Es un Blog de orientación Cristiano/Católico, dirigido a personas de 16 a años en adelante, en el que se publican diariamente las Lecturas del Día, de acuerdo al Calendario Litúrgico Católico, la Lectio Divina, el Santoral del Día, la Liturgia de las Horas (Laudes, Vísperas y Completas, y otros artículos de orientación espiritual y moral.
Ordinario de la Misa: Miércoles XII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B. 27 de Junio, 2012
Muéstranos, Señor, el camino de tus leyes
Feria de la 12a. semana del Tiempo Ordinario
Cantaré al Señor por el bien que me ha hecho
Antífona de Entrada
El Señor es mi protector; él me libró de las manos de mis enemigos y me salvó, porque me ama.
Oración Colecta
Oremos:
Concédenos, Señor, que el curso de los acontecimientos del mundo se desenvuelva, según tu voluntad, en la justicia y en la paz, y que tu Iglesia pueda servirte con tranquilidad y alegría.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Lectura del segundo libro de
los Reyes (22, 8-13; 23, 1-3)
Por aquel entonces, el sumo sacerdote Jilquías dijo a Safán,delegado del rey Josías:
“He hallado en el templo el libro de la ley”. Jilquías entregó el libro a Safán, quien lo leyó. Luego, Safán fue a ver al rey y le rindió cuentas, diciendo:
“Tus siervos han fundido el dinero del templo y se lo han entregado a los encargados de las obras”. Y añadió:
“El sacerdote Jilquías me ha entregado un libro”. Y lo leyó en presencia del rey. Cuando el rey oyó las palabras del libro de la ley, rasgó sus vestiduras y ordenó al sacerdote Jilquías; a Ajicam, hijo de Safán; a Akbor, hijo de Miqueas; al delegado Safán y a Asaías, ministro suyo:
“Vayan a consultar lo que dice el Señor acerca de mí, del pueblo y de todo Judá en este libro que se ha encontrado, pues el Señor está enfurecido con nosotros, porque nuestros padres no escucharon las palabras de este libro y no cumplieron lo que en él está escrito”.
Cuando ellos trajeron la respuesta, el rey convocó a todos los ancianos de Judá y de Jerusalén y se dirigió hacia el templo, acompañado por los hombres de Judá y todos los habitantes de Jerusalén, los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, desde el más pequeño hasta el más grande, y les leyó el libro de la alianza, hallado en el templo.
Después, de pie sobre el estrado y en presencia del Señor, renovó la alianza, comprometiéndose a seguir al Señor y a cumplir sus preceptos, normas y mandatos, con todo el corazón y toda el alma, y a poner en vigor las palabras de esta alianza, escritas en el libro. Y todo el pueblo renovó también la alianza.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 118
Muéstranos, Señor,
el camino de tus leyes.
Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes y yo lo seguiré con cuidado. Enséñame a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón.
Muéstranos, Señor,
el camino de tus leyes.
Guíame por la senda de tu ley, que es lo que quiero. Inclina mi corazón a tus preceptos, y no a la avaricia.
Muéstranos, Señor,
el camino de tus leyes.
Aparta mis ojos de las vanidades, dame vida con tu palabra. Mira cómo anhelo tus decretos: dame vida con tu justicia.
Muéstranos, Señor,
el camino de tus leyes.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Permanezcan en mí y yo en ustedes, dice el Señor; el que permanece en mí da fruto abundante.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (7, 15-20)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
“Cuidado con los falsos profetas. Se acercan a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos?
Todo árbol bueno da frutos buenos y el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos y un árbol malo no puede producir frutos buenos. Todo árbol que no produce frutos buenos es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los conocerán”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario:
Uno de los problemas más frecuentes en la misión del Pueblo de Dios es el de discernir entre los profetas auténticos y los que no lo son. Ya el Antiguo Testamento había dado algunas pistas para distinguirlos. La primera consiste en alejar la figura profética de cualquier concepción mágica (Dt 18,9-12) y no confundirla con las dotes de la percepción intuitiva de los videntes y visionarios que, aunque valiosas y respetables, no son una condición para el auténtico profetismo (cf. 1 Sam 9,11-12). La segunda, en descubrir su genuino interés por el destino del Pueblo de Dios (Dt 18,15-16). Por último, y no de menor importancia, el «efecto profético» que consiste en contar con el apoyo de una comunidad que continúe su testimonio y se lo recuerde al pueblo en el momento oportuno (Dt 18,21-22). A esto, el evangelio suma el criterio de los frutos o buenas obras. La figura de los frutos simboliza la oportunidad, calidad y maduración que necesita cualquier llamada profética para alcanzar su cometido. El fruto requiere cultivo y cuidado y la vocación profética aún más. – ¿Cómo cultivamos nosotros la vocación profética cristiana en estos tiempos de indiferencia y conformismo ante el destino de la humanidad?
Oración sobre las Ofrendas
Que este pan y este vino que tú mismo nos das para ofrecértelos nos ayuden, Señor, convertidos en el Cuerpo y Sangre de tu Hijo, a conseguir el premio de la felicidad eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Común I
Restauración universal en Cristo
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor. A quien hiciste fundamento de todo y de cuya plenitud quisiste que participáramos todos.
El cual, siendo Dios, se anonadó a sí mismo, y por su sangre derramada en la cruz, puso en paz todas las cosas. Y así, constituido Señor del universo, es fuente de salvación eterna para cuantos creen en él.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…
Antífona de la Comunión
Cantaré al Señor por el bien que me ha hecho; y entonaré un himno de alabanza al Dios Altísimo.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Te pedimos, Padre misericordioso, que por este sacramento con que ahora nos fortaleces, nos hagas algún día, participar de la vida
eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.