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23 octubre 2013 3 23 /10 /octubre /2013 18:02

Meditación Lucas 12,49-53: Jueves XXIX Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C. 24 de octubre 2013.

Jesús no quieres una falsa tranquilidad, sino la paz consecuencia de la lucha por vivir como hijos de Dios 

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres Contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra»” (Lucas 12,49-53).  

1. Jesús, hoy nos pones unas imágenes poéticas, fuertes:

-“He venido a traer fuego a la tierra”... Reconsiderando esa hermosa imagen de Jesús, un himno de comunión canta: "Mendigo del fuego yo te tomo en mis manos como en la mano se toma la tea para el invierno... Y Tú pasas a ser el incendio que abrasa el mundo..." En toda la Biblia, el fuego es símbolo de Dios; en la zarza ardiendo encontrada por Moisés, en el fuego o rayo de la tempestad en el Sinaí, en los sacrificios del Templo, donde las víctimas eran pasadas por el fuego, como símbolo del juicio final que purificará todas las cosas. Pero no es un fuego que destruye, pues tú rehúsas dejar que pidan que caiga fuego del cielo sobre los samaritanos (Lc 9,54). Tu fuego es el "fuego del Espíritu", que ardía en el corazón de los peregrinos de Emaús cuando escuchaban al Resucitado sin reconocerlo... (Lc 24,32), que descenderá en Pentecostés...

-“¡Y otra cosa no quiero sino que baya prendido!” Es tu ardiente deseo de llevar a cabo la misión que te ha dado el Padre, Señor: y comunicar a toda la humanidad el amor, la alegría, tu Espíritu.

El gran pecado de muchos países que han progresado es la banalidad de la existencia, y tú Señor nos dices que hay que "arder"... en las cosas cotidianas, que se vuelven interesantes por el amor.

-“Tengo que recibir un bautismo, y ¡cuán angustiado estoy hasta que se cumpla!” Vemos que tienes pasiones, Señor, y la angustia también. Este pensamiento que nos viene antes de que llegue un mal, y que es más fuerte que el mal que vendrá, si llega… Ves que la salvación del mundo requiere tu sufrimiento... dará frutos de Purificación, de redención de los hombres... Señor, danos la gracia de participar a tu bautismo.

-“¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? Os digo que no, sino división”. El Mesías era esperado como Príncipe de la Paz, uno de los más grandes beneficios que el hombre desea es la paz; y se saludaban deseándose la paz: "Shalom". Jesús despedía a los pecadores y pecadoras con esa frase llena de sentido: "Vete en paz" (Lc 7,50; 8,48; 10,5-9). Y sus discípulos tenían que desear la "paz" a las casas donde entraban. Pero... Ese saludo, esa paz nueva, viene a trastornar la paz de este mundo. No es una paz fácil, sin dificultades: es una paz que hay que construir en la dificultad (Noel Quesson).

-“Porque de ahora en adelante una familia de cinco estará dividida: Tres contra dos, y dos contra tres... El padre contra el hijo, y el hijo contra el padre... La madre contra la hija, y la hija contra la madre”...

La paz no puede identificarse con una tranquilidad a cualquier precio. Cristo es -ya lo dijo el anciano Simeón en el Templo- "signo de contradicción": optar por él puede traer división en una familia o en un grupo humano. Es algo que parece contradictorio, pero a veces son las paradojas las que mejor nos transmiten un pensamiento, precisamente por su exageración y por su sentido sorprendente a primera vista. El fuego con el que Jesús quiere incendiar el mundo es su luz, su vida, su Espíritu. Ése es el Bautismo al que aquí se refiere: pasar, a través de la muerte, a la nueva existencia e inaugurar así definitivamente el Reino. Ésa es también la "división", quizá quieres indicarnos, Señor, que la opción que cada uno haga, aceptándole o no, crea situaciones de contradicción en una familia o en un grupo. Decir que no has venido a traer la paz indica que no quieres una falsa paz: ánimos demasiado tranquilos y mortecinos, banalidad.

Si el Papa o los Obispos o un cristiano cualquiera sólo hablara de lo que gusta a la gente, les dejarían en paz. Serían aplaudidos por todos. ¿Pero es ése el fuego que Jesús ha venido a traer a la tierra, la evangelización que nos ha encargado? Jesús aparece manso y humilde de corazón, pero lleva dentro un fuego que le hace caminar hacia el cumplimiento de su misión y quiere que todos se enteren y se decidan a seguirle. Jesús es humilde, pero apasionado. No es el Cristo acaramelado y dulzón que a veces nos han presentado. Ama al Padre y a la humanidad, y por eso sube decidido a Jerusalén, a entregarse por el bien de todos. ¿Nos hemos dejado nosotros contagiar ese fuego? Cuando los dos discípulos de Emaús reconocieron finalmente a Jesús, en la fracción del pan, se decían: "¿no ardía nuestro corazón cuando nos explicaba las Escrituras?". La Eucaristía que celebramos y la Palabra que escuchamos, ¿nos calientan en ese amor que consume a Cristo, o nos dejan apáticos y perezosos, en la rutina y frialdad de siempre? Su evangelio, que a veces compara con la semilla o con la luz o la vida, es también fuego (J. Aldazábal).

Jesús, ayúdame a ser fiel a tu fuego del Espíritu, para decir como tú: «Pero tengo que ser sumergido por las aguas y no veo la hora de que eso se cumpla» (Lc 12,50). La sociedad reaccionará dándole muerte («ser sumergido por las aguas»), pero tú lo deseas, porque por ese sufrir nos salvas. Por eso, Jesús, vienes a romper la falsa paz del orden establecido (cf. Miq 7,6).

La paz que Jesús da no es la paz del cementerio, sino de la lucha por instaurar el Reino de Dios, y muchas veces los detentores del poder enmascaran y ocultan las graves tensiones en que una sociedad está inmersa. Llamar paz a tal realidad es continuar la práctica de los falsos profetas que aplauden lo que a Dios desagrada. Por ello los seguidores de Jesús deben prepararse para tomar sobre sí los conflictos y aceptar la carga dolorosa de la división que la misión produce y que ellos deben cargar sobre sus débiles hombros (Josep Rius-Camps).

El anciano Simeón ya profetizó que “este niño está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, como signo de contradicción, quedando al descubierto las intenciones de muchos corazones”.

2. Sigue Pablo con el Bautismo: con él hemos sido liberados del pecado: "Antes" éramos esclavos del pecado. "Ahora", liberados del pecado, somos "esclavos de Dios", que "nos regala vida eterna por medio de Cristo Jesús". Antes "hacíamos el mal" y los frutos de esa esclavitud nos llevaban a la muerte, porque el pecado paga con la muerte. Ahora, entregados a Dios, "producimos frutos que llevan a la santidad y acaban en vida eterna": -“Libres del pecado y esclavos de Dios fructificáis para la santidad; y el fin es la vida eterna”.

Pasamos de ser «esclavo» a «libre». ¡El cristiano es un hombre libre!: -“En otros tiempos ofrecisteis vuestros miembros como esclavos a la impureza y llegasteis al desorden... Cuando erais esclavos del pecado, ¿qué frutos cosechasteis? Aquellas cosas que ahora os avergüenzan, pues su fin es la muerte”. Antes de su bautismo, los destinatarios de esta Carta habían vivido como paganos. Pablo apela a sus recuerdos. ¡Acordaos de vuestros pecados! ¿Éramos dichosos cuando nos hemos extraviado con el pecado? Es una invitación a sentir los límites de nuestra libertad: -“Ahora pues, haced de vuestros miembros esclavos de la justicia para llegar a la santidad”.

-“Porque el salario del pecado es la muerte; pero el don de Dios es la vida eterna, en Cristo Jesús”. Pecado=esclavitud=muerte... y en cambio la Justicia=libertad=vida=Dios... (Noel Quesson).

3. “Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche”. Pongámonos en manos de Dios y tendremos vida. Alejémonos del camino de la maldad, que nos lleva a la muerte. Ayúdame, Señor, a meditar tu Palabra cada día.

Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin”. El camino del justo conduce a la vida. El del impío, a la perdición: “No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal”.

 Llucià Pou Sabaté

Fuente: www.almudi.org

 

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22 octubre 2013 2 22 /10 /octubre /2013 19:33

Meditación Lucas 12,39-48: Miércoles XXIX Semana Tiempo Ordinario, Ciclo C. 23 de octubre, 2013.

Nos pide el Señor estar vigilantes a su venida. 

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.» Pedro le preguntó: -«Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?» El Señor le respondió: -«¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda en llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá»” (Lucas 12,39-48).  

1. Jesús, quieres que estemos atentos, en estas últimas semanas que quedan de año litúrgico, cuando vivimos la preparación para tu segunda venida, y nos pones hoy la comparación de estar alerta para que no entre un ladrón en casa.

-“Si el dueño de la casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón... Estad también vosotros preparados: pues cuando menos lo penséis llegará el Hijo del hombre.” Para la antigua Grecia y otros pueblos de oriente, la historia es un perpetuo volver a empezar; un círculo continuado… pero la fe nos dice que hay un fin en la historia, vamos en progresión y en el curso de los años Dios se ha ido manifestando con lo que llamamos “revelación” (quitar el velo) de la Verdad, que se ha revelado plenamente en Cristo. Jesús, tú has venido entre nosotros, has vivido con nosotros, y continúas viniendo, y nos anuncias que vendrás... para juzgar el mundo y salvarlo.

Es verdad que los primeros cristianos esperaron, casi físicamente, la última venida -la Parusía- de Jesús... la deseaban con ardor y rogaban para adelantar esa venida: "Ven Señor Jesús". Las nuevas plegarias eucarísticas, desde el Concilio, nos han retornado esa bella y esencial plegaria: "Esperamos tu venida gloriosa... esperamos tu retorno... Ven, Señor Jesús". Sabemos que no sabemos ni el día ni la hora, pues nos dices: "llegará cuando menos lo penséis..." y que tu venida, Señor, puede tardar aún mucho tiempo. Pero, al mismo tiempo, sabemos que ya estás aquí, en nuestra vida y nuestra historia…

"Vino a su casa y los suyos no lo recibieron" (Jn 1,11). Quiero verte, Señor, y no dejar que llores otra vez "porque la ciudad no reconoció el tiempo en que fue "visitada" (Lc 19,44). Cada uno estamos invitados a recibir la "visita íntima y personal" de Jesús: "He ahí que estoy a la puerta y llamo: si uno me oye y me abre, entraré en su casa y tomaremos la "cena" juntos" (Ap 3,20). Oh Señor, ayúdame a pensarlo. Despierta mi corazón para esos encuentros contigo.

-“Pedro le dijo entonces: "Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos en general?" El Señor responde: "¿Dónde está ese administrador fiel y sensato a quien el Amo va a encargar de repartir a los sirvientes la ración de trigo a sus horas? Dichoso el tal empleado si el Amo al llegar lo encuentra en su trabajo”.

Nos invitas a la vigilancia, Jesús, y pides a los que podemos influir en otros que hemos de ser "fieles y sensatos". "Llegará cuando menos lo penséis..." Quieres que estemos atentos, Jesús, y por eso nos lo repites… Los administradores somos nosotros, que no sabemos día y hora, porque ya estás aquí, Señor, en mi día de  hoy. Y cuando dependen otras personas de nosotros, hemos de pensar que tendemos que rendir cuentas. Su papel esencial es "dar a cada uno el alimento a sus horas." Pero todos somos responsables de los demás, de cada uno dependen los demás. Así pues, toda la Iglesia tiene que estar en actitud de "vigilancia"... cada cristiano, pero también y ante todo cada responsable. El Reino de Dios ya está inaugurado.

Referirse a ese Reino -que ciertamente no estará "acabado" más que al Fin- no supone para la Iglesia un proyectarse en un futuro de ensueño, sino aceptar el presente como esperanza, y contribuir a que ese presente acepte y reciba el Reino que ya está aquí  (Noel Quesson).

-"Dichoso el servidor si su amo al llegar le encuentra en su trabajo". Ayúdame, Señor, a estar en mi trabajo cada día y a captar tu presencia.

-“Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le pedirá.” Podemos sentirnos muy seguros del Reino, porque hemos sido elegidos responsables ante los demás... Tu, Jesús, nos haces reflexionar, hacer examen, pues "al que mucho se le confió, más se le exigirá".

Tenemos el peligro de la pereza, del amodorramiento, y los las comparaciones que nos pones, Señor, del ladrón que puede venir en cualquier momento, o el amo que puede presentarse improvisamente, nos ayudan a examinarnos y no pensar que somos dueños, sino que todo puede acabarse y hemos de tener las cosas preparadas para dar cuentas. No quieres, Jesús, que vivamos con angustia, ni una tensión psicológica, mala, sino una tensión de amor, de tener los ojos abiertos y llenos de luz porque tú nos esperas en cada acontecimiento. Así, con sentido de responsabilidad, sin descuidar ni la defensa de la casa ni el arreglo y el buen orden en las cosas que dependen de nosotros... y si tenemos responsabilidades sociales, procuraremos vivir no como dueños de los demás sino sus servidores. Así nos dice el Concilio Vaticano II: “Una misma es la santidad que cultivan en cualquier clase de vida y de profesión los que son guiados por el espíritu de Dios y, obedeciendo a la voz del Padre, adorando a Dios y al Padre en espíritu y verdad, siguen a Cristo pobre, humilde y cargado con la cruz, para merecer la participación de su gloria. Según eso, cada uno según los propios dones y las gracias recibidas, debe caminar sin vacilación por el camino de la fe viva, que excita la esperanza y obra por la caridad”.

Los pastores han de ser responsables con su deber ministerial: los obispos, “santamente y con entusiasmo, con humildad y fortaleza, según la imagen del Sumo y Eterno sacerdote”. Así también los demás sacerdotes, los diáconos, “asiduos en la oración, fervorosos en el amor, preocupados siempre por la verdad, la justicia, la buena fama, realizando todo para gloria y honor de Dios. A los cuales todavía se añaden aquellos seglares, escogidos por Dios, que, entregados totalmente a las tareas apostólicas, son llamados por el Obispo y trabajan en el campo del Señor con mucho fruto”.

“Conviene que los cónyuges y padres cristianos, siguiendo su propio camino, se ayuden el uno al otro en la gracia, con la fidelidad en su amor a lo largo de toda la vida, y eduquen en la doctrina cristiana y en las virtudes evangélicas a la prole que el Señor les haya dado. De esta manera ofrecen al mundo el ejemplo de un incansable y generoso amor, construyen la fraternidad de la caridad y se presentan como testigos y cooperadores de la fecundidad de la Madre Iglesia, como símbolo y al mismo tiempo participación de aquel amor con que Cristo amó a su Esposa y se entregó a sí mismo por ella. Un ejemplo análogo lo dan los que, en estado de viudez o de celibato, pueden contribuir no poco a la santidad y actividad de la Iglesia. Y por su lado, los que viven entregados al duro trabajo conviene que en ese mismo trabajo humano busquen su perfección, ayuden a sus conciudadanos, traten de mejorar la sociedad entera y la creación, pero traten también de imitar, en su laboriosa caridad, a Cristo, cuyas manos se ejercitaron en el trabajo manual, y que continúa trabajando por la salvación de todos en unión con el Padre; gozosos en la esperanza, ayudándose unos a otros en llevar sus cargas, y sirviéndose incluso del trabajo cotidiano para subir a una mayor santidad, incluso apostólica”.

Jesús, que esté atento a tu venida final, y a esas pequeñas pero irrepetibles venidas en las ocasiones diarias en que muestras tu cercanía; te pido estar despierto, vigilante (J. Aldazábal).

2. En el bautismo se produce una liberación del pecado:

-“Que no reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal obedeciendo a sus concupiscencias”. El cuerpo es templo del Espíritu Santo (1 Co 6,19), miembro de Cristo (1 Co 6,15), símbolo de la Iglesia (1 Co 12,12). Y, aunque caduco, mortal, algo que se marchita, está destinado a la incorrupción, a la inmortalidad (1 Co 15,12/49): “Nuestros antiguos pecados han sido eliminados por obra de la gracia. Ahora, para permanecer muertos al pecado después del bautismo, se precisa un esfuerzo personal aunqeu la gracia de Dios continúe ayudándonos poderosamente” (S. Juan Crisóstomo).

«No obedezcáis a las apetencias de la carne». «No os sometáis a los deseos del cuerpo»: el «egoísmo», que es lo contrario del amor desinteresado. «No dejéis que reine en vosotros el egoísmo... no busquéis la satisfacción de vuestros deseos egoístas»... porque habéis sido hechos amor, por Aquel que es amor.

-“Al contrario, poneos al servicio de Dios... y ofreced a Dios vuestros miembros para el combate de la justicia”. Antes el cuerpo daba frutos malos: "poníamos a su servicio nuestros miembros como instrumentos del mal". Ahora debemos sentirnos libres de ese dueño y servir sólo a Dios, "ofreciéndole nuestros miembros como instrumentos del bien". Ya no somos "súbditos de los deseos del cuerpo", pues "el pecado no sigue dominando en nuestro cuerpo mortal", sino que vivimos como quien "de la muerte ha vuelto a la vida".

Dios opera en lo íntimo de nuestro ser. –“Pues ¿qué? ¿Pecaremos porque no estamos bajo la ley sino bajo la gracia? ¡De ningún modo!... Pues después de haber sido liberados del pecado, os hacéis esclavos al servicio de la justicia”: ¡el cristiano no tiene ya Ley que se le imponga desde el exterior! Es «libre». Pero es ahora «dócil a la actividad íntima del Espíritu que trabaja su ser desde el interior». «Líbranos del pecado, Señor» (Noel Quesson).

3. "Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, nos habrían tragado vivos... nos habrían arrollado las aguas... nuestro auxilio es el nombre del Señor". Gracias, Señor, pues contigo "hemos salvado la vida como un pájaro de la trampa del cazador", gracias por la liberación de todo mal.

Llucià Pou Sabaté

Fuente: www.almudi.org

 

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22 octubre 2013 2 22 /10 /octubre /2013 01:19
Meditación Lucas 12,35-38: Martes XXIX Semana Tiempo Ordinario, Ciclo C. 22 de octubre, 2013.  

Jesús nos pide vigilancia, llena de confianza: vivir de esperanza, estar en vela, en fidelidad, edificando su cuerpo que es la Iglesia.

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos»” (Lucas 12,35-38).

1. Jesús, quiero aprender lo que nos dirás estos días sobre la vigilancia, esa actitud de espera activa y despierta que nos pides:

-“Jesús decía: "Poneos el traje de trabajo" -"llevad ceñida la cintura"- y "mantened las lámparas encendidas". Llevar puesto el delantal es estar presto para el trabajo: es el "uniforme" de servicio; también el atuendo del viajero el que llevaban los judíos para celebrar la Pascua: el viaje del éxodo. Dispuestos a salir de viaje ("con las maletas preparadas").

Tener la lámpara encendida, es estar siempre a punto, incluso durante la noche, como las cinco muchachas prudentes que esperaban al novio. Con el aceite de la fe, de la esperanza y del amor. Mirar hacia delante. Ayer se nos decía que no nos dejáramos apegar a las riquezas, porque nos estorbarán en el momento decisivo. Hoy, que vigilemos. Es sabio el que vive despierto y sabe mirar al futuro. No porque no sepa gozar de la vida y cumplir sus tareas del "hoy", pero sí porque sabe que es peregrino en esta vida y lo importante es asegurarse su continuidad en la vida eterna. Y vive con una meta y una esperanza. En las cosas de aquí abajo afinamos mucho los cálculos: para que nos llegue el presupuesto, para conseguir éxitos comerciales o deportivos, para aprobar el curso. Pero ¿somos igualmente espabilados en las cosas del espíritu? "Dichosos ellos, si el amo los encuentra así". Y escucharemos las palabras que serán el colmo de la felicidad: "muy bien, siervo fiel, entra en el gozo de tu Señor". Y nos sentará a su mesa y nos irá sirviendo uno a uno (J. Aldazábal).

Señor, quieres que estemos en alerta constante, siempre prestos a la acción y preparados para servir día y noche. ¿Estoy yo preparado para servir en todo instante, en todo momento?

-“Pareceos a los que aguardan a que su amo vuelva de la boda para, cuando llegue, abrirle en cuanto llame”. Nos hablas de una llegada de "improviso", oculta... ¿Estoy siempre a punto de recibir a Jesús? "Vienes" de muchas maneras:

- en tu Palabra, propuesta cada día, esta allí... ¿Soy fiel a la oración?

- estás en todo hombre que necesita de mí... "he tenido hambre, estaba solo..."

- en la Iglesia y lo que me propone, estas allí... "quien a vosotros escucha, a mí me escucha..."

- en los acontecimientos, "signos de los tiempos", que es preciso descifrar, estas allí...

- en mis alegrías y mis penas, en mi muerte y en mi vida estas allí. Los hijos vuelven de la escuela: es Jesús quien viene y espera mi disponibilidad. Un colega viene a pedirme que le eche una mano: es Jesús quien viene. Se me invita a una reunión importante para participar en la vida de la escuela, de la empresa, de la colectividad, de la Iglesia... ¿me quedaré tranquilo en mi rincón? Estoy preparando la comida... Trabajo en mi oficina, en mi despacho, en mi taller... Acepto una responsabilidad que se me confía... Es Jesús que viene y al que hay que recibir.

-“Dichosos esos criados si el Amo al llegar los encuentra "en vela"”. Velar, en sentido estricto, es renunciar al sueño de la noche, para terminar un trabajo urgente, o para no ser sorprendido por un enemigo... En un sentido más simbólico, es luchar contra el entorpecimiento, la negligencia, para estar siempre en estado de disponibilidad. ¡Dichosos! ¡Dichosos ellos! (Noel Quesson)

-“Os aseguro que el Amo se ceñirá el delantal, los hará recostarse y les servirá uno a uno”. Es cosa inaudita que el amo haga eso con sus siervos. Tanto en los momentos grandes como el momento de nuestra propia muerte –en hora imprevista- como para la venida cotidiana del Señor a nuestras vidas, en su palabra, en los sacramentos, en los acontecimientos, en las personas. Si estamos despiertos, podremos aprovechar su presencia. Si estamos adormilados, ni nos daremos cuenta.

2. San Pablo nos habla de la reunión de paganos y judíos y la única Iglesia de Dios. Cristo es "paz". Inaugura una nueva humanidad en la que todos somos iguales, y reconciliados con Dios. Cristo es la piedra angular del edificio:

-“Hermanos, recordad como en otro tiempo, estabais lejos del Mesías, excluidos de la comunidad de Israel y extraños a las alianzas, sin esperanza y sin Dios en el mundo”. En otro tiempo existían los "privilegiados" y los no «privilegiados». Y estaba prohibido a los «goyims» -naciones paganas- atravesar el recinto del Templo que les estaba reservado... bajo pena de muerte. Este desprecio de los «paganos» había suscitado a su vez un anti-judaísmo muy generalizado. Perdón, Señor, por nuestras estrecheces y por nuestras exclusiones…

-“Es El, Cristo, nuestra «paz». De los dos, Israel y «gentiles» ha hecho un solo pueblo”. Por su carne resucitada derribó el muro que los separaba, el odio, suprimiendo las prescripciones jurídicas de la ley... El japonés que en el sótano del hospital murió cuando el tsunami arreglando la electricidad, dando la vida para la salvación de muchos, pudo encontrar a Jesús ahí, sin conocerle, como también podemos nosotros que lo conocemos.

Uno de los frutos esenciales de la redención es la unidad, la paz, la supresión de los racismos, la destrucción de los «muros que separaban a los hombres entre sí». Y esto es simbolizado por Pablo por la coexistencia en el seno de la misma Iglesia de cristianos procedentes de Israel y cristianos venidos del paganismo. Hoy, en nuestro mundo actual, en nuestra Iglesia actual ¿cuáles son los riesgos y los puntos de ruptura, los puntos por los que el odio se infiltra?

-“Cristo quería reunir a unos y otros en la paz y crear en El «un solo hombre nuevo»”. Unos y otros, reunidos en un «solo cuerpo» quería reconciliarlos con Dios por la cruz. Estamos invitados por ti, Jesús, a tener un mismo Padre, en fraternidad con los demás… Haz que comulgue con tu voluntad, Señor. Entrar en la aventura del amor que «agrupa» que «hace la paz», que «reconcilia», que «reúne»... esto cuesta la sangre de la cruz. No es una empresa fácil. ¡Señor! ¡Haznos constructores de paz, constructores de amor!

-“En su persona dio muerte a la enemistad”. Señor, que trate yo contigo de dar muerte a la enemistad.

-“Por El, unos y otros tenemos libre acceso al Padre en un mismo Espíritu. Ya no sois «transeúntes» ni «forasteros» sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios...” Estáis siendo juntamente edificados hasta ser «morada de Dios» en el Espíritu. El verdadero Templo de Dios no está hecho de piedras, sino de personas vivas: Dios habita en la humanidad... Esto confiere una preeminente dignidad a todo ser humano (Noel Quesson).

La imagen de la casa lleva consigo la imagen de la edificación. Israel es la construcción por excelencia de Dios, que la ha "edificado" a lo largo de una obra secular, preservándola de sus enemigos, asegurándole su fidelidad, santificándola con una atención continuada. Pero los judíos rechazaron a Cristo, la piedra angular, y han descartado piedras vivas, las naciones paganas, a las que Dios contaba con incorporar en la construcción (Jer 12,16). Cristo debía haber sido la piedra cumbre del edificio. Pero los judíos la rechazaron y el edificio se ha derrumbado, y la destrucción del templo reveló la ruina del edificio-Israel (Mt 23,37-38; 24,2).

Sin embargo, Dios continúa edificando su pueblo: reemplaza el equipo de edificadores con Cristo y sus apóstoles. Hay que hacer notar el carácter personalista de esta construcción: se trata de una acción personal de Jesús, confiada a otras personas: por una parte, los apóstoles; por otra, los cristianos venidos del paganismo. Pablo habla por vez primera de la participación de todos los fieles en la obra de la edificación: hasta ahora había reservado este privilegio a los apóstoles. Además, la edificación no termina nunca, debido a la diversidad y perennidad de los ministerios, pero siempre bajo el único impulso de Cristo (Maertens-Frisque).

3. Igual que Cristo hizo caer el muro divisorio entre Israel y el resto de la humanidad, igual que en Berlín cayó felizmente el muro que separaba el Este del Oeste, tal vez tendrán que desaparecer más muros en nuestra vida personal o comunitaria, para que puedan cumplirse estas perspectivas tan optimistas de Pablo y lo que ya el salmo cantaba: "Dios anuncia la paz a su pueblo".

Llucià Pou Sabaté

Fuente: www.almudi.org

 

 

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20 octubre 2013 7 20 /10 /octubre /2013 18:00

Meditación Lucas 12,13-21: lunes de la XXIX Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C. 21 de octubre, 2013. 

Jesús nos lleva a tener confianza en la gracia de Dios y no idolatrar el dinero

“En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: -«Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.» Él le contestó: -«Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?» Y dijo a la gente: -«Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.» Y les propuso una parábola: -«Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha." Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida." Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?" Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios»” (Lucas 12,13-21).

1. Uno le pidió a Jesús: "Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia". El derecho de sucesión estaba regido, como siempre en Israel, por la ley de Moisés. Pero se solía pedir a los rabinos que hicieran arbitrajes y dictámenes periciales. En este caso una persona va a Jesús para que influya sobre su hermano injusto.

-Le contestó Jesús: "¿Quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?" Jesús, no quieres mandar sobre cosas temporales. Así aprende la Iglesia, como nos dice en su último concilio: "Es de suma importancia distinguir claramente entre las responsabilidades que los fieles, ya individualmente considerados, ya asociados, asumen, de acuerdo con su conciencia cristiana... y de los actos que ponen en nombre de la Iglesia en comunión con sus Pastores... La Iglesia no está ligada a ningún sistema político" (G. S. 76). "Que los cristianos esperen de los sacerdotes la luz y el impulso espiritual, pero no piensen que sus pastores vayan a estar siempre en condiciones de tal competencia que hayan de tener al alcance una solución concreta e inmediata por cada problema, aun grave, que se les presente" (G. S. 43).

Jesús no quiere responder a un problema entre hermanos causado por dinero de una herencia. Me gustaría que lo hubieras hecho, Señor, y que hubieras dicho algo sobre cómo comportarse en esos casos, pues veo que en muchas familias los hermanos se pelean por causa de la herencia.

Prefieres dar unas normas generales que guíen nuestras acciones, sin entrar en la casuística. En esta línea, la Iglesia también dice una palabra muchas veces sobre doctrina social. No quiere eliminar la libre discusión de los problemas del mundo, sino dar puntos de referencia morales para poder dar una orientación justa a esos problemas. La solución será diversa, dependiendo de esa libertad de actuación de cada uno según su modo de aplicar la doctrina, y criterios de actuación, con discernimiento personal.

Jesús, hoy me hablas de uno de los pecados capitales: la avaricia, que va contra el décimo mandamiento: «El décimo mandamiento prohíbe la avaricia y el deseo de una apropiación inmoderada de los bienes terrenos. Prohíbe el deseo desordenado nacido de la pasión inmoderada de las riquezas y de su poder. Prohíbe también el deseo de cometer una injusticia mediante la cual se dañaría al prójimo en sus bienes temporales» (Catecismo 2536).

Tu consejo, Señor, es claro: «guardaos de toda avaricia». El avaro nunca se contenta con lo que tiene, porque, en el fondo, su principal fin está en la posesión de riqueza material. Y como es un fin que no llena, el avaro pierde absurdamente su vida en una continua búsqueda por acaparar dinero y poder.

Jesús, yo también he de luchar contra la avaricia. Y por eso hago examen y me pregunto: ¿Sé dejar a otros lo mío cuando lo necesitan? ¿Me creo necesidades por lujo, capricho, vanidad, comodidad, etc.? ¿Dónde tengo puesto el corazón, en Dios y los demás, o en las cosas materiales? O lucho por despegarlo de las cosas materiales, o acabaré siendo avaricioso (Pablo Cardona).

-“Luego, dirigiéndose Jesús a la multitud dijo: "Cuidado, guardaos de toda codicia porque la vida de una persona, aunque ande en la abundancia, no depende de sus riquezas”.  Jueces y magistrados que hagan la aplicación al caso concreto, pero tú, Señor, nos vas a dar una parábola para ilustrarnos:

-"Un hombre rico... cuyas tierras dieron una gran cosecha... decidió derribar sus graneros y construir otros más grandes para almacenar más grano y provisiones. Se dijo: "Tienes reservas abundantes para muchos años. Descansa. Come. Bebe. Date la buena vida". Pero Dios le dijo: "Estás loco: Esta misma noche te van a reclamar la vida". Hay una parábola de Antonio Machado que dice: “Érase de un marinero / que hizo un jardín junto al mar / y se metió a jardinero. // Estaba el jardín en flor / y el marinero se fue / por esos mares de Dios”. Se aplica a otra cosa, pero veo que también nos puede servir para pensar que tenemos muchas ilusiones que nos hacen felices, pero cuando aquellos planes se hacen realidad, ya no nos gustan. Esto se me ocurrió viendo la exposición de Sorolla en la Alhambra, sobre la luz. Son cuadros preciosos de cipreses y jardines. Se ven los bocetos que el pintor hace para su jardín en su casa de Madrid, dos proyectos sucesivos, tomando elementos de Granada, y de esculturas clásicas, etc. En la sala de esos bocetos, aparecen estos versos de Juan Ramón Jiménez: “Mariposa de luz, la belleza se va cuando yo llego a su rosa. / Corro, ciego, tras ella...  La medio cojo aquí y allá... ¡Solo queda en mi mano la forma de su huida!” Se puede aplicar a la luz que se nos escapa, que cuesta apresar en un cuadro. Así también el encanto de lo que deseamos se escapa muchas veces en la realización de esos proyectos que nos movían, la visión que nos mueve al deseo queda luego como frustrada, pensando: “¿sólo era eso?”. Proyectamos cosas, que cuando tenemos no nos satisfacen, como nos ilusionaba el proyecto de esas mismas cosas. Poco disfrutó Sorolla de los jardines de esa casa preciosa, pues al final de ese decenio de sus bocetos, en 1920 tuvo una hemiplejia y murió a los tres años. Pensé en esos deseos que nos mueven hacia algo más allá de lo tangible, nos transportan siempre más allá…

Recuerdo de pequeño la imagen del burro, al que oía con frecuencia pues era de un vecino que hacía cestos. Me gustaba subirme a él, tenía un encanto especial y oía con satisfacción sus rebuznos, que procuraba imitar. Me sorprendió ver en los tebeos la imagen del burro que va con una zanahoria “a cuestas”, se la ponen delante de los ojos para que vaya adelante, siempre adelante... ahora pienso que nosotros pasamos toda nuestra vida siguiendo zanahorias de metas y de propósitos, y al rebuscar en la memoria encontramos que lo que nos prometía la imaginación no era lo que nos dio la realidad: nos planteábamos “consigue esto y serás feliz”... y a veces no conseguimos aquello, pero otras muchas sí, y a pesar de conseguir estos objetivos no tenemos aquella “felicidad ...”

Esto lleva a veces a una frustración o desengaño, sobre todo cuando se han puesto muchas ansias en alcanzar a cualquier costo aquel objetivo, sacrificando cosas que luego vemos que eran más importantes, y nos acordamos que en el fondo no buscaba eso, ni aquello… algo se nos ha escapado… la mariposa se fue… con el ganar, el beneficio, la meta. Hay metas nobles, para el perfeccionamiento personal y el bien social, y es difícil mantener el equilibrio de ver qué es “medios" y qué es “fin”. Sabemos que la frustración genera formas de marginación como drogas, homicidios, etc. El alma del hombre es infinita y los anhelos de algo grande no pueden satisfacerse con lo limitado, con lo material. Dios es infinito.

Ayúdame, Jesús, a guardarme de toda avaricia, y a tener libre el corazón para ser más generoso con los demás y con Dios, a seguir el consejo de san Pablo: "Buscad las cosas de arriba".

-“Eso le pasa al que amontona riquezas "para sí" y no es rico "para Dios"”. El uso que hacemos del dinero lo cambia todo: quien lo usa "para sí", está loco, quien lo usa "para Dios", es un sabio. Fórmula lapidaria que condena cualquier egoísmo, cualquier esclavitud del dinero (Noel Quesson).

2. San Pablo nos habla de la ayuda divina: “Por gracia”... que perfecciona la naturaleza. "La naturaleza", es el hombre en sus fuerzas humanas, «la gracia», es el hombre elevado por la potencia divina, el hombre-con-Dios:

-“Estabais destinados a la muerte como consecuencia de vuestras faltas. Vivisteis en pecado según el proceder de este mundo, según el príncipe de los demonios, ese «espíritu» que prosigue su obra en los rebeldes”. Los poderes del mal…

-“Todos nosotros hemos sido también rebeldes en otro tiempo, vivíamos según las tendencias egoístas de la carne, esclavos de sus caprichos y de los malos pensamientos y así, por naturaleza, estábamos destinados a la cólera como los demás”. La "naturaleza" humana es frágil y también desordenada y culpable. Siempre puede el hombre volverse hacia sí mismo y no hacia otro... tiende a satisfacerse egoístamente en lugar de amar... Ayúdanos, Señor, a saber detectar el egoísmo escondido, el amor propio hábilmente disfrazado, que impregna, inconscientemente a veces, nuestros mejores actos. Haznos lúcidos respecto al mal que nos envenena y hace sufrir a los que viven con nosotros. Ayúdanos a "reconocer que somos pecadores".

-“Dios es rico en misericordia. Por el gran amor con que nos amó, estando muertos a causa de nuestras faltas, nos vivificó juntamente con Cristo: ¡Es ciertamente por gracia que habéis sido salvados!” Por el amor de Dios en Jesús, ¡los hombres hemos sido salvados!

 -“Con El nos resucitó... Con El nos hizo sentar en los cielos... «En» Cristo Jesús… Y esto no proviene de vosotros; es un don de Dios: que nadie se engañe”. Hemos “ascendido” con Jesús, «con El y en El», ofrecemos la Misa con nuestras vidas, ya redimidas (Noel Quesson).

3. “Aclama la tierra” a Dios, con el salmista, y nos anima a servir “al Señor con alegría”, a ser suyos y dar gracias y bendecir su nombre.

Llucià Pou Sabaté 

 Fuente: www.almudi.org

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19 octubre 2013 6 19 /10 /octubre /2013 02:45

Meditación Lucas 18, 1-8: XXIX Domingo. Tiempo Ordinario. Ciclo C. 20 de octubre, 2013.

«Les proponía una parábola sobre la necesidad de orar siempre y no desfallecer, diciendo: «En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. También había en aquella ciudad una viuda, que acudía a él diciendo: "Hazme justicia ante mi adversario". Y durante mucho tiempo no quería. Sin embargo, al final se dijo a sí mismo: "Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, ya que esta viuda está molestándome, le haré justicia, para que no siga viniendo a importunarme"». Concluyó el Señor: «Prestad atención a lo que dice el juez injusto. ¿Acaso Dios no hará justicia a sus elegidos que claman a Él día y noche, y les hará esperar? Os aseguro que les hará justicia sin tardanza. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿acaso encontrará fe sobre la tierra?». (Lucas 18, 1-8) 

 

1º. Jesús, buscas una parábola para enseñar a tus discípulos de una manera gráfica que es necesario «orar siempre y no desfallecer.»

Ya antes, y después, les has enseñado este punto con tu ejemplo: te han visto rezar a tu Padre en silencio y en alta voz: en días de calma, y en días de gran ajetreo en los que no tenias tiempo ni para comer.

Está claro que, si quiero imitarte, debo hacer oración cada día.

En la parábola, Jesús, me hablas de uno de los tipos más conocidos de oración: la oración de petición.

Pedir es propio de hijos, especialmente cuando los padres son generosos y pueden conseguir lo que sus hijos necesitan.

Por eso, ¿cómo no voy a pedirte todo lo que me haga falta?

Sabiendo que me quieres tanto y que me has escogido para que sea tu discípulo, ¿cómo voy a dudar de Ti? «¿Acaso Dios no hará justicia a sus elegidos que claman a Él día y noche, y les hará esperar?»

Jesús, a veces pido..., pero con la boca pequeña.

Me falta fe, me falta constancia.

En lugar de clamar «día y noche»,acudo a Ti sólo de vez en cuando, con poca convicción.

Y entonces me desanimo porque no consigo lo que pido, y te echo las culpas a Ti.

Ayúdame a darme cuenta de que, cuando me haces esperar, es por mi bien: porque quieres que siga pidiendo con fe aquello que necesito.

2º. «La primera condición de la oración es la perseverancia; la segunda, la humildad.

-Sé santamente tozudo, con confianza. Piensa que el Señor, cuando le pedimos algo importante, quizá quiere la súplica de muchos años. ¡Insiste!..., pero insiste siempre con más confianza». (Forja.-535).

Jesús, a veces no cumplo ni siquiera con la primera condición de la oración: la perseverancia.

Me canso de pedir, me desanimo, me olvido.

Hoy me explicas, casi de manera cómica, que es necesario «dar la lata» también a Dios.

«Ya que esta viuda está molestándome, le haré justicia, para que no siga viniendo a importunarme».

¿Cómo te estoy «importunando» con mis peticiones?

¿Soy santamente tozudo a la hora de pedir por lo que necesito o por las necesidades de los demás?

Jesús, tu Madre me ha dado un buen ejemplo de cómo pedir, cuando se da cuenta que falta vino en las bodas de Caná.

Cuando Tú le respondes: «Mujer, ¿qué nos va a ti y a mí? Todavía no ha llegado mi hora» (Juan 2,4), ella no se desanima, sino que insiste con confianza hasta que consigue lo que quería.

Madre, tú estás también deseosa de interceder por mi cuando tenga un necesidad.

Para eso eres mi madre.

Y la mejor manera de pedirte algo es rezando el Rosario.

«No dejéis de inculcar con todo cuidado la práctica del Rosario, la oración tan querida de la Virgen y tan recomendada por los Sumos Pontífices, por medio del cual los fieles pueden cumplir de la manera más suave y eficaz el mandato del Divino Maestro: Pedid y recibiréis, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá» (Pablo VI, Carta Encíclica Mense Maio, 29-IV-1965).

Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.

Fuente: www.almudi.org

 

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18 octubre 2013 5 18 /10 /octubre /2013 19:06

Meditación Lucas 12,8-12.: Sábado XXVIII Semana Tiempo Ordinario.  Ciclo C. 19 de octubre, 2013.

El Espíritu Santo, Espíritu de Jesús, nos ilumina y da fuerza para seguir sus inspiraciones, y ser sus testigos 

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Si uno se pone de mi parte ante los hombres, también el Hijo del hombre se pondrá de su parte ante los ángeles de Dios. Y si uno me reniega ante los hombres, lo renegarán a él ante los ángeles de Dios. Al que hable contra el Hijo del hombre se le podrá perdonar, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará. Cuando os conduzcan a la sinagoga, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de lo que vais a decir, o de cómo os vais a defender. Porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir»” (Lucas 12,8-12).  

1. “En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Si uno se pone de mi parte ante los hombres, también el Hijo del hombre se pondrá de su parte ante los ángeles de Dios”. Nos animas, Jesús, a ser valientes a la hora de dar testimonio de ti. Antes nos has dicho que Dios nunca se olvida de nosotros: si cuida los pajarillos y los cabellos de nuestra cabeza, ¡cuánto más con cada uno de nosotros, que somos sus hijos! Hoy tú nos das otro motivo para ser intrépidos en la vida cristiana: tú mismo, Jesús, darás testimonio a favor nuestro ante la presencia de Dios, el día del juicio.

Y si uno me reniega ante los hombres, lo renegarán a él ante los ángeles de Dios”. Ser cristiano es dar testimonio de Ti, Señor, con mi vida. Además, muchos dependen de lo que haga, con mi buen o mal ejemplo, con la comunión de los santos mando gracia o dejo de mandarla a quienes están incluso lejos. “Jesús, hay momentos en los que cuesta especialmente dar testimonio cristiano. Por ejemplo, cuando mi grupo de amigos se divierte ridiculizando a la Iglesia o a personas consagradas; o cuando algunos planes a los que me invitan no son dignos de un cristiano; o cuando es difícil ser honrado en los negocios” (Pablo Cardona). Ayúdame, Señor, a dar la cara aunque cueste, ir contra corriente. Puede costarme también –y te pido ayuda, Jesús-, cuando sufro algún revés físico, económico o moral, cuando me entra rebeldía por cosas que no me gustan. Para estos momentos te pido serenidad, fortaleza, esperanza y paz.

«Vosotros tenéis que desarrollar una tarea altísima, estáis llamados a completar en vuestra carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, a favor de su cuerpo, que es la Iglesia. Con vuestro dolor podéis afianzar a las almas vacilantes, volver a llamar al camino recto a las descarriadas, devolver serenidad y confianza a las dudosas y angustiadas. Vuestros sufrimientos, si son aceptados y ofrecidos generosamente en unión de los del crucificado, pueden dar una aportación de primer orden en la lucha por la victoria del bien sobre las fuerzas del mal, que de tantos modos insidian a la humanidad contemporánea. En vosotros, Cristo prolonga su pasión redentora» (Juan Pablo II).

“Al que hable contra el Hijo del hombre se le podrá perdonar, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará”. No sabemos exactamente qué quieres decir, Señor, con esa blasfemia. Intuyo que es impedir que entre tu gracia en mí,  por la presunción o la desesperación que aún es peor, el descorazonamiento, o la perversión de hacer daño a los demás sin buscar el bien sino la maldad… por eso te pido vivir abierto a tu gracia, y cuanto más grandes sean mis pecados, más me abandonaré en tu misericordia. «Nuestro Señor Jesucristo lo quiere: es preciso seguirle de cerca. No hay otro camino. Esta es la obra del Espíritu Santo en cada alma -en la tuya-, y has de ser dócil, para no poner obstáculos a tu Dios» (J. Escrivá, Forja 860).

Sólo hay una clase de personas sin remedio, los que "blasfeman contra el Espíritu Santo", o sea, los que, viendo la luz, la niegan, los que no quieren ser salvados. Son ellos mismos los que se excluyen del perdón y la salvación. Quiero no cerrarme a tu Espíritu, Jesús, que es el santificador de mi alma…

“…no os preocupéis de lo que vais a decir, o de cómo os vais a defender. Porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir»”… Jesús, hoy me dices que no me preocupe ante las acusaciones y las insidias de los incrédulos. Fortalecido e iluminado por la gracia del Espíritu Santo sabré responder bien por mal, verdad por mentira, honestidad por hipocresía. Tú sugieres en mi alma lo que tengo que decir. Quiero ser dócil, dejarme conducir por ti. Quiero cuidar la oración, para recibir tu fortaleza para hacer lo que me pides, la humildad para pedir perdón y arreglar lo que no hago bien, y la alegría por saberme en tus manos, y llevado por tu amor corresponder a esa entrega que tú has hecho por mi con tu vida, pasión y muerte y resurrección.

Por eso he de acudir a esos medios santos –los Sacramentos- para llenarme de tu gracia, el Espíritu de Dios. Así se completa la cercanía del Dios Trino. El Padre que no nos olvida, Jesús que "se pondrá de nuestra parte" el día del juicio, y el Espíritu que nos inspirará cuando nos presentemos ante los magistrados y autoridades para dar razón de nuestra fe.

Jesús, nos aseguras el amor de Dios y la ayuda eficaz de tu Espíritu. Y además, nos prometes que tú mismo saldrás fiador a nuestro favor en el momento decisivo. No te dejarás ganar en generosidad, si nosotros hemos sido valientes en nuestro testimonio, si no hemos sentido vergüenza en mostrarnos cristianos en nuestro ambiente. No tenemos motivos para dejarnos llevar del miedo o de la angustia (J. Aldazábal). La angustia es la conmoción y dolor del alma por el miedo ante algo malo que, si pasara, nunca sería tan malo como lo que sufrimos por el miedo de que pase…

El redil de las falsas seguridades también puede provocar angustias, pero tú, Señor, nos dices siempre que no nos preocupemos por el futuro, aquí nos dices que no temamos por preparar nuestra defensa o justificación ante cosas. «Porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir». En la tarea de la nueva evangelización, tú eres mi esperanza, Señor, tu gracia sigue activa ante cualquier contrariedad, como en tiempo de los apóstoles (Josep Rius-Camps).

2. “-Hermanos: No fue la observancia de la Ley, sino la justificación obtenida por la fe, la que obtuvo para Abrahán y su descendencia la promesa de heredar el mundo”. Pablo no contrapone "fe y obras" (pues Jesús dijo que "no el que dice: Señor, Señor, sino el que hace la voluntad de mi Padre", ése entrará en el Reino). Lo que contrapone es la fe con la observancia de la ley de Moisés como causa de la salvación: "no fue la observancia de la ley, sino la fe”, nos dice aquí, y el Catecismo señala: “la fe nos hace gustar de antemano el gozo y la luz de la visión beatífica, fin de nuestro caminar aquí abajo. Entonces veremos a Dios "cara a cara" (1 Cor 13,12), "tal cual es" (1 Jn 3,2). La fe es pues ya el comienzo de la vida eterna: ‘mientras que ahora contemplamos las bendiciones de la fe como el reflejo en un espejo, es como si poseyéramos ya las cosas maravillosas de que nuestra fe nos asegura que gozaremos un día’ (S. Basilio).

Ahora, sin embargo, ‘caminamos en la fe y no en la visión’ (2 Cor 5,7), y conocemos a Dios ‘como en un espejo, de una manera confusa,...imperfecta’ (1 Cor 13,12). Luminosa por aquel en quien cree, la fe es vivida con frecuencia en la oscuridad. La fe puede ser puesta a prueba. El mundo en que vivimos parece con frecuencia muy lejos de lo que la fe nos asegura; las experiencias del mal y del sufrimiento, de las injusticias y de la muerte parecen contradecir la buena nueva, pueden estremecer la fe y llegar a ser para ella una tentación.

Entonces  es cuando debemos volvernos hacia los testigos de la fe: Abraham, que creyó, ‘esperando contra toda esperanza’ (Rom 4,18); la Virgen María que, en ‘la peregrinación de la fe’ (LG 58), llegó hasta la "noche de la fe" (Juan Pablo II, R Mat 18) participando en el sufrimiento de su Hijo y en la noche de su sepulcro; y tantos otros testigos de la fe: ‘También nosotros, teniendo en torno nuestro tan gran nube de testigos, sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con fortaleza la prueba que se nos propone, fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma la fe’ (Hb 12,1-2)”.

Por eso, como todo depende de la fe, todo es gracia; así la promesa está asegurada para toda la descendencia, no solamente para la descendencia legal, sino también para la que nace de la de Abrahán, que es padre de todos nosotros”. Las dos promesas de Dios -que tendría un hijo y que le pertenecería toda la tierra de Canaán-, parecían imposibles de conseguir, y sin embargo, Abrahán creyó. Y fueron posibles. Tanto en nuestra vida espiritual como en nuestro trabajo apostólico, no tendríamos que apoyarnos tanto en nuestros propios talentos y recursos, sino en la gracia y la fuerza salvadora de Dios.

“El comienzo de la justificación por parte de Dios es la fe, que cree en el que justifica. Y esta fe, cuando se encuentra justificada, es como una raíz que recibe la lluvia en la tierra del alma, de manera que cuando comienza a cultivarse por medio de la ley de Dios, surgen de ella ramas que llevan los frutos de las obras. La raíz de la justicia no deriva de las obras, sino que de la raíz de la justicia crece el fruto de las obras” (Orígenes). Y dice el Catecismo: “Abraham realiza así la definición de la fe dada por la carta a los Hebreos: ‘La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven’ (Hb 11,1). ‘Creyó Abraham en Dios y le fue reputado como justicia’ (Rom 4,3). Gracias a esta ‘fe poderosa (Rom 4,20), Abraham vino a ser ‘el padre de todos los creyentes’ (Rom 4,11.18)”, al ser fiel a ese don gratuito.

-“Así, dice la Escritura: “Te hago padre de muchos pueblos”. Por su fe, verdaderamente, "dio la vida". Quien cree, da vida…

-“Al encontrarse con el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia lo que no existe, Abrahán creyó. Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones, según lo que se le había dicho: “Así será tu descendencia”. Jesús es que hace viva esa experiencia con su resurrección, energía que devuelve la vida a los muertos.

3. “Contra toda esperanza” cree el patriarca. La fe «para transportar las montañas», decía Jesús. La Fe, fuerza de lo imposible. Se comprende que Pablo diga que esa «Fe da posesión del mundo». En efecto, nada puede ir en contra de ello. No se apoya sobre nada humano: toda su fuerza está en Dios. ¡Danos esta Fe, Señor! (Noel Quesson). Rezamos con el salmo: -“El Señor es nuestro Dios, él gobierna toda la tierra. Se acuerda de su alianza eternamente, de la palabra dada, por mil generaciones; de la alianza sellada con Abrahán, del juramento hecho a Isaac”. Y así contemplamos llenos de gozo que “sacó a su pueblo con alegría, a sus escogidos con gritos de triunfo”. Le pedimos a María Virgen vivir esa alegría de –como ella- sabernos en las manos de Dios.

Llucià Pou Sabaté

 Fuente: www.almudi.org

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17 octubre 2013 4 17 /10 /octubre /2013 21:22

Meditación San Lucas, evangelista: Lucas 10,1-9: Viernes XXVIII Semana Tiempo Ordinario, Ciclo C. 18 de octubre, 2013. 

"La mies es abundante y los obreros pocos", nos dice el Señor, y desea que le ayudemos a corredimir.

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz en esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el Reino de Dios”
(Lucas 10,1-9).

1. Hoy es el tercero de los grandes santos que hemos celebrado estos días: Teresa de Jesús, Ignacio de Antioquia y Lucas, autor del tercer evangelio de Jesús, y los Hechos de los Apóstoles. Las parábolas del buen samaritano y del hijo pródigo son alguno de los pasajes más bonitos. Junto a estas páginas sublimes sobre la misericordia, también sólo Lucas nos transmite algunos rasgos de santa María, la madre de Jesús. Al “pintar” tan bien esas escenas, tomó la tradición de que era pintor, y así la leyenda nos dice que es suya una imagen romana de la Virgen.

«Después de esto, el Señor designó a otros Setenta». Mientras que el envío de los Doce representan el nuevo Israel (las doce tribus), los setenta tenían que representar la nueva humanidad (según el cómputo judío, las naciones paganas eran en número de setenta). «Setenta y dos», dicen numerosos manuscritos, intento de reconducir la apertura a la universalidad (esbozada en el número «siete/setenta», al recinto de Israel, delimitado por un múltiplo de «doce» [6 x 12 = 72].)

El éxito de la misión es grande. Jesús les anima a evangelizar: «La mies es abundante y los braceros pocos». La cosecha se prevé abundante, el reinado de Dios empieza a producir frutos para los demás. Cuando se comparte lo que se tiene, hay de sobra. No hacen falta explicaciones ni estadísticas: la presencia de la comunidad se ha de notar por los frutos abundantes que produce. Todos estamos llamados al apostolado, tanto clérigos como laicos, religiosos como seglares… «¡Id! Mirad que os envío como corderos entre lobos». Toda comunidad debe ser esencialmente misionera. La misión, si se hace bien, encontrará la oposición sistemática de la sociedad. Esta, al ver que se tambalea su escala de valores, usará toda clase de insidias para silenciar a los enviados, empleando todo tipo de procedimientos legales. Los enviados están indefensos. La defensa la asumirá Jesús a través del Espíritu Santo, el Abogado de los pobres. «No llevéis bolsa ni alforja ni sandalias». Como en la misión de los Doce, Jesús insiste en que los enviados no confíen en los medios humanos. “Y no saludéis a nadie en el camino”. Ellos han de dejar en sus manos aquello que es más esencial para vivir: el Señor, que viste los lirios de los campos y da alimento a los pájaros, quiere que su discípulo busque, en primer lugar, el Reino del cielo y no, en cambio, «qué comer ni qué beber, y [que] no estéis inquietos. [Porque] por todas esas cosas se afanan los gentiles del mundo; y ya sabe vuestro Padre que tenéis la necesidad de eso» (Lc 12,29-30).

Han de compartir techo y mesa con aquellos que los acogen, curando a los enfermos que haya, liberando a la gente de todo aquello que los atormente. La buena noticia ha de consistir en el anuncio de que «Ya ha llegado a vosotros el reinado de Dios». Empieza un orden nuevo, cuyo estallido tendrá lugar en otra situación. El proceso, empero, es irreversible. La comunidad ya tiene experiencia de ello (Josep Rius-Camps).

Lucas fue de esos apóstoles más allá de “los Doce”, y en su honor decimos hoy en el himno de Laudes:

Vosotros que escuchasteis la llamada / de viva voz que Cristo os dirigía, / abrid nuestro vivir y nuestra alma  / al mensaje de amor que él nos envía.

Vosotros que invitados al banquete / gustasteis el sabor del nuevo vino, / llenad el vaso, del amor que ofrece, / al sediento de Dios en su camino.

Vosotros que lo visteis ya glorioso, / hecho Señor de gloria sempiterna, / haced que nuestro amor conozca el gozo  / de vivir junto a él la vida eterna. Amén.

2. En la carta a Timoteo, nos dice san Pablo que el anuncio del Evangelio debe hacerse a tiempo y a destiempo. Y ha de realizarse con gran paciencia y conforme a la enseñanza, dedicados plenamente al Ministerio que Dios nos ha confiado. A pesar de que tengamos que sufrir oposición de muchos, no hemos de dar marcha atrás en aquello que Dios nos ha confiado: proclamar su Nombre salvador a toda la humanidad. El Señor siempre estará a nuestro lado animándonos y fortaleciéndonos para que su Mensaje de salvación llegue a todos los pueblos. La Iglesia de Cristo no sólo ha de evangelizarse continuamente a sí misma, para vivir más conforme a las enseñanzas del Señor y llegar a la madurez en Él; además ha de evangelizar a todos los pueblos, pues esa es la Misión que el Señor le confió al enviarla a todas las gentes de todos los tiempos y lugares. Al final, libres del pecado y de la muerte, a pesar de que hayamos sufrido por anunciar y vivir el Evangelio en ambientes hostiles al mismo, el Señor nos dará la salvación en su Reino celestial de un modo definitivo a quienes, ya desde ahora, lo tuvimos como Señor y Salvador de nuestra vida.

3. En el salmo vemos que el Señor, Creador y Rey soberano de todo, se manifiesta para con nosotros como un Padre cercano, siempre atento a las necesidades de los suyos. Él no está lejos de quien lo invoca (www.homiliacatolica.com):

“Que todas tus obras te den gracias, Señor, / y que tus fieles te bendigan; / que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder”. Juan Pablo II ha presentado al mundo la Eucaristía como “una gran escuela de paz que puede formar a hombres y mujeres para ser tejedores de diálogo y de comunión. Es escuela de la paz para vivir esta proclamación de tu gloria, Señor, en un camino hacia una sociedad más justa y fraterna. No puede producir otros frutos.

“Así manifestarán a los hombres tu fuerza / y el glorioso esplendor de tu reino: / tu reino es un reino eterno, / y tu dominio permanece para siempre.

El Señor es justo en todos sus caminos / y bondadoso en todas sus acciones; / está cerca de aquellos que lo invocan,  / de aquellos que lo invocan de verdad”. El mundo necesita experimentar que el Señor está cerca, que su destino no va a la deriva, sin rumbo… Dios se imbrica en la historia de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, haciendo, con ellos, historia de Salvación.

Llucià Pou Sabaté


Lucas el Evangelista (hebreo: לוקא, transliterado Lyka o Liká; griego: Λουκάς, Loukás) es considerado por la tradición cristiana el autor del Evangelio según san Lucas y de los Hechos de los Apóstoles. Fue discípulo de Pablo de Tarso.
Lucas de Antioquía, por lo tanto no era judío. Esto se ve cuando Pablo lo separa de los circuncidados (Col. 4, 14), además de ser un hombre más de educación griega y de profesión médico. Estaba quizás también emparentado con el diácono Nicolás (un prosélito de Antioquía), (Hech. 6,5). Según reza la tradición, perteneció a los setenta y dos, esto es del grupo de seguidores de Jesús, pero según la exégesis las fechas de la escritura de sus obras no concuerdan en el tiempo. Sabemos que en la elaboración su evangelio Lucas hizo una rica investigación entrevistando a personas (incluyendo los Apóstoles y tal vez María, la madre de Jesús), que fueron testigos de estos hechos como se puede encontrar en el prólogo del Evangelio y que los Hechos de los Apóstoles es una continuación del mismo. Es el más largo y el mejor redactado por su elaboración exquisita del griego, como sólo una persona culta y sabia podía hacer en esa época. Lucanus (Lucas) se hizo cristiano mucho después y según la tradición conoció a María, la madre de Jesús, en una visita que hizo junto a Pablo.

Al revelarnos los íntimos secretos de la Anunciación, de la Visitación, de la Navidad, él nos hace entender que conoció personalmente a la Virgen. Se cree , por esto, que Lucas cite tantos sucesos de la infancia de Jesús, y que hable de los sentimientos de María. "María, por su parte, guardaba con cuidado todas estas cosas, meditándolas en su corazón", dice Lucas cuando llegan los pastores al pesebre a adorar a Jesús recién nacido.
Algún exégeta avanza la hipótesis de que fue la Virgen María misma quien le transcribió el himno del “Magnificat” (Lc 1:46-55), que ella elevó a Dios en un momento de exultación en el encuentro con la prima Isabel.
Incluso una pintura muy antigua de María en las catacumbas de Priscila en Roma es atribuida, según la tradición, al apóstol.

Lucas era seguidor de Pablo, "el médico querido" (Col., 4, 14). Lucas hizo muchos viajes junto a Saulo de Tarso en su camino por la evangelización, por lo que se sabe Pablo no era un hombre sano y quizás necesitó de la ayuda de Lucas para sus viajes.
 
Veamos como se llega a esta conclusión:

Envía saludos a los colosenses, esto indica que les había visitado. Luego aparece por primera vez en los Hechos en Tróade (16, 8), donde se reúne con San Pablo, y, tras la visión, cruza con él a Europa desembarcando en Neápolis y continuando a Filipos, "persuadidos de que Dios nos había llamado para evangelizarles" (relato en primera persona).
Luego está presente en la conversión de Lidia con sus compañeros. Junto con San Pablo y sus compañeros, fue reconocido por el espíritu pitón: "Nos seguía a Pablo y a nosotros gritando: Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, que os anuncian un camino de salvación" (v. 17).
Vio a Pablo y Silas detenidos, arrastrados ante los magistrados romanos, acusados de alborotar la ciudad, "siendo judíos", azotados con varas y echados a prisión. Lucas y Timoteo escaparon, probablemente porque no eran judíos.
Cuando Pablo partió de Filipos, Lucas se quedó, con toda probabilidad para continuar el trabajo de evangelista. San Jerónimo cree que es muy probable que San Lucas sea "el hermano, cuyo renombre a causa del Evangelio se ha extendido por todas las Iglesias" (II Cor. 8, 18), y que fuera uno de los portadores de la carta a Corinto. Poco después, cuando San Pablo volvió de Grecia, San Lucas le acompañó de Filipos a Tróade, y con él hizo el largo viaje por la costa descrito en Hechos 20. Subió a Jerusalén, estuvo presente en el tumulto, vio el ataque al apóstol. Los biblistas están seguros de que fue un continuo visitante de San Pablo durante los dos años de prisión en Cesarea.
Fue partícipe del naufragio y estuvo junto a Pablo en Roma por un período considerable, lo que se sabe por la Epístola a los Colosenses y la Epístola a Filemón, donde se le menciona en los saludos dados:
"Os saluda Lucas, el médico querido", "Te saludan... Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis colaboradores".

También los estudiosos dicen que los relatos de los Hechos se hicieron en ese período y Lucas fue el último fiel compañero de Pablo hasta su muerte:
"He competido en la noble competición, he llegado a la meta en la carrera... Apresúrate a venir hasta mí cuanto antes, porque me ha abandonado Demás por amor a este mundo... El único que está conmigo es Lucas" (II Tim., 4, 7-11).

Nótese en los saludos que aparece Marcos, el fiel secretario de San Pedro que también estuvo participando en los últimos tiempos en Roma junto a Pablo y de allí se puede saber como la primera parte de los Hechos habla mucho de las actividades de los apóstoles, siendo Marcos muy allegado a ellos. Luego de los sucesos de la muerte de Pedro y Pablo, no se sabe bien el destino de Lucas, se discute aún si fue martirizado o bien según el antiguo "Prefatio vel Argumentum Lucae" murió de anciano. Sí sabemos que siguió predicando por las tradiciones en Macedonia, Acaya y Galacia y que supuestamente falleció en Beocia y fue enterrado en Tebas.
La tradición indica que San Lucas mandó ser enterrado junto a la imagen tallada de "nuestra Señora" que él mismo había confeccionado. Luego, como refiere San Jerónimo (cf. De viris ill. VI, I), sus huesos fueron transportados a Constantinopla, a la basílica de los Santos Apóstoles.
Cuando sus restos sufrieron aquel primer traslado, el emperador se hizo cargo de aquella imagen tallada, la cual originaría (siglos después) el culto a la Virgen de Guadalupe en España.
En tiempos de las Cruzadas, las reliquias del santo llegaron a Padua. Desde entonces se conservan en la iglesia de Santa Justina. (El cráneo fue en cambio trasladado en 1354 de Padua a Praga a la catedral de San Vito por voluntad del emperador Carlos IV).
Véase también: Tetramorfos
[editar] ObraEl tercer evangelio es obra de un discípulo de Pablo, un médico (Col 4,14) probablemente de origen sirio. A lo mejor se convirtió a la fe cristiana cuando los cristianos perseguidos de Jerusalén y de Cesarea buscaron refugio fuera de Palestina, llevando consigo el mensaje. A partir del año 50 acompañó a Pablo en sus misiones (He 16,10).

Tal vez fue en Gracia donde redactó su evangelio y el libro de los Hechos. Para él eran las dos mitades de una misma obra, y con toda probabilidad tanto una como otra fueron terminadas antes del año 64 o 65.
Para ese entonces Lucas estaba en Roma a donde había llegado dos años antes acompañando a Pablo misionero.
Lucas precisa que fue a indagar el testimonio de los primeros servidores de la Palabra, es decir, de los apóstoles (1,1-5). En efecto, más de una vez fue con Pablo a jerusalén y a Cesarea, donde las primeras comunidades guardaban los documentos en los cuales se inspiraban los tres primeros evangelios.
Lucas conservó, como Marcos, los dos grandes bloques en que se basaba esta catequesis primitiva: la actividad de Jesús en Galilea, y sus últimos días en Jerusalén, pero insertó entr medio de ellos el contenido de otro ducumento que contenía muchas palabras de Jesús. Las colocó intencionalemente durante la subida de Jesús de Galilea a Jerusalén para mostrar que la vida cristiana se desarrolla bajo el signo de la cruz.

Otros documentos de las primeras comunidades de Palestina le proporcionaron el contenido de sus dos primeros capítulos consagrados a la infancia de Jesús. Aquí está el testimonio de la comunidad primitiva de la cual formaba parte María. Esos capítulos otorgan de partida al evangelio de Lucas su carácter propio; si hubiera que caracterizarlo con una palabra, habría que decir que es el más humano de los cuatro.

Ese sentido profundamente humano de Lucas, lo vemos por ejemplo en el cuidado que puso para recordar la actitud de Jesús con respecto a las mujeres. Pero , en seguida, ya que Lucas había dejado a su familia para seguir a Pablo misionero, viviendo en la inseguridad, recalcó más que otros la incompatibilidad entre el Evangelio y las posesiones.
Lucas, discípulo de Pablo, puso de relieve las palabras de Jesús que recuerdan que la salvación es ante todo, no la recompensa por nuestros méritos, sino un don de Dios. Por eso quizo salvar las parábolas que ilustran la muy asombrosa misericordia de Dios (Lc 15).
Después del evangelio de la infancia (1 - 2) y el relato del bautismo de Jesús en Judea, el evangelio de Lucas comprende tres secciones:

-El ministerio de Jesús en Galilea: 3,1 - 9,56
-El viaje a Jerusalén atravesando Samaria: 9,57 - 18,17
-Los acontecimientos de Jerusalén: 18,18 - 23.

Fuente: www.almudi.org

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17 octubre 2013 4 17 /10 /octubre /2013 05:30

Meditación Lucas 11,47-54: Jueves XXVIII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C. 17 de octubre 2013.

Dios nos ha elegido en Cristo para ser hijos suyos, por el amor. Si queremos a los demás, estamos queriendo a Jesús. 

« ¡Ay de vosotros, que edificáis los sepulcros de los profetas, después que vuestros padres los mataron! Así, pues, sois testigos de las obras de vuestros padres y consentís en ellas, porque ellos los mataron, y vosotros edificáis sus sepulcros. Por eso dijo la sabiduría de Dios: Les enviaré profetas y apóstoles, y matarán y perseguirán a una parte de ellos, para que se pida cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas, derramada desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, asesinado entre el altar y el Templo. Sí, os lo aseguro: se le pedirá cuentas a esta generación. ¡Ay de vosotros, doctores de la Ley, porque os habéis apoderado de la llave de la sabiduría!: vosotros no habéis entrado y a los que estaban por entrar se lo habéis impedido» Cuando salió de allí, los escribas y fariseos comenzaron a atacarle con vehemencia y a acosarle a preguntas sobre muchas cosas, acechándole para cazarle en alguna palabra.» (Lucas 11,47-54)

1. Los escribas creen honrar a los profetas asesinados haciéndoles espléndidos sepulcros. Prefieren llevar a Jesús a la muerte por mantener su inteligencia de la ley. Poseedores de la llave de la ciencia cierran el camino de la salvación a los que ponen en ellos su confianza y los siguen como guías. Pecado personal y pecado en el desempeño de su misión. Por eso hoy dice Jesús:

-"¡Ay de vosotros que edificáis mausoleos a los profetas después que vuestros padres los mataron! Por tanto sois testigos y estáis de acuerdo con las obras de vuestros padres; porque ellos los mataron y vosotros edificáis...” Libéranos, Señor, de repetir los crímenes que hicieron entonces…

-“Por eso dijo la Sabiduría de Dios: "Les enviaré Profetas y Apóstoles; a unos los matarán, a otros los perseguirán"”. Líbranos, Señor, de los sectarismos que te llevaron a ti a la cruz. ¿A quién quisiera yo anular, ningunear, suprimir? ¿Qué voz desearía que se callase?

-“También se pedirán cuentas a esta generación, de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel...” Llevaron a la muerte al Justo por excelencia, que eras tú, Señor. Pero cada generación te ha condenado, Jesús, cuando se hace daño o condena al inocente. ¡A cada generación se le pedirá cuenta de la sangre de Jesucristo derramada! "Desde Abel", hijo del primer hombre, hasta hoy corre la sangre de los profetas sobre la tierra (Noel Quesson).

-“Cuando Jesús salió de allí -según san Lucas, todo eso se dijo en casa de un doctor de la Ley- los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo implacablemente sobre muchas cuestiones, estando al acecho para atraparlo con sus propias palabras”. Ayúdame, Jesús, a ser valiente como tú, y desenmascarar las actitudes de las clases dirigentes de mi época. Porque si ellos se portan bien, hay menos injusticias. La corrupción desaparece con esa honradez del que manda.

Pero más importante aún es el día a día: «Son innumerables las ocasiones que tienen los seglares para ejercitar el apostolado de la evangelización y de la santificación. El mismo testimonio de la vida cristiana y las obras buenas realizadas con espíritu sobrenatural tiene eficacia para atraer a los hombres hacia la fe y hacia Dios» (Vaticano II. A. A. 6).

«Si los cristianos viviéramos de veras conforme a nuestra fe, se produciría la más grande revolución de todos los tiempos... ¡La eficacia de la corredención depende también de cada uno de nosotros! -Medítalo» (J. Escrivá, Surco 945).

Me decía un joven que no creía… y que renegaba de Dios con frecuencia. Le ayudé a ver que si se enfadaba con Dios, es porque creía en él, aunque no entendía algo que le pasaba… que se puede enfadar con su padre, pero no con alguien inexistente. Que muchas dificultades no generan una duda, sino que habrá que resolverlas… que la vida sin Dios es un absurdo, y queriendo arreglar el problema de que no se entienden muchas cosas, se problematiza todo aumentando los problemas… de ahí que entre el absurdo y el misterio, estamos llamados a escoger el misterio, con sus dificultades pero también sus alegrías… con su responsabilidad: «Si; os lo aseguro: se le pedirá cuentas a esta generación». Jesús, me vas a pedir cuentas de cómo aprovecho el don inmenso de la fe.

Si yo, que por ser cristiano tengo «la llave de la sabiduría», no doy buen ejemplo, estoy cerrando la puerta a otros que podían haberte conocido y amado... Si los cristianos vivieran de veras conforme a nuestra fe, se produciría la más grande revolución de todos los tiempos...  Ayúdame, Jesús, a ser coherente con mi fe cristiana. De este modo estaré contribuyendo a la nueva recristianización del mundo, que éste tanto necesita (Pablo Cardona).

2. Esboza Pablo la revelación de la salvación en Jesucristo: -“Todos los hombres están dominados por el pecado (la ley de Moisés servía solamente para dar conocimiento del pecado). Pero hoy -independientemente de la Ley- Dios manifestó su «justicia» que nos salva”. La visión que tiene Pablo de la humanidad podría parecer muy trágica: un mundo entero encerrado en el mal. Pero lo hace para que resalte más la salvación universal ofrecida también a todos los hombres. Contrapone la justicia divina a la cólera: Dios salva a quien lo acepta, no castiga.

-“Esta "justicia de Dios", dada por la fe en Jesucristo, es para todos los que creen”. La justicia de Dios culmina en Jesús, en la Cruz. La creencia judía de «merecer» la salvación, por la observancia de los preceptos de la Ley, se declara inútil: la salvación, la santidad, no son objeto de una conquista... se trata principalmente de un «don gratuito» que hay que acoger.

-“En efecto, no hay diferencia alguna: todos los hombres pecaron y están privados de la gloria de Dios que los justifica por el don de su gracia”. La gracia de Dios es ofrecida a todos. Pero es necesaria una cooperación del hombre y ésta es la Fe. El hombre no se salva por sus propias fuerzas. Pero tampoco Dios lo salva a pesar suyo (recordemos el problema de la interpretación protestante, de no creer en las obras y quedarse sólo con la fe).

-“En virtud de la redención realizada en Jesucristo. Porque Dios exhibió a Cristo en la cruz a fin que, por la ofrenda de su sangre, fuese perdón para todos los que creen en El”. Así, pues, ¡es Jesús quien nos salva y no nosotros! Nuestra parte consiste en agarrarnos a Él, en estar en comunicación con Él, vivir de Él, «creer en Él». La cruz es revelación de la gravedad del pecado, y de la inmensidad del amor de Dios.

-«La ofrenda de su sangre». Evocación del sacrificio de holocausto por los pecados, que se hacía en el templo de Jerusalén, y que eran señal de la ofrenda que sí salva: el Calvario y de la misa. En el día de la expiación el pecador era "rescatado" porque la sangre (símbolo de la vida) de la víctima era puesta directamente en contacto con Dios sobre el propiciatorio. Cristo es "propiciación" y su sangre (la vida) humana está en contacto permanente con Dios, ¡comprendida la muerte! Aquí sangre es signo de vida renovada por Dios, restaurada y perdonada. Un cambio de vida tiene el pecador al contacto con Dios. Esta palabra «la sangre de Jesús» en todo su realismo debe ayudarnos a orar. Nos recuerda el lado oneroso, el precio que pagó Jesús por nosotros. Nos invita a comulgar en su ofrenda.

-“En orden a mostrar su justicia, para ser él justo y justificador del que pertenece a Jesús por la fe”. Siempre la misma noción activa de la Justicia de Dios. ¿Te pertenezco a Ti, Señor Jesús? ¿Qué debo hacer para que mi pertenencia sea más sólida, más ligada a Ti, para comulgar contigo?

-“¿Dónde está entonces el derecho a gloriarse? ¡Queda eliminado...! Dios no es solamente Dios de los judíos, sino también de los paganos.” La concepción judía del mérito -el hombre que «se gana» la salvación mediante sus buenas obras-, está definitivamente destruida. Oremos unos por otros sin ser pretensiosos: Señor, te ofrezco mi vida y mis pobres esfuerzos para cooperar a esta salvación (Noel Quesson).

3. La justificación se ha producido ya en Jesucristo, mientras que la salvación (y el juicio de Dios) está reservado para el final de los tiempos (Rom 5,9). Para beneficiarse de la justificación, no sirve ninguna obra de la ley; sólo la fe permite llegar hasta ella. Por el contrario, para beneficiarse de la salvación final son necesarias las obras. La vida cristiana es, en efecto, una actividad rica en obras gracias a la compenetración de la acción divina y de la acción humana, compenetración que garantiza la gratuidad de la salvación, pero de una forma distinta de la gratuidad absoluta de la justificación (Maertens-Frisque). Es la actitud que nos sugiere el salmo: "si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón... Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra".

Llucià Pou Sabaté

Fuente: www.almudi.org

 

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14 octubre 2013 1 14 /10 /octubre /2013 22:34
Meditación Lucas 11, 37-41: Martes XXVIII Semana Tiempo Ordinario, Ciclo C. 15 de octubre, 2013.

"Dad limosna, y lo tendréis limpio todo", nos dice Jesús: no nos esclavicemos a tantas normas que ahogan, sino que vivamos el espíritu del amor.

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer a su casa. Él entró y se puso a la mesa. Como el fariseo se sorprendió al ver que no se lavaba las manos antes de comer, el Señor le dijo: "Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro rebosáis de robos y maldades.
¡Necios! El que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro? Dad limosna de lo de dentro, y lo tendréis limpio todo"”
 (Lucas 11, 37-41).

1. Vemos el diálogo de Jesús con los fariseos:

-“Un fariseo invitó a Jesús a comer a su casa. Jesús entró y se puso a la mesa”. Jesús era "invitado" a menudo y aceptaba, pero mantenía su libertad ante esa gente, que cuida lo de fuera -limpiarse las manos, purificar los vasos por fuera- y descuidan lo interior.

-“El fariseo se extrañó al ver que no se lavaba antes de comer”. Esa ablución ritual tenía mucha importancia para los doctores de la Ley, para ser considerado como persona verdaderamente piadosa. Ahora bien, Jesús la omite, y sus discípulos le siguen. Les dirá algo duro:

-“Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis repletos de robos y maldades”. Los detalles exteriores, que pueden ser legítimos, sin embargo no son tan importantes como las actitudes interiores. Nosotros no nos escandalizamos ahora si alguien no se lava las manos. Pero puede haber "escándalos farisaicos" equivalentes, si nos contentamos con limpiar lo de fuera, mientras que lo de dentro lo tenemos impresentable, si ponemos demasiado énfasis en detalles insignificantes y casi hacemos depender de ellos la justicia o la salvación de alguien. ¿Qué es lo que nos preocupa: el ser o el parecer?, ¿cumplir los ritos externos o la conversión y la pureza del corazón? Nuestra religión es "religión del deber" o "religión de la fe y del amor"? (J. Aldazábal).

Este pasaje es uno de los más duros del Evangelio: Jesús desenmascara el mayor vicio con el que se enfrenta, la hipocresía revestida de legalismo (Biblia de Navarra). Recuerdo en literatura La dama de blanco como el paradigma de la persona que tiene que sufrir esos que, so capa de bien, cumpliendo la mera letra de los preceptos, no cumplen su espíritu: no se abren al amor de Dios y del prójimo, y bajo la apariencia de honorabilidad, apartan a los hombres del verdadero fervor, haciendo intolerable la virtud. Pienso también en otras novelas que retratan situaciones parecidas: Retrato de una dama, El idiota, La edad de la inocencia, La letra escarlata, La regenta, Laura a la ciutat dels sants… A la actitud de los fariseos que ponen su empeño, su religiosidad en el cumplimiento de ritos, de normas exteriores, opone Jesús la actitud del discípulo, que se esfuerza por la pureza interior, que pone lo esencial en el corazón. El corazón, lo profundo del hombre, su interior, es lo que importa mantener limpio. Porque aquello que brota del corazón -la injusticia, la rapacidad, la avaricia- es lo que mancha al hombre. La actitud farisea, en realidad, no conoce a Dios aun cuando le tenga constantemente en los labios. Jesús, veo que no te sometías a todas las costumbres sociales o religiosas de la época. Vas directamente a lo esencial. Hablas del "corazón", "centro profundo del hombre": más allá de los impulsos superficiales y ocasionales hay en nosotros una especie de opción decisiva que constituye verdaderamente nuestra personalidad y que las ciencias humanas llaman hoy "el proyecto fundamental del hombre"... un poco como en la expresión corriente "lo que me embarga el corazón". Esto es lo que cuenta para Dios. ¿Cuál es mi opción, mi proyecto fundamental?, ¿qué es lo que quiero más hondamente?

-“¡Insensatos! El que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior?” Dios es también, y ante todo, el que ha hecho el corazón humano, la conciencia. ¿Qué pasa en este "interior" mío profundo?

-“Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros.” ¡La pureza interior es el resultado del amor a los demás! ¡El amor fraterno y la limosna hacen puro nuestro corazón! El proyecto fundamental del hombre es amar: "daos como limosnas...", y todo será puro para vosotros (Noel Quesson).

Lo de "dar limosna" es uno de los temas preferidos de Lucas, pero no se sabe a qué se puede referir lo de "dar limosna de lo de dentro": ¿darse a sí mismo, su tiempo, su interés?, ¿dar desde dentro, con el corazón, y no sólo con apariencia exterior?

2. Pablo quiere hablar de la justicia que Dios ofrece a todo el que puede llegar a ella mediante la fe: “-Hermanos, no me avergüenzo del Evangelio, que es una fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree: del "judío" en primer lugar y también del «griego» después”. "El Evangelio=fuerza de Dios". El término griego utilizado por san Pablo es "dinamis": es "dinamismo de Dios", es una "fuerza en acción", es un germen, una levadura, según una imagen utilizada por Jesús. Y la evangelización es considerada como una colaboración a ese dinamismo divino ya en acción. Dios trabaja en el corazón de los hombres. Está ya obrando como una fuerza poderosa. Te ruego, Señor, que los cristianos de HOY encuentren de nuevo ese dinamismo gozoso... de anunciadores de la "buena" nueva. Porque es una «buena noticia" saber que «todo» hombre, si cree, puede salvarse, ya sea «judío», establecido en el Pueblo de Dios, ya sea «griego», es decir, pagano. La llamada a la Fe es universal. No hay ninguna restricción: «Quienquiera crea»...

-“Porque la "Justicia-de-Dios" se revela en el Evangelio, de fe en fe, como dice la Escritura: "el justo vivirá por la fe"”. La justicia no es la que corresponde a un juez que recompensa o castiga, sino la que salva y justifica inclusive al pecador, porque ella posee la "fuerza" y el poder. El hombre no la recibe si no colabora. Pablo conoce demasiado bien el judaísmo como para ignorar que ser justo significa hallarse delante de Dios en la relación que Él ha querido. El término bíblico y paulino de justicia tiene, efectivamente, muy ricos matices. Tiene un sentido religioso: fidelidad a la alianza; otro jurídico: la relación entre el hombre y Dios: moral: la valoración y juicio que Dios forma; escatológico; la acción de justificar Dios al pecador ofreciéndole la salvación.

Esta justicia no se alcanza ni mediante los esfuerzos del hombre, ni por cumplir la ley, ni por pertenecer a la raza de Abraham. Se obtiene mediante la fe, la obediencia al Evangelio y aceptación de su poder. Según esto, tanto judíos como paganos están en el mismo plano de igualdad: es a Dios a quien deben confiar la salvación como hace el justo de Hab 2, 4.

Dice «de fe en fe» pues la Fe es una realidad que ha de ir creciendo, está viva. Es un «continuo avance que se realiza todos los días en cada fiel».

-“La cólera de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia”.Dios no puede soportar el mal: es lo que aquí se llama « cólera», imagen antropomórfica. Hay una incapacidad radical de todo hombre de salvarse por sí mismo.

-“Lo que puede conocerse de Dios, !es es manifiesto... sus perfecciones invisibles se dejan ver a la inteligencia a través de sus obras...”Sí, el misterio de Dios «invisible» no está totalmente fuera del alcance humano. Las obras de Dios, su maravillosa creación en particular, deberían permitir a los hombres conocerle. Pero, precisamente, el hombre pagano natural, habiendo reconocido un poco a Dios no quiere tener una actitud consecuente: de adoración, acción de gracias. Es pues «inexcusable». Es el caso de tantos hombres de hoy que tienen «una cierta idea de Dios», pero que no adoran a Dios.

-“Adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador”. Es el drama de todos los materialismos. Se adora el «confort», el «placer», el «progreso» o la «tradición». ¡Líbranos, Señor, de los ídolos! (Noel Quesson).

3. El evangelio es salvación, y por otro lado está la debilidad humana. No ven entonces, como ahora, a Dios por sus obras: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, la obra de sus manos anuncia el firmamento; el día al día comunica el mensaje, y la noche a la noche trasmite la noticia”.

No hay evidencia, no es algo obligado creer: “no es un mensaje, no hay palabras, ni su voz se puede oír; mas por toda la tierra se adivinan los rasgos, y sus giros hasta el confín del mundo.”

Llucià Pou Sabaté

Fuente: www.almudi.org

 

 

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13 octubre 2013 7 13 /10 /octubre /2013 23:18

Meditación Lucas 11, 29-32: Lunes de la XXVIII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C. 14 de octubre, 2013.

Jesús es signo de salvación, y la misma salvación, que nos hace libres, hijos de Dios

«Habiéndose reunido una gran muchedumbre, comenzó a decir: «Esta generación es una generación perversa; busca una señal y no se le dará otra sino la señal de Jonás.
Porque, así como Jonás fue señal para los habitantes de Nínive, del mismo modo lo será también el Hijo del Hombre para esta generación. La reina del Mediodía se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y los condenará; porque ella vino de los extremos de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, pero mirad que aquí hay algo más que Salomón. Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio contra esta generación y la condenarán, porque ellos hicieron penitencia ante la predicación de Jonás; pero mirad que aquí hay algo más que Jonás»
 (Lucas 11, 29-32).

1. –“Como sea que el gentío se apiñaba a su alrededor, Jesús se puso a decirles:...” La gente te busca, Señor, tenemos necesidad de ti, de tu Palabra y Vida.

-“Se puso a decirles: "Esta generación es mala. Pide una señal...” Es una pena que a veces te busquemos con ese afán de lo extraordinario…

-“Y no se le dará otra señal, excepto la señal de Jonás”. Jesús, habías hecho tantos milagros ante sus propios ojos. Pero nunca es bastante. Danos humildad de corazón para aceptar la acción de Dios en el mundo que de ordinario es gris, sin relieve. Que nuestros ojos tengan más luz, para que sepamos ir discerniendo más y más "lo que Tú, Señor, estás obrando" en los acontecimientos, en las personas que me rodean, en los grupos donde convivo, en los que trabajo...

-“En efecto, igual que Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive así va a serlo el Hijo del hombre para la gente de esa generación”. Jonás recorre las calles de Nínive gritando que hay que convertirse… El "signo" de Dios, la llamada a la conversión que percibimos a veces: - esa vocecita tímida que alguna vez nos habla en el fondo de nuestras conciencias y que nos repite: "cambia de vida". Ese vozarrón del evangelio que nos sacude a menudo y que nos increpa: "cambia de vida" (Noel Quesson).

La historia de Jonás habla de ti, Señor. En la versión de Mateo, se refiere a que vas a morir por nosotros, pero resucitarás al tercer día. Tu resurrección de entre los muertos será tu señal ante los hombres. Eres el Hijo de Dios hecho hombre, Dios y hombre verdadero. Aquí vemos la persona de Jonás como un signo de salvación.

El signo mejor que nos ha concedido Dios es Cristo mismo, su persona, su palabra. El sábado afirmaba Jesús que los verdaderos discípulos son los que "escuchan la Palabra y la cumplen". Nosotros la escuchamos con frecuencia: pero ¿se puede decir que la ponemos en práctica a lo largo de la jornada? Si a Jonás le hicieron caso y a Salomón le vinieron a escuchar desde tan lejos, ¿no tendrán razones los ninivitas y la reina de Sabá para echarnos en cara nuestra falta de fe en el Maestro auténtico, Jesús?

Pienso que en mis tiempos también se ha de cumplir tu señal. En esta nueva Evangelización a la que nos anima el Papa tanto en los viejos países de tradición cristiana, como en los que está menos desarrollado el anuncio de la fe, adquiere actualidad lo que el último Concilio decía: «Los laicos cumplen también su misión profética evangelizando, con «el anuncio de Cristo comunicado con el testimonio de la vida y la palabra». En los laicos, esta evangelización «adquiere una nota específica y una eficacia particular por el hecho de que se realiza en las condiciones generales de nuestro mundo». Este apostolado no consiste sólo en el testimonio de vida; el verdadero apostolado busca ocasiones para anunciar a Cristo con la palabra, tanto a los no creyentes, como a los fieles» (CIC 905).

-“Los ninivitas se levantarán en el Juicio contra esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay algo mayor que Jonás”. Señor, nos dices que eres más que Jonás. Eres en presente, por eso me pides: «Enciende tu fe. -No es Cristo una figura que pasó. No es un recuerdo que se pierde en la historia. / ¡Vive!: «Jesus Christus heri et hodie: ipse et in saecula!» -dice San Pablo- ¡Jesucristo ayer y hoy y siempre!» (J. Escrivá, Camino 584).

“Tú eres más que un profeta o un filósofo sabio que dejó doctrinas admirables. Eres Dios vivo: ayer, hoy y siempre.

”Por eso vivir cristianamente no consiste sólo en conocer tu doctrina, sino que, sobre todo, consiste en vivir contigo, unido a Ti por la gracia y por el trato personal contigo en la oración. Sólo si te tengo presente durante el día, convirtiendo cada actividad en verdadera oración contigo, podré ser testigo de tu resurrección anunciando con mi vida cristiana que Tú vives, que no eres una figura que pasó.

Para esta presencia de Dios, son buenos “pequeños trucos: tener una estampa de la Virgen en la cartera y decirle una jaculatoria cuando la vea; pedir por alguna intención cada vez que miro el reloj, o veo la cruz de una farmacia, o pongo en marcha el ordenador”.

Señor, “ayúdame a mantener mi fe ardiente, a base de rezar pequeñas jaculatorias y hacer actos de fe durante el día” para crecer en tu presencia (Pablo Cardona).

-“La reina de Saba se pondrá en pie en el Juicio para carearse con esa generación y la condenará, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y hay más que Salomón aquí”.  Los paganos sí supieron reconocer la voz de Dios en los signos de los tiempos. Y los del pueblo elegido, no. Una vez más resuena la queja con que empieza el evangelio de Juan: "vino a su casa y los suyos no le recibieron”(Jn 1,11).

2. Pablo usa una comparación, una alegoría. Abrahán tuvo dos mujeres: una esclava, Agar, que fue la madre de Ismael; otra, libre, Sara, de la que, según la promesa, tuvo a Isaac.

Para Pablo, nosotros somos hijos de la libre, no de la esclava. Ya no dependemos de la ley antigua: "para vivir en libertad nos ha liberado Cristo: por tanto, manteneos firmes, y no os sometáis de nuevo al yugo de la esclavitud". Volver a seguir servilmente la ley del AT es volver a caer en la esclavitud.

Somos "hijos de la libre". La afirmación de Pablo lleva énfasis: Cristo nos ha "liberado para la libertad".

¿Es verdad eso para cada uno de nosotros?, ¿o se podría decir que estamos apegados a "lo viejo", cuando ya hemos experimentado "lo nuevo"? ¿Habría en nuestra mentalidad algo equivalente a la "involución" de aquellos judíos que añoraban la ley de Moisés, cuando Jesús lo ha superado llevándolo a su plenitud? ¿Vivimos el cristianismo con corazón libre, de hijos, o con actitud de miedo, de esclavos?

En nuestra época hemos experimentado en la Iglesia "liberaciones" interesantes, promovidas por el Vaticano II y las etapas postconciliares: en la liturgia, en la teología, en la organización de la Iglesia y de la vida religiosa, en la promoción de los laicos, en la descentralización, en la apertura al mundo de hoy… liberaciones legitimas, movidas por el Espíritu del Señor que es Espíritu de amor y de libertad, porque ha habido también desviaciones: trigo y cizaña... el discernimiento no es fácil, pues en algunos puntos se ha cambiado algo de la tradición. Hay quien ve con añoranza lo anterior. El cambio conlleva riesgo...

Hoy te pido, Señor, aprender de tu libertad interior ante las tentaciones del pueblo, de familia, de autoridades, de discípulos, del afán de poseer y mandar, de las interpretaciones esclavizantes de los juristas de la época...  te pido coherencia, fidelidad, sin miedo, por el amor y convicción, con ánimo esponjado… (J. Aldazábal).

-«Regocíjate, estéril, la que no das hijos... Rompe en gritos de júbilo, que más son los hijos de la abandonada que los de la casada.»Dios es el amo de lo imposible. Nada es imposible a Dios. El ángel lo repetirá a la Virgen María, el día de su anunciación. ¡Señor, haznos disponibles y abiertos a las gracias que quieras otorgarnos!

-“Si Cristo nos libertó, es para que seamos verdaderamente libres”. Salir del miedo de Dios, del ansia de las «obligaciones y preceptos» a cumplir. Para san Pablo, ser de veras «hijo» es ser «libre», es tener con el Padre unas relaciones tan inmediatas que ya no se tiene miedo de El, y que la ley no es ya una ley exterior alienante: «¡ama, y haz lo que quieras!» será la traducción de san Agustín.

-“Manteneos, pues, firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud”. Es para mí la religión una «liberación» una alegría, una espontaneidad? (Neon Quesson).

Llucià Pou Sabaté

 

 Fuente: www.almudi.org

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