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Es un Blog de orientación Cristiano/Católico, dirigido a personas de 16 a años en adelante, en el que se publican diariamente las Lecturas del Día, de acuerdo al Calendario Litúrgico Católico, la Lectio Divina, el Santoral del Día, la Liturgia de las Horas (Laudes, Vísperas y Completas, y otros artículos de orientación espiritual y moral.

Ordinario de la Misa: Domingo de la Sagrada Familia de Nazaret. Ciclo C. 30 de Diciembre, 2012.

Ordinario de la Misa: Domingo de la Sagrada Familia de Nazaret. Ciclo C. 30  de Diciembre, 2012.

La Sagrada Familia de Jesús, María y José

Fiesta

Dichoso el que teme al Señor

Que en sus corazones reine la paz de Cristo

Antífona de Entrada

Fueron los pastores a toda  prisa y encontraron a María y a  José y, recostado en un pesebre, al niño.

Se dice Gloria.

Oración Colecta

 Oremos:

Señor y Dios nuestro, tú que  nos has dado en la Sagrada  Familia de tu Hijo, el modelo  perfecto para nuestras  familias, concédenos practicar  sus virtudes domésticas y  estar unidos por los lazos de  tu amor, para que podamos ir  a gozar con ella eternamente

de la alegría de tu casa.

Por nuestro Señor Jesucristo...

Amén.

 

Primera Lectura

Lectura del libro del

Eclesiástico (Sirácide)

(3, 3-7. 14-17)

El Señor honra al padre en los  hijos y respalda la autoridad de  la madre sobre la prole. El que  honra a su padre queda limpio  de pecado; y acumula tesoros,el que respeta a su madre.

Quien honra a su padre,  encontrará alegría en sus hijos  y su oración será escuchada; el  que enaltece a su padre, tendrá  larga vida y el que obedece al Señor, es consuelo de su madre.

Hijo, cuida de tu padre  en la vejez y en su vida no  le causes tristeza; aunque  chochee, ten paciencia con él  y no lo menosprecies por estar  tú en pleno vigor. El bien hecho  al padre no quedará en el olvido  y se tomará a cuenta de tus pecados.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Salmo Responsorial Salmo 127

Dichoso el que teme al Señor.

Dichoso el que teme al Señor  y sigue sus caminos: comerá del  fruto de su trabajo, será dichoso, le irá bien.

Dichoso el que teme al Señor.

Su mujer, como vid fecunda,  en medio de su casa; sus  hijos, como renuevos de olivo,

alrededor de su mesa.

Dichoso el que teme al Señor.

Esta es la bendición del  hombre que teme al Señor:  “Que el Señor te bendiga desde  Sión, que veas la prosperidad de  Jerusalén todos los días de tu vida”.

Dichoso el que teme al Señor.

 

Segunda Lectura

Lectura de la carta del apóstol

san Pablo a los colosenses

(3, 12-21)

 Hermanos:

Puesto que Dios  los ha elegido a ustedes, los ha  consagrado a él y les ha dado  su amor, sean compasivos,  magnánimos, humildes, afables  y pacientes. Sopórtense  mutuamente y perdónense  cuando tengan quejas contra  otro, como el Señor los ha  perdonado a ustedes. Y sobre  todas estas virtudes, tengan amor, que es el vínculo de la perfecta unión.

Que en sus corazones reine  la paz de Cristo, esa paz a  la que han sido llamados, como  miembros de un solo cuerpo. Finalmente, sean agradecidos.

Que la palabra de Cristo  habite en ustedes con toda  su riqueza. Enséñense y  aconséjense unos a otros lo  mejor que sepan. Con el corazón  lleno de gratitud, alaben a Dios  con salmos, himnos y cánticos  espirituales; y todo lo que digan  y todo lo que hagan, háganlo  en el nombre del Señor Jesús,  dándole gracias a Dios Padre, por medio de Cristo.

Mujeres, respeten la autoridad  de sus maridos, como lo quiere  el Señor. Maridos, amen a sus  esposas y no sean rudos con  ellas. Hijos, obedezcan en todo  a sus padres, porque eso es  agradable al Señor. Padres, no  exijan demasiado a sus hijos, para que no se depriman.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Aclamación antes del Evangelio

 Aleluya, aleluya.

Que en sus corazones reine  la paz de Cristo; que la palabra  de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza.

Aleluya.

 

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Lucas (2, 41-52)

Gloria a ti, Señor.

Los padres de Jesús solían  ir cada año a Jerusalén para  las festividades de la Pascua.  Cuando el niño cumplió doce  años, fueron a la fiesta, según  la costumbre. Pasados aquellos  días, se volvieron, pero el niño  Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran.

Creyendo que iba en la  caravana, hicieron un día de  camino; entonces lo buscaron,  y al no encontrarlo, regresaron a Jerusalén en su busca.

Al tercer día lo encontraron en  el templo, sentado en medio de  los doctores, escuchándolos y  haciéndoles preguntas. Todos  los que lo oían se admiraban  de su inteligencia y de sus  respuestas. Al verlo, sus padres  se quedaron atónitos y su madre  le dijo: “Hijo mío, ¿por qué te  has portado así con nosotros?  Tu padre y yo te hemos estado buscando, llenos de angustia”.

El les respondió:

“¿Por qué me andaban buscando?

¿No sabían que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?”

Ellos  no entendieron la respuesta que  les dio. Entonces volvió con ellos  a Nazaret y siguió sujeto a su  autoridad. Su madre conservaba  en su corazón todas aquellas cosas.

Jesús iba creciendo en saber,  en estatura y en el favor de Dios y de los hombres.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario:

Celebramos hoy la fiesta de la Sagrada Familia. Los textos de la liturgia hacen referencia a temas familiares. En la primera lectura, tomada del libro del Eclesiástico, escuchamos los consejos que un hombre, Ben Sirac, que vivió varios siglos antes de Jesucristo, da a sus hijos. El respeto y la veneración de éstos hacia sus padres es cosa agradable a los ojos de Dios, que éste no dejará sin recompensa. Los hijos que veneren a sus padres serán venerados a su vez por sus propios hijos. Todo estos consejos, aún conservando hoy plena validez, parecen insuficientes, puesto que están dados desde una mentalidad estrictamente rural, en donde otros aspectos de la vida familiar no son tenidos en cuenta. No sólo importa hablar hoy del respeto que los hijos deber a los padres, sino de la actitud de éstos con relación a los hijos. Esta insuficiencia resulta particularmente notable en momentos como los actuales, cuando la familia tiene planteados problemas de pérdida de sus funciones.

Desde una perspectiva cristiana, la familia continúa teniendo una función insustituible: ser una comunidad de amor en donde los que la integran puedan abrirse a los demás con una total sinceridad y confianza. Dejando aparte los consejos que en último lugar da San Pablo, y que son puramente circunstanciales y muy ligados a las costumbres y mentalidad de la época, la exhortación a la mansedumbre, a la paciencia, al perdón y, sobre todo, al amor, es algo realmente básico para la familia de nuestro tiempo.

El evangelio de Lucas en el que se nos cuenta la pérdida del niño Jesús en el Templo, fue escrito probablemente unos cincuenta años después de este suceso. Doce años es, aproximadamente, la época en que los niños comienzan a sentirse independientes. Para Lucas, esta primera subida de Jesús a Jerusalén es el presagio de su subida pascual y por ello, estos acontecimientos hay que leerlos a la luz de la muerte y resurrección del Señor.

La sabiduría de Cristo ha consistido para Lc en entregarse desde su joven edad “a su Padre”, sin que esto quiera decir que supiera ya adónde le llevaría esa entrega. Pero en ella va incluida ciertamente la decisión de anteponer su cumplimiento a toda otra consideración. Sus padres no tienen aún esa sabiduría. María parece que llega a presentirla. Pero, de todas formas, respetan ya en su hijo una vocación que trasciende el medio familiar. Y esto es algo muy valioso para cada una de nuestras familias. La educación de los hijos tiene que comenzar por una actitud de sincero respeto. Si no, es imposible que surja la compresión y el amor.

Pablo da algunos consejos para la convivencia con otros. Se requiere humildad, acogida mutua, paciencia. Y si fuese necesario, perdonar. Así procede Dios con nosotros. Su actitud debe ser el modelo de la nuestra (v.12-13). Pero, “por encima de todo”, está el amor, de Él tenemos que revestirnos, dice Pablo empleando una metáfora frecuente en sus cartas (v.14). De este modo “la paz de Cristo” presidirá en nuestros corazones (v.15).

Si el amor es el vínculo que une a las personas, la paz se irá construyendo en un proceso, los desencuentros irán desapareciendo (los enfrentamientos también) y las relaciones se harán cada vez más trasparentes. En el marco de la familia humana, esos lazos son detallados en el texto del Eclesiástico (3,3-17).

Lucas nos presenta a la familia de Jesús cumpliendo sus deberes religiosos (vv. 41-42). El niño desconcierta a sus padres quedándose por su cuenta en la ciudad de Jerusalén. A los tres días, un lapso de tiempo cargado de significación simbólica, lo encuentran. Sigue un diálogo difícil, suena a desencuentro; comienza con un reproche: “¿Por qué nos has hecho esto?”. La pregunta surge de la angustia experimentada (v. 48). La respuesta sorprende: “¿Por qué me buscaban?” (v. 49), sorprende porque la razón parece obvia. Pero el segundo interrogante apunta lejos: “¿No sabían que yo debía estar en las cosas de mi Padre?”. María y José no comprendieron estas palabras de inmediato, estaban aprendiendo (v.50).

La fe, la confianza, suponen siempre un itinerario. En cuanto creyentes, María y José maduran su fe en medio de perplejidades, angustias y gozos. Las cosas se harán paulatinamente más claras. Lucas hace notar que María “conservaba todas las cosas en su corazón” (v. 51). La meditación de María le permite profundizar en el sentido de la misión de Jesús. Su particular cercanía a él no la exime del proceso, por momentos difícil, que lleva a la comprensión de los designios de Dios. Ella es como primera discípula, la primera evangelizada por Jesús.

No es fácil entender los planes de Dios. Ni siquiera María “entiende”. Pero hay tres exigencias fundamentales para entrar en comunión con Dios: 1) Buscarlo (José y María “se pusieron a buscarlo”); 2) Creer en Él (María es “la que ha creído”); y 3) Meditar la Palabra de Dios (“María conservaba esto en su corazón”).

Para la revisión de vida
¿Cómo vivo mi vida familiar? ¿Pueden mis familiares estar sufriendo por mí?
¿Tengo un desajuste entre lo que digo en la sociedad pública y lo que vivo en la familia?
La familia es una realidad estática que pasa por etapas evolutivas muy diferentes… ¿Cuál es la próxima etapa que vivirá mi familia? ¿Precisa ya de alguna preparación o previsión?

Se dice Credo.

Oración de los fieles

 Celebrante;

Al celebrar hoy la fiesta de  la Sagrada Familia, oremos  a Dios nuestro Padre, y  pidámosle por nosotros y por  todos los hombres, para que  seamos hermanos y vivamos

en el amor.

Digamos juntos:

Te rogamos, óyenos.

Para que el Señor reciba la  acción de gracias de su Iglesia  por su Hijo Jesús, que naciendo  en una familia humana nos  abrió el camino para llegar a ser  miembros de la gran familia de Dios.

Oremos con fe.

Te rogamos, óyenos.

Para que la presencia del  Emmanuel, que quiso hacerse  hermano nuestro, avive en  todos los hombres la conciencia  de una fraternidad universal,  en la que la solidaridad nos comprometa con los que sufren.

Oremos como hermanos.

Te rogamos, óyenos.

Para que, mirando a la Familia  de Nazaret, las familias sean  servidoras de la vida, formadoras  de personas y promotoras de  la cultura de la vida y de la civilización del amor.

Oremos con confianza.

Te rogamos, óyenos.

Para que las familias que  sufren la división a causa de la  guerra, el egoísmo o el rencor,  puedan restablecerse en la comunión y la paz.

Oremos con esperanza.

Te rogamos, óyenos.

Para que los niños que viven  abandonados y no reciben amor  de nadie, encuentren quienes  los acojan y ayuden a crecer con dignidad.

Oremos con amor.

Te rogamos, óyenos.

Para que la Familia  de Nazaret nos anime  a vivir en la comunión  y en el amor, y bendiga  a los esposos que celebran  este año sus bodas de plata o de oro.

Oremos con entusiasmo.

Te rogamos, óyenos.

 

 Celebrante:

Mira, Señor, a la Familia  de Nazaret, escucha  nuestras oraciones,  y haz que viviendo como  hijos tuyos y hermanos  de todos los hombres,  promovamos en nuestra  sociedad la edificación de tu Reino.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, este  sacrificio de reconciliación  y por intercesión de la Virgen  Madre de Dios y de san José,  concede a nuestras familias,  vivir siempre en tu amistad y en tu paz.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

 

Prefacio de Navidad III

Intercambio efectuado en la Encarnación del Verbo

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo  y necesario, es nuestro deber  y salvación darte gracias  siempre y en todo lugar,  Señor, Padre santo,  Dios todopoderoso y eterno,por Cristo nuestro Señor.

Por Él, hoy resplandece  ante el mundo el maravilloso  intercambio que nos salva,  ya que al asumir tu Hijo  nuestra fragilidad humana,  no sólo quedó nuestra  carne mortal honrada para  siempre, sino que, por esta  unión admirable, nos hizo  también partícipes de su eternidad.

Por eso, con los ángeles  y los arcángeles y con  todos los coros celestiales,  cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

 Santo, Santo, Santo...

 

Antífona de la Comunión

Nuestro Dios apareció en  el mundo y convivió con los hombres.

Oración después de la Comunión

 Oremos:

Padre lleno de amor,  concede a los que acabamos  de alimentarnos con este  sacramento celestial,  imitar siempre los ejemplos  de la Sagrada Familia,  para que, después de  las pruebas de esta vida,  podamos gozar eternamente con ellos en el cielo.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Fuentes: www.lecturadeldia.com; www.servicioskoinonia.org

 

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