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Es un Blog de orientación Cristiano/Católico, dirigido a personas de 16 a años en adelante, en el que se publican diariamente las Lecturas del Día, de acuerdo al Calendario Litúrgico Católico, la Lectio Divina, el Santoral del Día, la Liturgia de las Horas (Laudes, Vísperas y Completas, y otros artículos de orientación espiritual y moral.

La Homilía de Betania: IV Domingo del Tiempo Ordinario. 3 de Febrero de 2013

La Homilía de Betania: IV Domingo del Tiempo Ordinario. 3 de Febrero de 2013

1.- CUANDO NO HAY AMOR JESÚS SE ALEJA

Por Gabriel González del Estal

1.- Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba. Para entender correctamente este texto evangélico que acabamos de escuchar debemos atender al contexto en el que está redactado. Jesús acaba de entrar en la sinagoga de su pueblo, les lee el texto del profeta Isaías en el que dice el profeta: “el Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva”. Jesús se atribuye a sí mismo este texto y dice: “hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”. Los paisanos de Jesús, en un primer momento, se quedan admirados de lo bien que habla su paisano, pero no se lo explican, porque para ellos Jesús sólo era “el hijo de José”. Jesús lee el pensamiento de sus paisanos y comprende que lo que ellos quieren es que él haga allí los milagros que, según habían oído, había hecho en Cafarnaún. Jesús les responde que, en Cafarnaún, fue la fe y el amor de las personas curadas lo que hizo posible el milagro de la curación de esas personas, ya que sin verdadera fe y verdadero amor no es posible el milagro. Ellos no habían mostrado fe en él, ni amor a él, ya que ellos sólo lo veían como “el hijo de José”. El haber nacido en el mismo pueblo en el que él nació no es motivo suficiente para que él haga allí milagros. Y les recuerda que fue, precisamente, la fe y la generosidad de dos extranjeros, la viuda de Sarepta y Naamán, el sirio, lo que hizo posible los milagros de los profetas Elías y Eliseo. Ante esta respuesta de Jesús, todos los de la sinagoga se sintieron despreciados, se pusieron furiosos y querían despeñarlo por el barranco del monte. “Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba”. ¡Qué triste y qué terriblemente humano es este comportamiento de los paisanos de Jesús! No supieron ver a Jesús como al Cristo, al Ungido, como a aquel en el que se había posado y encarnado en Espíritu de Dios; sólo supieron verle como a un famoso hijo de su pueblo, como “al hijo de José”. ¿No nos pasa hoy día a nosotros, más de una vez, lo mismo? Admiramos mucho al personaje Jesús, pero no creemos, ni amamos al Cristo, al Ungido de Dios, y ante esta actitud nuestra el verdadero Jesús se aleja y se aleja de nosotros. Lo que Jesús quiere es que no sólo le admiremos, sino que creamos en él, le amemos y le sigamos como al Ungido de Dios que ha venido a traer la Buena Noticia a los pobres.

2.- Quedan la fe, la esperanza, el amor; la más grande es el amor. Este magnífico himno al amor que está escrito en este capítulo 13 de la primera carta del apóstol san Pablo es, sin duda, uno de los textos paulinos más leídos y comentados por los predicadores cristianos. El conocido monje alemán Anselm Grün tiene un librito precioso en el que comenta este texto. Nunca se termina, nos dice, de meditar este pasaje. En definitiva, es Dios mismo quien nos habla en las palabras del apóstol. El texto es fruto de la experiencia del amor de Dios, es decir, de la experiencia de Dios mismo, porque Dios es amor. No son palabras, nos dice Anselm Grün, escritas a la ligera y pretenden que las meditemos una y otra vez y las interpretemos teniendo en cuenta nuestras propias experiencias del amor de Dios. La experiencia del amor de Dios alejará de nosotros el egoísmo, la ira, el orgullo, la injusticia y la mentira. Mientras vivimos en este mundo tenemos que alimentar nuestro espíritu con la fe, la esperanza y el amor de Dios, pero cuando entremos en la visión de Dios la fe y la esperanza desaparecerán y sólo quedará el amor, porque veremos a Dios cara a cara. En definitiva, sólo el verdadero amor es eterno, porque el amor es Dios mismo; el amor humano sólo puede ser verdadero amor cristiano cuando es participación del amor de Dios. Sin experiencia del amor de Dios no puede haber verdadero amor cristiano: un amor que disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. Porque sólo el amor de Dios es eterno y nuestro amor humano sólo puede ser eterno cuando se alimenta del amor de Dios y “en Dios vivimos, nos movemos y somos”. Esto realmente es muy difícil, pero este es nuestro ideal y hacia él caminamos. Jesús es el amor encarnado de Dios y donde no hay amor de Dios no puede estar Jesús.


2.- PROFETAS

Por Pedro Juan Díaz

1.- Jesús está en la Sinagoga de su pueblo, donde lo dejamos la semana pasada. Es sábado. Ha ido a participar de la celebración de su comunidad, como nosotros aquí. Y ha hecho la lectura, la del profeta Isaías, que habla del Mesías que ha venido a anunciar la Buena Noticia a los pobres. Y Jesús hace la homilía más corta que se conoce: “Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír”. Jesús acaba de aplicarse las palabras del profeta a sí mismo. Y es que Lucas nos quiere presentar a Jesús como el profeta que ha venido a traer la voz de Dios a nuestro mundo. Jesús es ese Mesías del que hablaba el profeta Isaías.

2.- La primera reacción de la gente que allí está es de aprobación y admiración. “Todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios”. Pero la admiración dura poco. En seguida surgen las dudas. Primero sobre su procedencia: “¿No es este el hijo de José?”. Y Jesús dirá que “nadie es profeta en su tierra”. Pero las dificultades mayores vienen cuando Jesús anuncia la universalidad del mensaje de Dios. La Buena Noticia de Dios es para todas las personas, para los israelitas (el pueblo “escogido” de Dios), y también para los paganos, para los que no son religiosos, para los buenos y para los malos, pero con una llamada común a cambiar de vida, a la conversión (que es lo que Juan el Bautista empieza a hacer para preparar el camino de Jesús). Ni la viuda de Sarepta, ni Naamán el sirio eran personas religiosas, sin embargo reciben la ayuda de Dios a través del profeta, porque hacen lo que él les dice, porque hacen lo que Dios quiere, y se produce en ellos una conversión, un cambio de vida y de actitudes, que es lo que, en el fondo, nos pide Dios.

3.- Los paisanos de Jesús se revelan ante esto, porque ellos son los “elegidos”, y no otros, y mucho menos unos paganos que, además, viven marginados de la sociedad: una por ser viuda y, por lo tanto, pobre; y el otro por su enfermedad de la lepra. Pero Jesús ha dicho que es a gente como ellos a quien está destinada la Buena Noticia de Dios y su salvación. El profeta Jeremías, en la primera lectura, escucha de Dios estas palabras: “Te nombré profeta de los gentiles”. Porque también a ellos va dirigida la Buena Noticia de Dios. En el fondo, va dirigida a toda persona que la quiera acoger y que esté dispuesta a un cambio en su vida. Y sigue diciéndole Dios al profeta: Yo te convierto hoy en plaza fuerte… Yo estoy contigo para librarte”. A pesar de las dificultades, Jesús sigue adelante con el proyecto que su Padre Dios le ha encomendado.

4.- En el fondo, la pregunta es: ¿Qué hay que hacer para quedar “justificados” a los ojos de Dios? Acoger la salvación que Dios nos ofrece gratis, como un regalo, implica llevar una vida como la de Jesús, no exenta de dificultades, pero sin coacciones, ni chantajes espirituales, sin convertir la religión en un “te doy para que me des” con Dios, sino sólo por amor. Porque Dios nos amó primero, y también después, en su hijo Jesús, con su muerte y resurrección.

5.- Muy clarito lo ha dicho San Pablo en la segunda lectura: “Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve”. Esta lectura estamos acostumbrados a escucharla en bodas, pero también es esencial para nuestra vida cristiana en general, porque sin amor, si no hay amor en nuestras vidas, si a nuestras acciones no las mueve el amor al prójimo, todo es “cuento chino”.

6.- La Eucaristía es el acto de amor más grande, porque “no hay amor más grande que dar la vida”, como dijo Jesús en la última Cena. Cuando el Señor nos sorprende en el camino de la fe y nos invita a su Mesa, es el momento de confiarnos a Él. Quizás nosotros hemos querido, en muchas ocasiones, que el Señor nos llevase por donde nosotros habíamos previsto, y Él nos ha llamado y nos ha llevado por otros caminos. El mismo Jesús testimonia que los paganos están más abiertos para acogerle que los israelitas, porque quizás no tienen preconcebido cómo debe ser el Mesías. Aquí está el reto de descubrir cada día el camino de la fe, de aceptar a Jesús tal como es, de ser dóciles a sus designios, de mantenernos firmes en la fe, aunque no veamos claro. Es el momento de aceptar la Persona y la Palabra de Jesús. Que nuestra fe sea activa y esté acompañada siempre de la caridad hacia nuestros hermanos.


3.- EL ANUNCIO VALIENTE DE LA BUENA NOTICIA

Por José María Martín OSA

1.- Vocación y misión. La vocación es la llamada que Dios nos hace y la respuesta a esta llamada. Los grandes profetas, como Jeremías. han dejado constancia de su vocación, de su encuentro con Dios, en el que han comprendido la misión de su vida. Jeremías se sabe conocedor de Dios, al mismo tiempo que ha sido conocido por El. Conocimiento que es amor. En el lenguaje hebreo se conoce con el corazón. Este conocimiento amoroso ha hecho de él un consagrado, alguien dedicado exclusivamente a Dios y separado de todo lo demás De la llamada-respuesta surge el seguimiento y la misión que Dios nos encomienda. Esto le hace temblar. Se ve sencillamente un hombre. Quisiera ser como uno de tantos; se considera un niño pequeño que no sabe hablar. Pero Dios le garantiza su apoyo: "Yo estaré contigo para salvarte". El pondrá en su boca lo que ha de decir y la fuerza para decirlo. Para ello debe primero purificarla con el simbolismo de tocarla con su mano. Desde ahora su misión está bien clara. Con la antítesis de construir y destruir sabe que deberá enderezar todo camino torcido y profundizar en la revelación.

2.- El amor, un regalo de Dios. Después de hablar de los dones del Espíritu y de aquellos carismas que tanto apreciaban los corintios, Pablo quiere enseñarles un "camino mejor'. Este camino es el del amor cristiano o la caridad, sin la que nada aprovechan todos los dones espirituales. Nos damos cuenta que el “amor” a que está haciendo referencia el Apóstol no es el amor-caridad que consiste en dar limosnas o ayuda. Pablo nos dice que de nada sirve ningún Carisma, si no amamos. De nada nos sirven la “caridad” o la caridad extrema (“aunque repartiera todos mis bienes”), si no amamos. De nada nos sirve ninguna penitencia, ni la más atrevida (“aunque me dejara quemar vivo”), si no amamos. Ninguna penitencia o ejercicio ascético, por más extrema que fuera, es más importante que el Amor. Ahora bien … ¿en qué consiste este “Amor” de que nos habla San Pablo, que durará por siempre y que sobrevivirá a los carismas y a la Fe y la Esperanza? Es un amor que se pone en actitud de servicio. Un amor desinteresado y gratuito que renuncia a sus propios derechos, a tomarse la justicia por su mano, y se dirige precisamente a aquellos que no le devolverán nada: los pobres y los enemigos. Un amor que evita las palabras y los gestos ofensivos. Un amor que busca la verdad y la acepta, incluso si la encuentra en los propios enemigos. Tenemos, por tanto, que ver la doble dimensión y la doble dirección del Amor: amor a Dios y amor a los demás. El amor es un don gratuito, un regalo de Dios, como todas las gracias que hemos recibido. Así lo explica esta parábola:

“Andaba yo por la carretera de la vida tiempo atrás y un día vi un letrero que decía: “La Tienda del Cielo”.

Cuando me aproxime, la puerta se abrió… y cuando me di cuenta ya había entrado.

Vi grupos de ÁNGELES por todos lados! uno me dio una cesta y dijo: “Hijo mío, compra todo lo que quieras, En la tienda hay todo lo que un cristiano necesita… y lo que no puedas cargar hoy, puedes volver mañana y llevarlo sin problemas”. Lo primero que agarre fue PACIENCIA y luego AMOR, estaban en el mismo estante.

Más adelante estaba la COMPRENSIÓN y también la compre; iba a necesitarla donde quiera que fuera… compre, además, dos cajas de SABIDURÍA y dos bolsas de FE.

NO pude dejar de lado al ESPÍRITU SANTO pues estaba en todo el lugar… Me detuve un poco para comprar, FUERZA y CORAJE, pues, me ayudarían mucho en esta carrera de la vida. Cuando ya tenía casi llena la cesta, recordé que me hacía falta un poco de GRACIA, BENDICIÓN… y que no me debía olvidar de la SALVACIÓN ¡Esta la ofrecían GRATIS! Entonces tome una buena porción de cada una: ¡Suficiente para salvarme y para salvarte!

Camine hacia el cajero para pagar mi cuenta, ya tenía todo para hacer la voluntad del MAESTRO Cuando iba llegando a la caja, vi la ORACIÓN y la agregue a mi canasta ya repleta. Sabía que cuando saliera la usaría…

La PAZ Y LA FELICIDAD estaban en unos estantes pequeños, aproveche para cargarlos; la alegría colgaba del techo, agarre un paquete para mí. Llegue al cajero y le pregunte:

--¿Cuánto debo? Él sonrió y me contestó:

--Lleva tu cesta donde quiera que vayas.

Una vez más, sonreí y pregunte:

--¿Cuánto realmente yo debo?

--Él sonrió otra vez y dijo: “Hijo mío, no te preocupes, JESÚS pago la cuenta mucho, mucho tiempo atrás”.

3.- El Riesgo de ser fieles a nuestra vocación. Continúa la explicación de Jesús en la sinagoga de su pueblo sobre el texto del profeta Isaías que veíamos el domingo anterior. El Evangelio de hoy nos trae esa frase tan conocida: “Nadie es profeta en su tierra”, ¿Qué le sucedió a los paisanos de Jesús? Lo mismo que nos sucede a nosotros. Por orgullo y envidia no podían aceptar que uno de su propio grupo, del entorno cercano, pudiera destacarse más que ellos. Igual que a Jesús, también los que tienen la misión de anunciar la verdad han sufrido y sufrirán rigores similares. El cristiano que vive y anuncia a Cristo es -como El- “signo de contradicción”, pues si ha de seguir y predicar a Cristo, le tocará remar contra-corriente. Sus paisanos están más bien preocupados por la omisión que hace Jesús de la frase del texto de Isaías sobre la venganza de Dios. Esta omisión la consideran una manipulación del texto sagrado. De ahí su protesta: "¿Quién se cree que es?". Jesús, en cambio, se presenta a sus paisanos para anunciarles el año de gracia, para proclamar que con su venida al mundo se inaugura ya la salvación que profetizara Isaías. Los vecinos de Nazaret no podían comprender que su carpintero fuera un enviado de Dios, mucho menos el Mesías, y no digamos ya el mismo Hijo de Dios hecho hombre. Además, ¿por qué no hacía en su pueblo lo que se decía que había hecho en Cafarnaúm? Jesús conoce las cavilaciones de sus paisanos y las pone al descubierto con un refrán: "Sin duda me recitaréis aquel refrán: "Médico, cúrate a ti mismo", y responde con otro refrán: "Nadie es profeta en su tierra". Para mayor abundancia aclara el sentido de su respuesta con algunos ejemplos bíblicos. Ya los profetas Elías y su discípulo Eliseo tuvieron que abandonar a un pueblo recalcitrante que les rechazaba, y dirigirse a los gentiles, a los extranjeros. Porque "vino a los suyos, y los suyos no le recibieron". Es el riesgo de ser consecuente en la misión que conlleva la llamada-vocación que Dios nos hace. Hoy también se cumplen las palabras de Jesús en el cristiano que anuncia el Evangelio en un medio hostil descristianizado.

Fuente: www.betania.es

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