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Es un Blog de orientación Cristiano/Católico, dirigido a personas de 16 a años en adelante, en el que se publican diariamente las Lecturas del Día, de acuerdo al Calendario Litúrgico Católico, la Lectio Divina, el Santoral del Día, la Liturgia de las Horas (Laudes, Vísperas y Completas, y otros artículos de orientación espiritual y moral.

LECTURAS XIX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO C. 11 DE AGOSTO, 2013

LECTURAS XIX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO C. 11 DE AGOSTO, 2013

TIEMPO DURANTE EL AÑO - "C"

Con el Castigo que infligiste a nuestros adversarios,
Tú nos cubriste de gloria, llamándonos a tí

Lectura del libro de la Sabiduría     18, 5-9

Como ellos habían resuelto hacer perecer a los hijos pequeños de los santos
-y de los niños expuestos al peligro, uno solo se salvó-
para castigarlos, tú les arrebataste un gran número de sus hijos
y los hiciste perecer a todos juntos en las aguas impetuosas.
Aquella noche fue dada a conocer de antemano a nuestros padres,
para que, sabiendo con seguridad en qué juramentos habían creído,
se sintieran reconfortados.
Tu pueblo esperaba, a la vez,
la salvación de los justos y la perdición de sus enemigos;
porque con el castigo que infligiste a nuestros adversarios,
tú nos cubriste de gloria, llamándonos a ti.
Por eso, los santos hijos de los justos
ofrecieron sacrificios en secreto,
y establecieron de común acuerdo esta ley divina:
que los santos compartirían igualmente
los mismos bienes y los mismos peligros;
y ya entonces entonaron los cantos de los Padres.

Palabra de Dios.
 
 
SALMO
     Sal 32, 1. 12. 18-20. 22 (R.: 12b)
 
R.
 ¡Feliz el pueblo que el Señor se eligió como herencia!

Aclamen, justos, al Señor:
es propio de los buenos alabarlo.
¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que Él se eligió como herencia! 
R.
 
Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles,
sobre los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y sustentarlos en el tiempo de indigencia. 
R.
 
Nuestra alma espera en el Señor:
Él es nuestra ayuda y nuestro escudo.
Señor, que tu amor descienda sobre nosotros,
conforme a la esperanza que tenemos en ti. 
R.

Esperaba aquella ciudad
cuyo arquitecto y constructor es Dios

Lectura de la carta de los Hebreos     11, 1-2. 8-19
 
    Hermanos:
    La fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven. Por ella nuestros antepasados fueron considerados dignos de aprobación.
    Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber a dónde iba. Por la fe, vivió como extranjero en la Tierra prometida, habitando en carpas, lo mismo que Isaac y Jacob, herederos con él de la misma promesa. Porque Abraham esperaba aquella ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
    También por la fe, Sara recibió el poder de concebir, a pesar de su edad avanzada, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. Y por eso, de un solo hombre, y de un hombre ya cercano a la muerte, nació una descendencia numerosa como las estrellas del cielo e incontable como la arena que está a la orilla del mar.
    Todos ellos murieron en la fe, sin alcanzar el cumplimiento de las promesas: las vieron y las saludaron de lejos, reconociendo que eran extranjeros y peregrinos en la tierra.
    Los que hablan así demuestran claramente que buscan una patria; y si hubieran pensado en aquella de la que habían salido, habrían tenido oportunidad de regresar. Pero aspiraban a una patria mejor, nada menos que la celestial. Por eso, Dios no se avergüenza de llamarse «su Dios» y, de hecho, les ha preparado una Ciudad.
    Por la fe, Abraham, cuando fue puesto a prueba, presentó a Isaac como ofrenda: él ofrecía a su hijo único, al heredero de las promesas, a aquel de quien se había anunciado: «De Isaac nacerá la descendencia que llevará tu nombre». Y lo ofreció, porque pensaba que Dios tenía poder, aun para resucitar a los muertos. Por eso recuperó a su hijo, y esto fue como un símbolo.
 
Palabra de Dios.
 
 
O bien más breve:
 
Lectura de la carta de los Hebreos     
11, 1-2. 8-12
 
    Hermanos:
    La fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven. Por ella nuestros antepasados fueron considerados dignos de aprobación.
    Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber a dónde iba. Por la fe, vivió como extranjero en la Tierra prometida, habitando en carpas, lo mismo que Isaac y Jacob, herederos con él de la misma promesa. Porque Abraham esperaba aquella ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
    También por la fe, Sara recibió el poder de concebir, a pesar de su edad avanzada, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. Y por eso, de un solo hombre, y de un hombre ya cercano a la muerte, nació una descendencia numerosa como las estrellas del cielo e incontable como la arena que está a la orilla del mar.
 
Palabra de Dios.
 
 
ALELUIA
     
Mt 24, 42a. 44

Aleluia.
Estén prevenidos y preparados,
porque el Hijo del hombre vendrá a la
hora menos pensada.
Aleluia.

 
EVANGELIO

Ustedes también estén preparados

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     12, 32-48
 
    Jesús dijo a sus discípulos:
    «No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino.
    Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla. Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón.
    Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta.
    ¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos.
    ¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!
    Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa.
    Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada».
    Pedro preguntó entonces: «Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?»
    El Señor le dijo: «¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno? ¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentra ocupado en este trabajo! Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. Pero si este servidor piensa: "Mi señor tardará en llegar", y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles.
    El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo. Pero aquél que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente.
    Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más».
 
Palabra del Señor.
 
 
O bien más breve:
 
+
 Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     12, 35-40
 
    Jesús dijo a sus discípulos:
    Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta.
    ¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos.
    ¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!
    Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa.
    Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada.
 
Palabra del Señor.

 Comentario:

1. ¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Todos sabemos lo difícil que es administrar fiel y solícitamente una empresa y administrar bien, en general, la vida de los demás. Que se lo pregunten a nuestros políticos y gobernantes. Pero yo creo que gobernar bien nuestra propia vida es aún más difícil que administrar bien la vida de los demás. Porque el egoísmo, la ambición, las apariencias interesadas, la insinceridad y la vanidad, nos ciegan tremendamente y nos impiden vernos a nosotros mismos con imparcialidad y realismo. La parábola del evangelio de hoy no va dirigida a los gobernantes y administradores en general, sino que va dirigida directamente a sus discípulos, a “su pequeño rebaño”. A ellos les dice que deben estar siempre preparados para que cuando llegue el amo, el Señor, les encuentre en vela, dispuestos a abrirle la puerta en cuanto llame, porque, “a la hora que menos piensen, vendrá el Hijo del hombre”. Un cristiano, un discípulo de Cristo, debe entender siempre su vida aquí en la tierra como una preparación para la vida eterna. Este mundo es camino para el otro, que es morada sin pesar; y cumple tener buen tino para andar este camino sin errar”. El negocio más importante de nuestra vida es nuestra vida misma y nuestra vida aquí en la tierra, hablando en cristiano, debe conducirnos directamente a la vida eterna. Porque, si administramos bien nuestra vida, cuando llegue el Señor “nos hará sentarnos a su mesa y nos irá sirviendo”.

2.- Donde está vuestro tesoro allí estará también vuestro corazón. Como venimos diciendo, administrar bien nuestra propia vida es vivir de tal modo que seamos dignos de recibir la vida eterna. Y para eso, nos dice Jesús, que lo primero que tenemos que hacer es despegar nuestro corazón del afecto inmoderado al dinero. Si para nosotros lo primero en la vida es el dinero, si tenemos puesto nuestro corazón en el dinero, difícilmente podremos entender el mensaje evangélico. Cristo nos dice que debemos poner el corazón en los valores del reino de Dios, en los valores evangélicos. Esto no es nada fácil, porque el dinero y los placeres de este mundo nos tientan continuamente. Por eso, debemos estar siempre en vela, para que no se introduzca en nuestro corazón el apego al dinero y a los bienes de este mundo. Cristo vivió totalmente despegado del afecto al dinero, preocupado únicamente de los valores del reino. Como cristianos, debemos hacer nosotros lo mismo.

3.- Se imponían esta ley sagrada: que todos los santos serían solidarios en los peligros y en los bienes. En este libro tan tardío de la Biblia, en el libro de la Sabiduría, se nos dice que “los justos piadosos del pueblo judío se habían impuesto una ley sagrada: ser solidarios en los peligros y en los bienes”. Este propósito es siempre válido, para los judíos, para nosotros, los cristianos, y para todo el mundo. La solidaridad es fruto del amor y el amor es la principal virtud de un cristiano. Así nos lo recomendó Jesús y san Pablo no se cansó de repetírnoslo.

4.- Por su fe son reconocidos los antiguos. Los antiguos a los que se refiere el autor de esta carta a los Hebreos son los antiguos del pueblo judío, el patriarca Abrahán, Isaac, Jacob, Sara. Estamos nosotros ahora en el año de la fe; hagamos de nuestra fe cristiana “la seguridad de lo que esperamos y la prueba de lo que no vemos”.

Por Gabriel González del Estal

Fuente Lecturas: Leccionario II

 

http://www.betania.es  (Comentario)

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