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Es un Blog de orientación Cristiano/Católico, dirigido a personas de 16 a años en adelante, en el que se publican diariamente las Lecturas del Día, de acuerdo al Calendario Litúrgico Católico, la Lectio Divina, el Santoral del Día, la Liturgia de las Horas (Laudes, Vísperas y Completas, y otros artículos de orientación espiritual y moral.

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La Homilía de Betania: XXIII Domingo Tiempo Ordinario. Ciclo C. 22 de septiembre de 2013

La Homilía de Betania: XXIII Domingo Tiempo Ordinario. Ciclo C.22 de septiembre de 2013

1.- SERVIR A DIOS CON NUESTRO DINERO

Por Pedro Juan Díaz

1.- Conviene no olvidar que el evangelio es un gran “camino” que ilumina nuestra vida. Y eso del “caminar” era algo que Jesús hacía mucho. Iba por los pueblos y recorría los caminos anunciando la Buena Noticia. Y se encontraba con todo tipo de gente, la mayoría pobres, porque siempre están en los caminos, buscándose la vida y como sobrevivir.

2.- Y en ese caminar nos sitúa hoy el evangelio, en un camino especial, el camino a Jerusalén. Es el camino de la Pascua, de la pasión y la resurrección. Y en ese camino, Jesús aprovecha para ir instruyendo a sus discípulos. Y en este capítulo 16 del evangelio de Lucas que empezamos a leer hoy y terminaremos la próxima semana, Jesús nos instruye a nosotros, que también somos sus discípulos, y que escuchamos esta palabra como Palabra de Dios, sobre cuál debe ser la actitud de un cristiano ante la riqueza y los bienes materiales. La conclusión está clara desde el principio y Jesús la dice sin medias tintas, para que todos la entendamos: “No podéis servir a Dios y al dinero”.

3.- Y esta conclusión de Jesús se fundamenta en la idea de que nosotros no somos los “dueños” del mundo y de las cosas que hay en él, sino que Dios nos ha puesto en el mundo y nos ha dado todo para que lo administremos. Por tanto, en vez de “dueños” somos “administradores”. Y un buen administrador (no como el del evangelio de hoy, que quería aprovecharse de sus clientes para enriquecerse, pero al final le sale mal y tiene que corregirse) procura que aquello que administra no sirva de provecho sólo para uno mismo, sino que sea para todos, especialmente para aquellos que menos tienen, que son más desfavorecidos, más pobres, más necesitados.

4.- Por eso no se puede servir a dos amos, a Dios y al dinero. Porque ambos servicios se rigen por lógicas diferentes y opuestas, son caminos distintos y contradictorios. Porque Dios se rige por la lógica del amor, la fraternidad y la generosidad. Y el dinero se rige por la lógica del poseer, del tener más y más, del provecho propio y de la competición del “yo más que tú”. Pero lo que sí se puede es servir a Dios con nuestro dinero, eso es muy distinto. Por eso Jesús era mejor acogido por los pobres y necesitados, porque les decía que Dios está de su parte.

5.- Cuando nos hacemos “servidores” del dinero, no nos importan los demás, y nos hacemos idólatras, porque convertimos en “dios” algo que no lo es y ponemos toda nuestra confianza en que ese “dios”, al que llamamos dinero, nos va a salvar. Pero cuando nos hacemos servidores de Dios, convertimos el dinero en un medio que ayude a una mejor convivencia entre las personas, con un fin social justo y es que toda persona tenga lo necesario para vivir dignamente. Y la línea que separa un servicio del otro a veces es muy fina.

6.- Por eso podemos ver también como el profeta Amós, en la primera lectura, denuncia a aquellos que viven “exprimiendo al pobre”, y que se hacen ricos a su costa: “disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis balanzas con trampa, compráis por dinero al pobre”. Para que uno se haga rico, otro tiene que empobrecerse. Por eso la riqueza siempre será una injusticia mientras haya pobres en nuestro mundo. También es una actitud cristiana el denunciar aquellas injusticias que vemos que se hacen en perjuicio y abuso de los pobres. Porque Dios no desoye el grito de los pobres, ni olvida las injusticias cometidas contra ellos. Así lo dice también el profeta Amós: “jura el Señor por la gloria de Jacob que no olvidará jamás vuestras acciones”. Y así también lo hemos dicho en el Salmo responsorial: “Alabad al Señor, que alza al pobre. Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo”. Que la Eucaristía que estamos celebrando sea nuestro alimento en el camino para llevar a la vida lo que escuchamos aquí de parte de Dios.


2.- ¿DÓNDE ESTÁ LA VERDADERA FELICIDAD?

Por José María Martín OSA

1.- Ser astutos y no dejarnos engañar en la vivencia de la fe. ¿Por qué propuso Jesús la parábola del "administrador injusto"? El mensaje parece contradecirse con el Evangelio de Jesús. San Agustín, al reflexionar sobre ella, dice que en la parábola no le agradó aquel siervo fraudulento; defraudó a su amo y sustrajo cosas, no ciertamente las suyas. Además le hurtó a escondidas, le causó daños con el fin de prepararse un lugar de descanso y tranquilidad para cuando tuviera que abandonar la administración. Pero está claro, comenta el obispo de Hipona, que Jesús no contó esta parábola porque aquel siervo hubiera cometido un fraude, sino porque fue previsor para el futuro. Si él se preocupó por la vida que tiene un fin, ¿por qué tú no te preocupas por la vida eterna? Es decir no se alaba en la parábola la iniquidad, ni la injusticia, sino la astucia, la previsión de este hombre que tenía claro el medio para conseguir el fin que pretendía. La conclusión de la parábola lo explica todo: "Los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz". ¿Cuáles son los medios que debemos emplear los seguidores de Jesús para "vivir" lo que Él nos enseña? No debemos dejarnos atrapar por las redes que este mundo nos tiende, hemos de estar despiertos para no dejarnos amoldar por propuestas antievangélicas. La oración, los sacramentos, la vivencia consecuente de nuestra fe son los medios para adquirir la vida eterna.

2.- La adquisición del dinero injusto. La primera lectura presenta a Amós como un profeta valiente y fiel, que denuncia los pecados sociales del pueblo, de aquellos que se enriquecen a costa de los pobres. Además critica el culto hipócrita. Esto le causa la persecución por parte del rey Jeroboán y del sacerdote Amasías. Está claro que necesitamos de los bienes económicos para vivir. Nunca la miseria fue buena, ni querida por Dios. Pero hay riquezas injustas, adquiridas a costa de la explotación de los más débiles. ¿Qué diríamos hoy día de la corrupción, de robar el dinero que está destinado a fines sociales, de la especulación del suelo, del dinero negro y de aquellos que han convertido un bien de primera necesidad, como es la vivienda, en objeto de negocio? Contemplamos cómo muchas familias están sufriendo las consecuencias y la crisis les ha llevado a vivir en la miseria.

3.- Hay un segundo peligro de las riquezas: pueden esclavizar. Ocurre cuando la "mammona", nombre hebreo de las riquezas, es un falso dios, objeto de adoración. Mientras millones de personas pasan hambre, nuestra sociedad derrocha a raudales lo que otros necesitan para vivir. Como cristianos estamos llamados a compartir lo que hemos recibido y debemos tener cuidado, pues "no podemos servir a Dios y al dinero".

4.- Hay riquezas carísimas y riquezas baratas. Es triste que, mientras la gente se pasa la vida llorando por no poder alcanzar los bienes caros, se dejen de cultivar los que tenemos al alcance de la mano. La más grande y "barata" de las riquezas es la amistad. Un buen amigo vale más que una mina de oro. Sentirse comprendido y acompañado es mayor capital que dar la vuelta al mundo. Alguien que nos ayude a sonreír cuando estamos tristes es más sólido que mil acciones en bolsa. ¡Y qué barato sale tener un buen amigo!; cuesta menos que un vaso de vino, menos que una barra de pan. Lo pueden tener los pobres y los ricos y casi les es más fácil a los primeros.

5.- Hace falta mucho dinero para hacer un safari por África, pero no hace falta una sola moneda para acariciar la cabeza de un perro y ver cómo levanta hacia nosotros sus ojos agradecidos. No hace falta dinero para comprar la felicidad que proporciona la paz interior o palpar la presencia de Dios en un momento de oración meditativa. El amor verdadero no se compra ni se vende, como tampoco se compra la felicidad que proporciona el hacer una obra buena en favor de un necesitado, acompañar a un enfermo o escuchar a una persona atormentada. Nos han engañado, nos han estafado acostumbrándonos a creer que es el dinero y el lujo la verdadera moneda de la felicidad. Hay multimillonarios que gastan la vida en llorar por creerse pobres, que se encuentran solos sin nadie que les quiera. ¿Dónde está la verdadera felicidad, en Dios o en el dinero?


 

3.- “QUIÉN ES FIEL EN LO POCO…”

Por Antonio García-Moreno

1.- ¡ESAS INJUSTICIAS!- Amós guardaba ovejas por los campos de Tecua; también descortezaba sicómoros. Y un día Yahvé se fijó en él y le sacudió de pies a cabeza. Entonces el profeta sintió escocer en su propia carne toda la tragedia que sufría la gente de su pueblo, toda la tremenda injusticia social en que la gente vivía. Los ricos abusaban de los pobres aprovechándose de su situación privilegiada. Les hacían trabajar sin descanso, explotaban su trabajo, pisoteaban los derechos más sagrados de la persona.

Dios no podía quedar impasible ante esa situación. El pecado de injusticia contra los pobres enseña Santiago (St 5,4), es de los que claman al cielo. Por eso la voz de Dios se oye clara y enérgica, como un rugido, dirá el profeta. También hoy se explota al pobre por parte de ciertos poderosos, que abusan de su poder, enriqueciéndose injustamente a costa de los demás.

La Iglesia clama con la voz misma de Amós, lo vuelve a proclamar ante todos los hombres que han sido llamados a ser discípulos de Cristo y quizá no son consecuentes con su fe. Los Sumos Pontífices defienden en sus encíclicas sociales a quienes son víctimas del egoísmo y la ambición de los de arriba, recuerda con valentía los deberes de justicia que todo hombre tiene, más acuciantes y graves en los que poseen el capital. No se puede acusar a la Iglesia de silencio, no se puede decir que haya callado consintiendo en las injusticias para con los más necesitados. No, la Iglesia nunca ha sido cómplice de los poderosos, no apoya la injusticia sino que la condena con todas sus fuerzas.

No obstante, los inicuos agentes de la injusticia siguen su marcha, no escuchan esas palabras de condena, esos consejos y normas para promover un mundo más justo. Por eso los pobres siguen oprimidos, sufriendo mientras que el corazón se les llena de odio ante el aumento de las riquezas mal adquiridas. De Dios nadie se ríe. Su palabra sigue viva, su maldición está ahí: Cambiaré en duelo vuestra fiestas, y en lamentos vuestras canciones. Sí, llegará un día en que la justicia divina se impondrá y cada uno pagará con creces el mal que hizo. Ese enriquecimiento viene a ser, dice Santiago en su epístola, como el engorde para el día de la matanza.

2.- FIELES EN LO POCO.- La parábola de hoy nos habla del balance de una gestión. Con ello se nos recuerda que todos y cada uno de nosotros hemos de rendir cuentas ante el Señor de toda nuestra vida, hemos de entregar un balance de nuestra actuación. Y según sea el resultado, así será la sentencia que el Juez supremo dicte en aquel día definitivo. A lo largo de nuestra vida vamos recibiendo bienes de todas clases, materiales y espirituales, vamos disponiendo de meses y de años, de horas y de minutos.

Son dones que Dios nos concede para que los negociemos, para que los aprovechemos en orden a nuestro beneficio y al de los demás. Con la ayuda de lo alto podemos, y debemos, transformar todos esos bienes terrenos en gloria eterna, conseguir que un día el divino Juez se llene de alegría al decirnos que nos hemos portado bien y que merecemos un premio inefable y eterno. Qué astuto era aquel administrador infiel, qué afán ponía en sus asuntos, cuánto se jugaba por solucionar sus problemas.

El Señor da por supuesto lo inmoral de su conducta, pero reconoce al mismo tiempo la eficacia de su actuación, la inteligencia de que hizo alarde para salir de su apurada situación. Compara esa manera de proceder de granuja la actuación de los que son buenos. Y concluye que los hijos de las tinieblas son más astutos en sus asuntos que los hijos de la luz en los suyos. A pesar de que lo que persiguen los primeros son sólo unos bienes caducos, mientras que los que alcanzan los hijos de Dios son unos bienes superiores e imperecederos.

De todo ello se concluye que hemos de poner más empeño y más cuidado en nuestra vida de cristianos, que hemos de luchar dispuestos a cuantos sacrificios sean precisos por lograr que el amor de Cristo, su paz y su gozo se extiendan más y más entre los hombres. No nos dejemos ganar por los que sólo buscan su provecho personal, el logro de una felicidad pasajera y aparente, pongamos cuanto esté de nuestra parte para que el Evangelio sea una realidad viva en nuestro mundo.

Termina el pasaje evangélico con una sentencia de enorme valor práctico: quien es fiel en lo poco, también lo será en lo mucho. Se subraya así la importancia de las cosas pequeñas, lo decisivo que es ser cuidadoso en los detalles, en orden a conseguir la perfección en las cosas importantes. En efecto, quien se esfuerza por afinar hasta el menor detalle, ese logra que su obra esté acabada, evita la chapuza. Es cierto que para eso es preciso a veces el heroísmo, una constancia y una rectitud de intención, que sólo busca agradar a Dios en todo. Pero sólo así agradaremos al Señor y nos mantendremos siempre encendidos, prontos y decididos a cumplir el querer divino.

Fuente: www.betania.es

 

 

 

 

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