros artículos de orientación espiritual y moral.
Evangelio XXVIII Domingo Tiempo Ordinario. Ciclo C. 13 de Octubre, 2013.
Santo del Día:. : San Eduardo, Rey
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 17, 11-19
Gloria a ti Señor
Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaria y Galilea. Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!»
Al verlos, Jesús les dijo: «Vayan a presentarse a los sacerdotes». Y en el camino quedaron purificados.
Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano.
Jesús le dijo entonces: «¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?» Y agregó: «Levántate y vete, tu fe te ha salvado».
Palabra del Señor.
Fuente Lecturas: Leccionario III
Homilía:
1.- Uno de ellos, el samaritano, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra, dándole gracias. Está claro que nuestra verdadera fe en Dios nos dice que cuando Dios nos concede un favor no lo hace atendiendo a los títulos de nobleza, afiliación política, social o religiosa que tengamos. Dios nos escucha y nos concede sus favores porque nos ama; su corazón misericordioso le inclina a atender al que le suplica con humildad, sea de la condición que sea. Se equivocaban los nueve judíos que fueron curados, pensando que ellos por ser judíos ya merecían que un profeta judío les atendiera y les curara. Pensaban que ellos no tenían por qué expresarle su agradecimiento, bastaba con cumplir la prescripción ritual que les había ordenado. En cambio, el samaritano comprendió desde el primer momento que su curación había dependido únicamente de la bondad de corazón y misericordia del profeta judío, por eso, muy emocionado, corrió hacia él para darle las gracias y alabar a Dios por el gran favor que, a través de su profeta, le había otorgado. También puede ocurrirnos hoy a nosotros, los cristianos, algo parecido. Por poner sólo un ejemplo, afortunadamente poco frecuente, oímos decir a algunas personas que él, cuando peca, se confiesa, cumple la penitencia y ya está. Para un cristiano, piensan, el perdón de Dios es fácil conseguir porque depende del simple cumplimiento de unos ritos y normas eclesiásticas. Es evidente que la actitud del samaritano fue mucho más pura y religiosa que la actitud de los otro nueve judíos. Para nosotros, la fe en Dios debe expresarse, ante todo, como agradecimiento y alabanza a Dios, por su infinita bondad y por su gran misericordia para con nosotros. Un agradecimiento y una alabanza que no se queda en simples palabras, o en el cumplimiento de ciertos ritos, sino que es, sobre todo, una actitud vital de obediencia y fidelidad a Dios.
Fuente Lecturas: Leccionario III
http://www.betania.es (Comentario-Resumen)