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Es un Blog de orientación Cristiano/Católico, dirigido a personas de 16 a años en adelante, en el que se publican diariamente las Lecturas del Día, de acuerdo al Calendario Litúrgico Católico, la Lectio Divina, el Santoral del Día, la Liturgia de las Horas (Laudes, Vísperas y Completas, y otros artículos de orientación espiritual y moral.

La Homilía de Betania: IV Domingo de Pascua. 21 de abril, 2013.

La Homilía de Betania: IV Domingo de Pascua. 21 de abril, 2013.

1.- LOS PASTORES CON OLOR A OVEJA

Por Gabriel González del Estal

1.- Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco. El Papa Francisco, en la Misa Crismal de este año 2013, ha dicho a los 1.600 sacerdotes allí presentes, que debían ser pastores con olor a oveja. Esta frase, fuera de su contexto, puede ser interpretada con sentidos diferentes, pero, en el contexto en el que el Papa la ha dicho, el significado de la frase sólo puede ser el que el Papa le dio. El Papa ha dicho exactamente que “los sacerdotes deben ser pastores con olor a oveja, pastores en medio de su rebaño y pescadores de hombres”. El Papa cree que los sacerdotes no pueden estar sólo atentos a las personas que le buscan a ellos, sino que tienen que salir ellos a buscar a la gente. “El poder de la gracia, les dice, se activa y crece en la medida en que salimos con fe a dar el evangelio a los demás, a dar la poca unción que tengamos a los que no tienen nada de nada”. Y sigue diciendo: “El que no sale de sí, en vez de mediador, se va convirtiendo poco a poco en intermediario, en gestor. Todos conocemos la diferencia: el intermediario y el gestor ya tienen su paga, y, puesto que no ponen en juego su propia piel, ni el corazón, tampoco reciben un agradecimiento afectuoso que nace del corazón”. Hoy celebramos el domingo del Buen Pastor, según el evangelio de san Juan. Cristo nos dice que él conoce a sus ovejas y ellas escuchan su voz y le siguen, es decir que él vive en contacto directo con sus ovejas, guiándolas y defendiéndolas, y que nadie podrá arrebatárselas de su mano. En definitiva, en lo que insistió el Papa en la homilía de la Misa Crismal y lo que nos quiere decir Cristo en el evangelio de hoy es que el buen pastor vive en medio de las ovejas, por eso tiene olor a oveja. Se esfuerza en ser compañero y hermano de los demás, no para dominarlos o dirigirlos como a ovejas ciegas y tontas, sino para acompañarlos con la palabra y con el ejemplo en el verdadero camino que nos lleva a todos hacia el Padre. Pastores con olor a oveja, no porque renunciemos a nuestra condición de pastores, sino porque vivimos entre las ovejas, las conocemos y las guiamos hacia Dios. Y porque nadie nos las arrebatará de la mano.

2.- Teníamos que anunciaros primero a vosotros la Palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Estas son las palabras que Pablo y Bernabé dijeron a los judíos, sin contemplaciones. Al oír esto, los judíos se indignaron y los gentiles se alegraron. Pablo y Bernabé contribuyeron decisivamente a la creación de una Iglesia católica y universal, saltando las barreras del mundo judío. Esto les costó persecuciones y mucho sufrimiento, pero ellos no se acobardaron y siguieron predicando el evangelio de Jesús en otras regiones. Lo hacían llenos de alegría, porque sabían que esto era lo que les mandaba hacer el Espíritu Santo, el Espíritu de Jesús. Nosotros hoy decimos, ya casi por rutina, que nuestra Iglesia es católica y apostólica; lo importante es que lo digamos sabiendo lo que esto significa. Todos, sin distinción de raza o clase social, estamos llamados a seguir a Cristo; por eso, el evangelio de Jesús debe ser proclamado en todas las partes del mundo, sin privilegios, ni exclusividades para nadie. Jesús quiere ser el Buen Pastor de todos, quiere que todos formemos un solo rebaño bajo la dirección de un solo Pastor, del Buen Pastor. Las armas que debemos emplear para conseguir esto son las mismas que empleó nuestro Maestro: la humildad y el amor. Haciéndonos hermanos de todos los hombres, viviendo con ellos y para ellos, con olor a oveja.

3.- El cordero que está delante de ellos será su pastor y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas. Hoy, domingo del Buen Pastor, la Iglesia quiere que recemos por las vocaciones. Nos referimos a las vocaciones al sacerdocio y a las vocaciones, en general, al apostolado. Personas que estén dispuestas a predicar con la palabra y con el ejemplo el evangelio de Jesús. Siempre han sido necesarias las vocaciones, pero hoy son más necesarias que nunca, porque hay muchas menos y porque es más difícil para nuestros jóvenes comprometerse y aceptar esta vocación, al servicio de la Iglesia y del evangelio. Pidamos al Buen Pastor que dé su fuerza y su espíritu a todas las personas que se sientan llamadas al apostolado, para que estén dispuestas a dedicar parte de su tiempo y de su vida a la bella tarea de predicar el evangelio. Y que lo hagan con humildad y amor, con olor a oveja.


 

2.- BUENOS PASTORES Y BUENAS OVEJAS

Por José María Martín OSA

1.- Evangelio para todos. La primera lectura, del Libro de los Hechos, es uno de los textos fundamentales para conocer la apertura del mensaje evangélico a todas las gentes. Vemos cómo se produce el rechazo de la comunidad judía y la reacción de Pablo de ir a otros que lo aceptan. La hostilidad de los judíos pone aún más de relieve el coraje de los apóstoles y descubre las dos actitudes que pueden adoptarse ante el Evangelio: los judíos lo rechazan y se quedan con sus prejuicios, los gentiles lo aceptan y alcanzan la "vida eterna". Es verdad que también entre los gentiles Pablo encontrará dificultades… Pero la enseñanza del texto es que no debe haber un monopolio del mensaje evangélico, no se puede encorsetar la Palabra en formas concretas predeterminadas por tradiciones que pueden ser superadas por la dinámica del evangelio. Hay que ser fuertes para pasar por encima de las resistencias. Así surgirá la alegría final de haber hecho lo que teníamos que hacer. ¿Quién no se da cuenta que junto a la Iglesia actual todavía hay "prosélitos"?, o sea, hombres de buena voluntad, que esperan que se les predique un evangelio realmente abierto a todos, y para los cuales no hay cabida en nuestras asambleas. Pero la misión ha de continuar mientras haya ciudades en el mundo que aún no hayan escuchado el evangelio. La historia se repite muchas veces…

2.- Pastores que están en medio de las ovejas y dan vida eterna. El pastor y las ovejas es una imagen clásica en la literatura bíblica. Muchos profetas se sirvieron de ella cuando quisieron hablar de las relaciones entre Dios y su Pueblo. Es una imagen cotidiana en una economía agrícola y ganadera. Las ovejas representan a los seguidores de Jesús, el Buen Pastor, que da su vida por ellas. El Papa nos ha recordado recientemente que los “pastores tienen que oler a oveja”, es decir tienen que estar en medio del pueblo, compartir sus sufrimientos y sus gozos. El auténtico pastor “conoce a sus ovejas” y les da vida. He aquí una expresión típica de Juan: "vida eterna". Esta es la vida que Jesús, el Pastor, da a cuantos creen en él y le siguen. Juan escribe su evangelio para que, creyendo en Jesús, tengamos vida eterna. Quiere decir todo esto que Juan entiende la "vida eterna" como algo que se inicia ya en este mundo. Jesús está convencido de que nada ni nadie puede apartar de sus brazos a los que son "suyos" y a los que él ama. Por eso, cuantos creen en Jesús tienen su vida eterna guardada en las mejores manos y no morirán para siempre. Porque Jesús y el Padre son uno.

3.- ¿Y las ovejas? “Mis ovejas escuchan mi voz y me siguen”, dice Jesús. Lo primero que tenemos que hacer es escuchar la Palabra de Dios, para después hacer la vida en nosotros y seguir a Jesús a Jesús. El seguimiento de Jesús comporta un comportamiento consecuente con el Evangelio. El seguimiento es la norma de moralidad para el cristiano. A este respecto escribe San Agustín: “¡Lejos de nosotros afirmar que faltan ahora buenos pastores; lejos de nosotros el que falten, lejos de su misericordia el que no los haga nacer y otorgue! En efecto, si hay ovejas buenas, hay también pastores buenos, pues de las buenas ovejas salen buenos pastores. Pero todos los buenos pastores están en uno, son una sola cosa. Apacientan ellos: es Cristo quien apacienta. Los amigos del esposo no dicen que es su voz propia, sino que gozan de la voz del esposo”.


3.- LA VICTORIA GRANDIOSA DE JESUCRISTO SOBRE LA MUERTE

Por Antonio García-Moreno

1.- POR MEDIO DE LOS MONTES.- Una instantánea de los primeros tiempos. Una escena que se repetirá con frecuencia. Pablo y Bernabé son dos de los muchos que cruzaron tierras y mares para sembrar la semilla de Dios. Todo el mundo de entonces se iba iluminando con ese puñado de ideas sencillas que Cristo había sembrado a voleo en un rincón del Oriente Medio.

Aquellos primeros misioneros entran en la sinagoga y toman asiento entre la multitud. La sinagoga era el lugar donde se reunían los judíos y los paganos prosélitos del judaísmo para oír la palabra de Dios. Después de leer el texto sagrado, alguno de los asistentes se levantaba para comentar lo que acababa de leer. Pablo y Bernabé se levantarán muchas veces para hablar de Cristo. Partiendo de las Escrituras, ellos mostraron que Jesús de Nazaret es el Mesías, el Salvador del mundo. La gente buena y sencilla escucha y acepta el mensaje. La fe brotaba, la luz de Cristo llenaba de claridad y de esperanza la vida de los hombres.

Hoy también van y vienen los apóstoles de Cristo, hoy también suena la voz de Dios, sembrando palabras llenas de luz, semillas portadoras de alegría y de paz. Sólo los corazones limpios, sólo las almas sencillas percibirán la fuerza y el resplandor de las palabras de Dios; sólo la gente buena y humilde se despertará al esplendor de la fe.

Aquellos judíos, los hijos de Israel, que habían recibido las promesas, los herederos de la fe de Abrahán, el pueblo elegido, mimado hasta la saciedad por Dios; ellos, los judíos precisamente, van a poner las mayores trabas al crecimiento de la naciente Iglesia. Perseguían a los apóstoles de ciudad en ciudad, los calumniaban, soliviantaban a las autoridades y al pueblo contra ellos, contra los que predicaban a Cristo, los que hablaban de perdón y de paz.

La envidia les recomía. No podían soportar el triunfo de aquellos andariegos, no permitían que hablasen de una salvación universal, no sufrían aquel entusiasmo de los paganos por el mensaje cristiano. Y se revuelven como fieras, creyéndose en la obligación de apagar, sea como sea, el fuego de aquellas palabras encendidas. Líbranos, Señor, de la envidia, de la celotipia baja y absurda. Que no nos escueza el triunfo de los otros, que no pongamos la zancadilla a los que suben, que no frenemos con nuestras insidias el motor que tú has puesto en marcha.

Y gracias porque no hay vallas que puedan parar lo que tú impulsas; gracias porque, a pesar de tantas mentiras, de tantas intrigas, las aguas seguirán pasando a través de las montañas. Haz, Señor, que sigamos caminando por la senda que tú marcaste, y que tracemos rutas nuevas con el paso recio y alegre de nuestras pisadas.

2.- EL DISCÍPULO AMADO.- En el rescoldo de la Pascua vuelven a resonar las palabras que el Maestro pronunció antes de morir. Después de su resurrección todo aquello que dijo adquiere una profundidad nueva, una luminosidad distinta. Se descubre entonces todo el valor que su mensaje tiene. Por algo dijo el Señor que, después de su partida, el Espíritu les recordaría sus palabras y los conduciría a la Verdad. En un primer momento ellos no comprendieron perfectamente lo que el Maestro les enseñaba, pero luego penetrarían extasiados en las palabras que conducen a la vida eterna, que nos transmiten, como en gozoso adelanto y primicia, esa felicidad sin fin.

De todos los apóstoles, el que más tardó en poner por escrito sus recuerdos fue san Juan. Antes de redactar su evangelio, él lo predicó una y mil veces, y sobre todo lo meditó. Cuántas horas de oración intensa del Discípulo amado, cuántos momentos de intimidad con el Maestro en el silencio rumoroso de la contemplación. El espíritu de Juan se elevaría con frecuencia hasta las cimas de la más alta mística. A él, como sabemos, se le simboliza con el águila, esa ave gigante que alza el vuelo majestuoso sobre las más altas nubes, que penetra con su mirada las distancias más remotas, que mira al sol de hito en hito.

Por todo ello, cuando él escribe, sus palabras adquieren una luminosidad nueva y maravillosa. El mismo Espíritu que inspiró a los otros evangelistas estaba detrás de su pluma. Pero Dios, el Autor principal, aceptó siempre el modo de ser de cada uno de los autores secundarios, apoyó su propia idiosincrasia, respetó al máximo su libertad. Juan fue siempre un apasionado, un hombre que sabía querer con ternura y fortaleza a un tiempo, que intuía más que discurría. Quizá por todo eso Jesús le prefirió a los demás. Además era el más joven y tenía el corazón limpio y cálido de la virginidad.

Juan recordaba con emoción cómo Jesús hablaba de su rebaño, su pequeña grey por la que daría su vida derramando hasta la última gota de su sangre: “Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano...”. Juan había escuchado al Maestro como quien bebía sus palabras. Ahora nos invita a nosotros a escuchar de la misma forma, a que hagamos vida de nuestra vida la enseñanza divina de Jesucristo. Sólo así alcanzaremos la vida que nunca termina, seremos copartícipes de la victoria grandiosa de Jesucristo sobre la muerte, nos remontaremos hasta las cimas de la más alta gloria que ningún hombre puede alcanzar, la cumbre misma de Dios.


 

Fuente: www.betania.es

 

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